Estrategia Internacional N° 7
Marzo/Abril - 1998

"KEYNESIANOS"1 SUPER LIGHT DE LOS '90

Christian Castillo

El estallido de la crisis mundial ha reforzado la salida al ruedo de supuestas “alternativas al neoliberalismo”, fundamentalmente impulsadas por académicos y políticos vinculados a la socialdemocracia, que comenzaron a cobrar fuerza en el último año y medio. Estas “alternativas”, que se presentan como superadoras del “nuevo paradigma” del “pensamiento único”, no son en realidad más que un nuevo intento de estos académicos y políticos de engañar a las masas descontentas con el cuento de que el problema no es el capitalismo sino “el neoliberalismo”, que hoy predomina un capitalismo “depredador e inmisericorde” pero que pueden realizarse una serie de reformas que vuelvan la situación a la “época de oro” de los 50 y los 60, cuándo en los países centrales la economía se expandía, la tasa de ganancia aumentaba y los salarios crecían (aunque siempre un tanto por debajo de la productividad). Centralmente inspirada por la intelectualidad académica francesa (que acompaña el giro de la burguesía imperialista gala hacia una mayor belicosidad contra los EE.UU.) las distintas “propuestas” en danza no van en ningún caso más allá de proponer la reedición de un “keynesianismo light”. En todo el siglo la burguesía ha desarrollado todo tipo de ideologías que proponían el “control” o la “regulación” del capital, con las cuales convencieron a los trabajadores de frenar su acción en pos de la supresión de la liquidación del estado burgués y del sistema capitalista imperialista a nivel mundial. Durante la vigencia de Yalta las burocracias obreras fueron transmisoras de ideologías de tal tipo. Los partidos y sindicatos socialdemócratas fueron los impulsores del “pacto social” en los países centrales, basados en concesiones dadas por las burguesías de los países imperialistas apoyadas en la explotación del mundo semicolonial. La burocracia del Kremlim, concertando un pacto de división del mundo con el imperialismo yanky que presentó bajo la forma de la “coexistencia pacífica”.

Hoy se quiere mostrar un enfrentamiento entre “capital completamente financierizado, especulativo” y “el capital productivo” como plantea el “Llamado para salir del pensamiento único” lanzado por 300 economistas europeos, principalmente franceses. Apoyándose en el enorme crecimiento en los últimos quince años de los negocios especulativos del capital (algunos cálculos señalan que el 95% de las transacciones diarias que se realizan a nivel mundial tienen ese carácter) los académicos y políticos “neokeynesianos” nos dicen que las contradicciones entre estos dos sectores del capital se han vuelto insoportables y por ello aconsejan distintas medidas para “favorecer la producción” y “desalentar la especulación”. Para ello proponen distintas medidas de “regulación y control de los capitales”. La lectura de los trabajos más elaborados entre ellos muestra un enorme contraste entre la descripción de la aguda situación de polarización social a que ha llevado la ofensiva capitalista imperialista a los trabajadores y los pueblos oprimidos en todo el mundo y la serie de sandeces absolutas que proponen implementar.

En un artículo aparecido en la edición de diciembre de 1997 de Le Monde Diplomatique, su director Ignacio Ramonet, después de hacer una descripción en la que muestra cómo las políticas que otorgan prerrogativas cada vez más ilimitadas al capital especulativo impulsadas por el FMI y el Banco Mundial han provocado un aumento de la pobreza y el desempleo a nivel mundial, propone su gran “remedio”: “crear una ONG a escala internacional para recaudar fondos para combatir la pobreza imponiendo una tasa al capital especulativo, llamada Acción para una tasa Tobin de ayuda al ciudadano (Attac)”.

Y después nos dicen “utópicos” a los marxistas... ¿Puede con un mínimo de seriedad pensarse que al capital financiero se lo frena “con una ONG”? Verdaderamente estos “críticos” han perdido el sentido del ridículo. Y no sólo por el instrumento con el que piensan “castigar” al capital financiero (la ONG) sino por la medida que proponen, un “impuesto a la especulación”, medida que ya existe en países como Chile y Malasia y que en nada ha servido para disminuir las desigualdades sociales –Chile es el país con mayores diferencias de ingresos en Latinoamérica- o para frenar la especulación capitalista, como la actual crisis mundial –que tiene en Malasia uno de sus centros y en Chile uno de los países mas afectados de Latinoamérica- lo prueba. “Propuestas” de este tipo rebelan claramente la total cobardía de los críticos “democráticos” del neoliberalismo. Es que ellos comparten en realidad los mismos supuestos ideológicos que los “fundamentalistas” del “pensamiento único”: con ellos se sumaron al carro de los que con la caída de los regímenes estalinistas proclamaron la “superioridad natural” de la “economía de mercado” y se apoyaron en el fracaso del “socialismo en un solo país” para señalar lo indeseable e inviable de la planificación socialista. ¡Que se asomen hoy a la Rusia restauracionista, que desde la introducción de la “economía de mercado” ha sufrido una monumental caída en su economía, similar a la de una guerra, y nos hablen de las bondades del mercado! En sólo seis años la economía rusa ha sufrido un verdadero colapso, cayendo más de un 60%, con gran parte de la población reducida a la mendicidad y 2,2 millones de casos de tuberculosis, una enfermedad ligada directamente a la pobreza y a la desnutrición.

