Un equilibrio inestable que alentará más lucha de clases
Chile: Resultado electoral
18/11/2013
Bachelet y la Nueva Mayoría ganaron con el 46,7%, mientras que la derecha alcanzó apenas el 25%. Aunque dio paso, contra lo que esperaba la Nueva Mayoría y temía no lograr la derecha, a una segunda vuelta.
Pero se trata de una caída de la derecha importante tras lograr poco más del 50% con Piñera en las elecciones del 2009, en el 2005 entre Piñera y Lavin (que fueron separados en la primera vuelta) los votos de la derecha sumados alcanzaron 48,6%, en 1999 Lavin alcanzó el 47,5% en la primera vuelta. En forma distorsionada, refleja un desplazamiento general del ánimo político a la izquierda, aunque en forma moderada, con “ilusiones posibilistas” (es decir, más que disponerse a hacer los cambios necesarios, alcanzar apenas los posibles).
La participación fue baja: 56% (6.691.840 de un padrón electoral con 13.573.143 habilitados para sufragar). El resultado es que la votación de Bachelet representa apenas el 22% del total, y la de Matthei el 12%. Es un régimen frágil, ilegítimo, e inestable.
La relación general de fuerzas parlamentaria se mantiene en un equilibrio inestable, que obliga a intentar recorrer nuevamente el camino de los acuerdos y consensos, pero en condiciones más difíciles. Y así es que se debilitan los dos caminos para intentar contener, frenar o canalizar los procesos de lucha de clases abiertos como cuestionamientos al régimen heredado de la dictadura: el camino de reformas cosméticas por la vía parlamentaria de la Nueva Mayoría, y el camino de la defensa cerrada y atrincherada de la derecha.
Además, esa relación general de fuerzas parlamentaria no se corresponde con la relación general de fuerzas política, que se expresa en el 44% que no votó, el 20% de votos para partidos por fuera de la derecha y la Nueva Mayoría, y el cambio en los pesos de los partidos al interior de las dos coaliciones dominantes. Pero principalmente, se expresa en las dificultades para poder usurpar las demandas de la lucha de clases con reformas parlamentarias. Aunque no lograron expresarse políticamente, con los bajos resultados de las candidaturas de Marcel Claude y Roxana Miranda, esas demandas, y los procesos de la lucha de clases, tenderán a intensificarse.
La caída del árbitro
Se discutía en los días previos que la alta popularidad de Bachelet, le permitiría arbitrar sobre las diferencias al interior de su alianza. Y más aún usurpar con su figura las demandas crecientes que irrumpen con las luchas de los estudiantes, los trabajadores y los pueblos castigados de las Regiones. Era una carta fuerte a la que apostaba la clase patronal.
Los resultados no le permitirán jugar ese rol: Bachelet alcanzó el 46,7%, y los partidos de la Nueva Mayoría, en su votación a Diputados, alcanzó el 47,7%.
Todo tendrá que ser dificultosamente negociado en el Parlamento, que dificultará avanzar en las reformas con las que pretendía sacar las demandas de la calle.
Aires noventistas: Precario equilibrio parlamentario y debilitamiento del intento patronal de contener las demandas de la lucha de clases
El camino de la Nueva Mayoría era impulsar tres reformas (educacional, tributaria y constitucional) para contener los cuestionamientos a toda la herencia de la dictadura con las demandas impuestas por la lucha de clases.
Pero este camino se debilita. La relación de fuerzas parlamentaria queda equilibrada: 46,7% para la Nueva Mayoría, 36,4% para la derecha, un resultado similar al de todos los años pasados. La Nueva Mayoría subió sus Diputados de 57 a 67, la derecha bajó de 56 a 49, los independientes bajaron de 7 a 3. En Senadores, la Nueva Mayoría subió de 20 a 21, la derecha quedó igual en 16, más 1 independiente.
Aunque la Nueva Mayoría subió, no le alcanza para el conjunto de reformas (cosméticas) que pretendía. No le alcanza para la reforma constitucional (requería 80 diputados y 26 senadores). Sí le alcanza para la reforma tributaria (requiere 61 diputados y 20 senadores). Para la reforma educacional, su centro, tendrá que entrar en complejas negociaciones (necesita 69 diputados y 23 senadores). Esto le da aires noventistas.
