Análisis y opinión - Diarios de México
22/11/2006
San Lázaro: otra vez el cerco
Editorial, La Jornada
Acorralado por los legisladores de oposición, el presidente de la mesa directiva de la Cámara de Diputados, Jorge Zermeño, hubo de aceptar ayer, a regañadientes, una reducción al desmesurado dispositivo policial tendidido en el Palacio Legislativo de San Lázaro y alrededores desde semanas antes del primero de diciembre, fecha en la que está prevista la toma de posesión de Felipe Calderón como presidente constitucional.
Es claro que el alarde de fuerza del régimen no va a disipar la vasta inconformidad social generada por la manera turbia en la que unos resultados electorales impugnados fueron convertidos en declaración de presidente electo a favor del michoacano; a lo sumo, tal vez pueda mantenerla lejos del recinto legislativo por el tiempo requerido para que el todavía presidente Vicente Fox entregue la banda presidencial al titular del Legislativo y éste, a su vez, la ponga en las manos del sucesor favorecido por Los Pinos. Es razonable dudar, por lo demás, que el grupo en el poder tenga la sutileza necesaria para distinguir hasta dónde es necesaria la movilización de los cuerpos del orden para garantizar la seguridad de los asistentes a la ceremonia y en qué momento la operación se convierte, por exceso, en un acto violatorio al derecho a la libre manifestación y los contingentes policiales se transforman en fuerzas represivas.
En lo inmediato, la presencia del Estado Mayor Presidencial y de la Policía Federal Preventiva en los rumbos de San Lázaro se ha significado ya en un atropello al derecho de libre tránsito de los vecinos y de quienes laboran en las inmediaciones del edificio legislativo, los que para llegar a sus domicilios o empleos deben pasar por registros abusivos y arbitrarios. El pánico gubernamental a las muestras de descontento por un proceso electoral cuestionado y cuestionable está generando, en consecuencia, un malestar de signo distinto -y plenamente justificado, por lo demás- en esa zona específica de la capital de la República.
Desde otro punto de vista, las fuerzas policiales y militares que el panismo coloque en el salón de sesiones de San Lázaro carecen de toda facultad legal para impedir que algunos legisladores se manifiesten, en la fecha mencionada, contra la protesta de Calderón Hinojosa como presidente, y resulta, en ese sentido, perfectamente inútil, a menos que Fox y Calderón estuvieran dispuestos a emplear toletes y gases lacrimógenos entre las curules y alrededor de la tribuna, escenario de brutalidad autoritaria en el que más valdría ni pensar.
En un sentido más amplio, la exhibición de fuerza represiva evidencia, paradojas aparte, la gran debilidad política del grupo en el poder, el cual se ve obligado a parapetarse tras efectivos policiacos y castrenses porque no logró convencer a gran parte de la sociedad de la legitimidad electoral de su permanencia en el poder y, posteriormente, no quiso o no pudo idear y poner en práctica soluciones políticas a la grave crisis institucional en la que sumió al país.
La presente incertidumbre y la vergüenza de un recinto legislativo convertido en cuartel habrían podido evitarse si el panismo hubiese accedido en su momento a permitir un recuento imparcial de la totalidad de los sufragios emitidos en las elecciones del pasado 2 de julio. Hoy, el cerco policiaco-militar al recinto de San Lázaro no hace más que poner de manifiesto a un grupo gobernante cercado por su torpeza política, por su falta de sentido democrático y también, desde luego, por millones de mexicanos que han sido víctimas del desastre gubernamental del foxismo y que viven como un agravio la dudosa manera en la que Calderón ha sido colocado en la antesala de la Presidencia.
Tecnócratas sin cheque en blanco
Editorial, El Universal
El anuncio, ayer, del presidente electo Felipe Calderón Hinojosa sobre el equipo económico de su gobierno marca primero un cambio generacional, después una continuidad técnica y, finalmente, el camino hacia una agenda desreguladora por conocerse.
