Estrategia Internacional N° 10
Noviembre/Diciembre  - 1998

Cono Sur
LA IMPUNIDAD DE LOS GENOCIDAS

Claudia Cinatti

Al cierre de esta edición, la Corte Suprema de Londres reconocía la “inmunidad diplomática” del ex dictador Pinochet. Aunque todavía permanece bajo arresto y sin poder salir del país, a la espera de una apelación que la justicia española hará ante la Cámara de los Lores, es muy probable que esta reaccionaria institución británica finalmente lo libere. Más allá de lo que ocurra en los próximos días, lo cierto es que la detención del ex dictador chileno, y actual senador vitalicio, el 16 de octubre en una coqueta clínica londinense desató una verdadera tormenta política en Chile, España, Inglaterra y Argentina, volviendo a destapar la podredumbre de la colaboración de los países imperialistas “democráticos”con las dictaduras del cono sur y la hipocresía de la “diplomacia de la ética”con que ahora Tony Blair y los nuevos gobiernos socialdemócratas pretenden disfrazar su política imperial. También puso al desnudo la complicidad de los gobiernos y partidos “democráticos” del Cono Sur con las fuerzas armadas y su sometimiento al imperialismo En Inglaterra un grupo de exiliados chilenos mantiene un piquete permanente frente a la clínica donde está detenido Pinochet, mientras que en España miles de personas manifestaron a favor de enjuiciar al general y contra la posición del ex presidente socialdemocráta, Felipe González, que salió a defender “la inmunidad diplomática” de Pinochet, mientras crece la tensión en Chile (este artículo fue elaborado a base de informes del compañero Juan Maldonado de la LOT de Chile).

CRISIS DE LA “TRANSICION PACTADA” EN CHILE

El arresto de Pinochet está sacudiendo a todo Chile y acentuó la gran polarización social que ya existía en ese país. Por un lado, la patronal y la clase media acomodada exige la libertad inmediata del ex dictador con argumentos que van desde que Pinochet es el héroe que los salvó del “comunismo internacional” hasta la demagogia nacionalista de “defensa de la soberanía”. Por otro, los sectores más explotados y castigados por el “modelo económico”chileno impuesto durante los años de la dictadura, festejan su arresto, enfretándose con los partidarios del pinochetismo y la policía en las calles de Santiago.

En este marco, el régimen de la Concertación y su “transición pactada” con los genocidas está sufriendo su peor crisis. Los partidos del gobierno, la Democracia Cristiana a la que pertenece el presidente Frei, el Partido Socialista, al que pertenece Lagos, el principal candidato presidencial y el PPD (Partido por la Democracia) y los partidos de la derecha pinochetista, la Unión Demócrata Independiente (UDI), la Renovación Nacional y la Iglesia, están haciendo lo imposible para liberar a Pinochet. Pero para la derecha pinochetista todo esto no resulta suficiente y, como protesta se retiró de sus bancas en el senado provocando una importante crisis institucional.

El afán del gobierno de la Concertación por liberar al ex dictador no sorprende. Ellos son los que pactaron la “transición” a cambio de garantizarle impunidad a los genocidas y su continuidad en el régimen “democrático” gracias a la Constitución pinochetista del 80. Los “demócratas” de la Democracia Cristiana son los mismos golpistas que en el 73 apoyaron a Pinochet, y que le dieron todo su apoyo para que asuma como senador vitalicio en marzo de este año. El presidente de la Cámara Alta y candidato presidencial por la Democracia Cristiana, Andrés Zaldívar, aseguró que “Pinochet es un factor clave para completar el proceso de transición”. (El Mercurio, 28/10)

Por otra parte, el Partido Socialista, que se prepara para ser el más fuerte de la Concertación e imponer un candidato presidencial “a la izquierda” de Frei, ha mostrado todo su servilismo tomando como bandera propia la liberación del ex general para lograr la “tan ansiada reconciliación de los chilenos”.

Según informó el diario argentino Clarín del 25/10, Lagos estaría encabezando una “misión secreta” para lograr que el presidente brasilero se una a los reclamos de Chile en Londres. Este “socialista” declaró que: “El país conoce mi opinión sobre Pinochet, no la del general que está en la clínica, mi opinión sobre el general que nos hizo sufrir mucho, pero hoy el país quiere mirar hacia delante” y no sólo se mostró “comprensivo” con las gestiones del gobierno a favor del general, sino que reconoció “el dolor tremendo que un sector de Chile sufre por lo que le ocurre al general Pinochet”. Los funcionarios socialistas del gobierno, como el canciller Insulza, son los que están encabezando la misión diplomática para liberar al general. Son tan canallas que, para justificar su política, recuerdan que han sido torturados o perseguidos por la dictadura pero que “han perdonado” por el bien del país. Todos estos partidos recurrieron a la iglesia y organizaron una misa para rezar “por la paz y la unidad”, llamando a las víctimas del genocidio a perdonar a sus verdugos.

