Elecciones en México
Entre la represión y las luchas obreras
01/07/2006 Estrategia Obrera N° 50
La situación actual está cruzada por la inminencia del proceso electoral, luchas obreras y populares, y represión del gobierno y las instituciones de la alternancia.
Las elecciones del 2 de julio buscan relegitimar las instituciones y desviar el descontento hacia la ilusión en la «alternancia democrática», después de 6 años de foxismo, con sus consecuencias de mayor desempleo y miseria. Más allá de los debates televisivos, todos los candidatos apuestan a garantizar la «gobernabilidad» y estabilidad de este régimen al servicio de la patronal y el imperialismo. Pero contra este deseo actúan las luchas de los trabajadores.
En Oaxaca, los trabajadores de la CNTE, después de casi un mes de huelga, protagonizaron grandes manifestaciones. En Sicartsa, los trabajadores llevan tres meses de huelga, después de resistir el intento de desalojo del 20 de abril, y se muestra una nueva disposición a la lucha en sectores obreros, que retoman sus métodos de lucha y enfrentan a las fuerzas policiales.
La respuesta del régimen a estas acciones fue mayor represión mandatada por el estado y sus instituciones para disciplinar y frenar las luchas. La mañana del 14 de junio, miles de efectivos de la policía de Oaxaca (socorridos después por la PFP) intentaron desalojar a los heroicos maestros de la CNTE, con un saldo de varios compañeros muertos, decenas de heridos y detenidos. Se mostró (una vez más), que la alternancia es antidemocracia y represión contra los trabajadores y el pueblo. Y también se vio que el ataque no es sólo responsabilidad del PAN; en Oaxaca, el PRI comandó la represión, en Sicartsa el PRD mandó los efectivos que asesinaron a dos obreros, y fue un alcalde perredista quien inició la represión que asesinó a Alexis Benhumea y Javier Cortés. Estos «opositores» muestran que, si triunfan en las elecciones, serían como guardianes de los intereses capitalistas.
Esta ofensiva no logra estabilizar, sino que provoca nuevas acciones de lucha, como las movilizaciones en solidaridad con el magisterio, los anuncios de posibles paros del SME, y acciones para el 28 de junio. El descontento obliga a direcciones como la UNT a ponerse al frente de los reclamos. Hay que impulsar la movilización nacional de las organizaciones obreras y «la otra campaña», para solidarizarnos con los maestros, liberar a los presos políticos y lograr el triunfo de las luchas.
La dirección de la otra campaña (el EZLN y Marcos) se negó a unificar las fuerzas para liberar a los presos de Atenco. Pero esta política debilita la lucha contra la represión y los planes. Hoy se muestra que los presos son de todos; ayer fueron los compañeros de Atenco, hoy son los maestros oaxaqueños, y mañana pueden ser encarcelados los trabajadores electricistas, los universitarios, etc. Es necesaria la más amplia unidad, sin sectarismos, para liberar a los compañeros que el régimen tiene como rehenes.
El PRD no es alternativa para los trabajadores y la juventud
Ante la desilusión que causó el gobierno del «cambio», millones de trabajadores y jóvenes votarán por AMLO, pensando en que así resolverán sus demandas. Incluso sectores de la izquierda llamarán a votar por el PRD, para «cerrarle el paso a la ultraderecha». Pero para los trabajadores de Sicartsa y los pobladores de Atenco, para los campesinos y luchadores sociales de Chiapas y Guerrero, el PRD no es «el mal menor»; para ellos, los perredistas fueron quienes ordenaron la represión.
Mientras Bush impuso la racista ley antiinmigrante, AMLO se limitó a hablar tibiamente de «mantener relaciones respetuosas» que «permitan el mutuo desarrollo», demostrando que se subordinará al gobierno de Washington, pagando la deuda externa y preservando las inversiones norteamericanas.
López Obrador anunció también un «pacto social», al cual convocará a empresarios y a los «representantes» de los trabajadores. Este «pacto social» significará la subordinación de los trabajadores a los intereses de capitalistas como Carlos Slim, que demostró su «rostro humano» amasando su fortuna sobre las espaldas de los trabajadores de Telmex, Samborns y otras empresas. Ya en el DF, el PRD impulsó la precarización laboral y el otorgamiento de millonarios negocios a los grandes capitalistas. El proyecto de AMLO no resolverá los bajos salarios y el desempleo de los trabajadores, ni la miseria en el campo, porque eso significaría acabar con el capitalismo, a lo cual es opuesto el PRD.
Lamentablemente, direcciones sindicales que se reclaman opositoras, bajo el lema de «ni un voto al PAN», impulsan el «voto útil» a favor del PRD. Esto crea ilusiones en una dirección burguesa que está por preservar el capitalismo. Es una política que conduce a subordinar a los sindicatos a los sectores supuestamente «progresistas» de la burguesía, y es enemiga de los intereses de los trabajadores.
Unidad junto a los trabajadores de la CNTE
Ante la trampa del voto a los partidos patronales, debemos confiar sólo en nuestras fuerzas. Una tarea inmediata es impulsar la más amplia movilización unitaria en solidaridad con los compañeros maestros de Oaxaca y sus demandas, exigiendo el alto a la represión, el castigo a los responsables de la muerte de compañeros, la libertad inmediata e incondicional de los detenidos, y la salida de las fuerzas represivas del estado. Esto, como parte de la lucha por la libertad de los presos políticos de Atenco y de todo el país, el cese de toda persecución y actas penales, el castigo de los responsables de la represión, las violaciones a compañeras y del asesinato de los compañeros en Lázaro Cárdenas y en Atenco.
Debemos impulsar la solidaridad con la CNTE y Sicartsa. Para eso hay que coordinar las luchas, para que ninguna quede aislada y para enfrentar la represión, convocando a una Coordinadora Nacional de Lucha, donde estén representados los maestros de la CNTE, los huelguistas mineros y siderúrgicos, los trabajadores del ISSSTE y del IMSS, así como las organizaciones de «la otra campaña» que luchan por la libertad de los presos políticos. Esta Coordinadora debería funcionar con delegados rotativos, revocables y con mandato, votando un programa por la libertad de los presos, y que unifique las demandas, así como un plan de lucha que se apoye en la unidad obrera, campesina y popular en las calles.
La CNTE, los trabajadores de la salud y los mineros en lucha, los compañeros ejidatarios de Atenco y «la otra campaña», deberían ponerse al frente de esta política. La dirección del SME y los demás sindicatos deberían poner todas sus fuerzas al servicio de las luchas en curso, abandonando la política de subordinar a los trabajadores al PRD.
La tarea del momento es rodear de solidaridad a la CNTE, Sicartsa y todas las luchas obreras y populares, e impulsar la coordinación y movilización unitaria.