Venezuela
La “Revolución Bolivariana” y el mito del “Socialismo del Siglo XXI”
30/12/2006
Cuando finalizábamos este artículo, recién habían pasado las elecciones presidenciales en Venezuela del 3 de diciembre y Chávez se reelegía con casi 63 % de los votos en su cuarta elección consecutiva continuando por seis años más en la presidencia de la república. Unas elecciones que si bien estuvieron enmarcadas por una fuerte polarización política, la propia jornada electoral y los días consecutivos se caracterizaron por una completa normalidad. Decíamos en un artículo del momento que Chávez se elegía con el beneficio de la holgada situación económica alimentada por la alta renta petrolera, y la aspiración de amplios sectores de masas que continúan anhelando un cambio real en sus condiciones de vida, derrotando al candidato de la reacción interna y del imperialismo.
Como siempre, después de cada triunfo electoral o derrota que se le asesta a la derecha proimperialista, se sale con el discurso de que se entra en una nueva fase en la “etapa de cambios” que vive el país. En una rueda de prensa a escasas horas de haber sido proclamado presidente reelecto, Hugo Chávez volvió a ratificar que “el socialismo es el camino”, enfatizando que “los votos obtenidos durante el reciente proceso electoral no fueron por Chávez sino en apoyo al proyecto socialista”. Así daba continuidad a lo que ya había formulado por primera vez en el discurso pronunciado el 25 de febrero de 2005 con motivo de la inauguración de la IV Cumbre de la Deuda Social, de que su proyecto era el “socialismo del siglo XXI”.
Al mismo tiempo afirmó que el modelo capitalista sufre una nueva crisis, pues “ese sistema es una dictadura de la élite”, pero aclarando inmediatamente: “Nosotros no tenemos esa dictadura de la élite, tampoco la dictadura del proletariado, no queremos dictaduras, queremos democracia” [1] . Para Chávez su socialismo será “originario, cristiano, indígena y bolivariano” sin definir cuál es el significado de todo esto, y como aclarara en su debido momento “este no es un proyecto marxista” [2]. Pero más allá de las frases altisonantes, nada que tenga que ver con algún tipo de cambio en las relaciones de producción e intercambio se esboza en la Venezuela bolivariana, siendo que durante estos ocho años de gobierno no se le ha tocado un centavo a ningún capitalista, y cuando se han visto en la necesidad de afectar esta o aquella propiedad por ser declarada de “utilidad pública” sus propietarios han sido debidamente indemnizados e incluso con creces. Apenas lo que se ha intentado son reformas y rasguñar los problemas estructurales que afrontan los trabajadores, los campesinos y los pobres.
Pero la realidad ha sido que, tras cada triunfo sobre la derecha, se han observado mayores entendimientos con los sectores empresariales y pocas transformaciones reales del lado del pueblo. No es casualidad que si hacemos un análisis comparativo de los enfrentamientos vividos desde mediados de 2001 a mediados de 2003, y luego del referéndum revocatorio de 2004, lo que viene primando es una tendencia cada vez mayor a una estabilidad relativa en la situación política nacional, abonada por el fuerte crecimiento económico de los últimos años. Las propias elecciones de diciembre corroboran aún más esta tendencia a la “normalización” en las relaciones entre el gobierno y los sectores empresariales, luego de las tensas jornadas que vivió el país donde estos mismos sectores intentaron derrocar a Chávez vía el golpe y el sabotaje. Esto no quiere decir que en Venezuela en el plano político se ha entrado en una normalidad completa sin grandes contradicciones entre los sectores en pugna, pero sí comienza a abrirse espacios una derecha golpista agazapada que intenta hacer el juego de una oposición “leal” tras su repentino “transformismo” en una derecha “madura”.
Dentro de este marco, no ha sido casualidad el reconocimiento inmediato del Departamento de Estado norteamericano al triunfo de Chávez, ni la reciente afirmación de la OEA expresando por unanimidad su felicitación al presidente de la república por las elecciones transcurridas. Tampoco es casualidad las afirmaciones del subsecretario de Estado para el Hemisferio Occidental, Thomas A. Shannon, señalando que Washington tiene “la esperanza de normalizar las relaciones con Venezuela... es nuestro proyecto”. El encuentro de “mayor nivel en años” entre el Canciller venezolano y el Embajador de Washington en Venezuela, William Brownfield, realizado en Caracas el 14/12, iniciando lo que la prensa internacional ha dado en llamar “el inicio del deshielo de las relaciones entre ambos países”, después de varias semanas de continuos gestos mutuos estaría marcando un mayor entendimiento con Estados Unidos, tal como el canciller Nicolás Maduro, apuntando quizás hacia una mejor relación con un gobierno de los demócratas en el futuro, asegura que “el gobierno del presidente reelecto, Hugo Chávez Frías, siempre ha estado en la disposición de tener las mejores relaciones con el gobierno de Estados Unidos”.
A pocos días de las elecciones aún no se ha definido si habrá cambios o no en el gobierno venezolano y en qué sentido se avanzará en los rumbos de las políticas centrales. Los discursos sobre que se viene una nueva fase en la construcción del “socialismo del siglo XXI” se desarrollan en el marco de una reforma de la Constitución, pero donde ya se ha aclarado que “entre los elementos estratégicos no está la supresión de la propiedad privada. En el socialismo del siglo XXI no se niega ese derecho” como declaró recientemente el presidente de la Comisión de Finanzas de la Asamblea Nacional [3]. Se llama a que la empresa privada “contribuya más con el Estado” donde “los mecanismos de regulación de esos beneficios será por la vía impositiva”, es decir “donde las empresas mercantiles no tendrán que aportar a la comunidad, como sí se le exigirá a las empresas de producción social que estimulará el gobierno desde la carta fundamental”. Pero como diría el dirigente oficialista Rodolfo Sanz, uno de los asesores de Chávez: “en esta fase de transición, a pesar del poder económico regulatorio estatal, la economía venezolana continúa siendo dominada por el modo capitalista de producción. Y no nos engañemos, este seguirá por un período largo de transición”. Para rematar, el investigador del Centro Internacional Miranda -centro afín al chavismo- afirma que “sólo sabemos lo que no debe ser el socialismo del siglo XXI. No será una economía basada en el capitalismo de Estado (...) no queremos parecernos a Cuba, la isla caminará más bien al modelo propuesto por Venezuela” [4]. Es decir que ni siquiera este “socialismo” se basará en la herencia de la propiedad nacionalizada que fue producto de la revolución cubana.
Otra discusión post electoral que se ha encarnado en el debate sobre la reforma constitucional es la tan mentada “reelección indefinida” del presidente de la República, que busca los mecanismos jurídicos de la constitución bolivariana para ir a una especie de “bonapartismo plebiscitario” en la democracia venezolana, a sabiendas que esto se acomoda muy bien con el sufragio universal, donde se suceden elecciones en las que “la mayoría pobre” vota recurrentemente a Chávez mientras una clase minoritaria continúa apropiándose de toda la riqueza social del país. Y para esto se preparan con el llamado a la constitución del “partido único de la revolución bolivariana”, bajo la “iniciativa de aglutinar en un partido único, unificado o unitario, a fuerzas que tienen en común el apoyo al presidente Hugo Chávez y al proceso de cambios” [5], pero donde existe una total exclusión de “los de abajo” en la marcha real de los asuntos del país, pues esto es incompatible del proyecto de conciliación de clases que lleva adelante el presidente de la república.
Pero hay que observar que una de las cuestiones importantes que han surgido de las presentes elecciones es la recuperación de la derecha política nacional, alcanzando un cómodo 37 % de los votos, luego de estar fuertemente desarticulada tras sus fracasos de derrocar a Chávez vía el golpe de abril de 2002 y el paro-sabotaje petrolero. Si bien esta derecha tiene fuertes divisiones internas y no está articulada alrededor de un solo partido, la une el hecho de enfrentar al gobierno de Chávez. Pero la actitud “madura” como le atribuyó el gobierno y el propio Chávez por reconocer inmediatamente la derrota, puede estar abriendo canales hacia mayores entendimientos en el campo político yéndose probablemente a dos grandes bloques o “partidos”, aunque por la profunda crisis en la que quedó la derecha política después del intento de golpe y el paro-sabotaje y junto a la crisis de los partidos del régimen de Punto Fijo, esta variante todavía se demuestra lejana. Chávez le da aire a Rosales como “derecha madura” justamente porque cuenta con el handicap de que no son un partido con una fuerte estructura que pueda conformarse como un nuevo partido que constituya un régimen bipartidista con una relativa perspectiva de alternancia en el poder. Ya el camino abierto a las propias elecciones presidenciales estuvo regado de grandes concesiones a esta derecha golpista de manera tal que participara del litigio electoral. “Negociar para acomodarse” como suelen afirmar algunos analistas políticos. Pero no hay que llamarse a engaño. Si bien la derecha más recalcitrantemente golpista ha quedado un tanto marginalizada y que Rosales haya dicho ahora que “la vía democrática” es la única forma para disputarle a Chávez el poder -seguido del coro de Teodoro Petkoff y Julio Borges-, esto no significa que eventualmente no se pueda plegar a un golpe según la situación política. Tendremos que ver qué canales tomará y qué entendimientos se abrirán en el régimen político venezolano.
En el presente artículo mostramos la realidad de la Venezuela actual, por fuera de todas las retóricas de Chávez y las proclamas del “socialismo del siglo XXI”, viendo realmente hacia dónde apunta su proyecto y quienes son los que realmente se han venido beneficiando en estos años de crecimiento económico y de “revolución bolivariana”. Mostraremos que lo que intenta impulsar Chávez no va más allá de una especie de tímido neodesarrollismo alimentado por la alta renta petrolera, sin nada que se parezca a la transformación en las relaciones sociales de producción y cambio, donde lo que le ha sido reservado a los trabajadores y trabajadoras, el campesinado, junto al pueblo pobre no son más que las llamadas Misiones -fuertes planes sociales del gobierno- que, si bien en la salud y la educación han mostrado ciertos resultados sensibles entre los pobres, de conjunto no apuntan a resolver los problemas estructurales en que vive sumida la inmensa mayoría de la población [6]. Un neodesarrollismo donde se le tiende puentes a los grupos capitalistas que se aproximan al gobierno para desenvolver negocios lucrativos, como los grupos Mendoza y Polar abastecedores del plan alimenticio Mercal de Chávez, promoviendo un nuevo empresariado que ha venido emergiendo entre ciertos grupos del chavismo como desarrollaremos más adelante [7].
Chávez ha venido desarrollando una confrontación contra las élites políticas y sociales del pasado y parcialmente cuestionó y se apartó de las políticas neoliberales en el campo económico y social, pero hay que destacar que algunas políticas y proyectos del gobierno tienen rasgos claramente neoliberales [8]. Tal es el caso de los megaproyectos de explotación gasífera, petrolera y minera en territorios indígenas o el mantenimiento del Impuesto al Valor Agregado (IVA) que es un impuesto regresivo que afecta a los sectores más pobres. Lo que se plantea la “vía venezolana al socialismo” de Chávez es intentar regular las empresas privadas vía la acción impositiva, en convivencia completa entre el capital privado y el estatal, tal como lo defiende la actual Constitución. Veremos entonces que el camino que emprende Chávez es el viejo camino trillado por viejos proyectos políticos de carácter nacionalista, que terminaron en total fracaso, pues realmente de las manos de sectores de la burguesía nacional jamás se avanzará a la liberación nacional y mucho menos a una emancipación de los explotados.
LA RIQUEZA là QUIDA
La base sobre la que se asienta el actual gobierno de Chávez, además del alto apoyo popular, es la extraordinaria bonanza económica con que cuenta el país, propiciada por los altos precios del petróleo, los cuales desde hace por lo menos dos años han estado rondando la marca de los 60 dólares. Por otra parte, la relativa estabilidad política lograda después de las reiteradas derrotas sufridas por la oposición golpista, el imperialismo y sus partidos, y su repentino “transformismo” en una derecha “madura” y de oposición “leal”.