Esta política del Partido Socialista está produciendo una crisis interna, mientras que la dirección teme que las autoridades le estén ocultando información sobre gestiones secretas para liberar al general, un sector, entre ellos la juventud, exige una posición partidaria más firme, y a riesgo de enfrentarse incluso con el propio canciller socialista, reconoció la jurisdicción de la justicia española para encarcelar a Pinochet en una declaración donde afirman que “el ex gobernante puede ser juzgado en el exterior porque en nuestro país no se ha hecho justicia” (El Mercurio, 28/10)

El Partido Comunista Chileno, que desde el fin de la dictadura en 1990 actúa como sostén por izquierda de la Concertación, no ha cambiado su política. Fiel a su estrategia de colaboración de clases, el PC, junto con parlamentarios de “izquierda” de la Democracia Cristiana como Jorge Lavandero que integran el Movimiento por la Dignidad, fue uno de los principales impulsores de la movilización del 25/10, llamada para “festejar” el arresto de Pinochet, a la que asistieron más de 30.000 manifestantes. Su política es la de ser los más ferviente defensores de la justicia imperialista de Gran Bretaña y España, y en lugar de llamar a las masas a movilizarse independientemente de estos “falsos demócratas” y justicieros de la “tercera vía”, llama a confiar en las querellas y juicios presentados ante el Juez Baltasar Garzón.

Esos miles de chilenos que se movilizan una vez más contra el genocida Pinochet y la farsa democrática de la “transición pactada” deberán enfrentar no sólo a los partidos de la Concertación en todas sus variantes, sino también la política criminal del Partido Comunista, de atar a las masas a algún sector burgués “progresista”, ya sea nacional como Lavandero, o de la “comunidad internacional” como los actuales gobiernos socialimperialistas europeos.

LA DEMAGOGIA DE LOS GOBIERNOS SOCIALDEMOCRATAS IMPERIALISTAS

Los gobiernos reformistas socialdemócratas que gobiernan 13 de los 15 países de la Unión Europea, luego de casi dos décadas de gobiernos conservadores en el continente, se ven obligados en algunas oportunidades a hacer algunas concesiones mínimas, o gestos demagógicos porque sus gobiernos son una expresión distorsionada de que ha cambiado la relación de fuerzas a favor de las masas y que ya no pueden seguir gobernando como la derecha “neoliberal”. La detención de Pinochet, ese emblema de años muy negros para el movimiento de masas y el repudio a las declaraciones de Margaret Thatcher (ver artículo) por parte del gobierno británico son una prueba más de este cambio de la situación política. Esto hace que algunos admiradores de la socialdemocracia, como el Partido Comunista Chileno, quieran hacer creer a la vanguardia obrera y popular que estos gobiernos son “progresivos”, ocultando su verdadero carácter patronal e imperialista.

Para los trotskystas principistas, estos gobiernos socialimperialistas pregonan la “ética” de detener (y eventualmente liberar) a viejos genocidas, para no tocar jamás a sus cómplices imperialistas como Estados Unidos que planificó el golpe militar chileno, que entrenó en la tortura a las fuerzas armadas de América Latina, que asesinó a miles de nicaragüenses a manos de los “contra” y que recientemente, esta vez bajo el mando de un presidente “progresista” como Clinton bombardeó impunemente Sudán y Afganistán y bendice al carnicero Milosevic. O en el caso de España, a Felipe González y su maquinaria militar que organizaron los GAL, versión española de la Triple AAA argentina, con los que asesinaron y torturaron a cientos de militantes etarras, para no hablar del Reino Unido, que hizo lo mismo con cientos de militantes del IRA que luchaban por la independencia de Irlanda del Norte de la corona británica. Por eso los revolucionarios llamamos a no depositar ni un gramo de confianza en la justicia imperialista que, aunque se disfrace de “izquierdista” está al servicio de los intereses del gran capital, la misma justicia que ampara los contratos leoninos de las empresas privatizadas en nuestro continente. Aunque estamos a favor de aprovechar cualquier brecha que permita que los responsables de las masacres y torturas durante los años de las dictaduras militares en América Latina sean encarcelados, afirmamos que sólo la movilización independiente y revolucionaria de las masas podrá cerrar cuentas con los genocidas y sus cómplices.