Estrategia Internacional N° 6
Invierno de 1996

LA CUESTION NEGRA EN ESTADOS UNIDOS HOY

Eva Guerrero y Gustavo Dunga

La cuestión negra bajo el capitalismo
La cuestión negra y la III Internacinal
Los negros norteamericanos en la decadencia del imperio
Resurge la lucha negra... y los aprestos de los fascistas
El fracaso de la Acción Afirmativa y la necesidad de una política revolucionaria

La revuelta de Los Angeles, la tensión y posterior algarabía luego del juicio a O.J. Simpson, la marcha de "un millón de hombres negros", son claros ejemplos de la aparición con toda agudeza de la "cuestión negra". No son sólo los EE.UU. Hemos visto la emergencia del "problema negro" también en países cómo Brasil donde no existía una tradición de lucha por los derechos del pueblo negro con tanta continuidad como en los EE.UU.
La reaparición de este fenómeno político tiene su explicación en que la crisis imperialista golpea en primer lugar sobre los pueblos oprimidos. La población negra sufre esto tanto en el continente africano -el más pobre del mundo- como entre sus miembros diseminados por los países imperialistas y las semicolonias.

 

LA CUESTION NEGRA BAJO EL CAPITALISMO

La rapiña imperialista sumergió al continente africano en condiciones de verdadera barbarie. En los siglos pasados, 200 millones de negros fueron trasladados para servir como esclavos en las plantaciones coloniales que enriquecieron a las metrópolis, muriendo casi la mitad de ellos en el camino, en las infectas bodegas de los buques negreros. Todo ello para poner de pie al capitalismo industrial. En la época imperialista, Africa fue botín de Inglaterra, Francia, Portugal, Bélgica, Alemania e Italia y uno de los centros de sus rivalidades, que llevaron a estas potencias a la primera guerra mundial.

Alrededor de 200 millones de negros fueron arrancados de su tierra natal y traídos como esclavos durante 300 años a las colonias americanas. Desde aquí sirvieron para levantar el capitalismo en Europa Occidental y después para construir el país imperialista más poderoso del mundo, Estados Unidos. Fue un proceso que causó la muerte, la enfermedad y la miseria más aberrante, el retroceso a los niveles más inhumanos de un continente entero exprimido como precio del desarrollo de las potencias imperiales, de cuyas migajas comió durante décadas la aristocracia obrera, la cual le volvió las espaldas al saqueo, la destrucción, a la realidad de una nación negra dividida y expoliada.

La cuestión negra en EE.UU. debe plantearse como parte de la lucha del pueblo negro en todo el mundo por terminar con su opresión.

El imperialismo yanqui, que se ponía de pie desde finales del siglo XIX, tuvo como condición de su surgimiento la instauración del "apartheid" para los negros liberados, mientras se presentaba como el campeón de la democracia ante el mundo.

La industrialización en Sudáfrica, contempló el fenómeno del surgimiento del proletariado de color de la mano de medidas segregacionistas que culminaron con la instauración de una suerte de "apartheid", sostenidos por el estado y el ejército sudafricanos, adalides de la contrarrevolución en el continente.

Las luchas anticoloniales de la segunda posguerra condujeron a la independencia formal de toda Africa continental. Era la época de la decadencia de los imperios británico, francés y belga, y la emergencia indisputable de la nueva potencia: EE.UU. Pero las revoluciones anticoloniales quedaron congeladas por estar dirigidas por nacionalistas burgueses (Egipto, Argelia, Sudán) o por direcciones stalinistas como las de Mozambique y Angola, y retrocedieron hasta llegar a la situación actual, en la que estos países son nuevamente semicolonias imperialistas y se hunden bajo la explotación directa de los monopolios imperialistas, bajo el agobio de las deudas externas, bajo la imposición de dictaduras sangrientas que garantizan esa rapiña (como en Nigeria), guerras tribales alimentadas por distintas potencias imperialistas (Ruanda, Liberia, etc.)1.

 

LA CUESTION NEGRA Y LA III INTERNACIONAL

La "cuestión negra" mantiene hoy tanta actualidad como la que le concediera la III Internacional en su momento. Es una de las muestras más claras de que el imperialismo es la fase decadente del capitalismo y que después de más de un siglo no propone a los pueblos oprimidos otra salida que el hundimiento en la miseria más extrema y la condena a padecer las peores enfermedades, guerras y masacres recurrentes.