Esta favorable situación económica con que cuenta el Estado venezolano se pone en evidencia en los índices macroeconómicos más importantes. En 2004 la economía registró un crecimiento extraordinario que alcanzó a un 17,4 %. En 2005 el crecimiento fue de 9.3 % y en 2006 alcanzó una evolución que llegó al 10 % [9]. El año 2006 termina con un crecimiento económico sostenido en los últimos 12 trimestres, hecho que no ocurría desde 1990. Es importante destacar que en los años 2002 y 2003 la economía cayó estrepitosamente, siendo de -9 % y -9,4 % respectivamente, producto del paro-sabotaje petrolero para desestabilizar al gobierno de Chávez. La recaudación impositiva ha continuado su proceso ascendente, ubicándose para principios de diciembre de 2006 con una recaudación de 48 billones de bolívares [10], siendo que el pasado año fue de 27 billones, lo cual ya reflejaba un significativo crecimiento con respecto al año anterior cuando había alcanzado 19,9 billones de bolívares. Mientras tanto las reservas internacionales se sitúan en la actualidad en 36.469 millones de dólares, las más altas de la historia económica del país, sin contar aquí el dinero acumulado en el Fondo de Estabilización Macroeconómica de 17.500 millones de dólares manejado exclusivamente por el Ejecutivo nacional [11].
Dentro de este marco, las relaciones de la burguesía con el gobierno se concretan en inmensos beneficios económicos y financieros para el conjunto del empresariado y sectores transnacionales. Recientemente el presidente de la Superintendencia de Bancos, Trino Alcides Díaz, afirmó muy entusiasmado que: “la banca es uno de los mejores negocios del país”. Esto es fácilmente corroborable viendo los propios datos del gobierno. Trino Díaz ha afirmado que “los sectores bancarios y de seguros registraron durante el presente ejercicio económico un crecimiento del 30 %” [12], una rentabilidad de la banca en el país muy superior a la de cualquier otro país de la región. Ya para los primeros 8 meses del año, el sistema financiero recuperó el 90 % del total de su capital pagado, mientras que sus activos crecieron de 30 mil a 40 mil millones de dólares. La reciente emisión de mil millones de dólares mediante la creación del bono del sur resultó ser un espectacular negocio que, como diría el director de la Casa de Bolsa Ecoinvest, “todos estaban interesados en el bono, pero nadie pensó en lo espectacular del negocio” [13], siendo una gran oportunidad para que las empresas e inversionistas tuvieran las puertas abiertas para adquirir divisas sin pasar por los controles del Estado. Por otra parte, las empresas que participan de la Bolsa de Valores han obtenido ganancias extraordinarias, siendo que para el primer semestre del presente año, estas empresas tuvieron utilidades por el orden de 1,85 billones de bolívares, lo cual representa el 59 % de la utilidad obtenida en el año 2005.
En este año la industria automotriz y de importación de vehículos ha hecho sus mejores negocios llegando a la cifra record en ventas de más de 310.000 unidades [14], gozando las empresas automotrices, todas transnacionales, de la exoneración del pago del IVA. Y como sabemos, los compradores de estos automóviles no son precisamente los millones de pobres del país, sino las clases medias y altas que se han venido beneficiando del crecimiento económico, sin contar aquí el aumento de ventas de artículos de lujo, como yates y otras “necesidades” de las clases dominantes.
La banca internacional ha sacado su gran tajada de la bonanza petrolera. Durante 2005 y 2006, el gobierno ha constituido fondos en divisas en el exterior y ha ejecutado un intenso programa de renegociación de la deuda externa. Además ha reestructurado la deuda interna, de modo de mejorar la curva de rendimientos de los bonos del gobierno. Asimismo, durante el primer semestre de 2006 se procedió a la recompra de todos los bonos Brady vigentes, por un monto cercano a los 4.400 millones de dólares. Pero a pesar de estos movimientos la deuda externa se elevó ya para el cuarto trimestre de 2005 a 47.233 millones de dólares (34 % del PIB), en comparación con los 44.546 millones registrados en igual período de 2004, y alcanzaba los 48.316 millones de dólares en el primer trimestre de 2006. No obstante, en términos del PIB bajó del 40,6 % registrado en 2004 a cerca del 34 % en 2005 y el primer trimestre de 2006; pero como vemos esta baja no es producto de que se deba menos, sino al fuerte aumento del producto interno bruto de este año producto del auge petrolero.
Como afirmamos más arriba, desde 2005 el gobierno ha venido emitiendo bonos denominados en dólares pero pagaderos en bolívares. La emisión de estos bonos, junto con la venta de los bonos argentinos, ha permitido al gobierno ofrecer a los agentes internos instrumentos financieros que permitan la salida de capitales hacia el exterior. Este es un gran negocio para la burguesía local: compra en bolívares los bonos y los puede revender sin ningún control en dólares realizando grandes jugadas económicas. Las burguesías de Argentina y Ecuador endeudan a sus países ante la banca internacional y el gobierno bolivariano de Chávez le paga a la banca internacional y a la burguesía la deuda en efectivo, mientras Venezuela se sigue endeudando. Es así como, en el período comprendido entre mayo de 2005 y abril de 2006 el gobierno venezolano ha invertido 2.290 millones de dólares en bonos del gobierno argentino. De este total, ha vendido títulos por un monto de 1.469 millones de dólares a instituciones financieras locales. Asimismo, ha invertido 25 millones de dólares en bonos del gobierno ecuatoriano. La banca internacional debe estar muy feliz con el gobierno “revolucionario” de Chávez, como también las burguesías argentinas y ecuatorianas.
Las relaciones comerciales con los Estados van de “maravilla” como diría un represente de la Cámara Venezolano - Americana de Comercio e Industria. Los negocios con Estados Unidos representan alrededor de 50 % del intercambio total entre Venezuela y el mundo. Según cifras de la Cámara Venezolano - Americana de Comercio e Industria, Venamcham, en 2006 la balanza comercial cerrará en 47.000 millones de dólares (de este total 37.000 millones corresponden a transacciones petroleras y sus derivados) [15], debido a la marcada suba del petróleo durante el año en curso, mostrando un fuerte crecimiento tomando en cuenta que para 2005 la balanza comercial cerró en 38.785 millones de dólares, mientras que en 2004 alcanzó 28.922 millones de dólares y en 2003 llegó a 19.313 millones de dólares -que frente a los 18.491 millones de dólares de 2002, representa el menor crecimiento experimentado en el período.
Toda esta situación le ha permitido al gobierno desplegar sus iniciativas hacia un conjunto de acuerdos con importantes sectores empresariales que, más allá de sus diferencias, tienen claro que éste ha rescatado la estabilidad y permitido la continuidad de las relaciones de explotación, alejando incluso el peligro de que las masas trabajadoras asuman su independencia de clase y se movilicen orgánicamente. Tales acuerdos permiten explicar el verdadero carácter del crecimiento económico, en la medida en que este proyecto se adecua mejor a la lógica de un capitalismo semicolonial en crisis, y en consecuencia no se resuelven nuestras grandes demandas estructurales.
Es en el contexto de la hegemonía del capital en el que el crecimiento de la producción, traducido en ganancias extraordinarias para el sector financiero y demás sectores industriales privados, se desenvuelve en detrimento de las condiciones de vida de los trabajadores, como explicaremos más adelante. El carácter del crecimiento económico sigue siendo altamente dependiente, dado su carácter de productor de materias primas y “commodities” en la división internacional del trabajo. Ello se evidencia en el hecho de que el llamado consumo de capital fijo (la reposición de la cuota parte del desgaste de la maquinaria tomada en conjunto) aumentó para el período de 2002 a 2005 en un múltiplo de 2,6, teniendo que para el mismo período las ganancias aumentaron 3,4 veces.
Esta disparidad evidencia que gracias a los altos precios del petróleo, la expansión de la renta petrolera induce un fuerte impacto en el comercio de bienes y servicios con alto componente importado, como lo refleja la venta de vehículos y la fuerte demanda de créditos. En este sentido, para el período que va de 2002 a 2005, la gran recuperación de las ganancias se traduce en el aumento en un múltiplo de 8,17 de la llamada adquisición de activos financieros, teniendo así la banca una participación cada vez mayor en el total de las ganancias. De esta forma los únicos “ganadores” del llamado crecimiento económico, siguen siendo los capitalistas de la industria, del comercio y en especial, los de las finanzas, nacionales y extranjeros.
Vemos en qué se traduce la llamada política económica estatal, que no es otra cosa que ajustarse a las nuevas exigencias del “mercado de trabajo” en los actuales momentos, en los marcos de un tímido neodesarrollismo. Veamos esto en hechos concretos: la autorización por parte del Estado de compra de dólares por parte de las empresas ha aumentado en los últimos 11 meses un 30,6 %, de este total 62 % se destinó a las importaciones. Esto demuestra que gran parte del crecimiento de la actividad económica no petrolera se sustenta en las importaciones. Aunque Chávez a lo largo de estos ocho años ha anunciado programas especiales para la sustitución de importaciones, las cifras emitidas por el Banco Central de Venezuela reflejan que las compras externas no petroleras desde 1999 hasta el tercer trimestre de este año han registrado un aumento de 136 %, destacando que la oferta de bienes importados aumentó 32 %, mientras que la de bienes nacionales tuvo apenas un repunte de 6,1 % [16]. Esta realidad viene a confirmar una vez más, la incapacidad orgánica del nacionalismo burgués de introducir en la realidad socio-productiva una nueva dinámica innovadora que trascienda el mecanismo capitalista-imperialista y sus tendencias actuales. Y es que en un contexto en el que se pretende desarrollar la industria nacional protegiéndola con subsidios y gravando con aranceles los productos importados, se termina sacrificando en los hechos el poder adquisitivo de los asalariados, exacerbando sus condiciones de explotación al ser los trabajadores quienes pagamos el costo de esta política como desarrollaremos más adelante.
Como vemos, la situación de la economía del país, movido por su inmensa riqueza líquida, es más que holgada y sin embargo no le ha alcanzado para salir de su pobreza. La cuestión está en que Chávez, preso de su nacionalismo burgués, se ha limitado a impulsar apenas pequeñas reformas a las que les ha dado el pomposo nombre de “socialismo del siglo XXI”.
LAS RELACIONES CON LAS GRANDES TRANSNACIONALES PETROLERAS
La cuestión del petróleo se ha transformado en una pieza clave para la política externa e interna del gobierno de Chávez, como lo ha sido para toda la política venezolana en los últimos 80 años (ver recuadro). En este artículo no nos centramos en otras áreas de los hidrocarburos, como el gas, donde la entrega de su explotación a las transnacionales es casi completa, como se observa en la actual Plataforma Deltana, entregada prácticamente a la Chevron-Texaco. En el área del carbón, se ha otorgado o ratificado a través de Corpozulia/Carbozulia una gran cantidad de concesiones a empresas transnacionales del carbón como la Anglo American Coal, Ruhrkohle, Inter American Coal, holding de la Chevron-Texaco, la irlandesa Carbonífera Caño Seco, Carbones del Perijá, condenando a nuestro país a ser asiento de una economía de enclave minero exportadora. Y, peor aún, los lugares donde están ubicadas estas concesiones es una región de grandes fuentes de agua de fundamental importancia y para la vida de las comunidades indígenas, quienes ni fueron consultados, siendo tratados como 500 años atrás. En otras ramas del sector productivo estatal se concreta la actitud favorable a la entrada de capitales extranjeros, como en el sector de aluminio. Y si seguimos analizando otros sectores se descubre, por ejemplo, que el capital extranjero domina buena parte del sector bancario.
Pero veamos cómo son realmente los negocios petroleros junto a las transnacionales. El 1 de enero de 2006 los Convenios Operativos que venía manteniendo la petrolera estatal PDVSA con las grandes compañías petroleras internacionales se transformaron en Empresas Mixtas y socios de PDVSA, convirtiéndose de hecho en dueños del 49 % del petróleo y de las instalaciones de los yacimientos y campos donde operan en la actualidad. Estos convenios, tenían una duración de 20 años no renovables, siendo que la mayoría de ellos había llegado a la mitad de su periodo de vigencia, y a algunos les restaban 7 años de operaciones. Sin embargo se decide transformarlos en empresas mixtas hasta por 20-30 años años [17]. Puede resultar increíble pero aún en la Venezuela bolivariana existen “asociaciones estratégicas” heredadas del período de Carlos Andrés Pérez, en las que el capital transnacional domina prácticamente el negocio petrolero [18], centralmente las localizadas en la Faja del Orinoco. El gobierno, en vez de proceder a expropiarlas, les legalizará su estatus transformándolas en empresas mixtas, donde, como en los antiguos convenios operativos, las transformará en dueños de porcentajes que llegarán hasta el 49 %.
