FT-CI

México: Propuesta Abierta de la LTS-CC

Es necesario sentar las bases de una organización revolucionaria en México

20/05/2006

Es necesario sentar las bases de una organización revolucionaria en México obrera, socialista e internacionalista

Nuevos acontecimientos sacuden a México. La entrada a escena de nuevos sectores de la clase obrera y de la juventud plantea nuevos desafíos y tareas para quienes queremos cambiar de forma radical el orden existente. Desde la LTS-CC, que es una organización proletaria y socialista, pretendemos abrir esta discusión con los compañeros trabajadores, jóvenes y estudiantes que quieran poner sus fuerzas al servicio de una perspectiva política superior. En ese sentido hacemos pública la presente carta.

 Ante la ofensiva de Fox contra el sindicato minero metalúrgico, desde febrero pasado salieron a las calles decenas de miles de trabajadores. El paro nacional minero y las huelgas en varios estados, junto a la solidaridad de decenas de miles de trabajadores de la salud, electricistas, telefonistas y universitarios, mostraron que la clase obrera comienza a levantarse para defender sus conquistas. El 1° de mayo, cientos de miles de trabajadores tomaron las calles del Distrito Federal y de otras ciudades, protestando por sus demandas y en solidaridad con los hermanos inmigrantes, donde las burocracias sindicales tuvieron que reacomodarse para no ser desbordados por sus bases. Estas importantes acciones no caen del cielo, sino que son el resultado de un proceso iniciado en el 2003 con las movilizaciones de los electricistas, y con las luchas del Seguro Social en el 2004 y 2005.

Sin embargo, la rebelión de Sicartsa fue el gran salto en la acción obrera. Poniendo en pie nuevos y radicalizados métodos de lucha, enfrentando a las fuerzas de represión, y apelando a la huelga para lograr sus reivindicaciones, esta acción echó por tierra los argumentos de quienes decían que los trabajadores ya no serían protagonistas de la lucha contra el capital. Hoy la clase obrera mexicana comienza a ser protagonista de la lucha de clases, y Sicartsa muestra que nuestro país se va poniendo a tono con la acción de los trabajadores en otras latitudes, como en Francia, Estados Unidos, Bolivia y Argentina.

Los heroicos trabajadores de Lázaro Cárdenas, manteniendo su huelga en pie a pesar de la muerte de dos compañeros y obligando al gobierno de Fox a frenar el asalto policial-militar, junto a las distintas acciones que se dieron en otras fábricas y sectores, mostraron el potencial de la clase obrera, que, con sus métodos puede paralizar resortes esenciales de la economía y provocar cuantiosas pérdidas a los capitalistas. La historia de la lucha de clases está plagada de heroicos ejemplos y es el camino que comienza a mostrarse en las huelgas y luchas en América Latina, Estados Unidos y Europa.

Mientras tanto, en el seno de la juventud y el movimiento estudiantil, surgen nuevos sectores combativos que ven la necesidad de tomar las calles, denunciar a los partidos patronales y a las reaccionarias instituciones de esta “democracia” para ricos. Esta juventud se movilizó el 1° de mayo en la marcha de “la otra campaña” y protagonizó las movilizaciones a Atenco y a Los Pinos, y hoy continua en pie de lucha por la libertad de los presos y contra la brutalidad de las fuerzas represivas, organizándose en asambleas masivas en la universidad, apelando casi instintivamente a la democracia directa y la autoorganización.

Como en momentos claves de la historia de la lucha de clases en México, comienza a despertar a la lucha una nueva generación de jóvenes y trabajadores. Ante eso, hay que discutir cómo construimos una alternativa efectivamente anticapitalista, es decir revolucionaria, inserta en la clase obrera, que incorpore a sus filas a los trabajadores y jóvenes que están a la avanzada de estas luchas y movilizaciones, y que se prepare para los próximos y más duros combates de la lucha de clases.

 En el Encuentro Obrero, Marcos planteó que, por ser la producción de mercancías el centro del sistema capitalista, la clase obrera industrial es fundamental bajo el capitalismo y en la lucha contra el mismo. Esa es una correcta definición con la que los marxistas coincidimos, ya que consideramos que la clase obrera es el sujeto social de la revolución, así como con el señalamiento de que el objetivo estratégico es la expropiación de los medios de producción.

Recientemente, Marcos dijo que la construcción de la “otra campaña” es la vía para preparar una “movilización civil y pacífica” que acabe con el actual régimen político. Esta definición obliga a la necesidad de debatir cuales son los métodos y las vías para lograr una transformación radical, revolucionaria de la sociedad.

