Estrategia Internacional N° 7
Marzo/Abril - 1998


VIENTOS DE CRISIS... TAMBORES DE
GUERRA

Emilio Albamonte

1.Vientos de crisis... soplan huracanados desde Asia destruyendo las economías de los llamados “tigres asiáticos”, la de la undécima “potencia” del mundo -Corea-, y poniendo en jaque a las “reinas” de la región: China continental y el mismísimo imperialismo nipón.

Todo lo que era bueno ayer, es malo hoy para los publicistas a sueldo del capital: las bajas tasas que permitían la unidad de la banca y la industria para impulsar los grandes proyectos de las corporaciones; el empleo de por vida que era presentado como un gran acuerdo entre una patronal con filosofía oriental y un proletariado resignado a su suerte de bestia de carga por la sabiduría shintoísta que le había sido inculcada desde temprana edad- a pesar de las evidencias en contrario de las miles de huelgas ilegales llevadas adelante no sólo por la clase obrera coreana sino por la de todo el sudeste asiático.

Las miles de explicaciones tan banales sobre la crisis asiática que dejarían estupefactos a los mismos guionistas de la basura cultural producida en Hollywood, están destinadas a evitar hacerse cargo de que el capitalismo imperialista anda “a los tumbos” y que el “milagro asiático” no fue más que un lugar de valorización rápida del capital cuando este huyó aterrorizado (y transformado en gran parte en capital dinerario) cuando la clase obrera y las masas de occidente se levantaron cuestionando la legitimidad de la dictadura del capital en el mayo francés del ‘68 y en todos los
grandes acontecimientos europeos de principios de los ‘70.

Esos acontecimientos no cuestionaron solamente a los capitalistas sino también a la trabajosa ingeniería política construida con los sátrapas de Moscú luego del ‘45 (Yalta) que, aunque cuestionada permanentemente por las revoluciones semicoloniales y antiburocráticas, sólo se enfrentó a un levantamiento general de grandes proporciones entre principios y mediados de los ‘70.

Hay quienes quieren engañarse y ven meros accidentes desconectados entre sí en las distintas convulsiones que han sacudido la economía capitalista en los últimos 25 años. Así quieren creer que la “crisis del petróleo”, que hundió en la recesión a las economías de los países imperialistas en el ‘75, se debió sólo al aumento del precio de esa materia prima, y que la fabulosa recesión que recorrió los Estados Unidos del ‘79 al ‘82 no estuvo encadenada a ella. O suponen que la “crisis de la deuda” , detonada por la negativa de México a pagar su deuda externa, no tiene nada que ver con el posterior aumento de gastos militares extraordinarios para reactivar la economía yanki - keinesianismo militar -, lo que luego provocó un endeudamiento fabuloso en los Estados Unidos que llevó a que en octubre del ‘87 la bolsa “quemara” miles de millones de dólares - 22% de baja en un solo día -.

Quienes así piensan no quieren hacerse cargo de que fue el temor de los capitalistas a esta realidad lo que los hizo bajar las tasas de interés para sostener artificialmente el “miniboom reaganiano” y que esto llevó a un endeudamiento brutal de entre el 60% y el 100% de su producto bruto a las grandes potencias imperiales. Tampoco quieren ver ninguna relación entre esta fabulosa montaña de deudas, a la que hay que agregarle “detalles” como el rescate de las sociedades de ahorro y préstamo - 500.000 millones de dólares - bajo Bush, y que este endeudamiento es la causa última de una situación de crisis y de burbujas especulativas que llevaron a una situación como la atravesada por Japón que entró en una profunda recesión desde comienzos de los ‘90, el quiebre parcial del sistema monetario europeo en el ‘92, la crisis del tequila en el ‘94 y la presente crisis asiática. Y se ilusionan creyendo que el crecimiento del PBI
norteamericano de los últimos años con el motor de una sola industria (la informática) constituye un “nuevo paradigma” y no ven que a más tardar en un año o dos llegará a su fin el actual “veranito clintoniano”.

Quien no vea ninguna relación entre estos fenómenos de crisis aguda y recuperaciones mediante burbujas especulativas que llevan a crisis más profundas. Quien insista que la caída constante de alrededor de un 60% del impulso del crecimiento capitalista en los últimos 30 años, es índice de un capitalismo que con tecnología informática en ristre avanza triunfal hacia el siglo XXI. Quien así piense está preparado para creer en la Santísima Trinidad o en la revistas liberales como The
Economist que explican semana a semana, cierto que en una forma laica, misterios sagrados de tal envergadura. Sólo un pensamiento mágico o extremadamente superficial puede obviar que estas convulsiones periódicas expresan una enorme crisis de acumulación capitalista.

