Chile
Boletin Especial de Clase contra Clase: Pinochet murió impune
10/12/2006
La muerte del dictador y la política de reconciliación nacional
La muerte de Pinochet desató la alegría de los trabajadores y el pueblo pobre. Apenas conocida la noticia, comenzaron a escucharse los aplausos, los gritos de ¡está muerto el asesino!, la alegría, los bocinazos. Se descorcharon botellas, y la gente salió en masa a la calle a festejar. Decenas primero, centenares luego, y miles al final. La Alameda era una fiesta. Sin embargo, la alegría se mezclaba con la sensación, clara y cierta, de que Pinochet murió en la más absoluta impunidad.
El máximo responsable de los miles de detenidos desaparecidos, torturados, exiliados, relegados, exonerados, no cumplió ni un solo día de cárcel. A pesar de los múltiples procesos que venía enfrentando desde hace un tiempo, varios años algunos de ellos, de los procesamientos, e incluso los arrestos domiciliarios, vivió hasta el último de sus días en impunidad. Porque la justicia patronal, la misma que en la dictadura hizo la vista gorda con los derechos humanos, la que defiende la democracia para ricos y los intereses de los patrones, nunca lo condenó. Pinochet va a ser sobreseído de todos los casos que enfrentaba. Y nuevamente la impunidad vuelve a imponerse. Porque además de Pinochet, son cientos y miles los militares que están impunes. Que caminan libremente por las calles. Y sólo algunos militares, los “emblemáticos” los que están presos.
La concertación y la derecha vienen desde hace años intentando aplicar una política de reconciliación nacional. De dar vuelta la hoja. De mirar el futuro. Sin embargo, las miles de personas festejando su muerte, dan cuenta que a pesar de todos los intentos de los partidos políticos que defienden la democracia para ricos, está en la memoria de muchos lo que significó la dictadura de Pinochet y sus colaboradores. Y el anhelo de justicia. La rabia por la impunidad. Y las consecuencias de la dictadura ayer y la democracia para ricos hoy: salud y educación para ricos, trabajo precario, etc.
La política de la reconciliación nacional, era una política destinada a que los trabajadores y el pueblo volvieran a confiar en las instituciones de la democracia para ricos, en los militares, en la justicia patronal, en los partidos políticos patronales. Era una política que buscaba legitimar la obra de la dictadura, el famoso “legado económico” del que todos hablan, y que no es otro que la destrucción de la educación, la salud, las pensiones. La flexibilización laboral y los bajos sueldos. La privatización de las empresas y los recursos del país. Era una política destinada a guardar la impunidad para los militares y sus colaboradores civiles.
Por otra parte, fueron miles los partidarios que fueron a despedir al dictador, muestran también que no hay reconciliación nacional. Y los personeros de la derecha, que hasta ayer intentaban desmarcarse del asesino. Y los empresarios, ex ministros y colaboradores. Y, como lo repiten sin cesar, reivindican que Pinochet los haya “salvado del marxismo”. ¿Qué significa esto?.
El golpe de estado de Pinochet, de la mano de los sectores patronales, la iglesia, los medios de comunicación, el imperialismo norteamericano, y los partidos de la derecha y la democracia cristiana, tuvo un profundo contenido anti-obrero. Fue el temor a la experiencia que estaban haciendo los trabajadores y el pueblo pobre, a los cordones industriales, a los inicios de la gestión obrera de ciertas fábricas, a la nacionalización de las riquezas, a la desconfianza cada vez mayor que demostraban los trabajadores y el pueblo hacia la Unidad popular y Allende -que por su política era un freno absoluto a la posibilidad real de un gobierno de los trabajadores, y que por el contrario intentó conciliar todo el tiempo con los partidos políticos patronales y con los empresarios nacionales y extranjeros- que se dio el golpe. Y es por eso también que la dictadura se encargó de perseguir y reprimir principalmente a las organizaciones obreras y populares. Y a liquidar las conquistas que años de lucha habían costado, como el derecho a la salud o la educación gratuita. El golpe de Estado tuvo un contenido anti-obrero y anti-popular.
Pero la herencia de la dictadura se mantiene hasta hoy, de la mano de la concertación y la derecha, y de los mecanismos de la democracia para ricos. Y la muerte de Pinochet empieza a mostrar que, al contrario de la imagen de un país unido, se expresan las diferencias de clase: por un lado, del chile profundo, el de los trabajadores, el de la explotación laboral, el de los bajos sueldos y la miseria, que empieza a emerger de a poco en las luchas, en el cuestionamiento a la educación de mercado, en las luchas por viviendas dignas, en el rechazo a la flexibilización laboral, etc. Y por otro lado, el chile de los ricos, de los patrones, y sus instituciones, que despide al dictador y que defiende su obra y su herencia hasta el día de hoy.