La socialdemocracia fue entusiasta impulsora de políticas claramente neoliberales, como la impulsada por los gobiernos de Felipe González en España y Mitterrand en Francia. En América Latina, apoyaron entusiastamente las privatizaciones y todas y cada una de las medidas “modernizadoras”, con las que el capital imperialista implementó su ofensiva neocolonizadora en los 90.

Ya desde la gran huelga de los trabajadores de los servicios públicos de diciembre de 1995 en Francia, cuando con el apoyo de la mayoría de la población los trabajadores se mostraron decididos a no permitir que toquen sus conquistas, la burguesía tomó nota de que era necesario “aggiornar” el discurso neoliberal y retomar algunos de los viejos clichés keynesianos. Hoy, cuando con el estallido abierto de la crisis se muestra claramente que la competencia capitalista es “anarquía de la producción” y que la tendencia del capitalismo es a concentrar a la población en dos grandes clases, una cada vez más minoritaria y poderosa que concentra cada vez en menos manos la riqueza social, y otra que se acrecienta en número y en miseria (como señalara Marx hace 150 años en el Manifiesto Comunista) hacen cobrar fuerza a su mistificación preferida, simétrica a la mentira neoliberal sobre la negación del papel del estado en la economía. “El estado tiene que intervenir regulando la economía, controlando los desajustes del mercado y favoreciendo el desarrollo social”. ¡Como si en la sociedad capitalista alguna vez el estado hubiese dejado de actuar como garante directo de los negocios capitalistas! ¡Como si la intervención directa y cada vez más frecuente de los estados para salvar las ganancias de los bancos y los grandes capitalistas ante el estallido de cada crisis no fuese una de las características salientes con que la burguesía ha evitado que los estallidos económicos de los últimos 15 años llevasen a cracks abiertos! Y si no, recordemos la estatización de la deuda externa latinoamericana a principios de los ochenta, la fabulosa intervención del estado yanki para aminorar las pérdidas por la quiebra de “las compañías de ahorro y préstamo” después del crack del 87, los 50.000 millones de dólares puestos por el FMI en México tras el estallido del “tequila” o los miles de millones de dólares que se están poniendo para garantizar que la banca imperialista cobre sus deudas en el sudeste asiático.

Que las “propuestas” de estos “críticos antineoliberales” sólo llevan a nuevos desastres para las masas lo muestra el destino que han seguido sus “modelos alternativos al neoliberalismo” de desarrollo económico, a los que recomendaban imitar. Hoy es posible que guarden sobre esto un ominoso silencio, ya que sus “modelos” eran... ¡Corea del Sur y Japón!, dos de los epicentros de la crisis actual. “Como he indicado... el éxito económico de estos países se debe precisamente a haber seguido un desarrollo económico distinto (en realidad opuesto) al modelo neoliberal. Todos estos países han seguido políticas intervencionistas en las que el sector público ha jugado un papel determinante, incluyendo el desarrollo de una infraestructura social y humana necesaria parra el desarrollo y en la que el capital de inversión extranjero ha complementado al capital doméstico, el cual ha sido el motor del proceso de desarrollo...Estos países han seguido el ejemplo japonés cuyo desarrollo se basó precisamente en estas características. Ninguno de ellos siguió el modelo neoliberal, aconsejado por el Banco Mundial, el cual propaga aquel modelo neoliberal mediante la estrategia del ajuste estructural que favorece la disminución del estado para liberar a los mercados.” (Vicente Navarro, “Neoliberalismo y Estado de Bienestar”, septiembre de 1997).