Las primeras impresiones frente a los nombramientos son mixtas, pues tanto Agustín Carstens, en Hacienda, y Eduardo Sojo, en Economía, provocaron buenos comentarios. De Luis Téllez, en Comunicaciones, y Javier Lozano, en Trabajo, no se entendió exactamente el porqué del enroque, mientras que Georgina Kessel en Energía tendrá que probar sus credenciales para demostrar que no sólo es una estudiosa sino que puede ejecutar planes y dirigir un equipo, como se espera de una secretaria de Estado. Rodolfo Elizondo, en Turismo, tendrá la oportunidad de concretar el proyecto de cambio que delineó para el sector que ya encabeza y será juzgado con base en si lo logra o no.
La estrategia de hacer el anuncio ayer, antes de que abrieran los mercados financieros, demuestra sensibilidad sobre el nerviosismo que podría provocar el reciente acto del zócalo.
El otro mensaje es el equipo mismo, que determina la agenda tanto como es determinado por ella.
O sea, se escoge a un grupo de profesionistas para contar con los conocimientos que garanticen continuidad en experiencia técnica, pero también con perfiles para proponer un proyecto particular al nuevo gobierno.
Hay retos mayúsculos. Tenemos que ser más competitivos, sin duda. Comienza a alzarse un coro de voces que señalan la necesidad de avanzar en la desregulación económica.
La economista en jefe para nuestro país de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), Bénèdicte Larre, llama directamente a reducir los monopolios públicos y privados para que los negocios puedan operar.
El Banco Mundial prepara un gran evento sobre Equidad y Competencia con un reparto de superestrellas que vendrán la próxima semana a México a analizar esos temas.
Todos los integrantes del equipo anunciado podrían participar sin complejos en este tipo de reuniones de alto nivel por su perfil de tecnócratas, tal y como sus antecesores de los últimos 25 años. Sin embargo, más allá de la ideología, de los marbetes, y de las credenciales habrá que juzgarlos por sus resultados.
El hecho concreto es que el crecimiento del país es y ha sido mediocre y existe un problema acucioso de desigualdad. Los conocimientos técnicos que despliegue este equipo tendrán que aplicarse en beneficio de los más desfavorecidos. Es aquí donde la economía, la política, y el compromiso social no deben disociarse.
Otra de las exigencias mayores en la hora presente, justo por el desorden que los precede, es lograr que el equipo económico trabaje armónicamente, coordinando esfuerzos, sin contradecirse, oponerse, dispersar recursos o irse por la libre. En suma, tienen que marchar atenidos a la voz ejecutiva.
Al reconocer experiencia, sumada a cambio generacional y proyecto, no les estamos dando "un cheque en blanco", como dice la canción.
El gabinete económico debe saber que el bienestar del país no es moneda que se le entrega a cualquiera como cheque al portador.
Preparan a la guerra
Raymundo Riva Palacio, El Universal
Felipe Calderón designó un gabinete que sugiere, por sus perfiles y antecedentes, que se avecina una lucha contra los monopolios
Del anuncio del gabinete económico comunicado por el presidente electo Felipe Calderón se podrán decir muchas cosas. Una, que neutralizó el impacto político-mediático de Andrés Manuel López Obrador tras su toma simbólica de poder este lunes. Otra, que el PAN empezó mal por su poca representación, pues aunque queda un panista histórico, Rodolfo Elizondo, quien repetirá en Turismo, los otros dos del partido, o no son viejos cuadros, como Eduardo Sojo, que va a Economía, o de reciente ingreso, como Javier Lozano que va a Trabajo. Una más también sería que Calderón, con maestría en el ITAM, llevó a trabajar con él a tres itamitas: Agustín Carstens, Luis Téllez y Georgina Kessel, para Hacienda, Comunicaciones y Energía. Pero lo más importante de este gabinete está en lo que significa su composición.
