Argentina: Primeras lecciones de Jabón Federal
Experiencias de un nuevo movimiento obrero
05/10/2006 La Verdad Obrera N° 207
La enorme lucha de los jóvenes de Jabón Federal, el triunfo de una nueva comisión interna en una de las textiles más grandes de sudamérica, Mafissa de La Plata, y el corte de vías de los ferroviarios que les permitió doblarle el brazo a Metropolitano son parte de las nuevas experiencias obreras. Aquí, las primeras conclusiones y las opiniones de los protagonistas.
Los pibes de Jabón Federal son parte de una nueva experiencia que está emergiendo. Con la recuperación económica hay millones de nuevos trabajadores. Surge un nuevo y joven proletariado en el Gran Buenos Aires, el corazón del movimiento obrero argentino, que empieza a abrirse camino.
Una nueva camada que está dispuesta y lucha para recuperar lo que nos quitaron en los últimos años. Que no le teme a la desocupación porque hay más trabajo, que no tiene experiencia y es su debilidad, pero tampoco tiene arraigada la ideología peronista, o sea burguesa. Que odia a la burocracia sindical, que elige nuevos delegados, que busca el apoyo y la solidaridad, y que en parte abraza sin prejuicios ideas combativas y clasistas. Los de Jabón son vanguardia. Ellos aplicaron el método de la lucha de clases (paro, piquete, corte de ruta, etc.), de la democracia de los que luchan (no de los carneros), en asambleas conjuntas, formaron un comité de lucha y una comisión de solidaridad, impulsaron la comisión de mujeres, usaron los resquicios legales, formaron un gran fondo de huelga, y cientos de iniciativas mostrando disposición, espontaneidad y creatividad. Exigieron a la CGT y a la CTA...
Fue una lucha durísima y aislada, la más importante de una fábrica en los últimos tiempos.
No alcanzó con 2 largos meses de conflicto para quebrar la voluntad de la patronal. Por eso el acuerdo alcanzado es una derrota parcial. Que pueda superarse depende de los próximos pasos.
Decíamos en el LVO pasado que uno de los elementos a tomar en cuenta para hacer un balance más certero del conflicto de TVB -de su primera fase- era el ánimo con el que los trabajadores entraban a la fábrica después de una dura batalla de 2 meses- sabiendo que habían sufrido una derrota parcial al lograr reincorporar sólo a 16 compañeros. Y que de este estado de ánimo dependía cómo continuaba la lucha por reincorporar al resto de los despedidos.
El viernes 29 de setiembre a las 14 horas hubo una asamblea masiva en la puerta de la fábrica. Acompañados por un puñado de militantes de distintas organizaciones solidarias los trabajadores de TVB decidían los pasos a seguir. En ese turno entraba la primer tanda de reincorporados. La policía por orden de la fiscal y a pedido de la patronal había montado un operativo inusitado. Los trabajadores no se intimidaron, e impusieron el retiro de semejante despliegue represivo. Después en asamblea tomaron importantes resoluciones, como la de pedir la renuncia al delegado Acevedo, que en medio de la lucha se vendió a la patronal, y junto al sindicato y a los carneros organizó a los que querían levantar sin nada. Esta votación fue por unanimidad ( en la reunión por paritarias que se celebró días después un piquete de trabajadores le impidió su ingreso al Ministerio).
El ánimo era bueno, y entraban con la cabeza alta, aplaudidos por el resto, que alentaban con cantos desde afuera y desde adentro. Comenzaba una segunda etapa de la lucha. Otra batalla, velando las armas para la guerra. Y para esa guerra es que deben prepararse los trabajadores.
La patronal no quería reincorporar a nadie. Es falso que la patronal siempre estuvo dispuesta a hacerlo como dice el PO. Sólo después de semanas de conflicto dijo que estaría dispuesta a pagarle indemnización a algunos. Es que la patronal está decidida a barrer con cualquier tipo de “insubordinación” y es consciente de que el activismo de los que entran más el que se desarrolló en la misma lucha, y con la mayoría de la Interna con posiciones combativas es un estorbo para sus planes de explotación.