Porque no será fácil. Es que, aunque entraron caras nuevas (como la “bancada estudiantil” en diputados), lo cierto es que se debilitó la DC en Senadores, y se fortaleció RN (contra la UDI, que perdió los 2 senadores de la Región Metropolitana). Esto puede dar pie a algunas reformas cosméticas, como el cambio al binominal, que RN estaría a favor, pero difícilmente a los cambios educacionales: la educación gratuita para todos, el fin al lucro, se ve casi imposible. Con RN fortalecida y la DC debilitada, posiblemente se vaya a un bloque en los hechos, que una reforma al binominal terminaría de hacer posible. Ya no se trataría de “díscolos”, sino de algo más convulsivo: una reconfiguración de todo el régimen que aumentará las fricciones entre los de arriba.
De este modo la vía de reformas cosméticas por arriba, vía parlamentaria, se debilita, y se aleja así, la principal política para usurpar las demandas de la lucha de clases. Que tenderá a intensificarse, en nuevas condiciones.
Dificultades en los intentos de recomponer el régimen y una intensificación de la lucha de clases
El debilitamiento del camino de reformas cosméticas parlamentarias, se da con una votación a Bachelet de apenas el 22% sobre el total del padrón, una abstención del 44%, un 20% de los que votaron que no lo hicieron ni por la derecha ni por la Nueva Mayoría, y estos cambios en los pesos de cada partido al interior de cada coalición yendo a una inestable reconfiguración del régimen.
Así, los procesos de lucha del movimiento estudiantil, del movimiento obrero, de los pueblos castigados de las Regiones, tenderá a chocar más con un régimen debilitado, incapaz o con enormes dificultades para intentar usurpar sus demandas. Además, el PC, con 6 diputados y probablemente algún Ministro, en este escenario se debilitará también.
Una intensificación de la lucha de clases es la tendencia más probable. Con algunas perspectivas generales. Una de ellas es que, ante el debilitamiento de los partidos patronales para contener, que los procesos de lucha de clases adquieran un carácter más espontáneo y explosivo. Otra, que ante las trabas del régimen y su incapacidad para expresarla, ganen más fuerza las demandas de carácter democrático, pero con los métodos de la lucha de clases. Otra más, que las demandas propias de la clase trabajadora sigan ganando protagonismo e importancia. O que se combinen con las demandas democráticas. Esto no excluye que, para intentar recomponerse, y controlarlas, la Nueva Mayoría deje correr y hasta impulse movilizaciones, como presión sobre el Parlamento para lograr algunas reformas; por ejemplo, reformas laborales alentadas desde la CUT con la presidencia del PC. Tampoco podemos descartar, en un primer momento, una impotente desorientación.
Hay que agregar la baja votación de las candidaturas anti-neoliberales de Marcel Claude y Roxana Miranda: las formas políticas y organizativas que construyan en la misma lucha de clases estudiantes, trabajadores y pobladores, sigue abierta e indefinida. Nuevos, cambiantes y transitorios fenómenos políticos y de la lucha de clases se desarrollarán. La lucha por la construcción de un partido revolucionario de la clase trabajadora, sigue siendo la tarea estratégica y política.
Poner en pie un partido revolucionario de la clase trabajadora para la lucha de clases
Los resultados de las elecciones vuelven a mostrar un régimen ilegítimo e inestable, con la clase patronal y sus partidos llevados a un callejón sin salida, con la salida de las reformas cosméticas debilitada. Pero no hay situaciones sin salida. Hace falta prepararse para un período de mayor inestabilidad política para la clase patronal y sus partidos, y para una intensificación de la lucha de clases.
Para esto, hay que poner en pie un partido revolucionario de la clase trabajadora para la lucha de clases.
Que se prepare para luchar -removiendo todos los obstáculos como el PC, sus direcciones burocráticas y los antineoliberales que sólo echan polvo sobre sus ojos-, para que la clase trabajadora, capaz de paralizar y poner en jaque a la clase patronal, una detrás de sus fuerzas, a todas las fuerzas de los estudiantes, pobladores y mapuche. Y abra el camino de una salida de los trabajadores independiente de toda variante patronal, a las contradicciones del conjunto del régimen, y terminar con toda la herencia de la dictadura, que sigue en pie.