Calderón ha estado engañando con la verdad. Si su política económica tendrá como ejes básicos el empleo y la infraestructura, su línea de golpeo será combatir los monopolios. En este sentido, la conformación del gabinete económico pasa por la lógica de la desregulación donde prácticamente todos los nombrados tienen antecedentes en su portafolio profesional. Carstens será el jefe, pero altamente significativos serán Lozano, quien hizo de su oposición a la Ley Televisa una cruzada, y Kessel, persona muy ligada al secretario general de la OCDE, José Ángel Gurría, profesora de Calderón en la maestría y colaboradora estrecha del rector del ITAM, Arturo Fernández, quien es uno de los especialistas mexicanos en desregulación. El presidente electo cree que la única forma como podrá avanzar en el desarrollo mexicano será a través del rompimiento de los controles monopólicos, que traiga no sólo ventajas a los consumidores sino permita la llegada a México de nuevas inversiones y mejore la competitividad, donde, según el último informe del Foro Mundial de Davos, durante el sexenio México retrocedió del lugar 48 al 55, debajo de todas las economías emergentes.
El principal foco es en el campo de las telecomunicaciones, donde Telmex es el icono de prácticas monopólicas. Telmex controla 25% del mercado de servicios telefónicos fijos y móviles en el país, con 18.6 millones de líneas de un total de 74 millones de servicios alcanzados hasta septiembre. Pero, si se considera América Móvil, otra empresa de Carlos Slim, el porcentaje se eleva considerablemente. Su caballo de batalla Telcel tiene 40.7 millones de clientes, lo que sumaría 59.3 millones de usuarios en ambas empresas, que le da una participación de 80% del mercado. Este control se traduce en altos precios para el consumidor. Por ejemplo, el consumo residencial anual en telefonía fija local asciende en México a 671 dólares, mientras que en Estados Unidos es de 425 dólares. En llamadas internacionales, las tarifas mexicanas son más del doble que en los países más ricos del mundo.
A la par de Telmex está Televisa, cuyos canales de televisión son vistos por siete de cada 10 televidentes en el país. Ese dominio no sólo les trae dividendos comerciales y políticos, sino les permite manipular al gobierno. Sus abogados redactaron la derogación de los tiempos oficiales y de la nueva Ley de Radio y Televisión que prolongará su hegemonía, y su poder es tan marcado que cuando se le llegó a preguntar al presidente Vicente Fox sobre qué posibilidades habría en su sexenio de que se abrieran nuevas frecuencias de televisión, respondía que mejor le preguntaran a Emilio Azcárraga. Hay una demanda generalizada para que se rompa el control de ambas empresas, lo que tendrá que hacer Téllez, quien será el único de los nuevos secretarios que se vea en una paradoja: durante el gobierno de Ernesto Zedillo, él participó en la reingeniería financiera que le permitió a Azcárraga hacerse del control de la empresa. La decisión de Zedillo fue de Estado: o ayudaban a Azcárraga o era probable que la empresa terminara siendo absorbida por el magnate australiano Rupert Murdoch.
Esa decisión, como la también zedillista de aprobar las leyes que le dieron el control cuasi monopólico a Telmex, han costado mucho a los mexicanos. Pero ubicar a Telmex y Televisa como las únicas empresas que controlan los designios mexicanos sería errado. Los bancos son otro sector dominado por unos cuantos. De 30 instituciones financieras que operan en México, BBVA, Banamex, Santander y HSBC controlan el mercado. Poseen 73.64% de la captación total, 71.54% de los activos y 72.44% de la cartera total, de acuerdo con los datos de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores. Esto se traduce en recargos a sus clientes mexicanos muy por encima, por ejemplo, de lo que tienen que pagar los consumidores en Estados Unidos. Por ejemplo en intereses en tarjetas de crédito, donde al pagar 35% en México las tasas son significativamente más elevadas en comparación con los socios mexicanos en el TLC. O en términos de créditos hipotecarios, las tasas de interés son ocho puntos porcentuales más altas que los Cetes, mientras que en Estados Unidos no son más de uno o dos puntos por encima de los bonos del Tesoro. Los analistas internacionales consideran a México como el país más rentable para la banca, aunque es a costa de los clientes. Por ejemplo, Bancomer logra un margen de negocios 4.2 veces superior a su matriz BBVA en España.
