Bolivia: “Cortocircuito” en la Constituyente
Primera crisis política del gobierno de Evo
06/09/2006 La Verdad Obrera N° 203
El viernes 1/9 el MAS de Evo Morales hizo aprobar un reglamento de debates para la Constituyente que, al fijar la mayoría absoluta (50% más 1 voto) en la aprobación de medidas, le permite “aflojar” el cerrojo que se impuso a sí mismo al pactar con la derecha (PODEMOS, Movimiento Nacionalista Revolucionario, Unidad Nacional) y los “cívicos” una Ley de Convocatoria que exige la mayoría de dos tercios para aprobar la futura constitución.
Esto provocó el rechazo de la oposición burguesa y todo terminó en un escándalo, con el representante masista Román Loayza gravemente herido y la derecha abandonando la sesión. Con este “cortocircuito” en las negociaciones se abrió una importante crisis política que cuestiona el futuro de la asamblea y es una seria prueba de fuerzas entre la oposición derechista y el gobierno.
Días difíciles para Evo Morales
El gobierno no venía “girando a la izquierda” sino en un giro “concertacionista”, buscando limar diferencias con los empresarios, terratenientes y transnacionales, y moderando sus ya tibias propuestas: su política petrolera sufrió un golpe con el escándalo del contrato Iberoamericana/YPFB (que vulnera su propio decreto de “nacionalización”) y la censura al ministro de Hidrocarburos, Solís Rada, en el Senado, lo que obligó a Evo Morales a dejar “caer” a Alvarado -ex presidente de YPFB, de filiación nacionalista-. Su anunciada “reforma educativa” nace pactada con los empresarios de la educación privada y la Iglesia.
Mientras pide al imperialismo norteamericano una ampliación de las preferencias comerciales de la APTDEA (siglas en inglés del Acuerdo de Preferencias Comerciales y Erradicación de Drogas), Evo reconoce que hay “coca excedentaria”, provocando descontento en zonas cocaleras.
Estas concesiones no calman a la derecha y al imperialismo, más bien (junto a las maniobras de Evo para controlar la constituyente) la alientan a ejercer más presión. A su vez, comienzan también a erosionarse las ilusiones en sectores de trabajadores y el pueblo y comienza a despertar cierto descontento.
Así el MAS enfrentó la semana pasada una importante ola de conflictos: paro del magisterio, transportistas, conflictos en el sector salud, normalistas, bloqueos rurales y otros, ante lo que voceros oficiales hacen campaña contra los “movimientos sociales” que se movilizan y contra el trotskismo (como contra el POR en el magisterio urbano, y la LOR-CI en recientes conflictos obreros), que a sus ojos representa el fantasma del desborde de sectores radicalizados.
En esta situación crecen las fricciones internas en el MAS y un mayor protagonismo del vicepresidente García Linera y el ala “moderada” que asume las negociaciones con Brasil y Petrobrás, con EE.UU. y también en la Constituyente, donde el MAS enfrenta la contradicción de buscar un pacto con el conjunto de la clase dominante, al mismo tiempo que conservar las ilusiones de su base social.
Prueba de fuerzas
Estas tensiones llevaron a la actual crisis. La derecha y los “cívicos” se reunieron en Santa Cruz para articular sus filas, con el paro cívico del 8/9 como presión de las regiones que reclaman la autonomía, exigiendo “respeto a la democracia” y buscando un acercamiento con sectores de Occidente, sabiendo que el discurso cerradamente regionalista es un obstáculo para unificar una alternativa derechista sólida a nivel nacional. Al mismo tiempo, acusando al gobierno de “violar la ley”, preparan el terreno para presiones mayores, en caso de que no haya acuerdo.
Mientras, Evo Morales hace duras críticas a PODEMOS y los prefectos, y hasta insinúa apelar a las FF.AA., pero realiza nuevas ofertas a través de García Linera para modificar el reglamento y alienta a no movilizar. Su estrategia sigue siendo un pacto con los representantes de los empresarios, los terratenientes y las transnacionales para salvar su proyecto de Constituyente concertada.