Para adentrarnos en cómo la cuestión negra se manifiesta hoy en los EE.UU nosotros partimos de reivindicar la visión de la III Internacional sobre la cuestión negra como la lucha de un mismo pueblo que se manifiesta más allá de continentes y fronteras, y del rol esencial que le cabe a los negros norteamericanos en la lucha por la liberación del pueblo negro en su conjunto: "La guerra de secesión llevada a cabo, no para liberar a los negros, sino para mantener la supremacía industrial de los capitalistas del norte, puso al negro en la obligación de elegir entre la esclavitud del sur y el trabajo asalariado en el norte. Los músculos, la sangre, las lágrimas del negro ‘liberado’, ayudaron al establecimiento del capitalismo americano, y cuando, convertido en una potencia mundial, la América fue arrastrada a la guerra mundial, el negro americano fue declarado el igual del blanco para matar y hacerse matar por la democracia. Cuatrocientos mil obreros de color han sido enrolados en las tropas americanas, donde han formado regimientos ‘Jim Crow". Apenas salidos de la guerra, los soldados negros, que volvieron a su hogar, fueron perseguidos, linchados, privados de toda libertad, asesinados y clavados en la picota. Combatieron pero para afirmar su personalidad, tuvieron que pagar caro. Se los ha perseguido aún más que antes de la guerra, para enseñarles a ‘quedarse en su lugar’. La amplia participación de los negros en la industria después de la guerra, el espíritu de rebelión que despertaron en ellos las brutalidades de las que son víctimas, pone a los negros de América y, sobre todo, a los de América del Norte, a la vanguardia de la lucha de Africa contra la opresión" (Tesis sobre la cuestión negra).

 

LOS NEGROS NORTEAMERICANOS EN LA
DECADENCIA DEL IMPERIO

Los trabajadores en EE.UU., desde el año ‘81 vienen perdiendo aceleradamente sus conquistas. Reagan, luego de la derrota de la huelga de los controladores aéreos, avanzó sin frenos. Subsidios escolares, seguros de desempleo, préstamos a minorías, seguros médicos, programas de trabajos para jóvenes, fueron limitados o eliminados.

La era Bush no hizo sino acentuar esta tendencia. Algunas cifras lo comprueban: el déficit que en 1988 fue de U$S 155,1 mil millones fue duplicado en 1992 en U$S 290 mil millones, con el peor crecimiento anual medio del país desde los años ‘30: 0,7%. Tras el debilitamiento de la economía y la recesión, Clinton sólo puede mostrar un breve repunte económico coyuntural. La realidad es que en los últimos dieciseis años republicanos y demócratas han logrado acentuar la polarización social. La franja de los más ricos aumenta enormemente sus ganancias, mientras en el otro extremo caen los ingresos de los más pobres. La desocupación y la rebaja salarial golpea muchos sectores importantes de la clase obrera y dentro de la clase, los más perjudicados son los negros e hispanos.

 

Históricamente el sector asalariado de la minoría negra recibió un salario entre un 60% y un 70% del que reciben los blancos. Hacia 1994, 35,6 millones de norteamericanos estaban bajo el nivel de la "línea de pobreza". A este sector pertenecen el 11% del total de la población blanca, el 25% de los hispanos y el 33% de los negros. Siendo los negros el 12% de la población total, su expectativa de vida es del 10% menos que los blancos. Son el 80% de la población carcelaria y el 95% de los condenados a muerte, el 30% de las tropas militares. Un tercio de los negros jóvenes varones está preso o en libertad condicional. Un 60% de los niños negros viven en hogares donde la cabeza de familia es una mujer sola; hay tres veces más de madres solteras negras (33%) que blancas (12%). Tres millones de niños negros sin padre dependen exclusivamente de la limosna del Estado para sobrevivir y quedarán sin ella gracias al esfuerzo conjunto de Republicanos y Demócratas (Fuentes: The Economist, 24/2/96; Newsweek, 30/8/93; Workers Vanguard Nº 631, 20/10/95).