En primer lugar, hay que definir claramente qué clase y qué alianza de clases son necesarias, ya que, aunque todos los sectores oprimidos por el capital son importantes en la lucha, su roles sociales y la potencialidad de su accionar no son iguales. Pero el difuso llamado a la “movilización civil” no resuelve esta discusión, ni tampoco los llamados a “expropiar los medios de producción” sin plantear las vías y la estrategia para llegar a ello, lo que puede llevar a un voluntarismo por fuera de las condiciones reales de la lucha de clases y de la maduración de la acción y la conciencia de los trabajadores.

Nosotros pensamos que, por su ubicación objetiva en el capitalismo (lo que ya planteó el mismo Marcos), la clase obrera es la única que puede, con la huelga y el paro, paralizar la producción y circulación de mercancías y arrinconar a los capitalistas. Y sólo aquella, por estar localizada en los sectores más avanzados de la producción de bienes y servicios, puede impulsar un programa que permita liberarse a sí misma y al mismo tiempo liberar a las demás clases oprimidas, y tiene la capacidad social de reorganizar la producción en función de satisfacer las necesidades materiales del conjunto de las masas, y tendiendo a la reducción del tiempo de trabajo (por ejemplo poniendo fácilmente, al alcance de las capas más postergadas del campesinado, lo más avanzado de la maquinaria y tecnología para la producción agropecuaria). Es por eso que, a través de ciento cincuenta años de lucha, la clase obrera puso en pie el único programa científico de superación del capitalismo, expresado en la teoría y el programa del marxismo. Por todo eso, si lo que queremos es atacar las bases de este sistema de explotación y miseria, la clase obrera es insustituible y, por ende, todas nuestras fuerzas deben orientarse a que encabece la lucha de todo el pueblo para derrocar a la clase dominante.

Para eso es esencial la participación de los millones de campesinos, indígenas pobres y oprimidos, que desde 1994 protagonizaron grandes acciones contra los sucesivos gobiernos. Pues para que se concrete y triunfe una alianza con el conjunto de los explotados y oprimidos, la clase obrera debe hacer suyas las demandas de los campesinos y los pueblos originarios, y a levantar la lucha contra la opresión y subordinación al imperialismo (como vemos ahora con la militarización de la frontera). Ni el reparto agrario ni la autonomía o autodeterminación de los grupos étnicos, ni mucho menos una efectiva independencia nacional, pueden otorgarlas el PRI o el “opositor” PRD (y mucho menos el PAN), los cuales protegen los intereses de los capitalistas, los latifundistas y las transnacionales. Estas demandas sólo podremos conquistarlas por una verdadera alianza revolucionaria obrera y campesina en lucha intransigente contra la burguesía y sus representantes políticos.

Para avanzar en ese camino, una tarea fundamental es dotarnos de un plan de lucha y un programa basado en la movilización permanente de las masas trabajadoras y en la independencia respecto a los partidos patronales y el régimen, que apunte a una verdadera huelga general política hasta la caída del gobierno. Estamos concientes de que esta perspectiva, que es la única vía realista para derrotar al régimen, tiene en contra la acción de las direcciones charras, ante lo cual es necesaria una política para superar ese obstáculo y hacer real la alianza obrera y campesina y la movilización unificada.

Es por eso que, al mismo tiempo que nos hacemos parte de las acciones impulsadas por “la otra campaña” y nos sumamos a la defensa de sus organizaciones ante la represión del estado, decimos que no es correcto sostener que la “otra campaña”, en sí misma, pueda ser la vía para acabar con este sistema, soslayando que en la misma -pese a su importancia-, no están los millones de trabajadores que mueven la economía del país. Ante esto, es imprescindible impulsar una tarea concreta: convocar a los grandes sindicatos a que se movilicen e impulsen el paro nacional contra la represión y los planes de la alternancia, y a que llamemos a los trabajadores a votarle a sus direcciones esta política.

 Muchos compañeros que integran la “otra campaña” consideran, -siguiendo la argumentación dada por Marcos en el Encuentro Obrero- que es incorrecto pelear para que los sindicatos se integren a la lucha, porque significaría ir atrás de las direcciones charras.
Nosotros sabemos del rol de la burocracia cetemista que en el ’94 apoyó los llamados a la represión contra el zapatismo, o de la cúpula de la UNT, inmovilizando a los trabajadores para conducirlos tras el voto a AMLO; de igual forma, nuestros compañeros en el Seguro Social enfrentaron una y otra vez la política pro patronal de Vega Galina. Pero, aunque la intención sea luchar contra la burocracia sindical, sería equivocado limitarse a denunciar al charrismo, sin una política para que los trabajadores comprendan, a partir de su propia experiencia, que hay que recuperar las organizaciones para la lucha y sacudirse a sus actuales direcciones. Significaría darle la espalda a los millones de trabajadores que todavía confían en sus direcciones, y sería una política incapaz de arrancarlos de la influencia de la burocracia sindical.