Otro ejemplo tenemos en el documento “Después del neoliberalismo. Un nuevo camino”, realizado en octubre de 1997 por el llamado “consenso de Buenos Aires” integrado por políticos e ideólogos “procedentes del centro y de la izquierda del espectro ideológico latinoamericano” (según ellos se autodefinen). En este documento, donde ni al pasar se menciona la deuda externa y en el que bajo una retórica cargada de clichés vacíos sobre la necesidad de “un cambio” y de “fortalecer el peso de las decisiones políticas”, se deja claro que los firmantes van a continuar con la misma política de privatizaciones y apertura al capital imperialista implementada en los últimos años, se dice: “Distinguimos entre la economía de mercado y la necesidad de democratizar este último, por una parte, y el neoliberalismo, por otra...En varios países de la región, se adoptó la versión más extrema de esta forma de organización económica, restringiendo enormemente el papel de las políticas públicas y de la regulación estatal. Ni en la experiencia japonesa y la de otros países asiáticos donde se ha desarrollado la economía de mercado...se deja tan poco margen para los mecanismos regulatorios o proactivos del Estado (...) A escala nacional, resulta deseable poner en práctica diversos mecanismos de regulación del capital especulativo procedente del exterior, junto con la prioridad acordada al ahorro interno que reduce la dependencia en dichos flujos. Entre distintos impuestos de entrada y de salida –semejantes a los que ya existen o han regido en varios países, como Chile, Brasil y Malasia-, y estímulos a la inversión extranjera directa a diferencia de la de cartera, es posible incrementar el margen de autonomía (relativa) de los estados nacionales”. ¡Cómo si los miles de millones de dólares en “inversión extranjera directa” colocados en el Mercosur hubiesen permitido solucionar en algo la miseria de las masas y no fuese Brasil (el país latinoamericano donde más inversiones “productivas” ha realizado el capital imperialista) el que se encuentra más expuesto a ser golpeado por la crisis mundial.

La crisis actual en curso tiene la virtud de haber golpeado en la región que actuó como verdadero pulmón de la economía mundial en los últimos quince años, con países afectados que van desde paraísos financieros (Tailandia, Hong Kong) hasta potencias industriales como Corea del Sur, mostrando cómo en el mundo imperialista los “milagros” tienen corta duración.

UN EJEMPLO DEL “NEOKEYNESIANISMO UTOPICO”

Entre los centenares de artículos que ante la crisis muestran no sólo las falacias del “pensamiento único” sino también la de sus críticos del “neokeynesianismo utópico” (¡con perdón tanto de Keynes como de los grandes utopistas!) hay uno que es singularmente representativo de estos últimos. Su autor es Jacques Attali, que fue nada menos que director, durante el gobierno de Mitterrand, del Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo, dependencia de la Unión Europea encargada de canalizar los préstamos hacia Europa del Este tras el colapso de los regímenes estalinistas. En el artículo, titulado “Economía del pánico” y publicado en Le Monde el 14 de enero de 1998, se proponen las siguientes “medidas” para responder a la crisis:

- “No mentir sobre el estado real de la economía. Esta es en principio la tarea de los organismos internacionales. Ellos han hoy fallado. Es urgente dotarlos de muchos más medios de investigación y de prevención, en lugar de pensar en confiarles miles de millones de dólares para repartir cuando es muy tarde. Hoy no mentir es decir que numerosos países de Asia están en situación de quiebra virtual”.

Attali nos toma por estúpidos y nos quiere hacer creer que fue por falta de recursos que el FMI y el Banco Mundial mostraban en sus informes de hace sólo un año como absolutamente saludables a los países del sudeste asiático y recomendaban imitar su camino a todos los países subdesarrollados. O que en la “cumbre de Davos” de hace un año, donde se reúnen los principales miembros del establishment político y financiero mundial, nadie dio la mínima señal de la crisis que se venía por “falta de datos”. Nuevamente una mistificación, esta vez sobre los “organismos internacionales”: ellos no velan “por el bien de la economía”, sino que son un instrumento de las potencias imperialistas más poderosas para imponer sus designios al resto del mundo. Sus “lecturas” de la realidad tienen la sola función de favorecer los negocios de tales o cuales grupos de capitalistas.

-“Organizar la vigilancia de los países más perjudicados antes de lanzarse a financiarlos. Ello conducirá a cuestionar el principio de no injerencia de las instituciones internacionales y forzará a democratizar sus mecanismos de decisión”.

Otra mistificación, acorde con el nuevo “chivo expiatorio” encontrado para explicar la crisis asiática: los responsables fueron gobiernos irresponsables que utilizaron los fondos prestados en obras faraónicas y para su enriquecimiento personal. Y para solucionarlo ¡más control del FMI y el Banco Mundial de la política económica de los países atrasados! ¡Como si los monitoreos permanentes de estas verdaderas agencias recaudadoras de las metrópolis imperialistas no significasen mayores privaciones y miseria para las masas y hubiesen evitado alguna crisis! ¿No era México acaso uno de los países ejemplo antes del Tequila?