Las empresas mixtas, no sólo en los convenios operativos y asociaciones existentes sino en las nuevas empresas mixtas creadas y a crearse tanto en la Faja del Orinoco [19] como en el resto de las cuencas petroleras del país son, precisamente, el mecanismo para que el capital petrolero internacional, abierta y legalmente, ponga en práctica su iniciativa privada consagrada en la Constitución y extraiga todo el petróleo que le dé la gana sin rendirle cuentas a nadie. Dentro de esta nueva modalidad de empresa mixta, las petroleras pagarán el 30 % de regalía y el 50 % de Impuesto sobre la renta. Qué le importará al capital petrolero dar estas migajas si están comprando el barril de petróleo a 1,5 dólares (como en el caso del campo Tomoporo) siendo que según todos los pronósticos el precio del petróleo continuará estando por encima de la marca de los 60 dólares. Cómo el Estado va recuperar y mantener el control de la industria por poseer el 51 % de las acciones, si en los convenios operativos las compañías sólo prestaban un servicio, no eran dueñas del petróleo ni lo vendían, y sin embargo obtenían hasta 93 % del precio del mercado del barril, como será en una empresa donde son dueñas del 49 % del capital. Todas las compañías petroleras lo han dicho muy claro, cualquier cambio en el negocio es para mejorar las condiciones anteriores, y esto en el lenguaje del capital significa una sola cosa: aumento de la ganancia y punto.
El propio Presidente de Shell en Venezuela, Sean Rooney, explica claramente el juego del negocio: “Pregunta: ¿Tal como lo contempla la actual ley, emigrar de convenio operativo a empresas mixtas, continua siendo beneficioso o deja de ser atractivo? Respuesta: Sigue siendo atractivo. No solamente para Shell sino el resto de las empresas están intentando hacerlo. Nosotros hicimos el año pasado una propuesta de cambiar nuestro convenio operativo por una empresa mixta, porque el convenio que tenemos actualmente culmina en 2013 y como las inversiones petroleras necesitan un plazo grande, hay que pensar que pasará luego del 2013 y fuimos al gobierno con la idea de convertirnos en una empresa mixta y seguir invirtiendo bajo los lineamientos de la normativa actual. Al pasar a empresas mixtas se alinean los objetivos de los socios, y estar como socio es muy diferente a estar prestando un servicio. La idea de emigrar a una empresa mixta es crecer en producción” [20]. Agradecidas las corporaciones internacionales con la nueva política “soberana” petrolera. Como le dijera el presidente internacional de Chevron-Texaco, David J. O’Reilly, a Chávez: “Señor Presidente tenga la seguridad que usted puede contar con nosotros porque creemos en hechos no en palabras”. Estos personajes saben de negocios, y saben diferenciar las verborrágicas palabras de Chávez de los hechos concretos. Así, grandes petroleras como Chevron, Shell, British Petroleum, Total, Petrobras, Eni, Teikoku, Repsol YPF, China National Petroleum Corporation, Harvest Vincent, la Hocol, sin contar las recién llegadas empresas chinas e iraníes, controlan un alto porcentaje de la producción nacional.
Es más, con respecto a las transnacionales, el ministro de Energía y Petróleo afirma: “quiero que las empresas vengan, pero a hacer buenos negocios con nosotros... Ahora viene un proceso sano, vamos a poner las cuentas en orden, van a pagar sus impuestos y van a tener 25 años más de derecho, ahora sí, para explotar en sana paz con nosotros el petróleo” [21]. Si tomamos en cuenta que en las “asociaciones estratégicas” de la Faja del Orinoco se producen unos 620 mil barriles de petróleo en los convenios operativos -ahora “empresas mixtas”- se producen alrededor de 480 mil; más la incierta producción de las áreas de exploración a riesgo y ganancias compartidas, la cual no es declarada por las compañías petroleras que las explotan; suman más de 1 millón 100 mil barriles diarios de petróleo, es decir el 35% de la producción petrolera actual del país se encuentra en manos de “empresas mixtas” en asociación con transnacionales [22].
Cualquiera se preguntará por qué se presenta como pleno ejercicio de “soberanía” petrolera el hecho de que un 49 % de los yacimientos e instalaciones petroleras donde se constituyan las empresas mixtas pasen a manos directas de las transnacionales. Esta es la manera como Chávez todos los días nos habla de antiimperialismo, en el preciso momento en que se negocia con las compañías transnacionales. Pero el imperialismo es sobre todo económico, la esencia del imperialismo, es precisamente la incursión y explotación del capital de los países más desarrollados, desde el punto de vista capitalista, en los países con economías atrasadas. Como vemos, nada de la retórica “antinorteamericana” de Chávez altera la percepción de que en Venezuela las multinacionales extranjeras pueden hacer sus jugosos negocios, y más aún cuando un alto funcionario del gobierno, en plena concordancia con Chávez, nos habla de “resultados que son posibles cuando gobiernos responsables y corporaciones trabajan juntas”. Si la política del gobierno es “sembrar” el petróleo, para usar esa frase trillada de Arturo Uslar Pietri de la época del medinismo [23] de los años cuarenta, la siembra y la cosecha es en los países imperialistas y no en el nuestro. En el negocio de los hidrocarburos, más que realmente luchar para que las grandes corporaciones petroleras dejen de robar las grandes riquezas del país, como lo han hecho desde 1902, se les invita a ser socias y dueñas de parte considerable del petróleo.
¿Y EL “ANTIIMPERIALISMO” DE CHáVEZ Y LA “INTEGRACIÓN” LATINOAMERICANA?
Aunque hace mucho tiempo no se escucha más el discurso del ALBA (Alternativa Bolivariana para América Latina y El Caribe) por parte de Chávez, ahora el Presidente ha pasado a hacer énfasis en el MERCOSUR. A pesar que de vez en cuando dice que a este también hay que “reformatearlo” un poco, anda feliz por la integración del país a este mercado del sur. Recordemos que en el acto de la “cumbre de los pueblos” celebrado en Mar del Plata en los primeros días de noviembre de 2005, Chávez marcó distancia con un duro discurso contra el ALCA y Estados Unidos [24]. Con muchos aspectos de la denuncia de Chávez es posible acordar, pues en efecto, el ALCA sólo busca esclavizar a nuestros países como “patio trasero” del imperialismo norteamericano. Pero hay que ver qué hay detrás de los discursos. ¿Propone Chávez realmente un camino eficaz para alcanzar la liberación nacional y la unidad latinoamericana? Observamos que, olvidado el ALBA por lo menos hasta el momento, ahora la clave es desarrollar el MERCOSUR con las burguesías del continente como la argentina, la brasileña, la uruguaya, etc., de allí sus buenas relaciones con los gobiernos de estos países; sin embargo en todos sus proyectos regionales están por atrás las grandes transnacionales [25]. Recientemente vimos cómo el gobierno bolivariano salió al rescate de la empresa quebrada argentina Sancor con el rescate financiero de 135 mil millones de dólares, donde esta empresa se comprometería por 15 años a suministrar 20 mil toneladas de leche anuales (pagadas obviamente). Por su parte, Brasil y Colombia le vendieron y entregaron al capital petrolero internacional la mayor parte de sus reservas petroleras y Chávez se dispone a ayudarlos. El gobierno firma cinco convenios energéticos con Brasil para suministrarle petróleo en condiciones favorables a una burguesía que vendió su alma y cuerpo al capital internacional. Los famosos anillos energéticos no son otra cosa que el suministro seguro, confiable y barato de energía a todo el capitalismo latinoamericano, dirigido y dominado por el capital norteamericano y europeo.
La retórica antinyanki de Chávez no es antiimperialista, aunque la política exterior “bolivariana” incluya aspectos como el estrecho acercamiento a Cuba, el impulso a la revitalización de la OPEP o sus recientes políticas con respecto a Sudamérica o el Caribe. Todo esto último lo lleva sí a fricciones y choques permanentes con el gobierno de Bush, que empeñado en su ofensiva reaccionaria de “combate al terrorismo” sobre el mundo semicolonial, considera inaceptables los gestos de autonomía diplomática de Venezuela y la ve como uno de los principales focos de inestabilidad regional, como ya lo hemos explicado. Chávez ya lo ha expresado claramente: “Hemos convivido con Estados Unidos. Hay que darle inicio a una nueva etapa de convivencia verdadera, los gobiernos de América Latina y el gobierno -este y los que vengan- de los Estados Unidos”. Hemos observado todos los gestos amistosos entre Estados Unidos y Venezuela luego de pasadas las elecciones presidenciales. Pero hay que tener en cuenta que la retórica antiyanqui de Chávez también es efectiva porque empalma con un sentimiento generalizado de antinorteamericanismo de las masas del continente luego de años de neoliberalismo, amplificando la retórica de Chávez y lo que acontece en Venezuela (que no tiene el peso específico de países como México o Brasil).
Esta es la verdadera esencia de la situación que vive el país: EE.UU. sigue recibiendo con seguridad el millón y medio de barriles diarios; los negocios de PDVSA con las transnacionales continúan viento en popa; los dólares del petróleo están sirviendo para pagar la deuda externa Venezolana, y aún sobra para pagar la de Argentina y Ecuador a la banca internacional; el dinero público es transferido al capital privado sin ningún tipo de control y seguimiento; la integración de mercados y capitales marcha muy bien, y para remate, Chávez, con su doble discurso, aún le sirve al capital en su papel de contener la lucha popular, sobre todo la de los trabajadores que han venido peleando y derrotando todas las intentonas golpistas y de sabotaje de la reacción interna proimperialista.
LAS NEGOCIACIONES CON EL EMPRESARIADO Y EL SURGIMIENTO DE LOS “NUEVOS RICOS BOLIVARIANOS”
Ya hemos explicado cómo en los últimos años, los sectores empresariales y de las finanzas han aumentado considerablemente sus ganancias, al mismo tiempo que las grandes empresas se han fortalecido. El propio Instituto Nacional de Estadísticas señala que entre 2004-2005 se fortalecieron las grandes industrias.
Los fuertes entendimientos con sectores claves del empresariado son los que apuntan a moldear los rumbos de la orientación política de Chávez, mal que les pese a aquellos enamorados de la “revolución bolivariana”. La profundización de las negociaciones con los sectores empresariales tomarán más cuerpo ahora que se ha relegitimado en las elecciones del 3 de diciembre. Esto no constituye un dato menor o perdido en la política gubernamental sino toda una orientación política que comienza a marcar tendencia política sobre los rumbos del gobierno. La oposición reaccionaria, centralmente la ligada al sector industrial y empresarial ha percibido que con el gobierno se puede llegar a grandes acuerdos que le permitan continuar con sus márgenes de ganancia, lo que se expresa en un “cambio” de discurso con relación a Chávez, incluso después de las elecciones presidenciales. No es casualidad que este sector empresarial tomó distancia de los sectores más reaccionarios y de la derecha, como la Patricia Poleo, Corina Machado, etc. -expresiones del más putrefacto servilismo y lacayismo de los últimos años que ha tenido la clase dominante. Chávez les ofrece plenas garantías de que no atentará contra la propiedad privada, tal como siempre lo ha venido haciendo y como está respaldado en la Constitución nacional. El empresariado comienza así a recomponer su poder y estabilidad de manos del gobierno.
Como reza la cartilla del “nuevo modelo socio-productivo” [26] del gobierno donde el Estado ocuparía un rol “de la defensa de la empresa nacional”, “la garantía del derecho de propiedad privada”, “la promoción de la libertad económica”, “avivar el aparato productivo interno y abrirle espacio a la inversión extranjera en sectores estratégicos”, a lo que se le incorpora una cierta “economía popular” de cooperativas, autogestionaria y empresas de producción social, sobre la base de impulsar un cierto “desarrollo endógeno” recubierto obviamente de toda la fraseología de “socialismo del siglo XXI”. Chávez pretende dinamizar el capitalismo venezolano, protegiendo al “capital productivo”, ampliando el crédito a pequeños y medianos productores, y sumando el capital extranjero al “desarrollo nacional”, como muestra su insistencia en atraer inversiones al petróleo y otras áreas. Como reza el acuerdo Macro propuesto por el gobierno, “la transformación del aparato productivo nacional se basa en la existencia de un diálogo social, constructivo y permanente, entre el gobierno nacional, los empresarios y empresarias, los trabajadores y trabajadoras, que haga posible el cumplimiento de los compromisos voluntaria y mutuamente” [27]. Por esta vía, que no afecta en nada a las bases de la gran propiedad burguesa ni de la subordinación al capital extranjero, no hay “desarrollo nacional” viable y menos transformación alguna de las viejas condiciones de explotación burguesa y saqueo imperialista. Vemos pues que no hay nada de revolucionario en su política económica.