Volver a la mesa para discutir los términos de una “Constituyente de concertación”
Dirigentes empresariales, diarios como La Razón o El Deber de Santa Cruz, la Iglesia y la “cooperación internacional” presionan para desmontar la crisis, criticando duramente al gobierno, pero también a la “intolerancia” de la oposición y exigiendo un acuerdo para una “Asamblea dentro de la Ley y la democracia”, es decir, con mayores concesiones y garantías a los empresarios, los terratenientes y las transnacionales, pero tratando de evitar el riesgo de una mayor crisis que podría alentar la intervención de las masas, un riesgo que tampoco quieren Evo Morales y García Linera.
Por todo ello, parece más probable que, tras algunos forcejeos, se vuelva a la mesa de negociaciones y a la búsqueda de acuerdos que permitan viabilizar el funcionamiento de la asamblea -lo cual no significa que este sea el último “cortocircuito” sino, probablemente, sólo el principio de duras pugnas políticas en torno al alcance y orientación de los cambios en el tipo de régimen político estatal y las regulaciones de la economía-.
Alerta para los obreros, campesinos y pueblos originarios
El MAS presenta esta crisis como la conspiración derechista contra su “proyecto descolonizador” para “refundar el país”, pero se trata de una Asamblea Constituyente que no es libre ni soberana, no responderá a las legítimas aspiraciones democráticas del pueblo trabajador, pues en su agenda no figuran las tareas de la liberación nacional y social -reforma agraria, nacionalización de los grandes medios de producción, ruptura con el imperialismo, sin las cuales es impensable resolver los grandes problemas nacionales ni resolver las demandas más sentidas: efectiva nacionalización del gas y los recursos naturales, la tierra y el territorio, el trabajo y el salario, la expulsión de las transnacionales, las más amplias libertades políticas y de organización para los trabajadores y el pueblo, irrestrictos derechos a la autodeterminación de los pueblos originarios.
La movilización general a partir de estos objetivos es también la única forma de quebrar el poder de las oligarquías regionales y el control que ejercen sobre “sus” departamentos. Pero la política de conciliación de clases del MAS le permite reagrupar fuerzas a la reacción proimperialista, mientras confunde y desmoviliza a los obreros y campesinos.
¡Urgente! Por un Encuentro Obrero y Popular
Si la derecha concentra fuerzas y discute su política en Santa Cruz, los trabajadores de todo el país debemos hacer lo mismo, para ponernos en pie de guerra contra la reacción y por nuestras demandas. Llamamos a la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia (FSTMB), al magisterio urbano, los trabajadores de salud, los sindicatos combativos, a unir fuerzas para imponer a la Central Obrera Boliviana (COB) la urgente convocatoria a un Encuentro Obrero y Popular; con delegados de base y con mandato de cada empresa o fábrica, barrio popular o comunidad, para discutir una posición independiente y un programa de acción para intervenir ante la actual crisis política generada en torno a la Constituyente; para avanzar en la movilización y organización por las demandas obreras y populares.
Ese Encuentro podría poner en pie una genuina Asamblea Popular, y ayudar a la preparación política y organizativa para retomar el camino de Octubre, el de la movilización revolucionaria y el poder obrero y campesino, para derrotar a la reacción y el imperialismo.
Proponemos construir un bloque de los sindicatos combativos y clasistas, y la izquierda obrera y socialista, para impulsar ese Encuentro con una política independiente de los trabajadores. Con esta propuesta intervenimos desde la LOR-CI en el ampliado de la COB que se realizó en La Paz el miércoles 6 de septiembre.
"La liberación nacional y social no está en la agenda de la Constituyente"
En Palabra Obrera n° 15, mensuario de la LOR-CI, en el documento “El proceso revolucionario, el gobierno del MAS y la constituyente”, trazamos un análisis de la situación política boliviana que enmarca la crisis actual. El lector interesado puede encontrarlo en nuestra página web: www.lorci.org