2. Tambores de guerra... resuenan una y otra vez. Veamos si no los recientes acontecimientos en el Golfo Pérsico, donde cientos de aviones, varios porta-aviones y miles de armas “inteligentes” se concentraron para impedir que Irak use su “fabuloso arsenal militar” que, aunque incluyera armas químicas y biológicas (hasta los países más pobres las tienen en sus arsenales), sólo poseía para lanzarlas ¡52 misiles Scud!.
Este fue el “terrible” arsenal descubierto por los inspectores de la ONU luego de 7 años de revisar el país de arriba abajo - nótese que los Scud son de una tecnología tan adelantada frente al potencial yanki como las agujas de tejer comparadas con los telares modernos-. Para evitar esta “terrible amenaza” siguen martirizando al pueblo irakí con un bloqueo que ha provocado la muerte de cerca de un millón de personas (incluyendo 500 mil niños) por falta de medicamentos y alimentos básicos.

El Secretario General de la ONU, liderando la posición del bloque imperialista-burocrático opuesto a los bombardeos promovidos por Estados Unidos y Gran Bretaña, consiguió a último momento que Irak aceptara, a cambio de unas pocas concesiones formales, que continúe el ultraje de las inspecciones y el bloqueo.

Si se impuso prácticamente el 100% de las condiciones que reclamaban Estados Unidos y Gran Bretaña, ¿por qué estos países reaccionaron como si hubieran perdido una guerra?. Porque sólo los ingenuos o los cínicos pueden creer que de lo que se trataba era de desarmar al “terrible” Irak. El verdadero objetivo era provocar una masacre y con el puño ensangrentado mandar un mensaje a todos los enemigos de Estados Unidos: en primer lugar a las masas del Medio Oriente (donde del “proceso de paz” entre israelies y palestinos sólo quedan jirones sangrientos), y al conjunto de las masas explotadas y oprimidas del mundo que enfrentan el orden imperial. En segundo lugar, a las burguesías semicoloniales, de Asia principalmente, para que ni se les
ocurra negarse a cumplir las directivas de los organismos internacionales como el FMI, títeres de los yanquis, ensayando algún tipo de resistencia. Por último, a sus propios competidores imperialistas de Europa y Japón y a las burocracias restauracionistas de la ex URSS y China para que ni sueñen con desafiar a Norteamérica.

¿Triunfó Irak? En absoluto. ¿Triunfaron los yanquis? No. Por ahora triunfó el bando del imperialismo francés y de las burocracias rusa y china. ¿Esto aleja la posibilidad de agresión? De ninguna manera. En el Golfo o en cualquier otro lugar “vital” para Estados Unidos, este intentará dar un escarmiento. Pese a lo que haya dicho Mao, la sangre de un tigre herido no tiene la capacidad de transformarlo en “tigre de papel”.
Es que a los vientos de crisis se los conjura con la fuerza o al menos con la amenaza de usarla cuando haga falta.

3. Aprestos de combate... son los que se observan a simple vista en los trabajadores y los pueblos explotados de numerosos países. Desde la patria de las revoluciones, Francia, a fines del ‘95 la resistencia se transformó en contraofensiva que frenó el plan de la derecha de liquidar la seguridad social pública y rebajar la edad del sistema jubilatorio, al servicio de las rapaces corporaciones del imperialismo francés. En toda Europa la burguesía responde a las grandes huelgas, como las de la metalurgia y la construcción alemana durante el ‘97, elevando el número de desempleados que ya llega a la escalofriante suma de 18 millones en ese continente. La burguesía dice “si quieren tener trabajo, deben aceptar las condiciones de semiesclavitud
(flexibilización) que hoy rigen en Estados Unidos, y que son la base del ‘milagro’clintoniano”.

Frente a esta alternativa de hierro, un sector de los trabajadores europeos cede a la demagogia de políticos rabiosamente chovinistas y racistas como Le Pen, mientras que entre los obreros más conscientes empieza a hacerse carne - aunque en forma enormemente trabajosa ya que son bastardeados por una intelectualidad y una izquierda sirvientes del capital al frente de gobiernos
“socialdemócratas-neoliberales” como los de Blair y Jospin - la idea de que la crisis la paguen los capitalistas, que se repartan las horas de trabajo entre ocupados y desocupados con igual salario. Estas son las consignas que tradicionalmente los marxistas revolucionarios hemos levantado frente a las crisis capitalistas que, tomadas como bandera de lucha en forma consecuente, cuestionan al sistema burgués y al régimen de propiedad.

Por otra parte, ¿quién puede asegurar que el “salvaje” proletariado coreano va a aceptar sin chistar la pérdida de un millón y medio de puestos de trabajo que está prevista para el ‘98 o que los trabajadores y estudiantes indonesios que vienen enfrentando al dictador senil Suharto con huelgas, motines y manifestaciones, no van a conseguir derribar a la dictadura, parar los planes hambreadores e iniciar un ciclo de revoluciones en el Sudeste asiático donde los grandes bancos acreedores de Japón, Estados Unidos y Europa pierdan infinitamente más que los 700.000 mil millones dólares que ya derrocharon banqueros y especuladores en la presente crisis?