 

Los negros son las presas preferidas de las razzias policiales. Aunque tienen una incidencia de drogas proporcional a los blancos, se los visualiza como los principales usuarios y traficantes. La represión policial se ejerce sobre ellos con particular brutalidad; ser negro y especialmente negro y joven es ser sospechoso; sin embargo, los negros jóvenes tienen tres veces más probabilidades de ser víctimas de un asesinato que los blancos de su misma edad; sus expectativas de ascenso social han bajado de ser la mitad a ser la tercera parte de la de los blancos. Forman parte en mayor proporción de los sectores que sólo cuentan con la ayuda estatal (sea en forma de estampillas de comida, hospitales, escuelas, etc.) y por lo tanto los que sufrirán -ya sufren- la reducción drástica de los gastos sociales. Son también los que más sufren las consecuencias del aumento del desempleo. Los trabajadores negros son y han sido siempre las víctimas privilegiadas de los cierres de empresas y de los despidos "por reestructuración", por ejemplo, en el "cinturón del acero" en Detroit.

RESURGE LA LUCHA NEGRA...
Y LOS APRESTOS DE LOS FASCISTAS

Este aumento de la polarización social y de la degradación de la situación de los negros en los EE.UU. estalló en la revuelta de Los Angeles en 1992. Con una violencia inusitada, donde no sólo los negros sino también los hispanos, destruyeron todo lo que tenían a su alcance, expresando su odio y furia contra la justicia racista que acababa de absolver a los policías que golpearon salvajemente a Rodney King, y contra la miseria y la represión cotidianas.

El veredicto del juicio penal al ex futbolista O.J.Simpson que fue declarado no culpable mostró los dos extremos: de parte de los blancos, y en especial de las editoriales de la prensa burguesa, toda su indignación. En cambio los negros y las minorías oprimidas salieron a festejar por miles a las calles en diversos tipos de manifestaciones. Para ellos el fallo significó un triunfo de los que cotidianamente son pisoteados por la justicia racista y la policía.

La "marcha de un millón de hombres" fue uno de los puntos culminantes del nuevo desarrollo del movimiento negro en los EE.UU. y del florecer de una verdadera "conciencia nacional" del pueblo negro en este país, que también podemos ver en su manifestación cultural en las letras de cientos de canciones de rap, o en la revalorización de la figura de Malcolm X.

Como contrapartida a las acciones de la población negra hemos visto un gran incremento de las acciones y de los miembros de organizaciones abiertamente fascistas. Ejemplo de esto son las milicias de Michigan, que volaron el edificio de la Oficina de Control de Tabaco, Armas y Alcohol en Oklahoma. O el resurgimiento del Ku Klux Klan en el estado de Mississipi que en lo que va de 1996 incendió 16 iglesias donde se reúne la comunidad negra. O la "Milicia de los Hombres Libres" en Montana. Se calculan en 100.000 los miembros de estas milicias, reclutados en sectores de clase media golpeados por la crisis, que reclaman la superioridad del hombre blanco, piden el fin del pago de impuestos al gobierno federal y culpan a los negros e inmigrantes de la crisis.

Para los que llegaron a pronosticar el "fin de la historia", la lucha de los negros y el desarrollo de las bandas fascistas visualizan un futuro muy convulsivo en el propio corazón del imperio, mostrando la imposibilidad del capitalismo en su fase decadente de integrar al pueblo negro y demás minorías oprimidas.

 

EL FRACASO DE LA ACCION AFIRMATIVA Y LA NECESIDAD
DE UNA POLITICA REVOLUCIONARIA

Durante los años ‘50 y ‘60 se desarrollaron las luchas por los derechos civiles. Estas luchas obligaron a la burguesía imperialista a promover la "acción afirmativa", es decir: la eliminación formal de todas las limitaciones de los derechos civiles y acceso a cargos públicos y mayores cuotas en la educación. Así, un minoritario sector de la población negra se incorporó al establishment consolidándose un sector de pequeño burguesía y burguesía negra, y sembrándose en el conjunto de la comunidad la ilusión de que podían cumplirse las aspiraciones de igualdad de los negros en los marcos de la democracia imperialista.