Pero de lo que nadie da cuenta es que al calor del auge económico que vive la “revolución bolivariana” y las negociaciones con los sectores empresariales, se han venido fortaleciendo sectores empresarios (ya sea los que están abiertamente del lado de Chávez o los que lo apoyan entre bambalinas) y ha dado lugar al nuevo fenómeno del surgimiento de los nuevos “ricos bolivarianos”. Entre los nuevos “ricos bolivarianos” que disfrutan de los encantos del crédito blando y de los contratos multimillonarios, figuran entre muchos otros, Wilmer Ruperti [28], el hombre que tiene la exclusividad de los contratos del transporte marítimo de residuales (fuel oil) desde Venezuela. Este empresario que estuvo con Chávez en medio del paro-sabotaje petrolero y ha entrado por la puerta grande en el nuevo poder económico bolivariano, y como se afirma “reúne las características del estereotipo del nuevo empresario bolivariano”.
Ha surgido también como hombre fuerte bajo los negocios económicos bolivarianos, el coordinador nacional del Movimiento Empresarios por Venezuela, Alejandro Uzcátegui. Este gran personaje y su movimiento corporativo, pasadas horas de las elecciones decidió reconocerle los favores de Chávez: “el presidente reelecto de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez Frías, fue nombrado por Empresarios por Venezuela (Empreven) como su presidente honorario en reconocimiento al apoyo que ha brindado a esa organización en los últimos cinco años”. Al mismo tiempo que agradecía los buenos oficios del Superintendentes de Bancos, Trino Alcides Díaz, al nombrarlo “Funcionario Público del Año por la contribución que ha brindado... y el apoyo que ha dado a Empreven en la facilitación de los servicios de la banca pública y privada” [29]. Agradecido con los negocios bajo la “revolución bolivariana”, Alejandro Uzcátegui “exhortó al sector empresarial independientemente de sus preferencias políticas, a trabajar luego de los comicios presidenciales en busca de la unidad y de esta manera contribuir a la transformación económica del país”. Para los años venideros estos industriales tienen grandes expectativas: “Se dará continuidad al proceso de cambio que se viene gestando caracterizado por un crecimiento sostenido de la economía”, afirma el presidente de Empreven”. También es parte de esta burguesía que se fortalece bajo los negocios bolivarianos Alberto Cademus, representante de la Federación Venezonala de Porcicultura que hace parte del ala que está con el gobierno en Fedecámaras. Así, rápidamente ha manifestado luego de las elecciones: “... los empresarios que han trabajado de manera conjunta con el Gobierno Nacional hacen manifiesta su intención de seguir contribuyendo a ‘acabar con la burocracia, a generar más empleos y a que Venezuela se convierta en una potencia en todos los aspectos posibles’” [30].
En esta clase de los “nuevos ricos bolivarianos”, se encuentran representantes industriales de Conindustria, de la mano de Eduardo Gómez Sigala e Ismael Pérez Virgil. Frente al impulso de las cooperativas del gobierno como “nueva economía social” quienes se han venido beneficiando son justamente estos sectores industriales, pues para ellos las cooperativas son los nuevos outsourcing o contratas que la “revolución bolivariana” pone a disposición del capital privado. Así podemos seguir mencionando como “nuevos ricos bolivarianos”, a los nuevos emergentes de la talla de Tobías Nóbrega, Omar Farías, Rafael Sarría, Jesús Bermúdez, Ricardo Fernández, Pedro Torres Ciliberto, Carlos Batisttini, Rafael Satría, Álvaro Gorrín, Arturo Sarmiento, etc. Se trata de lo que se ha dado en llamar “la boliburguesía”, capitales emergentes con el chavismo, cuyas fortunas han surgido al amparo de una corrupción galopante que depreda las arcas nacionales. El reto de este sector es convertirse en los nuevos actores del capital, queriendo sustituir al grupo Polar, al grupo Cisneros, a los banqueros, etc.
Como dicen algunos analistas “Chávez no va al Country Club, y a la vez desea desmontar un sistema de convivencia desde que la república es república, desde 1830, desde los tiempos en que se estableció, al decir Ramón J. Velásquez, que los generales mandan, los doctores hacen las leyes y los ricos hacen negocios” [31], pero en el marco de no arremeter directamente contra los capitalistas termina en el fracaso de todo proyecto nacionalista de este tipo”. Por eso decimos que el centro del proyecto de Chávez termina favoreciendo al capital al que dice combatir, al mismo tiempo que impulsa el desarrollo de una burguesía nacional, con miras a lograr una economía con cierta “autonomía” del centro imperialista estadounidense, más allá de sus retóricas contra el capitalismo que anuncia todos los días.
LA SITUACIÓN DE LOS TRABAJADORES, LOS CAMPESINOS Y EL PUEBLO POBRE
Como ya lo hemos dicho, el gobierno de Chávez cuenta con la adhesión de importantes sectores de los postergados y trabajadores de Venezuela. Es que el ascenso de Chávez significó de alguna manera el salto a la vida política nacional de las masas pobres del campo y la ciudad. Este fenómeno se potenció y amplió con el protagonismo que tuvieron en abril de 2002 en la derrota del golpe y en el enfrentamiento y derrota del paro patronal. Algunos analistas explican el fenómeno de la siguiente manera: “los sectores populares no sólo observan en Chávez la esperanza de una dádiva populista. El Presidente se ha convertido en un símbolo que representa la esperanza de la inclusión, del reconocimiento y del protagonismo político para la población marginada del país [...]. Que no se advierta este hecho, es síntoma de una gran ceguera política” [32]. Pero luego de ocho años de gobierno de Chávez no han visto cumplidas sus demandas fundamentales, puesto que quienes han pagado los costos de la crisis económica y del sabotaje empresarial en los varios años de gobierno han sido los trabajadores, con el encarecimiento del costo de vida. En medio de la actual bonanza económica, como ya hemos descrito más arriba, los que se han continuado beneficiando son los grandes capitalistas.
Ayudado por la nueva bonanza petrolera que le deja grandes excedentes económicos, Chávez viene implementando importantes proyectos sociales vía las Misiones, centralmente en el área de la salud, el combate al analfabetismo y el acceso a los sectores más pobres a la educación, los mercados populares Mercal con la venta de alimentos subsidiados, una tímida distribución de tierras bajo los intentos de una nueva reforma agraria, etc. A pesar de que con estos proyectos se ha llegado a beneficiar a los sectores más postergados, no logran revertir la miseria y pobreza estructural en que vive nuestro pueblo. Como afirmamos, en el área de salud, centralmente en la cobertura primaria, es donde se ha mostrado algún resultado sensible entre los pobres, así el programa llamado Barrio Adentro amplió considerablemente la cobertura de los servicios de atención primaria. El balance oficial hasta marzo de 2006, señala que Barrio Adentro I mantiene presencia en todo el territorio nacional [33], en unas entidades federales más que en otras, con una cobertura de 17 millones de habitantes, en tanto que el sistema de salud tradicional mantiene una cobertura de 3,5 millones de personas [34]. Si bien las estadísticas oficiales muestran que la pobreza se ha reducido de un 50,4 % en 1999 a un 33,9 % actualmente, no se redujo la tremenda desigualdad social entre ricos y pobres. La CEPAL tiende a coincidir con los datos del gobierno, “para el año 1999 la pobreza se situaba en 49,4 %, pero seis años después se ubicaba en 37,1 %” [35], pero millones de personas siguen excluidas de los beneficios de la riqueza nacional y las condiciones de pobreza en las que viven sectores importantes de la población, como afirman algunos analistas, “constituye la mayor violación de sus derechos humanos”. Según un reciente informe sobre las condiciones del ingreso se observa que “comparando el ingreso de los hogares entre el primer semestre de 2004 y 2005, no hemos observado avances significativos en la superación de la pobreza, a pesar del cambio en la metodología usada por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), que cuantifica como ingresos familiares las prestaciones no económicas que reciben las familias a través de los programas sociales llamados Misiones; este cambio metodológico explica la reducción de los niveles de pobreza, tal y como se evidencia en el siguiente gráfico” [36]. En síntesis, la situación de los pobres no varió estructuralmente.
El desempleo, si bien ha disminuido un poco en términos relativos, en la juventud alcanza un 23 %, y la mayoría de nuevos empleos son de carácter precario incluso en las propias dependencias gubernamentales: según cifras oficiales en 1999 era de 14,5 % de la población económicamente activa, en 2005, era de 11,4 %. La economía informal mantiene padrones altísimos, llegando a casi el 50 % de la fuerza laboral activa del país. En el área de los trabajadores de las empresas, fábricas, transporte, diversos sectores de servicio estratégicos como bancos y telecomunicaciones como en otras áreas de los mismos, en fin, donde se concentra el grueso de la clase trabajadora, no ha habido una gran distribución de la renta, pues a pesar de los aumentos salariales y donde el salario mínimo alcanza hoy el valor de 512 mil bolívares, la cesta básica familiar supera el millón de bolívares. Es decir, si bien el salario nominal ha aumentado, el salario real se choca con la cruda realidad de su capacidad de compra, y el salario relativo pierde en la carrera de lejos con respecto al aumento de las ganancias de los capitalistas. Es más, hay que tomar en cuenta que, de acuerdo a los datos oficiales, para el primer semestre de 2005, el 43 % de los trabajadores percibía remuneraciones inferiores al salario mínimo y el 58 % trabajaba menos de 40 horas semanales. Si se hace un cálculo más detenido, se llega a que solamente el 33 % del total de la fuerza laboral recibe el salario mínimo, siendo que al 77 % no les llega este beneficio.
Si se tiene en cuenta el género, la situación es peor para las mujeres, ya que el 69,7 % trabajaba menos de 40 horas semanales, y el 61,8 % percibía ingresos inferiores al salario mínimo. Y hay que observar que tres factores inciden negativamente en la recuperación del poder adquisitivo de los trabajadores y trabajadoras, a pesar de los decretos de aumento general del salario mínimo: el primer factor, ya señalado, es que la mayoría de la fuerza laboral devenga salarios inferiores al salario mínimo. El segundo factor es que, en promedio, la familia venezolana recibe menos de dos salarios mínimos, lo que significa que una familia promedio de 5 personas no podrá cubrir la canasta básica. El tercer y último factor es que la recuperación sostenida del ingreso dependerá del comportamiento del índice inflacionario, el cual diluye el poder adquisitivo del salario a lo largo de los meses siendo que la inflación comienza a ser un problema en Venezuela con cierta tendencia alcista [37].
Según cifras oficiales se ha conseguido en el último período una reducción en 3 puntos en la tasa de desempleo entre 1999 y 2005, sin embargo, para el capital y su Estado esta política sólo es posible gracias a un incremento de las ganancias más que proporcional al incremento de salarios y nunca como consecuencia de afectar dichos intereses para revertir esa distribución. Es así como, según datos oficiales, la distribución del ingreso en 2002 en lo referente a salarios y sueldos alcanzaba un porcentaje del 33 %, bajando para 2005 a un 25 %, mientras que las ganancias de los capitalistas de un 38 % en 2002 subieron para un 49 % en 2005 (ver gráfico). De una producción nacional mayor a la anterior, nos corresponde a los trabajadores una parte más pequeña.
El gobierno alega que en ocho años no se pueden resolver los problemas estructurales creados por décadas de la plaga del capitalismo. Justamente una frase que viene de quien dice que está impulsando una “revolución” y que incluso habla bien de la revolución cubana. Pero si comparamos lo que había logrado Cuba a sólo dos años de la revolución, con bloqueo económico y sin renta petrolera, con el panorama que presenta nuestro país en todos estos años de “revolución bolivariana”, las diferencias son categóricas. Es que en todos estos años de “revolución en la revolución” no se ha avanzado en la expropiación de los principales grupos capitalistas, ni siquiera de los propietarios de los grandes medios de comunicación que organizaron el golpe de abril de 2002 y del paro-sabotaje, muy por el contrario lo que se ha profundizado son las negociaciones con el sector empresarial como ya hemos explicado. Es que sin la expropiación de los grandes capitalistas y la planificación económica, sin que el poder político esté en manos de la clase trabajadora, sin que se eliminen el total de los monopolios imperialistas y el control estatal de las actividades productivas fundamentales del país, hablar de revolución es una frase vacía.
En materia laboral, el gobierno de Chávez lejos de crear empleo genuino, la Misión llamada “Vuelvan Caras” no da solución a este problema fundamental, y lo que vemos es que con la inmensa masa de desempleados se está aplicando la flexibilización laboral en los ministerios, empresas e instituciones del Estado, sin hablar de los fuertes ataques que sufren los trabajadores en la industria privada. El ejemplo más patético es el impulso de las cooperativas por parte del gobierno que, bajo la cobertura de una nueva economía social, se ha transformado realmente en una flexibilización del trabajo. Las cooperativas, que en 1998 no llegaban a 1.000 en todo el país, se multiplicaron por 10 y eran más de 8.000 en el 2003. Luego del paro y para contener la movilización popular, el gobierno las contempló como la panacea y célula económica de la futura sociedad socialista y popular, y éstas han crecido sustancialmente.