Los trabajadores de TVB preparan nuevas acciones, siguen realizando asambleas masivas, que paralizan la producción y reafirman su decisión de luchar para que reingresen todos. Inclusive para frenar las citaciones de la fiscal por “turbación de la propiedad”, ya que el piquete era ilegal. Los despedidos saben que su futuro depende mucho del ánimo y disposición de lucha de sus compañeros, y en ellos confían siendo concientes de lo difícil de la tarea.
“Se perdió tiempo en los ministerios y... se confió en los mecanismos de arbitraje estatales o de los jueces.” Dice el PO. Esta observación es doblemente falsa. Primero porque nunca “se perdió tiempo”, nunca se postergó una medida esperando qué decía la justicia o el ministerio. Eso hubiera sido un error. Pero además los máximos dirigentes de la lucha, como es el caso de Franco Villalba, se cansaron de repetir y de actuar en consecuencia, sosteniendo que la única garantía estaba en la lucha y no en los fallos o resoluciones. Sin embargo esta crítica mentirosa esconde un infantilismo. ¿Se debe o no usar los resquicios legales? ¿Es lícito presionar y conseguir fallos favorables, o eso va contra la lucha? ¿Acaso no fue la conciliación obligatoria extendida indefinidamente lo que garantizó gran parte del sueldo durante esos dos meses? ¿acaso no fue la ilegalidad patronal en cumplir esas resoluciones lo que legitimaba aún más el piquete, aún a sabiendas de que era ilegal?
Era una aventura ocupar la planta cuando la mayoría de los trabajadores, sobre todo los que no estaban despedidos y luchaban por solidaridad, no estaban de acuerdo. Esto es algo que quienes acompañamos la lucha lo pudimos apreciar bien. Sin embargo el PO decía en medio de las suspensiones: “Que la ocupación de la planta separaría a los activistas del resto es una hipótesis desmentida por lo que han demostrado una y otra vez los trabajadores”. Hay que recordar que la patronal no despidió a todos, sino sólo al activismo, separándolo de la base. Si la discusión es sobre la toma como medida de lucha para enfrentar a la empresa, el efecto económico del piquete durante los últimos 30 días era exactamente el mismo, ya que paralizó la actividad productiva, y la toma hubiera llevado a que la patronal dejara de pagar los salarios (cuestión que debió hacer para responder a la “conciliación obligatoria”, que probablemente hubiera caído ante una toma), generando así un enorme problema adicional. En cuanto a efecto político, creemos que la toma era una medida muy riesgosa ya que podía llevar a un aislamiento mayor de la vanguardia (ya que hubiera facilitado que la empresa zafe de la “ilegalidad” en la que se encontraba y, por el contrario, la ofensiva legal se vuelva contra el activismo), y a fortalecer al sindicato contra la interna en la base. Salvo que se diga que había que ocupar para poner a producir y vender, lo que era un salto cualitativo no maduro aún.
Ya Franco Villalba en un reportaje en La Verdad Obrera del 14 de setiembre contestaba a argumentos parecidos diciendo: “Nosotros no descartamos ninguna medida de fuerza, pero evaluamos cada una en función, primero de la eficacia y luego de la posibilidad de concretarla. Estos dos aspectos son claves. Una medida debe ser tomada cuando hay disposición mayoritaria para hacerla y bancarla.... Yo aprendí de la experiencia de Zanon que las medidas más avanzadas, sea de acciones o de programa se aplican sólo cuando hay amplia mayoría, y producto de una reflexión y maduración colectiva, no sólo de una vanguardia. Cada una de las decisiones que resolvamos, tenemos que tener en cuenta la decisión conciente de la mayoría de los compañeros para bancarlas hasta las últimas consecuencias manteniendo la unidad entre los que luchan desde adentro y los de afuera.”.
En fin, el debate está abierto, y más importante aún el redoblar la solidaridad efectiva (no formal) de esta lucha que sigue.