La inexistencia (o decadencia) de fuertes burocracias, como la socialdemócrata y la stalinista luego de la segunda posguerra y la de los “movimientos de liberación nacional” burgueses y pequeño-burgueses que surgieron a su vera, presagia un fin de siglo con grandes enfrentamientos entre los trabajadores y los capitalistas de cada país, entre las distintas potencias imperialistas, y entre estas y las naciones semicoloniales.

4. Soluciones radicales... son las que estudian las camarillas capitalistas junto a sus técnicos refugiados en las fundaciones y universidades de las grandes metrópolis.
Así, mientras desde la televisión difunden ideologías infantiles como la que sostiene que la restauración del capitalismo en la ex URSS, China y Europa Oriental ya le asegura al capitalismo un mercado de consumidores con nivel adquisitivo medio que sumado al de los países capitalistas abarcaría 3.000 millones personas, se aterrorizan pensando que para cumplir el objetivo tan “fácil” de recolonizar a los estados que salieron de su órbita luego de la Segunda Guerra Mundial y transformarlos en países semicoloniales normales que compren sus productos, necesitarán liquidar las limitadas libertades democráticas conquistadas, avanzar en regímenes bonapartistas y fascistas, y eventualmente marchar hacia una nueva conflagración mundial para repartirse el
“nuevo mundo”.
Es por eso que, mientras engañan a los más ingenuos y les hacen guiños a los más cínicos, mientras hablan de un nuevo desarrollo orgánico capitalista basado en la informática y otras nuevas tecnologías, preparan en sus gabinetes cerrados nuevos zarpazos sangrientos, conspirando contra los trabajadores y pueblos del mundo.

5. La crisis de dirección revolucionaria del proletariado... ¿no será un obstáculo absoluto para que los trabajadores y los pueblos atrasados puedan revertir en los años venideros el loco curso hacia las crisis, el bonapartismo e incluso el fascismo y las guerras?
Examinemos la situación más detenidamente: los capitalistas - y el 90% de la izquierda - consideraron que el pase en el ‘89 de las burocracias de agentes indirectos a agentes directos del orden burgués, y el avance acelerado de medidas de restauración capitalista, significaban un triunfo de dimensiones históricas para el imperialismo.
Nosotros, junto a otros marxistas de diversos países, sin negar la importancia de estos acontecimientos, nos negamos absolutamente a considerarlos como un triunfo histórico del capitalismo por cuatro razones esenciales:

a) Los planes que impusieron las burocracias restauracionistas eran dictados por el FMI y las potencias imperialistas para zafar de sus propias crisis, y más temprano que tarde esta propia crisis iba a estallar en esos países ya que la crisis “sistémica” o de acumulación capitalista era evidente y hace 30 años que el capitalismo anda “a los tumbos”. Modestamente creemos que en este punto los hechos han comenzado a darnos la razón ampliamente.

b) Sectores de las masas, acicateados por burócratas restauracionistas y la Iglesia ortodoxa, voltearon las estatuas de Lenin porque asimilaron a la burocracia que aplicaba planes fondomonetaristas con el marxismo revolucionario y porque estos burócratas les hicieron creer, apoyados por el Papa y toda la propaganda imperialista, que podrían vivir como en los países capitalistas más avanzados. Planteábamos que pronto se develaría la realidad y que esas masas sufrirían una amarga decepción.

c) Al iniciar el proceso de restauración por la vía del engaño - que es lo que permitía la relación de fuerzas - y no por la invasión armada, se abría un período de años y quizás décadas de inestabilidad que inevitablemente uniría al proletariado de esos países con el de Occidente haciendo realidad la afirmación de Trotsky de que el carácter de clase final de esos estados se definiría en la arena de la lucha de clases internacional.

d) La liquidación del aparato stalinista mundial y el desenmascaramiento de la burocracia restauracionista terminaba la situación de “impasse estratégico” donde los millones de muertos de las terribles guerras de Corea y de Vietnam, de la revolución en Indonesia en el ‘65 y de los cordones industriales de Chile del ‘73, fueron utilizados para reforzar la “coexistencia pacífica”, es decir, el orden imperialista-burocrático. Ahora resurge una enorme espontaneidad que irá poniendo frente a frente revolución y contra-revolución, sin que haya burocracia del poderío que tuvo el stalinismo luego de la segunda posguerra capaz de utilizar a las masas para fortalecer indirectamente el dominio imperialista.
Creemos sinceramente que, a grandes rasgos, tuvimos razón los marxistas que remamos contra la corriente del triunfalismo burgués y del derrotismo de la mayoría de la izquierda.
Lejos de nosotros está el pensar que el triunfo de los trabajadores está asegurado o que esta crisis capitalista que recorre el Asia será “la última”. Sin embargo, los escépticos son los que se hundieron en la vergüenza y el método marxista demostró por enésima vez ser más profundo que el pragmatismo burgués. Sólo el marxismo revolucionario brinda las herramientas para en el curso de los acontecimientos venideros ir dando los pasos para reagrupar a la vanguardia revolucionaria y derrotar a las direcciones reformistas.