-“Multiplicar las mangueras contra incendios, disciplinando la liberalización irreflexiva de las transacciones financieras, tabicando los mercados más volátiles, particularmente los mercados de divisas”.

¡Pero toda la política del capital de los últimos 15 años ha estado orientada en sentido opuesto, a permitir el libre desplazamiento de los flujos financieros! ¿Por qué los capitalistas habrían de cambiar los mecanismos que les han permitido aumentar enormemente sus tasas de beneficios en los últimos años?

-“Repartir más equitativamente los riesgos y, en particular, asegurar a las organizaciones internacionales recursos propios, bajo forma de una tasa sobre la especulación internacional, permitiendo hacer financiar los riesgos por aquellos mismos que tienen interés en su reducción”.

Aquí tenemos una versión particular de la propuesta que ya citamos del director de Le Monde Diplomatique (no casualmente la “tasa Tobin” fue una propuesta de Mitterrand antes de su muerte): sólo difiere en que Attali prescinde del “humanitario” fin de destinar los fondos recaudados a “combatir la pobreza” y quiere dárselos ¡directamente al FMI!

-“Lanzar pánicos inversos, es decir, alentar movimientos económicos a contrasentido, por inversiones públicas internacionales que marquen la confianza de la colectividad mundial en su porvenir a largo término. Es la parte profunda de lo que Keynes proponía para un solo país y que sería hoy necesario a escala planetaria”.

-“Diversificar los comportamientos, es decir, promover, tanto sobre los mercados como en la cultura, el espíritu de contradicción, el gusto de lo diferente, la curiosidad por la diferencia, para que sea moda no estar a la moda, adquiriendo astutamente lo que los otros desdeñan, obrar a contracorriente, no tener temor de lo extranjero.”

¡Ay, ese gusto francés por lo diferente, especialmente ahora que el imperialismo galo afila su retórica para disputar mercados con los yankis!

Ya sabemos que las masacres de la guerra de la independencia en Argelia son “diferentes” que Vietnam; que los inmigrantes norafricanos son “diferentes” de los “chicanos; que las pruebas nucleares en la Polinesia son “distintas” de las que se hacen en el desierto del Colorado; que apoyar a Mobuto no es lo mismo que el apoyo a Suharto; que sus ejércitos no están en el Golfo sino en doce naciones africanas... ¡Oh, ese claro gusto por lo diferente de la “France eternelle” que tanto atrae a los intelectuales!

¿No es suficiente para mostrar la completa bancarrota de estos “críticos”?

¿CAPITAL PRODUCTIVO VS. CAPITAL ESPECULATIVO?

Todas las “alternativas al neoliberalismo” en danza parten de un diagnóstico completamente vulgar de la crisis capitalista. En ellas (como así también en las elaboraciones de ciertos autores pseudomarxistas que se comieron la perorata de la globalización) se plantea como enfrentados los intereses entre el “capital especulativo” y el “capital productivo”, al desarrollo hipertrofiado de aquél como frenador del desarrollo de éste. Pero esto no es más que invertir las causas y consecuencias de la crisis actual. Como desarrollamos en otro artículo, el desarrollo de los negocios especulativos –junto con la disminución del valor de la fuerza de trabajo- fue parte central de la estrategia encaminada por los capitalistas para contrarrestar la caída de la tasa de ganancia que se manifestó a principios de los setenta. Así, hoy las grandes corporaciones multinacionales obtienen una enorme porción de sus ganancias de las operaciones financieras, existiendo entre el “capital industrial” y el “capital bancario” un entrelazamiento enormemente superior al señalado por Lenín en las primeras décadas del siglo. Lejos de contraponerse, el desarrollo de la “timba financiera” es una savia imprescindible para la actual sed de ganancias de los monopolios. ¿Que hoy el crecimiento de la esfera especulativa ha llegado a un desarrollo tal que hace más presente la posibilidad de un crack y que se encuentran debilitados los mecanismos “reestabilizadores” desarrollados por el capital? Sin duda. Pero ello no implica que “los capitalistas productores” del mundo se unirán contra “los especuladores”. Por el contrario, las divisiones que se están acrecentando son entre distintos bloques imperialistas, cada uno de ellos con “especuladores” y “productores” propios. Si los voceros del imperialismo francés hablan contra el FMI o se oponen al ataque yanki a Irak es sólo porque la lenta decadencia que ha venido sufriendo Estados Unidos le permite postularse para pelear más “autónomamente” el reparto de los mercados. ¿Por qué dejar el petróleo del Golfo en manos de la norteamericana Chevron si puede estarlo en la de la francesa Elf Aquitaine? Lo mismo en la crisis del sudeste asiático, donde la política de los distintos gobiernos imperialistas es tratar de favorecer los negocios de sus corporaciones bancarias e industriales, sin distinción entre los tipos de negocios de “sus” capitalistas, y siempre tratando de quitar de lado a los competidores de los imperialismos rivales. Y los capitalistas de todo tipo y color están todos unidos buscando la aprobación del AMI (Acuerdo Multilateral de Inversiones), con el que las grandes multinacionales buscan reforzar la seguridad de sus ganancias estableciendo un verdadero “estatuto del coloniaje” a nivel mundial. De ahí lo completamente patético que resulta este “nuevo descubrimiento” de los “teóricos” que ven en la racionalidad del “capitalismo productivo” el “freno a la carrera loca de la especulación”.