Los sectores industriales son los que se han venido beneficiando con el fuerte surgimiento de las cooperativas. Lo que consiguen con ellas es nada menos que abaratar la mano de obra, evadir impuestos y beneficiarse de la inversión estatal en las cooperativas, convertir en pequeños propietarios a la clase obrera profundizando en la conciencia de éstos la ideología del mercantilismo, y el más importante objetivo para la burguesía: dividir a la clase obrera y presionar contra los derechos laborales conquistados por los trabajadores desde 1925. Como bien lo dice el industrial y “nuevo rico bolivariano” Pérez Virgil: “es mejor contratar una cantidad de servicio a través de cooperativas que incrementar su nómina asumiendo el impacto laboral... Lejos de ser una competencia para nosotros puede ser una competencia para las centrales sindicales y para los trabajadores organizados” [38]. Pero también en la industria estatal de PDVSA se aprovechan de las cooperativas, así las labores que antes hacían trabajadores permanentes de la empresa, ahora las hacen cooperativas, con lo que la empresa se libra de pagar beneficios, prestaciones, y cualquier responsabilidad con los trabajadores. Un trabajador de PDVSA, gracias al nuevo contrato, puede ganar un millón de bolívares mientras un cooperativista contratado por la estatal no llega a recibir 400 mil bolívares, ni siquiera el sueldo mínimo, y sin ningún derecho y beneficio de los que tienen los petroleros.
En cuanto a la construcción de nuevas viviendas la gestión de gobierno ha sido un verdadero fracaso y en ocho años construyó menos del 50 % de las metas establecidas. De 1999 a 2005 el gobierno sólo construyó 110.000 viviendas. Chávez se comprometió en 2005 a construir 120.000 viviendas y sólo se construyó el 13 % de esa meta. Todo esto teniendo en cuenta que en Venezuela existe un déficit habitacional que afecta alrededor de 15 millones de personas que no tienen casa, viven en construcciones precarias o sus casas no se encuentran en condiciones seguras.
En el campo, donde Chávez ha lanzado “una guerra contra el latifundio”, los asesinatos de campesinos pobres que luchan por el derecho a la tierra continúan sin que el gobierno mueva un dedo para terminar con el sicariato. En nuestro país existen 42 millones de hectáreas aptas para la producción ganadera y agrícola de las casi 48 millones que no están bajo áreas protegidas, el 80 % están ociosas y muchas de las mismas en manos privadas cuando no del Estado. Venezuela tiene cerca de 26 millones de habitantes y el 14 % vive en zonas rurales, pero el 80 % del área cultivable está en manos del 5 % de los propietarios, mientras que 6 % del territorio es aprovechado por 75 % de los campesinos o pequeños productores agrarios. La gran guerra que ha venido declarando el gobierno se sintetiza en las palabras del ex ministro de Agricultura y Tierras, Albarrán: “no tiene nada que temer aquel que demuestre que las tierras son suyas y que las tiene produciendo. Si se demuestra la titularidad de la tierra y que no la tiene produciendo, deberá pagar un impuesto justo” [39]. Como vemos, no se trata de acabar con el latifundio. Mientras tanto el desempleo continúa en el campo, y los campesinos continúan a la espera de sus tierras mientras son asesinados cuando se animan a tomar la lucha directamente en sus manos.
En sus discursos Chávez llama a establecer acuerdos con los latifundistas: “Nosotros queremos hacer un acuerdo y juntos trabajar para elevar la productividad de las tierras” [40]. Y en uno de sus programas Aló Presidente, volvió a afirmar: “Si usted cree que es dueño de esas tierras, defiéndalas. No vamos a pelear, vamos por la vía legal... Hago un llamado a llegar a un mejor acuerdo para todos... Aquí hay un gobierno que le extiende la mano a todos por igual” [41]. La propuesta que hace el Presidente se basa en el acuerdo alcanzado en La Marqueseña, del terrateniente Azpúrua, popularizado por el mismo Chávez como el “método Chaz” [42]. En este caso, como el propietario no está en condiciones de demostrar la titularidad de la tierra, “cede” alrededor de 7.000 hectáreas dejándole el gobierno 1.500 en su propiedad, pudiendo ser indemnizado por las restantes además de obtener créditos para poner a producir las mismas [43]. Resulta curioso cómo Chávez puede indemnizar y ceder tierras a terratenientes que son incapaces de demostrar ser dueños de las mismas, cuando en realidad lo que debería hacer en todas ellas es una confiscación directa [44].
El fondo de todo esto está en que el objetivo del gobierno, como ya lo hemos dicho, es “fortalecer la producción agrícola nacional” dentro de su proyecto nacionalista burgués, sin importar quién produzca ni quien sea el propietario. Si los terratenientes son productivos y muestran la titularidad legal los dejarán tranquilos no importando si es latifundio de hecho. Como expresara Pedro Carreño, seguidor de Chávez y ex segundo vicepresidente del Parlamento, dirigiéndose a los terratenientes, “la Ley de Tierras les permitirá competir, en precios y calidad, con los rubros importados... La transformación agraria no perjudicará a quienes tienen unidades productivas... Al contrario, cuando se disipen las mentiras, los empresarios contarán con un gran aliado para modernizar, tecnificar la producción, como pasará en La Marqueseña... No se quieren cometer errores y excesos, como pasó al inicio de la aplicación de la Ley de Tierras” [45]. En fin, el latifundio continuará existiendo.
Bajo el gobierno se avanza en reformas legales que cercenan derechos democráticos, como se expresa en la actual reforma del Código Penal, demostrando la verdadera esencia patronal de estas leyes y que están hechas para defender al capital de las luchas de los trabajadores. La reforma ya hecha aumentó las penas por invasiones (a la propiedad privada) que antes era de 4 a 15 meses de cárcel, a un rango de entre ¡5 y 15 años! El Artículo 9 de la reforma que hoy se discute en la Asamblea Nacional, a propuesta de diputados chavistas, contempla que “quien ejecute alguna actividad tendiente a interrumpir el correcto desempeño o la normal actividad de una o varias de las Empresas Básicas o Estratégicas del Estado, será sancionado con prisión de 16 a 18 años”. Es decir, se prohíbe el derecho a huelga en las empresas estratégicas: los trabajadores petroleros, de la siderurgia, los trabajadores de las minas, de las refinerías, del transporte, trabajadores del carbón, de la electricidad, los trabajadores públicos, en fin, un grueso importante de la clase obrera no podrá salir a defender sus derechos bajo pena de ser presos.
EL NACIONALISMO BURGUÉS DE CHáVEZ
Algunos dirigentes políticos adoradores del proyecto de las limitadas reformas de la “revolución bolivariana”, como Alan Woods [46], recurren a la frase de Lenin que afirma que “aquellos que esperan ver una revolución social ‘pura’ nunca vivirán para verla. Esas personas prestan un flaco servicio a la revolución al no comprender qué es una revolución”, intentando tildar con ello que Venezuela vive una revolución social. Su objetivo es criticar a aquellos que no se suman al proyecto chavista por considerarlo de conciliación de clase y que no pasa de un proyecto nacionalista burgués. Tomando una de sus propias frases, en la que dice que algunos se han tomado la molestia de penetrar en la esencia del método marxista, estudian cuidadosamente la dialéctica, mientras que otros simplemente se quedan en la superficie, se limitan a un tipo de determinismo económico vulgar que podría ser útil para la agitación pero que realmente es ajeno al marxismo, podemos decir que el propio Alan Woods se queda en la superficie al enamorarse del proyecto bolivariano.
Al quedarse en la superficie observan nada más el hecho de cómo Chávez se presenta como amigo de los pobres y apela constantemente al apoyo de los más humildes y de los trabajadores, lo que le ha ganado una amplia simpatía en vastos sectores populares, además de sostener una fuerte retórica antiBush que gana simpatías en América Latina. Pero no van a lo profundo y ver realmente la esencia y la apariencia. Es cierto que ha hecho algunas concesiones a las masas, como en la política educativa y de salud y otras vía las Misiones, intentando impulsar una muy limitada seudo reforma agraria, pero buscando controlarlas para su proyecto político e impedir su movilización independiente. Todo esto al mismo tiempo que intenta negociar con la burguesía -más allá de su fuerte retórica-. Ya hemos explicado en otros trabajos cómo Chávez busca “elevarse”, por así decirlo, por encima de las clases sociales y jugar el rol de árbitro entre los intereses del capital extranjero y nacional, y los del conjunto del capital y las masas explotadas, intentando conciliar y armonizar estas fuerzas antagónicas [47].
Pero observando detenidamente y tras ocho años de “revolución bolivariana”, incluso contando con el beneficio de los altos precios del petróleo, los cambios operados en Venezuela no han llegado siquiera al nivel de medidas como las expropiaciones de las empresas petroleras y la reforma agraria llevadas adelante por Lázaro Cárdenas a principios de la década del ’40 en México, o aún la mejora en la participación de los asalariados en la renta nacional ocurrida bajo los primeros gobiernos de Juan Domingo Perón en Argentina. A diferencia de este último, que se apoyaba en el rol de los sindicatos y la clase obrera en su puja con el imperialismo norteamericano, Chávez se apoya en los pobres urbanos y fundamentalmente en las Fuerzas Armadas, lo que le da un carácter más timorato con respecto a estas experiencias que llegaron hasta a nacionalizar importantes resortes de la economía nacional y tuvieron fuertes enfrentamientos con el imperialismo.
El camino que propone Chávez no lleva a la liberación nacional, a la unidad latinoamericana y mucho menos al socialismo, pues rechaza los tres pasos elementales para iniciar ese camino: nacionalización de los grandes medios de producción y la tierra, monopolio del comercio exterior y ruptura con el imperialismo. Su política sólo irrita a la gran burguesía, sin quebrar las bases de su poder, y confunde a los trabajadores y el pueblo, sin prepararlos para tomar en sus propias manos el aplastamiento de la reacción, adormeciéndolos con la ilusión de la colaboración de clases con la burguesía nacional. Aunque existen algunas mejoras significativas en el acceso a la salud y la educación de los sectores más pauperizados, los índices de pobreza y desocupación siguen en altos niveles y los ingresos de los trabajadores no han visto cambios sustanciales. Por eso vemos que esa política nada tiene que ver con lo necesario para acabar con la miseria y los padecimientos de las grandes masas y para terminar verdaderamente con la dominación imperialista y con el poder de los grandes terratenientes que condenan al hambre a millones de campesinos en toda América Latina.
Chávez encabeza un tipo de régimen que se apoya en la movilización controlada de las masas para regatear con el imperialismo, pero que no es capaz de romper con éste ni aplastar a la reacción interna. Por el contrario, cada día llega a los mayores acuerdos con ellos. Chávez sigue una política de conciliación con los intereses del capital que se expresa en el terreno económico en la apertura a las transnacionales petroleras norteamericanas y europeas, porque su objetivo es apenas repautar las relaciones con EE.UU. para conseguir mejores términos de intercambio y no de expoliación desmesurada. En ningún momento se propuso, frente a las intentonas de la oposición pro imperialista, tocar los intereses más sensibles de la burguesía golpista ni del imperialismo, es decir, su poder económico, sus bancos y sus grandes empresas.
La implementación de ciertas formas democráticas como la creación de los Consejos Locales de Planificación Pública a nivel de los municipios, los referéndum, la asamblea constituyente, le da una fachada de participación popular, pero que en verdad es todo lo contrario, ya que controla al movimiento de masas y no le cede ni siquiera la administración directa de las empresas estatales a sus propios trabajadores y tampoco ningún poder de decisión en las cuestiones políticas centrales del gobierno.
Chávez llama a conciliar constantemente a sectores de la burguesía que se muestran “dialoguistas”, por eso viene teniendo una política de conciliación con los sectores más concentrados de la burguesía venezolana. Es por eso que el gobierno le continúa asegurando sus ganancias a sectores importantes de la patronal. No es casualidad que hoy en la administración central de la petrolera estatal PDVSA se encuentran sectores que participaron tanto del golpe como del boicot patronal en sus puestos de mando ahora “reconciliados”.
Es que ya toda la experiencia histórica muestra que los movimientos nacionalistas burgueses son incapaces de llevar hasta el final la lucha por terminar con la dominación imperialista. Como vemos, Chávez, tras ocho años de gobierno, no escapa a esto. Siguiendo su política de poner nombres a las cosas que no se corresponden con la realidad, como llamar “guerra contra el latifundio” a una limitada redistribución de tierras ociosas, y llamar “revolución” a un proyecto de reformas capitalistas, Chávez plantea que la salida a los problemas de la pobreza y miseria está fuera del capitalismo, que hay que ir hacia el “socialismo”.