6. Para asegurar la victoria... no basta con denunciar a los que abrazan el reformismo considerando “superada la época revolucionaria abierta con la revolución de octubre”. Hay que dejar de vegetar en sectas nacionales e internacionales, eruditas o bárbaras, defensoras de pequeños aparatitos sectarios y de continuidades revolucionarias absolutas - que por otra parte no reconocen más que los acólitos de cada secta-. Es por eso que, pensando con sentido histórico amplio, los que integramos la FT (EI) hemos adelantado un programa para la reconstrucción de la IV Internacional. Es decir, para avanzar, no a construir nuestra propia secta, sino a dar pasos en el reagrupamiento internacional de los trotskistas principistas, desenmascarando a los revisionistas que hablan en nombre del trotskismo. Y que en el futuro cuando las luchas de las masas provoquen la radicalización política de grandes sectores de las mismas, permitan la unidad de la intelectualidad marxista y el movimiento obrero revolucionario, en partidos de masas y en un estado mayor revolucionario - la IV Internacional - que juegue el rol decisivo dentro de la relación de fuerzas para que el proletariado pueda alcanzar la victoria. Nuestra política es parte de distintos intentos que se están llevando adelante en otros paises, como las discusiones entabladas entre distintos grupos del trostkismo francés para avanzar en
un nuevo reagrupamiento revolucionario.

7. Es por eso que, a pesar de la modestia de nuestros recursos, nos decidimos a transformar a Estrategia Internacional en un periódico bimensual latinoamericano de política internacional - que esperamos pronto sea mensual- para intentar“develar a los trabajadores los secretos de la política internacional” como dice el lema de este periódico.
En él combinamos los artículos políticos de nuestros grupos y la elaboración teórica de nuestra Fracción, con secciones abiertas donde se expresarán posiciones históricas y teóricas formuladas por prestigiosas instituciones dedicadas al estudio de la historia revolucionaria como son el Instituto León Trotsky de la Universidad de Grenoble, dirigido por Pierre Broue, o Revolutionary History editada en Inglaterra por Al Richardson al frente de un colectivo de personalidades y organizaciones trotskistas de ese país.
Los trabajadores, estudiantes e intelectuales de Latinoamérica que quieran formarse como revolucionarios, deben hacerlo conociendo las grandes batallas heroicas de sus hermanos de clase en el resto del mundo como la huelga de la Renault del ‘47 en Francia, la labor de los trotskistas bolivianos para que la Central Obrera de Bolivia aprobara las Tesis de Pulacayo, programa que se hizo de masas en la revolución boliviana de 1952, la heroica resistencia de la sección rusa de la Oposición de Izquierda Internacional (luego IV Internacional) en los campos de concentración de
Vorkuta, o los 30 años de trabajo político de los trotskistas norteamericanos en el sindicato de camioneros (teamsters) cuyos hilos de continuidad se vieron en la combatividad y organización mostrada en la grandiosa huelga de un sector de ese sindicato el año pasado (UPS) que mantuvo paralizado durante 15 días la principal empresa de transporte y correos de Estados Unidos.

En estos tiempos donde la mayoría de los intelectuales y artistas han “vendido su alma” como Fausto a las fundaciones y empresas imperialistas, tendremos una sección sobre “arte y revolución” como comenzamos a hacer en este número.
Además pensamos incluir una sección de este periódico abierta a camaradas con los que compartamos posiciones políticas fundamentales como aquellos con los que firmamos la declaración en repudio a la agresión imperialista contra Irak, y más aún con los que tengamos mayores acuerdos como con los compañeros de la Liga por una Internacional Comunista Revolucionaria que agrupa militantes de varios países de Europa Occidental y Oceanía.
Es decir, pensamos combinar nuestras posiciones políticas con todo lo valioso planteado por aquellos que, aunque situados en el terreno del marxismo revolucionario, mantengan diferencias con nosotros.
Aspiramos a que esta revista no sólo sea difundida por los miembros de nuestra Fracción sino por todos aquellos que aún teniendo diferencias parciales consideren que puede ser un instrumento para intervenir en los grandiosos acontecimientos que se aproximan y que se desarrollarán en plenitud en los próximos meses y años.

                                                                                                                                                            12 de marzo de 1998