Creemos que, en el seno de los grandes sindicatos, hay que pelear por la movilización unitaria tras una política de independencia de clase, rompiendo la subordinación al PRI y al PRD, y buscando incorporar a la lucha al conjunto de los trabajadores, sindicalizados y no sindicalizados, empleados y desempleados. Es de esta forma que le disputaremos a las direcciones burocráticas la influencia sobre las masas obreras, evidenciando su rol de contención del descontento obrero y popular. Es como parte de esta tarea que es prioritario impulsar corrientes clasistas, democráticas, antipatronales y antiburocráticas, que peleen por recuperar y democratizar nuestras organizaciones, y que sean la base de una real y fuerte alternativa al charrismo. Esa fue nuestra propuesta en el Encuentro Obrero y en las reuniones de la “otra campaña”, como muchos compañeros han sido testigos, llamando a organizar un bloque unificado y combativo en la movilización del 1° de mayo convocada por el SME y la UNT. Pensamos que es una discusión fundamental para los que nos consideramos anticapitalistas y revolucionarios, con el fin de avanzar en impulsar conjuntamente esta política.

 Sicartsa y Atenco mostraron - una vez más- que este régimen de la alternancia se basa en la represión y la coerción contra los que luchan, y que para conquistar el conjunto de nuestras demandas hay que acabar con el régimen y el sistema de explotación que defiende y sustenta. Y para eso no bastan el llamado a un “movimiento civil y pacífico”, por más masivo que sea, como plantea Marcos. La tarea de expropiar a los expropiadores no podrá resolverse sin una decidida movilización revolucionaria de las masas, encabezada por la clase trabajadora, que ponga en pie organismos de autoorganización de masas y nuevas formas amplias y autónomas basadas en la democracia obrera, y construya milicias de autodefensa que demuestren la disposición de los trabajadores a enfrentar hasta el final al estado burgués y dividan las filas del ejercito y las fuerzas represivas.
Como culminación de esto, la huelga general política, paralizando y desorganizando la economía y la sociedad capitalista, pondrá a la orden del día qué clase gobierna.

Arrancarle el poder a los explotadores -que intentarán quebrar el ascenso revolucionario de las masas mediante el monopolio estatal de la fuerza-, no será pacífico, sino que requerirá del movimiento insurreccional de los trabajadores, planificada y preparada para arrancarle a los partidos de la clase dominante los resortes fundamentales del poder político e impedir el rearme y la reorganización de la reacción burguesa. Esto es muy distinto a la lucha armada (guerrillera) a la que se refiere Marcos: para nosotros es la acción colectiva de masas, desarticulando el poder de manos de la burguesía, la que puede resolver la situación a favor de los trabajadores.

Eso plantea otra importante discusión. Porque quienes detentan el poder, tienen sus partidos, sus Cámaras e instituciones, sus fuerzas armadas y sus medios de comunicación y control ideológico, es imposible pensar en una alternativa al orden existente que no luche por conquistar y conservar el poder para los trabajadores, los campesinos y el pueblo. Esto no quiere decir “quitar a unos para poner a otros” como plantean algunos compañeros zapatistas (y como dijo Marcos en varias ocasiones). Quiere decir un nuevo tipo de poder, un gobierno de los obreros, los campesinos y el pueblo pobre, basado en organismos de autodeterminación y democracia directa, en los que se discuta democráticamente cómo reorganizar la sociedad para responder a los intereses de las mayorías, edificando un estado de nuevo tipo, basado en la socialización de los medios de producción. Esta democracia obrera es opuesta a la “democracia para ricos” de los parlamentos burgueses; los protagonistas directos de su organización son los explotados “ejerciendo el gobierno de sus propios destinos”. Y es también completamente distinta al burocratismo estalinista incorrectamente llamado“socialismo”.

Ante eso, negar la lucha por el poder y concentrarse en construir espacios autogestivos en los márgenes de la sociedad, significará dejarle el poder intacto a los explotadores. Ni siquiera las fábricas bajo control obrero, o aquellas que funcionan como cooperativas (como Euskadi o Pascual), pueden sustraerse del imperio de las leyes capitalistas. Todos reconocemos que estas experiencias son un punto de apoyo para explicar que los patrones no son necesarios; pero el siguiente paso es decir que la emancipación del capital sólo es posible arrancándole el poder político a los explotadores, y avanzar en un curso de lucha por la revolución obrera y socialista.

