Análisis y opinión - Diarios de México
08/11/2006
Crisis nacional
Eugenio Anguiano [1], El Universal
La decisión del gobierno federal, de enviar a 4 mil 536 elementos de la Policía Federal Preventiva (PFP) a tomar la ciudad de Oaxaca, apoyados por 120 integrantes de la Agencia Federal de Investigación (AFI) de la Procuraduría General de la República y por helicópteros y tanquetas antimotines, fue para muchos tardía y para otros más una acción equivocada. El domingo 29 de octubre se inició la tarea de desalojo de barricadas y de calles y edificios ocupados por los revoltosos, luego de los reiterados fracasos de las negociaciones que se habían llevado a cabo en las últimas semanas entre la Secretaría de Gobernación y los dirigentes de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) y de la sección 22 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), para quienes la posibilidad de cualquier arreglo partía de la renuncia del gobernador Ulises Ruiz, el retiro de la PFP y la liberación de personas acusadas de daños diversos a propiedades públicas y privadas, y otras agresiones que han paralizado por más de cuatro meses ese estado sureño, uno de los más pobres y atrasados del país.
Menos de 24 horas después de efectuado el desalojo -que varios medios de información se anticiparon en calificar infundadamente como la "toma del control de Oaxaca" por parte de la autoridad-, los secretarios de Gobernación, Carlos Abascal, y de Seguridad Pública Federal, Eduardo Medina-Mora, no vacilaban en calificar la operación como un éxito, con "saldo blanco". Pero la Comisión Nacional de los Derechos Humanos reportaba la existencia de por lo menos un muerto, mientras los voceros de la APPO denunciaban la muerte de tres personas. A los pocos días, se corroboraba que Alberto Jorge López Bernal, de 30 años y enfermero del IMSS, había fallecido a "consecuencia de múltiples lesiones que le produjo un proyectil de gas lacrimógeno en el corazón y pulmón izquierdo", y se identificaba a Fidel Sánchez García como otra víctima fatal. Esto le daba un claro mentís a las declaraciones oficiales, incluida la del mismo presidente Fox quien, una vez más sin esperar a tener la información completa, se apresuró a decir públicamente que la paz se había restablecido en Oaxaca.
Dos días después de esas declaraciones optimistas, la realidad mostraba con contundencia que el empleo de la fuerza policiaca había sido insuficiente para realmente llevar a la normalidad a Oaxaca. Lo único que el operativo había arrojado hasta el fin de semana pasado eran más heridos de entre los simpatizantes de la APPO, así como de la fuerza pública; un mayor radicalismo de los opositores, que cuentan con el claro respaldo de miles de oaxaqueños, y una imagen internacional de la gobernabilidad en México más deteriorada de lo que ya estaba, cosa que los voceros oficiales se empeñan en negar.
La crisis de Oaxaca es muy profunda y sus orígenes van más allá de la terquedad de un gobernador que tuvo el descaro de presentar una demanda improcedente de controversia constitucional ante la Suprema Corte de Justicia, porque la mayoría de los diputados federales y unánimemente los senadores se atrevieron a exhortarlo a que renunciara, lo que en opinión del macabro señor Ruiz y sus colaboradores era una flagrante intervención federal en la soberanía del estado al que ellos son tan incapaces de gobernar, y para el que no tuvieron el menor empacho en solicitar la intervención de la fuerza pública federal a fin de que metiera el orden.
En México tendríamos que ir aprendiendo algunas lecciones del caso oaxaqueño, que por cierto está lejos de solucionarse. La primera es que los flamantes nuevos legisladores carecieron de visión política y fueron incapaces de cortar por lo sano y decretar la desaparición de poderes en Oaxaca. El Senado de la República reconoció la incompetencia del gobernador pero se abstuvo de dar el paso consecuente, la citada desaparición de poderes, porque temía complicar el clima político. Pero éste ya está completamente borrascoso, y el presidente de la República entrante heredará un conflicto al que tendrá que hacerle frente de inmediato.
Los legisladores del PAN se equivocaron en respaldar al PRI en la Cámara de Diputados, al no presionar por la salida del gobernador de Oaxaca. Por su parte, el líder de la bancada del tricolor en la Cámara Baja y su líder nacional han hecho todo lo posible por sostener a uno de los suyos, sin medir los costos políticos y el desprestigio que ello le acarrea a su propio partido.