Los marxistas sabemos cabalmente que una superación de las penurias de las masas no va a venir de “mejorar el funcionamiento de los organismos de control internacional” o de “democratizar el mercado”, como sostiene el keynesianismo light. Es necesario desenmascarar estas falsas “alternativas” que buscan evitar que el descontento de las masas se encamine hacia la movilización independiente de la clase trabajadora. Frente a la crisis capitalista los marxistas tenemos no sólo un diagnóstico superior sino el único remedio definitivo para la misma. Ya desde hace 150 años Marx señaló que el capital sólo responde a su sed de ganancias. Como señalaba León Trotsky: “Las reformas parciales y los remiendos para nada servirán. La evolución histórica ha llegado a una de sus etapas decisivas en la que únicamente la intervención directa de las masas es capaz de barrer los obstáculos reaccionarios y de asentar las bases de un nuevo regimen. La abolición de la propiedad pirvada de los medios de producción es el primer pre- requisito para la economía planificada, es decir para la introducción de la razón en la esfera de las relaciones humanas, primero en una escala nacional y, finalmente, en una escala mundial.”

La “anarquía de la producción” que es el capitalismo no tiene salida si no es terminando con la propiedad privada de los medios de producción y reemplazándola por “una sociedad de productores libres asociados” basados en la planificación democrática de la economía a escala planetaria, el socialismo. Es esta la única salida realista a la actual catástrofe: arrancar de las manos de la irracionalidad de los parásitos capitalistas el control de la economía para ponerla bajo el control de los generadores de la riqueza social, los trabajadores. Para lograr esto es preciso que la clase obrera no se deje seducir por los nuevos falsos profetas y se encamine a la conquista del poder político mediante el derrocamiento del estado de los capitalistas y la implantación de sus propios órganos de dominio de clase.

Es para desarrollar la movilización independiente de las masas en tal sentido que el mismo Trotsky desarrolló la necesidad de levantar un programa de reivindicaciones transitorias. Un programa que partiendo de los padecimientos inmediatos de las masas actúe como palanca para impulsar la movilización de los trabajadores hacia la lucha por el poder del estado. Un programa para que la crisis la paguen los que la provocaron, los capitalistas. Que frente al desempleo estructural oponga el reparto de las horas de trabajo entre ocupados y desocupados con salarios equivalentes a la canasta familiar. Que imponga la nacionalización bajo control obrero de toda fábrica que cierra o despida. Que ante las “razones de mercado” de los capitalistas, plantee la abolición del secreto comercial, la apertura de los libros de contabilidad y el control obrero de la industria. Que ante la confiscación de los ahorros por parte de la gran banca y los especuladores sostenga la expropiación sin pago de la banca y la estatización bajo control obrero del sistema de credito. Que ante el redoble de la opresión imperialista luche por el no pago de las deudas externas, la ruptura con el FMI y la expropiación de los grandes pulpos transnacionales.

Luchar por imponer esta salida es la unica perspectiva realista para la clase obrera.

NOTAS:

1 John Maynard Keynes (1883-1946), economista inglés estudioso de las crisis y oscilaciones inevitables del capitalismo, sostuvo la necesidad de la intervención del estado mediante el impulso de la demanda monetaria como efecto contrarrestante a las crisis. Pese a que desarrolló gran parte de los lineamientos generales de su teoría en los años 20, sus postulados cobraron particular relevancia después de la crisis del 30. La política del “New Deal” de Roosvelt se considera un prototipo de la aplicación práctica de lo sostenido por Keynes. Contra lo que muchas veces se afirma no fue sin embargo la inversión en obras públicas lo que sacó a la economía norteamerica del marasmo en esos años sino su preparación para la segunda guerra mundial: los índices económicos recién alcanzaron los niveles previos a la crisis en 1939.