 Durante años, las direcciones obreras vinculadas al PRI o al PRD, impidieron que los trabajadores luchen. Hoy los trabajadores comienzan a salir y obligan a las cúpulas sindicales a ponerse al frente o llamar a huelgas y movilizaciones; pero estas direcciones intentarán desviar el descontento hacia la ilusión en candidatos presidenciales de la burguesía. En este contexto en el cual el movimiento obrero está luchando contra los planes, avanzar en la construcción de un partido revolucionario se volverá imprescindible si de lo que se trata es organizar un nuevo poder de los explotados y oprimidos. Hoy no existe en México ninguna organización de izquierda con esas características, lo cual es consecuencia de que, en las décadas pasadas, sectores que se reivindicaban socialistas, se adaptaron e inclusive disolvieron en el PRD o en el EZLN, quedando la izquierda socialista reducida a algunas organizaciones pequeñas.

Las heroicas luchas de la clase trabajadora, la resistencia a la represión del régimen (como en Atenco), y los miles de jóvenes anticapitalistas que se movilizaron en las calles del Distrito Federal, ponen a la orden del día la construcción de una gran organización revolucionaria, cuyo norte sea ir a la clase obrera y sus conflictos, aportando al surgimiento de un nuevo movimiento obrero basado en la independencia de clase y a formar fracciones revolucionarias en los sindicatos; y que busque confluir con jóvenes y estudiantes que acuerden con que es la clase trabajadora quien puede encabezar y dirigir la lucha contra el capitalismo. Una organización revolucionaria internacionalista, que vea lo que ocurre en México como parte de los inicios de un ascenso obrero a nivel internacional, lo cual requiere una practica internacionalista para poner en pie partidos y organizaciones revolucionarias a nivel internacional. Los estados nacionales y sus fronteras son de los capitalistas, como demuestran nuestros hermanos trabajadores en Estados Unidos. La clase obrera internacional es una, con un enemigo común, los explotadores nativos e imperialistas.

La LTS-CC surgió en el año 2000, a partir de la fusión, en una nueva organización trotskista, de un núcleo de obreros socialistas e internacionalistas organizados en la Liga de Trabajadores por el Socialismo, con los jóvenes revolucionarios de Contracorriente, y fue el fruto de una experiencia de militancia y reflexión común al calor de distintos hechos fundamentales de la lucha de clases (como la huelga de 9 meses de la UNAM). Nosotros venimos de participar en las luchas del SNTSS como parte de la corriente Hoja Obrera y recientemente pusimos fuerzas al servicio de la lucha de las familias y los mineros de Pasta de Conchos, apostando a generalizar, extender y difundir las luchas de los mineros, como en Real del Monte o Sicartsa. En la zona obrera de Ecatepec, nos orientamos, a partir de la Casa Obrera y Juvenil, a organizarnos junto a trabajadores y jóvenes de la zona e impulsar la juventud trabajadora “Barricada” de Ecatepec. Y en la universidad, donde formamos parte de la agrupación estudiantil “Rompiendo Cadenas”, llamamos a los estudiantes a apoyar las luchas de los trabajadores e impulsar la unidad obrero estudiantil, mientras que participamos de las acciones de la “otra campaña”, separamos claramente lo que es nuestra actitud principista y consecuente de empujar y apoyar todas las luchas, respecto a la decisión de no suscribir la VI Declaración de la Selva Lacandona. Como parte de una política unitaria, es que en los últimos meses propusimos la unidad de los sindicatos y la “otra campaña” para potenciar la lucha, como hicimos en el Encuentro Obrero y en Atenco, coincidiendo con muchos compañeros adherentes a la VI.

Con todos aquellos compañeros que consideran que hay que transformar radicalmente la sociedad y que ven -o empiezan a ver-, que la clase obrera es quien puede motorizar esa perspectiva, queremos abrir una seria discusión. Es un debate orientado también a aquellas organizaciones que se definen socialistas y revolucionarios, como la LUS y el POS (a quienes les hemos propuesto una intervención conjunta ante los hechos fundamentales de la lucha de clases y de la acción del movimiento obrero), así como a colectivos de trabajadores y estudiantes.

Y en particular invitamos a esta discusión a todos aquellos compañeros con los que actuamos conjuntamente en las luchas de los trabajadores (como en el IMSS), en las acciones de solidaridad con las luchas obreras y en las movilizaciones por la libertad de los presos políticos.
Creemos que el momento exige que demos pasos en discutir cómo construir una fuerte organización obrera, internacionalista y socialista que, con un programa y una política revolucionaria intervenga en las luchas de la clase obrera y la juventud, y sea un paso poderoso en la construcción del partido revolucionario que la clase trabajadora requiere.

Liga de Trabajadores por el Socialismo - Contracorriente

20 de Mayo de 2006

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