Pero el socialismo implica ante todo introducir la razón en la economía, planificar racionalmente la economía de acuerdo a las necesidades humanas. Esto es imposible manteniendo la propiedad privada sobre los medios de producción y cambio: la propiedad capitalista. Es imposible dada la anarquía de la producción capitalista y el mercado. Pero también implica un fuerte desarrollo de las fuerzas productivas, lo cual es incompatible con el capitalismo de hoy, que se caracteriza más bien por frenar su desarrollo o incluso destruirlas (cierres de fábricas, despidos de trabajadores, fronteras nacionales, guerras, etc.). Eso implica entonces la expropiación de los capitalistas, la socialización de los medios de producción, tanto para planificar la economía como para desarrollar las fuerzas productivas, al acabar con la razón de ganancia que mueve los capitalistas a producir o no producir, invertir o no invertir, abrir o cerrar una fábrica, etcétera.
En fin, es una condición indispensable para construir el socialismo la revolución obrera y popular que destruya el Estado burgués que garantiza la dictadura disfrazada de la clase de los capitalistas e instaure la dictadura del proletariado. Se trata pues del control económico, político y militar por parte de los trabajadores de la ciudad y el campo, con la clase obrera al frente de las masas explotadas y empobrecidas. Esto requiere de organismos de poder propios de las masas en contraposición al Estado de los capitalistas, organismos de democracia directa que serán las instancias del nuevo estado obrero como los soviets o consejos obreros y campesinos rusos.
Cuando Chávez dice “¿Qué socialismo, cuál de tantos?” Evidentemente no se está refiriendo a lo que estamos hablando, por eso nos invita a “inventar (!) el socialismo del siglo XXI” [48]. Para luego decirnos “...y habrá que ver las vías, pues lo táctico es muy variado” [49]. Donde para lo táctico está “... convencido de que es posible hacerlo bajo la democracia” [50]. Es decir, mediante reformas que no afectan la propiedad capitalista y la ampliación de la democracia burguesa, son la vía para la construcción del “socialismo del siglo XXI”. Y por si queda duda, en la reunión de noviembre del 2004 en Fuerte Tiuna, con toda la alta dirigencia y funcionarios chavistas, Chávez dijo: “No nos estamos planteando eliminar la propiedad privada, el planteamiento comunista, no. Hasta allá no llegamos. ¡No! No está planteado en este momento, aquí están los grandes rasgos de la Constitución Bolivariana...” [51]. Estas declaraciones han caído bien en sectores de la gran patronal, como lo afirmara el banquero Juan Carlos Escotet “yo no le tengo miedo al socialismo”, refiriéndose al “socialismo del siglo XXI” de Chávez [52], “irse de Venezuela sería el peor error que podría cometerse” concluye este hombre experto en hacer negocios. Ningún planteamiento de este tipo ha llevado a revolución alguna, al contrario, han sido siempre los salvadores del capitalismo. Y es tan cierto esto, que Elías Jaua, ex ministro para la Economía Popular, dice: “Si se ve desde una perspectiva externa apegada a los principios marxistas en términos de cambio de estructura y superestructura, cualquier intelectual pudiera concluir que en Venezuela lo que hay es un proceso de reformas” [53]. Claro que no hace falta ser “un intelectual” ni verlo desde afuera, sino desde aquí mismo, para verificar que no hay ningún cambio de la estructura económica ni de la superestructura política y jurídica del país. Chávez pretende hacer creer que la “construcción del socialismo del siglo XXI” es posible por medio de un proceso de reformas, sin la necesidad de una serie de revoluciones sociales triunfantes en la región que terminen con la dominación y la explotación del capital imperialista y las burguesías nativas.
De manera que hablar del “socialismo” sin luchar por la revolución obrera y popular, por la expropiación de la burguesía y el imperialismo, por la sustitución del Estado actual por el poder de organizaciones de democracia directa de las masas trabajadoras, por la extensión de la revolución socialista al resto del mundo, es una simple farsa, pura retórica. O lo que es peor, hablar de “socialismo” mientras se mantiene el poder de los capitalistas, mientras se hacen grandes negocios con los empresarios y se les exonera de impuestos, al mismo tiempo que se imponen impuestos a los pobres, mientras los bancos y demás empresas aumentan sus ganancias y el pueblo sigue con un salario miserable, mientras se paga la deuda externa y se dan concesiones a las trasnacionales, mientras el pueblo pobre carece de empleo, tierra, vivienda, escuelas y hospitales, es sencillamente un descaro. En fin, el proyecto del “Socialismo del Siglo XXI” de Chávez no es más que otra utopía reaccionaria, un engaño para impedir la independencia política de los trabajadores.
Lejos está Chávez de una verdadera lucha por el socialismo, por lo que su discurso se transforma en un engaño para los trabajadores y campesinos pobres que termina sirviendo a las clases dominantes, que son los que han mandado y mandan, por muy altas que sean las diatribas del Presidente. Es por eso que les decimos a los trabajadores que no deben depositar ninguna confianza en las retóricas de Chávez, y creer sólo en sus propias fuerzas pues la liberación de los trabajadores será obra de los trabajadores mismos.
El movimiento obrero puede emerger como fuerza política levantando una política obrera independiente y la lucha por la construcción del partido revolucionario.
Al momento en que escribimos este artículo, una serie de conflictos de trabajadores se vienen desarrollando y hacen eco en la situación política nacional. Son luchas producto de la postergación salarial y porque sus demandas más sentidas no han sido satisfechas después de haber hecho los mayores sacrificios en la derrota del golpe del 12 de abril y durante el paro patronal petrolero, cuando se movilizaron hasta asestarle duros golpes a la reacción proimperialista, organizado desde Fedecámaras, la CTV, los grandes medios de comunicación y comandados desde Washington. Frente al golpe y el paro-sabotaje los trabajadores demostraron una gran iniciativa que se expresó claramente en el manejo de la producción, sobre todo en PDVSA aunque por un corto período. Frente a esto Chávez (que supo sacar las conclusiones de este problema) tuvo política para “rediseñar” la administración de PDVSA, de manera tal que los trabajadores no tengan ningún peso en las decisiones, hasta el punto de intentar impedir el derecho a huelga en este sector estratégico.
Producto de esta situación, según algunos estudios, “el gobierno tendrá que afrontar una inmensa presión popular y seguramente sean tiempos de mayores acciones de exigibilidad de derechos y tal vez de radicalización de conflictos” [54]. Por eso decimos que la clase trabajadora debe participar decidida y abiertamente de todo enfrentamiento. Pero debe hacerlo sin subordinarse políticamente a la dirección política del chavismo, por el contrario, bregando por tomar en sus manos el liderazgo del conjunto de las masas oprimidas, única garantía de lograr verdaderamente el triunfo.
El mejoramiento de la economía en sus más diversas ramas, el fuerte ingreso de la renta petrolera, no ha significado una mejora significativa en sus condiciones de vida, mientras que el sector empresarial continúa manteniendo sus ganancias. Los trabajadores perciben esta situación, aunque aún confían en Chávez. Por eso, a pesar de los intentos del gobierno y la burocracia sindical por frenar las luchas de los trabajadores o diluirlas en la pasada contienda electoral, fueron muchas e importantes las peleas obreras que se desarrollaron durante el proceso mismo. Y hoy, apenas pasados algunos días, algunas de estas luchas han salido a flote, comprimidas por la burocracia sindical chavista, como se observa actualmente en la fábrica de autopartes Vivex que alimenta en un 80 % la industria automotriz, los trabajadores de la importante fábrica Sanitarios Maracay que se encuentran ocupando la fábrica y la han puesto a producir bajo su administración directa exigiendo al mismo tiempo la estatización inmediata, como así también la pelea que comienzan a librar los trabajadores de la planta Nestlé. Muchas otras luchas se avizoran en lugares estratégicos como en el sector eléctrico y fundamentalmente en las “asociaciones estratégicas” petroleras en la Faja del Orinoco frente a la resistencia de las corporaciones petroleras de no homologar un nuevo contrato marco colectivo. Estas luchas son esencialmente reivindicativas y por derechos sindicales, y aún no enfrentaron directamente al gobierno. Pero es importante resaltar que los trabajadores comienzan a pelear con sus propios métodos como las huelgas, tomas de fábricas, cierres de calles, etc. Estas nuevas luchas comienzan a marcar una reanimación del movimiento obrero abriendo la posibilidad de que emerja como una fuerza política. Si se mantiene la actual dinámica del gobierno y la persistencia de las luchas obreras, populares y de los campesinos pobres, nada dice que el apoyo con el que cuenta no comience a erosionarse y se avance en la experiencia política de los trabajadores con el chavismo. Los que nos consideramos revolucionarios tenemos planteado luchar para que esta posible emergencia de los trabajadores tome un cauce político independiente, levantando las banderas de la independencia de clase, y que no termine arrastrado tras la conciliación de clases que expresa el proyecto de Hugo Chávez. Es necesario levantar una política revolucionaria para movilizarse y organizarse en forma independiente de la tutela del chavismo. En el próximo período será crucial arreciar la pelea para que las luchas de los trabajadores, los campesinos pobres y sectores populares que no se detuvieron a pesar del clima electoral triunfen y se extiendan, y elevándose al cuestionamiento del gobierno de Chávez. Por eso es necesario que los trabajadores saquen todas las conclusiones de su experiencia bajo el gobierno de Chávez y pongan en pie un partido obrero revolucionario, independiente del chavismo, pues sólo la clase obrera, bajo su propio programa y encabezando a la nación oprimida, puede llevar hasta el final la lucha contra la oligarquía y el imperialismo, la liberación nacional y el socialismo. La lucha por un reagrupamiento obrero revolucionario es esencial para ir hasta el final en la lucha contra la reacción burguesa e imperialista y superar las limitaciones de la dirección chavista, absolutamente incapaz de avanzar hacia la liberación social y nacional.
Desde la Juventud de Izquierda Revolucionaria (JIR), transformada en fracción pública del Partido Revolución y Socialismo (PRS) frente a su capitulación al proyecto nacionalista burgués de Hugo Chávez, hemos venido dando una dura pelea por una real independencia de clase. Dimos una dura pelea contra la política impotente frente a las propias medidas del gobierno de Chávez, que si bien mantenían un discurso combativo en al medida que las luchas van contra la patronal, tenían una política timorata o no la tenían para enfrentarlo. Dimos la pelea para que desde la corriente sindical C-CURA que influyen los compañeros del PRS se tuviera una delimitación de las políticas de Chávez, develando el verdadero papel político que juega de concertación con los grandes empresarios y terratenientes, de los acuerdos con las grandes transnacionales, pero los compañeros se negaban permanentemente. Luchamos para que se desarrollara una política de coordinación y centralización de las luchas en curso llamando a verdaderos encuentros obreros con delegados mandatados por la base en cada fábrica, en cada lugar de trabajo, y discutir cuál es el plan de lucha de los trabajadores para enfrentar las políticas no sólo de la patronal sino también la del gobierno nacional, pero los compañeros hacían oídos sordos. Peleamos contra los llamados a la “unidad” que hacían los dirigentes nacionales sindicales del PRS a los sectores de la burocracia sindical odiados por los trabajadores tal como se manifestó en el II Congreso de la UNT. Decíamos a los compañeros de la dirección mayoritaria del PRS, que tanto hablan de “revolución” en nuestro país, que el futuro de cualquier revolución no depende de la fusión de los aparatos sindicales sino de la unificación de la mayoría de la clase obrera alrededor de consignas y métodos de lucha revolucionarios. Que tal unidad de los trabajadores sólo es posible mediante la lucha contra estos sectores de la burocracia sindical chavista, los más adictos colaboradores de clase. Denunciamos que estas políticas eran la consecuencia de querer construirse bajo el paraguas del chavismo en el movimiento obrero, política que no sólo iba en contra de la lucha por la independencia de clase sino que refuerza la ilusión de los trabajadores en el gobierno de Chávez. Peleamos categóricamente planteando que la política impulsada por la dirección mayoritaria del PRS en la situación política nacional del país es ajena a la lucha por una real independencia de clase. Y fundamentalmente dimos una batalla a brazo partido frente a su negativa a levantar una candidatura obrera independiente en las elecciones presidenciales que se acaban de desarrollar, prefiriendo encolumnarse tras la política oficial del gobierno de Chávez de la campaña por los “10 millones de votos” para su reelección haciendo un llamado a “reventar las urnas con millones de votos para reelegir a Chávez”. Denunciamos esta política escandalosa de llevar a los trabajadores alegremente tras el proyecto de Chávez. Por tanto peleamos reciamente para que el PRS tuviera un cauce revolucionario y contra toda disolución en el más puro de los sindicalismos y alertábamos que la política adoptada de conjunto por los sectores mayoritarios del PRS llevaba inevitablemente a frustrar y abortar en los hechos el desarrollo del propio PRS. En síntesis, luchamos sin descanso por una verdadera política independiente de la clase obrera, la independencia de clase y la construcción del partido revolucionario, tareas claves en el actual momento de la situación política de nuestro país.