Los altos costos financieros impiden tener una economía más dinámica o la creación de mercados nuevos, como el mercado de segunda casa, pues el costo del dinero es sumamente alto. Pero hay otros sectores menos visibles que también producen altos costos para el consumidor porque el predominio que tienen sobre el mercado impide el abatimiento de los precios. Bimbo, que controla el mercado del pan; Bachoco, que domina el mercado del huevo, o Cemex, el del cemento. Pero están Pemex y la CFE, para lo que llegó Kessel, que desde hace una década ha planteado la autogestión en esas empresas paraestatales. O los seis grupos que manejan toda la radio en el país, que será también responsabilidad de Téllez.
¿Hasta dónde quiere llegar Calderón? Sus colaboradores dicen que hasta el fondo. ¿Podrá? No está claro. Con Carstens como el general en la línea de fuego, el perfil desregulador de su gabinete económico sugiere que se alista para la guerra contra los dueños reales del país, pero en el otro campo, el de las grandes empresas, ya los están esperando. Para lograr el objetivo se requiere no sólo de la voluntad política sino también de la decisión de enfrentarse a enemigos poderosos y llegar en igualdad de fuerza. Hoy en día, abiertos flancos por todos lados, no la tiene. El pronóstico es que Calderón saldrá derrotado o terminará subordinado ante los grandes capitales mexicanos. Pero no se le puede cantar el réquiem. Esta disputa por la nación apenas comienza.
¿Y qué tal si impedimos que vayan los del PRD?
Román Revueltas Retes, Milenio
Que venga de inmediato un abogado y que me explique cómo es que la diputadiza del Perredé, por más fueros y prebendas legales que pueda disfrutar, planea un auténtico golpe de Estado -a saber, que un presidente democráticamente elegido no tome posesión de su cargo- sin afrontar punición alguna ya no digamos por perpetrar una flagrante violación de doña Constitución sino meramente por amenazar a la víctima, esa misma Carta Magna de la que, cuando les conviene, se sirven para abofetear a miembros del Ejército Nacional Mexicano (son de izquierda, dicen los más cafres del PRD, pero más bien su signo es la patanería pura y simple).
Alguien tiene ya que poner orden en este país y espero que sea Calderón. Por lo pronto, en directa respuesta a los dos supremos emisarios de don Madrazo en el Congreso -esos Manlio y Gamboa Patrón tan solícitos y tan prudentes que, mira, le aconsejan que ignore olímpicamente los preceptos constitucionales de esta nación- ha dicho que el 1°. de diciembre hará lo que tiene que hacer, lo que han hecho siempre los presidentes constitucionales y lo que las leyes le exigen hacer: ir a San Lázaro, que es donde, hasta nuevo aviso, sesiona el Poder Legislativo. Saldrá de ahí andando como presidente de México y con el respaldo de la mayoría de los ciudadanos, algo que Rayito, el de la bufanda tricolor, se emperra en borrar de su ya de por sí selectiva memoria.
Pero, señoras y señores, qué pasaría si, por el contrario, alguien (¿quién, quién?) propusiera -desde las alturas del poder o desde un partido político- que los legisladores del PRD no pudieran entrar al Palacio Legislativo el día de la toma de posesión. Digo, habría una mayoría de representantes en el Congreso de cualquier manera ¿o no? Pues bien, eso ¿qué sería, qué calificativo recibiría? La “embestida de la derecha fascista”, bajita la mano. Y ¿legalmente? Pues, los juristas armarían una escandalera que ni te cuento. Dos pesos, dos medidas. Como decía, alguien tiene ya que poner orden en este país.