La formidable fuerza puesta en escena por las masas negras, que arrastró a grandes sectores del proletariado y el estudiantado blanco como sus aliados, fue desviada y abortada por obra de las direcciones reformistas y la inexistencia de una dirección revolucionaria que planteara una perspectiva para unir esas luchas al formidable ascenso de masas mundial, que empezó a desarrollarse desde fines de los ‘60 y que en Estados Unidos incluyó la radicalización de la juventud (principalmente contra la guerra de Vietnam) y un importante ciclo de luchas obreras.

La política de Martin L. King, que arrastró a sus seguidores detrás de las banderas del Partido Demócrata; la política de grupos radicalizados como los Panteras, Poder Negro, Malcom X, etc. -que aunque vislumbraron un lazo con los pueblos explotados del mundo, no pudieron superar sus aspectos utópicos y etapistas; junto a la represión por parte del Estado imperialista (asesinando o encarcelando a estos líderes cuando comenzaban a orientarse a posiciones más radicalizadas aún, planteando la unidad con la clase obrera o con los pueblos coloniales), desangró estas luchas. Una vez descabezado el movimiento negro, desmoralizados o desaparecidos sus mejores activistas, coptado un pequeño sector gracias a los dividendos del "boom", e ilusionado el resto por las concesiones formales, las masas negras sólo valieron para los políticos imperialistas como fuente de regateo electoral. Una política auténticamente revolucionaria, que no se arrastrara tras el reformismo ni tras el utopismo radical, podría haber ayudado a delimitar los mejores elementos del movimiento negro, incluyendo a muchos de sus honestos cuadros juveniles radicalizados, incorporándolos a la lucha revolucionaria internacionalista, en el propio seno de la principal potencia imperialista, en el mismo momento en que ésta era derrotada en Vietnam y en que florecía en todo el mundo un poderoso ascenso proletario y de masas.

Las ilusiones despertadas por las pequeñas conquistas de la "acción afirmativa", para la mayoría de la comunidad negra hace tiempo que desaparecieron, arrastradas por la realidad de los ghettos, la represión policial, el desempleo, la discriminación y la falta de futuro, como lo demuestran las cifras de expectativa de vida, de criminalidad, de salarios diferenciados, de movilidad social, etc. Porque por la dinámica propia de la época imperialista, toda conquista arrancada al estado capitalista-imperialista que no destruye la fuente de miseria y opresión (al propio imperialismo) se termina perdiendo por el mismo ataque de los explotadores en su insaciable sed de ganancias.

No sólo se mostró falso el proyecto de la burguesía de integrar a los negros, sino que han quedado sin base de sustentación real las direcciones reformistas negras que proponían este camino. Los hechos objetivos que arriba mencionamos han hecho reverdecer el nacionalismo y el separatismo. Las direcciones como Farrakhan intentan darle una salida reaccionaria a ese movimiento y evitar que desarrolle todas sus potencialidades.

El resurgir del nacionalismo expresa un sentimiento legítimo producto de condiciones objetivas de opresión y explotación sufridas por el pueblo negro, un intento de construir una identidad que los libre de la explotación y el racismo del imperialismo.

Para nosotros no puede existir un partido verdaderamente revolucionario en los EE.UU. si no se nutre de los sectores más oprimidos y explotados del proletariado, en este caso, los negros y latinos. Todo partido revolucionario debe aspirar a engrosar sus filas con estos sectores. Para lograrlo, es imprescindible que los trotskistas levantemos el derecho de los negros a la autodeterminación (e incluso a la separación con un Estado propio si así lo pretenden). Como ya señalara Trotsky, esto nos permitiría dialogar con las masas negras diciéndoles que estamos porque sean ellas las que decidan si quieren permanecer en un Estado común con los blancos, o si quieren construir un Estado propio. A la vez explicamos que nosotros, como trotskistas, opinamos que sería mejor dar la lucha contra el imperialismo en el marco de un mismo Estado junto a los obreros blancos.

Esta política es la única que nos permitirá ganar la confianza de las masas negras, socavada por siglos de racismo y explotación. La defensa del derecho a la autodeterminación del pueblo negro (incluyendo la construcción de un Estado propio), debe ser uno de los ejes a levantar en un programa de acción para la intervención del conjunto del proletariado yanqui, programa al que, articulando las demandas democráticas de las minorías oprimidas con las reivindicaciones directamente socialistas del proletariado blanco, hemos intentado aproximarnos en Estrategia Internacional Nº 2.