Por último, el maniqueísmo, como postura política o ideológica, es el peor enemigo en la crisis oaxaqueña. La solución tendrá que comenzar con la salida del gobernador y la de los líderes de la APPO y de la sección 22 del SNTE, que han pretendido defender la democracia con violencia e imposición. Aunque la mayoría de los muertos en Oaxaca fueron de ellos, no debe olvidarse a quienes cayeron víctimas de la "justicia revolucionaria", como Jaime René Calvo.
Los poderosos y los pobres
Jorge Eugenio Ortiz Gallegos, El Universal
Entre los párrafos del dictamen del Senado sobre el gobernador Ulises Ruiz de Oaxaca se destaca: "Resulta insoslayable que existen condiciones graves de inestabilidad e ingobernabilidad en el estado de Oaxaca, que se ha trastocado seriamente el orden jurídico y la paz social. De tal situación son responsables, por un lado, el gobierno del estado. y, por la otra, los grupos y organizaciones populares inconformes" (Dictamen de la Comisión de Gobernación del Senado, martes 31 de octubre, 2006).
En estos trances del siglo XXI se prolongan las tendencias del anarquismo mexicano del siglo XIX. El régimen de Porfirio Díaz, gracias a sus tempranos triunfos, actuó como filtro contra la transmisión directa que han hecho los poderosos que se aprovecharon de los más necesitados. Los de abajo no quieren a los de arriba (Liber Terán, revista Día Siete, EL UNIVERSAL, noviembre 5, 2006). Es interesante hacer notar que muchas ideas, por ejemplo sobre la eliminación de los capitalistas de la propiedad rural, sobre la distribución de la tierra agraria y sobre los desarrollos de los bancos agrarios, inspiraron a la primera organización poderosa que se desarrolló alrededor del Partido Liberal. Ricardo Flores Magón leyó a temprana edad a Kropotkin y recibió una fuerte influencia de él. Siendo estudiante en la ciudad de México, empezó abiertamente su línea política anarquista hacia 1906.
"El Partido Liberal era realmente un grupo de resistencia revolucionaria contra Porfirio Díaz y no un grupo dedicado a las actividades normalmente atribuidas a los partidos políticos. El movimiento anarquista del siglo XX con sus antecedentes del siglo XIX. era un programa tradicional anarquista: derrocar y desmembrar el gobierno nacional, descentralizar el poder político, la organización colectiva de la economía urbana y el establecimiento de comunas agrarias. Fueron las organizaciones magonistas las que entraron en Cananea y ayudaron a dirigir la famosa y violenta huelga que produjo la caída del gobierno" (v. ps. 155 y 156, Los anarquistas mexicanos, 1860-1900, John M. Hart, Secretaría de Educación Pública, 1974).
Nos encontramos, pues, frente a una repetición de los viejos problemas de la nación mexicana. El poder de los dineros, el acaparamiento de la propiedad de los medios de producción, el fomento artificial de las necesidades de la tecnología y la publicidad, siguen privando a las grandes mayorías nacionales de la seguridad por el porvenir.
De una parte, pues, los partidos políticos, los políticos de los puestos públicos asociados y los capitalistas controlan la publicidad masiva y quieren imponerse a una nueva sociedad mexicana que crece en la inconformidad y en decisiones como las de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO).
La Policía Federal Preventiva (PFP) es una fuerza sujeta a los excesos del poder de los gobiernos, en una especie de tradición que se ha heredado en el estilo político del partido en el poder. El "régimen del cambio" que agoniza en estos días ha mostrado incompetencia para desarrollar un programa que estimule al desarrollo de las comunidades. Otra vez oímos, pues, el grito de las mayorías desprotegidas: "Un pueblo unido jamás será vencido".
La opinión pública no envuelta en las servidumbres del capitalismo y de la política puede observar que la APPO es solamente una manifestación avanzada que tiene raíces de varios siglos, porque esas mismas sociedades populares se han estado formando y trabajan en forma paralela en varios estados de la República.
La Constitución y las leyes se convierten en una daga que cercena los cuellos de las grandes mayorías empobrecidas. El diálogo no es un mero esfuerzo demagógico, sino una vía que nos concilia en la reforma de las leyes y en la atención del desarrollo de la nación.