Anexo
UN PAÍS PETROLERO
A diferencia del resto de los países latinoamericanos, Venezuela entrará en el siglo XX como una nación petrolera, donde todo girará alrededor del oro negro y la economía seguirá dócilmente la batuta petrolera. El país será penetrado hasta sus entrañas desgarradoramente y, como un torbellino que irrumpe en las calurosas tierras tropicales, modificará toda su fisonomía siendo presa de las grandes transnacionales inglesas, norteamericanas, holandesas que comenzarán a extraer una de sus más importantes riquezas naturales. Como afirmaría un estudioso de la economía venezolana, “el futuro del país se escribirá con petróleo. Ese líquido penetrará en nuestros poros y llegará a adueñarse de nuestro destino” [55]. Así, de lo que fuera una economía agraria centrada en el café y el cacao, y de escaso desarrollo durante gran parte del siglo XIX, Venezuela -nación solamente recordada en los libros de historia por las gestas independentistas de Francisco de Miranda y Simón Bolívar- surgirá vertiginosamente con el descubrimiento del petróleo transformándose en una nación codiciada por las potencias imperialistas. “Con el hallazgo del petróleo..., Venezuela es capturada, hasta sus entrañas, por un sistema mundial que fue edificado desde principios del siglo XX y del cual habíamos recibido apenas una leve, tangencial y tolerante influencia... El principal componente de nuestra estructura y el factor fundamental de nuestros ciclos internos va a ser el petróleo, obediente él mismo a la dinámica que impera en los continentes avanzados. Si en los tiempos del café y el cacao Venezuela recibía un influjo oblicuo y era deber de curiosidad tender la mirada al mundo para penetrar en nuestras coyunturas internas, al emerger el petróleo el impacto exterior revestirá las funciones de clave inequívoca sin la cual carecerían de explicación los movimientos de la economía nacional” [56]. Desde 1920, cuando ya el petróleo se adueña de su vida, la historia económica de Venezuela es trasunto y expresión del dominio imperialista en su destino. La consecuencia más importante de este hecho es la adquisición por nuestro país de una extraordinaria importancia en la política internacional del imperialismo. Venezuela se convierte, repentinamente, en la nación más codiciada y vigilada desde Londres y Washington, en toda la América Latina. De la mano de dictadores como Juan Vicente Gómez, el Estado será entregado sin reservas, y donde la política se marcará fielmente por la impronta que el petróleo le imparte. “Prácticamente, las compañías petroleras obraron en Venezuela, durante las primeras décadas de su dominación, como si estuviesen frente a un protectorado complaciente” [57]. Sobresalientes son las historias que durante ese período las propias corporaciones petroleras redactaban las leyes sobre hidrocarburos que regirían en el país. Pero aún en nuestros días, las grandes transnacionales, que explotan casi la mitad de la producción petrolera, siguen teniendo un papel central en la extracción de sus grandes riquezas.
Entender Venezuela entonces, sin este aspecto clave de su desarrollo resulta imposible; comprender la dinámica de sus fuerzas motrices, su estructura económica y social, sus clases sociales, su “desarrollo”, los grandes pactos de los sectores dominantes, etc. Al petróleo le seguirá el descubrimiento de grandes yacimientos del hierro, bauxita, oro, pero que jamás desplazarán en la escala de las más importantes de las materias primas en la maquinaria de la guerra y la economía mundial. No hay espacio aquí ni es el objetivo de este trabajo reseñar la historia petrolera de Venezuela, ni de los condicionantes jurídicos que fueron dando forma a las diferentes leyes sobre Hidrocarburos, todas negociadas con las corporaciones transnacionales. Digamos al menos que para 1943, mediando un acuerdo entre el gobierno de la época y las corporaciones petroleras y mediante intervención del Departamento de Estado norteamericano, se promulga la famosa ley de ese año que mantendría su vigencia durante décadas. Las compañías extranjeras se “acogieron” a los términos de la misma, obteniendo derechos de exploración, explotación y producción de los hidrocarburos bajo su control por 40 años. Para los años 1956 y 1957, se otorgaran nuevas concesiones también por 40 años.
Es de destacar que a mediados de la década de 1960 surge, de la mano de sectores desarrollistas “la política de no más concesiones” período en que se crea la Corporación Venezolana de Petróleo y surge la OPEP. En 1983 tras el vencimiento de las concesiones, se abría la posibilidad de no otorgarlas más en la medida que vencían las de 1943, pudiendo pasar Venezuela a ser dueña del 80 % de la industria petrolera, esperándose 1996-1997 la reversión del otro 20 %. Pero como lo han expresado muchos analistas, en 1975 se operó la gran jugada maestra de las transnacionales a sabiendas de que apenas 6 años más tarde se vencían dichas concesiones. Así, la “gran” nacionalización del petróleo en 1975, a juicio de todos los conocedores del negocio petrolero de la época, fue un verdadero asalto al país, se obligó a indemnizar como nuevos el 80 % de los viejos activos que 7 años después pasarían al país, sin ningún costo adicional. Esta nacionalización en Venezuela, fue a juicio del Presidente de la Standard Oil de la época, el mejor negocio de la compañía en todos sus 100 años de historia. Después de grandes indemnizaciones, las grandes corporaciones internacionales “renunciaron” a sus concesiones, dejando como garantes de sus intereses en la ahora industria del petróleo nacionalizada a los “nativos” de su confianza. Un verdadero caballo de Troya, que diera origen a una PDVSA donde el propio Estado venezolano no tenía el control de la misma, llegando a adquirir un poder tal que era considerada de un Estado dentro del Estado, y donde los grandes grupos económicos dominantes locales en alianza con las transnacionales manejaban la nueva empresa estatal a su antojo. A mediados de la década de 1990 surgirá nuevamente la ola privatizadora de PDVSA de la mano de los grupos económicos dominantes locales e internacionales, con la política de la “nueva apertura petrolera”. Se realizan nuevas y grandes concesiones dando surgimiento a los convenios operativos y las asociaciones estratégicas. Con la llegada al gobierno de Hugo Chávez, se modificarán las leyes sobre Hidrocarburos y surgirá la nueva modalidad de la creación de las “empresas mixtas”, donde las transnacionales podrán ser dueñas del 49 % de las nuevas compañías creadas. Como explicamos en el artículo central, las grandes corporaciones petroleras continúan haciendo sus grandes negocios en la Venezuela bolivariana.
Pero sería difícil también entender lo que acontece actualmente en Venezuela sin hacer una retrospectiva del régimen imperante antes del advenimiento de Hugo Chávez. Tras la caída de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez en 1958 ya se venía orquestando bajo la venia del Departamento de Estado norteamericano un nuevo pacto político visando imponer un nuevo régimen de dominio acorde a los intereses de Estados Unidos que tras una fachada democrática respondiera a sus intereses y le pudiera seguir garantizando el accionar de las grandes corporaciones petroleras que actuaban en suelo venezolano. Pero también, la necesidad de un nuevo régimen político obedecía al fuerte desgaste que estaba sufriendo la dictadura de Pérez Jiménez y el odio creciente de los sectores populares. Temiendo que una irrupción de las fuerzas obreras, populares y estudiantiles se les fuera de las manos, deciden adelantarse conjurando, en alianzas de sectores militares que se deslindaban de la dictadura, un golpe militar preventivo. La llegada al gobierno de Acción Democrática con Rómulo Betancourt a la cabeza, alineado completamente con los norteamericanos, tendrá como respaldo el famoso Pacto de Punto Fijo. Este pacto que tendrá como antecedente el acuerdo Waldorf Astoria de Nueva York fue firmado por los máximos dirigentes de los partidos de derecha como AD, COPEI y Unión Republicana Democrática (URD) y la tutela atenta de los norteamericanos [58]. Luego vendrá otro gran pacto, esta vez con la infaltable participación del Partido Comunista: el famoso Advenimiento Obrero Patronal, donde se subordinaban las demandas de los trabajadores a “la necesidad de crear el clima de estabilidad considerado necesario para la consolidación de la democracia”. Como era previsible, al establecer los límites a las demandas obreras, el acuerdo hizo que los trabajadores pagaran el precio de la “estabilidad” política [59]. La firma del Pacto de Punto Fijo que “coordinaba las relaciones de los partidos en torno de un programa común... Según los términos... del 31 de octubre de 1958, los partidos se comprometían a respetar los resultados de las elecciones y formar un gobierno de coalición cuyo programa se redactaría previamente y sería aceptado por los contendientes...” [60]. En diciembre de 1958 se firmó el esbozo del Programa Mínimo de Gobierno y una Declaración de Principios. Después de los buenos servicios prestados por el PCV en acuerdo del Advenimiento Obrero Patronal, el Partido Comunista no será incluido en el Pacto de Punto Fijo por disposición expresa de Rómulo Betancourt quien seguía órdenes del Departamento de Estado norteamericano de no permitir el acceso del PC al gobierno ni en cargos menores. “La orquestación explícita de alianzas y la formulación de un proyecto político y económico común presuponían un acuerdo implícito de mantener el papel internacional de Venezuela como gran productor de petróleo atado económica y políticamente a la estrategia geopolítica de EE.UU. en el hemisferio. Esta orquestación también daba por sentado un compromiso de contener a las clases baja y trabajadora en los marcos de un sistema centralizado de reformas y beneficios limitados. Las nuevas instituciones políticas se construirían sobre la base de las relaciones de poder existentes, no contra ellas; EE.UU. era un participante crucial, aunque invisible, de estos manejos” [61]. La alianza entre militares, empresarios y los partidos políticos de la burguesía bajo el auspicio norteamericano comenzó a funcionar sin interrupciones, aunque no sin crisis en el último período, hasta la rebelión popular de febrero de 1989 que heriría de muerte al régimen puntofijista.
La democracia del Pacto del Punto Fijo fue una democracia represiva como se demostró en la violenta represión en los años ’60 y ’70 de la izquierda y los sectores populares [62], y que durante cuarenta años fue el régimen de dominio imperante de las clases dominantes, en la cual dos partidos tradicionales, Acción Democrática y COPEI, se alternaban en los gobiernos, mantuvo un férreo control de los trabajadores vía la burocrática Central de Trabajadores Venezolanos (CTV) y tuvo a raya a las organizaciones populares y de izquierda. La célebre frase del llamado “padre” de la democracia venezolana, Rómulo Bentancourt, “tire primero y pregunte después”, es una muestra clara de lo que era esta democracia de los ricos durante todas esas décadas. Pero este régimen de dominio entrará en debacle, carcomido por sus contradicciones internas y las crisis económicas, las fuerzas subterráneas que desde los explotados lo iban socavando, desarrollándose una fuerte crisis orgánica cuando el movimiento de masas le asestará el golpe decisivo con la rebelión de febrero de 1989. Fue una acción que hirió de muerte al régimen político del puntofijismo que durante décadas había llevado al país a la mayor entrega y profundizado la miseria y la explotación. Esta acción espontánea que estremeció hasta los cimientos todas las instituciones estatales de la burguesía abrirá toda una nueva etapa política de fuertes combates de los trabajadores y de los sectores populares.
A pesar de no haber contado con ningún objetivo político concreto ni con una dirección revolucionaria, y de haber sido derrotada mediante una sangrienta represión que costó miles de muertos a las masas trabajadoras y pobres, la rebelión del 27 y 28 de febrero de 1989 fue una acción fenomenal de las masas tan contundente que va a significar un cambio en la correlación de fuerzas históricas entre las clases explotadas y el frente burgués proimperialista, abriendo una nueva etapa en la lucha de clases a nivel nacional. Esta violenta irrupción de las masas hería gravemente a la “democracia” más antigua y estable de Latinoamérica. Ya moribundo, el puntofijismo sucumbirá, en medio de los acontecimientos políticos, abriendo paso a un gran agitar de los trabajadores y del pueblo pobre, sobre el que se alzará el nuevo fenómeno político de Hugo Chávez. Vendrán luego los grandes acontecimientos que ha vivido nuestro país en su lucha reciente, como la contraofensiva de la burguesía opositora, con sus golpes militares y los paros del sabotaje petrolero, y la respuesta del movimiento de masas como la jornada revolucionaria del 13 de abril de 2002.