La herencia de la dictadura sigue en pie. Y la concertación y la derecha están para defenderla y profundizarla. La democracia para ricos que vivimos, se basa en la explotación del pueblo trabajador. Y esto es lo que defienden los patrones, sus partidos, sus medios de comunicación, y sus instituciones.
Los trabajadores y el pueblo, después de la derrota que significó la dictadura, están comenzando a ponerse nuevamente de pie. A cuestionar la misma herencia de la dictadura. Hace falta terminar con la democracia para ricos de la Concertación y la derecha, que mantiene las políticas de la dictadura. Hace falta que los trabajadores se organicen bajo las banderas de la independencia de clase. Construyendo sus organizaciones de clase a su servicio, recuperando por ejemplo la CUT como una herramienta al servicio de las luchas de los trabajadores y sus intereses y derechos. Hace falta retomar las enseñanzas de la experiencia de los cordones industriales, como organismos de autoorganización obrera. Y construir un partido de trabajadores revolucionario, trotskista, que se proponga la lucha por terminar con la explotación, construyendo una república de los trabajadores.
– Declaración de Clase contra Clase del 10 de diciembre
Piden funerales de Estado: no los tendrá.
Fue un dictador. Fue jefe de la represión de Estado, que se conserva impune hasta el día de hoy, aún a pesar del clamor nacional de castigo a los crímenes de su dictadura: los asesinatos, las desapariciones, la tortura, el exilio.
Fue también el sirviente de la clase patronal para asegurar la otra impunidad, la impunidad de la explotación de la clase patronal que con su ideología neoliberal convirtió en mercancía la educación, la salud y la vivienda. Liquidó el sindicalismo, profundizó la explotación en los lugares de trabajo.
Murió impune. No hubo castigo a sus crímenes, sostenido por un pacto que es un secreto a voces entre la Concertación, falsos amigos del pueblo, y el pinochetismo enquistado en el Ejército, las empresas, parcelas de las instituciones estatales, algunos medios de comunicación de masas, en la misma justicia concertacionista- pinochetista (aun con abogados y algún juez valiente), y en toda clase de círculos y grupos que comienzan a salir a la luz. Incluyendo a la derecha, que en su última enfermedad desfiló a visitarlo, con los legisladores de la UDI y RN rindiéndole pleitesía, agradeciéndole porque nacieron de ese espeso caldo de cultivo que fue la dictadura.
Murió impune. Pero con la condena moral de millones que repudiaron y repudian su dictadura, y que se expresa en la salida espontánea a las calles recordando esa lucha que pervive en la memoria viva de un pueblo entero, aún a más de 30 años de aquel día sangriento de 1973.
Faltó la condena política. Desde Clase contra Clase planteamos siempre la necesidad de un acto político de masas que actuara de juicio político del pueblo trabajador contra aquel verdugo. La política del PC de limitarse sólo a la acusación judicial de esta justicia concertacionista- pinochetista, no lo permitió.
Su muerte no acaba con el pinochetismo, una capa social que une a los beneficiados con las privatizaciones enriquecidos de variadas maneras incluyendo malas artes, con sectores del pueblo pobre víctima de la acción política de la clase patronal antes del golpe y después. Sobre esta capa social se montan círculos y cenáculos de cuadros de la conspiración antiobrera y antipopular, que parece que hoy buscan reactivar un movimiento político bajo diferentes denominaciones. Se va produciendo una metamorfosis, el progresivo paso de la oposición pinochetismo - antipinochetismo, democracia vs. dictadura, a la oposición entre los intereses explotadores de la clase patronal que el pinochetismo defiende con métodos de enfrentamiento abierto, y los derechos e intereses justos de la clase trabajadora y todo el pueblo pobre.
Su muerte no acaba con el pinochetismo. Se declaran admiradores de su obra. Con mayor o menor pudor, sus admiradores, seguidores, herederos. Deberán cargar con toda su herencia. El castigo a los crímenes de la dictadura, que los organismos de DDHH sostuvieron en alto valiente e incansablemente durante años, de colaboradores civiles y militares, no acaba con la muerte de su jefe.
Por eso, su muerte constituye apenas un hito, en este proceso que ya venía siendo. Una explosión espontánea de liberación de años de horror y muerte para una gran mayoría, y que su figura mantenía tan viva y presente, tan cotidiana que persistía insoportable. Se impulsa más la liberación del paso de la lucha contra la impunidad de la dictadura, que continúa, a la lucha contra la impunidad patronal que la dictadura aseguró sin límites.
Todos a Plaza Italia: 10 de diciembre 2006, 19 hs.
Clase contra Clase