Oaxaca como México
Arnoldo Kraus, La Jornada
Pobre Vicente Fox. Pobre porque nunca supo qué hacer en Oaxaca ni qué hacer con el gobernador de ese estado. Pobres de los asesinados por las fuerzas del Presidente y por la impudicia de Ulises Ruiz. Pobres de sus deudos, de su impotencia y porque sus muertos nunca serán considerados mártires. Pobres de los miembros de la pleonástica Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca porque sus reclamos no han sido satisfechos y porque han tenido que abandonar sus trabajos. Pobres por ser tan miserables y por tener que vivir en un país donde siempre han sido marginados. Pobres los militares y los miembros de la Policía Federal Preventiva (PFP). Pobres de ellos por tener que trabajar en esas labores y por tener que perseguir -y matar- a sus hermanos oaxaqueños. Pobre Oaxaca por padecer una de las peores lacras del país, el Partido Revolucionario Institucional (PRI). Pobre Ulises Ruiz porque carga y cargará en sus hombros los nombres de muchos muertos y porque su renuncia se antoja imposible: pesan más los pactos entre la Presidencia con el PRI y con la maestra y aliada de Felipe Calderón, Elba Esther Gordillo, que la razón. Pobres los tianguistas, los escolares, los comerciantes y los profesores oaxaqueños. Pobres porque sus vidas se han detenido, porque el turismo ha desaparecido y por ser víctimas de las sandeces de nuestros gobernantes. Pobre Vicente Fox: quería marcharse a su rancho sin desparramar "mucha sangre" y deseaba que se le recordase por haber cedido el mando con poco ruido. Pobre de él porque no supo distinguir entre la realidad y la magnitud de los sucesos con lo que Marta le pide, con lo que su partido le exige y con lo que Calderón y Gordillo le explican. Pobres de los ineptos políticos que desgobiernan junto con Fox. Pobres por nunca haberse percatado que primero es la dignidad y el país y luego su chamba. Pobres por ser tan torpes. Pobre Carlos Abascal por haber invocado a Dios tras haber asegurado que en Oaxaca no se derramaría sangre. Pobre Abascal porque Dios no lo escuchó. Pobres de las 59 personas capturados por la PFP y que por ahora habitan el mundo de los "desaparecidos". Pobres de ellos si han sido torturados o violados. Pobre del México oaxaqueño que viaja por el mundo mostrando lo peor de nuestras caras: la realidad de la miseria y la estulticia de nuestra clase política. Pobres de todos los hombres oaxaqueños que tienen que cruzar la frontera, arriesgar sus vidas y trabajar con los gringos para impedir que sus familias continúen padeciendo hambrunas. Pobres de sus vástagos porque crecen sin pater familia. Pobres de todos los mexicanos librepensadores que azorados observan lo que sucede en la tierra de Francisco Toledo. Pobres de ellos porque es tan poco lo que logran las palabras, las voces, la pintura o la razón ante la sordidez de los gobernantes. Pobres de quienes quieren decirle no al poder y de quienes aterrados observan que la moral es mera entelequia entre la mayoría de nuestros dirigentes. Pobres de quienes sabemos que en México, en estos momentos, y entre nuestra ralea política, prevalece lo que Martin Scorsese denomina la "zona cero de la ética". "Si a un niño le preguntan si de mayor quiere ser policía o ladrón, la respuesta debería ser: ’¿cuál es la diferencia?’", explica uno de los personajes de Infiltrados, la última película de Scorsese, y que en el léxico foxiano y ruizano diría: "Si a un niño oaxaqueño pobre le preguntan, si acaso llega a mayor, si quiere ser policía, político, presidente, gobernador o ladrón, la respuesta debería ser, ’ladrón’". Pobres de todos los pobres enlistados en este inmenso párrafo, incluyendo a Fox y a Ruiz, cuya impericia, falta de sensatez e incapacidad han mostrado a México ante el mundo como una nación donde la "zona cero de la ética" es la constante y la realidad; pobres de ambos porque saben que la han jodido y son incapaces de resarcir el daño. Pobres, porque los muertos, sus muertos, nunca revivirán. Pobres por ser unos de los arquitectos de la zona cero de la ética en México. Pobres de todos los que habitan en este párrafo que no permite ni puntos y aparte, ni treguas ni respiro ni quietud ni complicidad. Fox ya se marcha. Ruiz se irá en cuanto llegué Calderón o un poco antes. Los muertos no se moverán y la miseria de los pobres en Oaxaca no se modificará. La realidad no admite contubernios: los pobres de Oaxaca seguirán igual, Calderón habitará en Foxilandia y los niños oaxaqueños optarán por ser dignos ladrones antes que mendaces políticos. Punto final.
NOTASADICIONALES
[1] Profesor investigador de El Colegio de México