Durante el período de Chávez, nuevamente el auge de los precios petroleros le ha permitido una holgada situación económica, pero hasta la fecha las grandes contradicciones que llevaron a la rebelión de finales de los 80 han sido apenas rasguñadas con pequeñas reformas pero que no han sido resueltas, como explicamos en el artículo central.
NOTASADICIONALES
[1] Prensa Presidencial, 05-12-2006. Agencia Bolivariana de Noticias.
[2] Aló Presidente, 2-10-2005. Y como aclara en una entrevista para la CNN: “Yo no soy comunista, no tendría ningún empacho en decirlo. Si yo tuviera un proyecto marxista para Venezuela lo hubiese dicho desde el primer día en que salí a la palestra política. Así que no soy marxista, tengo aproximaciones al pensamiento socialista y progresista, pero no soy marxista” (Entrevista hecha por Lucía Newman, corresponsal de CNN, 18 de agosto de 2004).
[3] El Nacional, 7 de diciembre de 2006.
[4] El Nacional, 10 de diciembre de 2006.
[5] Vladimir Villegas, 12 de diciembre de 2006.
[6] Es más, las Misiones han comenzado a tener un techo, y en programas como el de vivienda se han mostrado como un verdadero fracaso. El desempleo, si bien ha disminuido un poco en términos generales, en la juventud continúa alto, y la mayoría de nuevos empleos son de carácter precario incluso en las propias dependencias gubernamentales. Es importante destacar que del conjunto de la fuerza laboral activa, casi el 50% se encuentra en la economía informal.
[7] Ver el trabajo “Socialismo o Neodesarrollismo” de Claudio Katz, donde a pesar de sembrar ilusiones en la “Revolución Bolivariana” plantea también esta dinámica.
[8] Ver el Informe Anual de Provea sobre la Situación de los Derechos Humanos en Venezuela octubre 2005/septiembre 2006.
[9] Los datos oficiales brindados por el gobierno son avalados por los propios números que evalúa la CEPAL según su último informe preliminar sobre las economías de la región del 14 de diciembre de 2006.
[10] Actualmente existe control de cambio en Venezuela, siendo que el dólar oficial está en 2150 bolívares por dólar.
[11] Es importante recordar que las autoridades financieras del país, llegaron a un “acuerdo”, en el 2005, mediante el cual el BCV transferiría el excedente de divisas que sobrepasaran los 29 mil millones de dólares al Fondo de Estabilización Macroeconómica. Otra gran fuente de la que se alimenta este Fondo proviene directamente de PDVSA.
[12] Reporte (Diario de la Economía) 14 de diciembre de 2006.
[13] El Nacional, 10 de diciembre de 2006.
[14] Banco Mercantil, informe de Coyuntura Económica. El Nacional, 15 de diciembre de 2006.
[15] Cámara Venezolano - Americana de Comercio e Industria, Informe de la Asamblea General Ordinaria, 14 de diciembre de 2006.
[16] Banco Central de Venezuela. Reporte del cierre del tercer trimestre.
[17] Las empresas mixtas han sido la eterna solución como mecanismos de penetración que el capital petrolero internacional ha usado en todo el mundo donde existan Estados propietarios del petróleo. Desde 1960, cuando se crea la Corporación Venezolana de Petróleo , y se establece la política de no más concesiones, pasando por la Nacionalización del Petróleo y su artículo 5 en 1975, hasta la Apertura Petrolera de finales del siglo pasado, la empresa mixta ha sido el caballo de Troya del capital internacional, en su labor de penetración y control del negocio petrolero. Las formas que adopta la empresa mixta pueden variar (contratos de servicios, de comercialización, de tecnología, outsourcing, convenios operativos, asociaciones estratégicas, etc.) pero la esencia y objetivo es el mismo, permitir y ampliar la participación del capital privado en la explotación de una industria formalmente pública y estatal
[18] Actualmente las asociaciones estratégicas son: Petrozuata (Conoco-Phillips 50,1%, PDVSA 49,9%), Hamaca-Ameriven (PDVSA 30%, Phillips 40%, Texaco 30%), Cerro Negro (PDVSA 41,67%, Exxon Mobil 41,67%, Veba 16,67%), Sincor (PDVSA 38%, Total 47%, Statoil 15%). Las “asociaciones estratégicas” producen 620.000 barriles de petróleo, de cuya venta PDVSA obtiene ganancias significativamente menores a las que obtienen las transnacionales.
[19] La Faja Petrolera del Orinoco tiene una extensión de 600 kilómetros de Este a Oeste, y 70 kilómetros de norte a sur. Contiene 1.360 mil millones de barriles de petróleo en sitio y la posibilidad de extraer 316 mil millones de barriles, según cifras oficiales. En el área de explotación de 12.000 kilómetros cuadrados está la mayor concentración mundial de hidrocarburos.
[20] Entrevista a Sean Rooney, Shell de Venezuela, por Jainelly Fernández, Diario Panorama, 19 de mayo de 2005
[21] El Universal. Conversación de Rafael Ramírez con Marianna Parraga, 24 y 25 de abril 2005.
[22] Porcentaje en función de los datos oficiales de PDVSA que sostiene tener una producción diaria de 3,2 millones de barriles diarios.
[23] Isaías Medina Angarita, presidente de Venezuela en 1941 y luego derrocado por un golpe orquestado por un sector de los militares y el partido Acción Democrática con Rómulo Betancourt a la cabeza el 18 de octubre de 1945. El proyecto de su gobierno es considerado por algunos especialistas como uno de los primeros intentos de la burguesía venezolana de aplicar una política desarrollista en el país.
[24] En su momento llegó a afirmar: “Al ALCA lo derrotamos los pueblos de este continente, y al ALCA le tocó su entierro hoy, en Mar del Plata.” (...) “Tenemos una doble tarea: enterrar el ALCA y el modelo económico imperialista capitalista, por una parte, pero por la otra, a nosotros nos toca ser los parteros de un nuevo tiempo, de la nueva historia, de la nueva integración, del ALBA, la Alternativa Bolivariana de las Américas.”
[25] No nos detendremos aquí a explicar el funcionamiento del MERCOSUR y quienes son sus grandes beneficiarios. Sobre todo esto se puede encontrar importantes trabajos en anteriores números de nuestra revista Estrategia Internacional.
[26] Cartilla “Nuevo modelo socio-productivo y desarrollo endógeno”.
[27] Acuerdo Marco de Corresponsabilidad para la Transformación Industrial, firmado el 26 de mayo de 2005.
[28] La particularidad de la alianza con Chávez radica en que estuvo del lado del gobierno durante el paro sabotaje petrolero. Ruperti ha tomado la delantera con negocios en Cuba, Argentina y Ecuador, tres puntos geopolíticos de máximo interés para la revolución bolivariana.
[29] Página electrónica de Empresarios por Venezuela.
[30] Agencia Bolivariana de Noticias. Página electrónica del Ministerio de Comunicación e Información. 04/12/2006. Alberto Cademus, fue derrotado en Fedecámaras en las últimas elecciones internas de este sector empresarial, y ha tenido abiertos y frecuentes contactos con el gobierno del Presidente Chávez. Cademus es representante de la Federación Venezolana de Porcicultura.
[31] J. C. Zapata. “Los colores del nuevo poder”. En Descifrado en la calle, 22 de junio de 2006.
[32] José Virtuoso, El Nacional, 21de abril de 2002.
[33] Hasta el presente, Barrio Adentro se mantiene prácticamente con el apoyo técnico de los profesionales de salud de nacionalidad cubana (71,04 %). Según los datos oficiales 20.975 médicos(as) son cubanos(as), en tanto que 6.074 son venezolanos(as).
[34] Organización Panamericana de la Salud y Ministerio de Salud: Estrategia de Cooperación de OPS/OMS con Venezuela 2006-2008. Caracas, junio 2006. Pág. 52.
[35] Informe Panorama Social de América Latina 2006.
[36] Informe Anual de Provea sobre la Situación de los Derechos Humanos en Venezuela octubre 2005/septiembre 2006.
[37] Ministerio de Trabajo: Memoria y cuenta 2005 [CD-Rom] 2006.
[38] El Universal, 25/9/2006, págs.1-10.
[39] Últimas Noticias, 16/01/05.
[40] Discurso realizado en el Panteón Nacional en el aniversario de la muerte de José Félix Ribas. El Nacional, 20/09/05.
[41] Programa Aló Presidente del 23 de octubre de 2005.
[42] Por las letras iniciales del Presidente y el terrateniente afectado por la intervención.
[43] La situación legal de estas tierras está en litigio hasta la prueba de la titularidad de la misma por la familia Azpúrua.
[44] A este caso se le suma el de Paraima (en el estado Cojedes), entre otros, del latifundista Jaime Pérez Branger, que “cede” 30 mil hectáreas de las 54 mil que posee. Obsérvese que no se interviene hasta el límite de las 5.000 hectáreas ni en estos casos, continuando de hecho la existencia del latifundio tal como lo prescribe la Ley de Tierras.
[45] Se refiere con “errores y excesos” a las ocupaciones de los campesinos por cuenta propia tomándole la palabra a Chávez. El Nacional, 10 de octubre de 2005.
[46] Dirigente de la corriente inglesa The Militant e inspirador del grupo Corriente Marxista Revolucionaria (CMR) de Venezuela, que se caracteriza por su apoyo a Hugo Chávez y su revolución bolivariana.
[47] Ya hemos explicado en otros artículos cómo el revolucionario ruso León Trotsky, cuando analizaba gobiernos del tipo de Cárdenas en el México de los ‘30 afirmaba que: “En los países industrialmente atrasados el capital extranjero juega un rol decisivo. De ahí la relativa debilidad de la burguesía nacional en relación al proletariado nacional. Esto crea condiciones especiales de poder estatal. El gobierno oscila entre el capital extranjero y el nacional, entre la relativamente débil burguesía nacional y el relativamente poderoso proletariado. Esto le da al gobierno un carácter bonapartista sui géneris, de índole particular. Se eleva por así decirlo, por encima de las clases. En realidad, puede gobernar o bien convirtiéndose en instrumento del capital extranjero y sometiendo al proletariado con las cadenas de una dictadura policial, o maniobrando con el proletariado, llegando incluso a hacerle concesiones, ganando de este modo la posibilidad de disponer de cierta libertad en relación a los capitalistas extranjeros”. Desde nuestro punto de vista, por el otorgamiento de ciertas concesiones al movimiento de masas y la búsqueda de cierta libertad en relación al capital extranjero el régimen de Chávez tiende a ubicarse en esta segunda perspectiva, lo que nos permite afirmar que tiene rasgos bonapartistas sui generis de izquierda.
[48] Chávez en la IV Cumbre de la Deuda Social. ABN, 25 de febrero de 2005.
[49] ídem.
[50] Chávez en el FSM, Porto Alegre. Venezuelanalysis.com, 30 de enero de 2005.
[51] Hugo Chávez, El Nuevo Mapa Estratégico, www.minci.gov.ve
[52] Escotet es presidente de la Junta Directiva del Banesco, uno de los mayores bancos del país. El Nacional, 11 de diciembre de 2006.
[53] Entrevista a Elías Jaua, publicada en aporrea.org, 21 de febrero de 2005.
[54] Informe Provea Anual.
[55] Capital y Desarrollo. El Rey Petróleo. Domingo Alberto Rangel. Tomo II. Pág. 9.
[56] Idem, pág. 43.
[57] Idem, pág. 30.
[58] La lucha Armada en Venezuela. Pedro Pablo Linárez. 2006. Caracas. Universidad Bolivariana de Venezuela. Pág. 19.
[59] Estado y el Movimiento Estudiantil (1958-1980). Margarita López Maya, y Nicolás Werz. 1988. Caracas: Cendes. Págs. 11-14.
[60] El Estado Mágico. Fernando Coronil. Caracas. Editorial Nueva Sociedad. Pág. 254.
[61] Idem, Págs. 256 y 257.
[62] En un contexto polarizado por la radicalización de la Revolución Cubana en los años ’60, la cual se convirtió en un modelo atractivo para grandes sectores juveniles de los partidos fundamentales (excepto COPEI), los pactos que llevaron al nuevo régimen de dominio no pudo contener a estos sectores que venían siendo fuerzas importantes en la resistencia contra la dictadura de Pérez Jiménez.