Elecciones en Egipto marcadas por una masiva abstención
El triunfo de Al Sisi busca legitimar el golpe contra revolucionario
05/06/2014
La semana pasada se realizaron las elecciones presidenciales en Egipto, luego de meses de ofensiva contra revolucionaria por parte del Ejército y el gobierno Cívico Militar con represión y persecución (primero contra los partidarios de la Hermandad Musulmana y luego generalizada) para intentar barrer de las calles, a sangre y fuego, los ecos de la primavera árabe.
Con el 96% que lo dio por ganador, el ex jefe del Ejército Al Sisi busca mostrar al mundo la legitimidad del nuevo gobierno y que la abrumadora mayoría del pueblo egipcio apoya las medidas tomadas por el gobierno cívico militar. Como dijo en su primer discurso como nuevo presidente, la ofensiva contra revolucionaria luego del golpe contra Morsi “fue el resultado normal de los sacrificios de los egipcios, en las revoluciones del 25 de enero y del 30 de junio” y que “ahora es el tiempo para el trabajo” del nuevo gobierno y de traer estabilidad a Egipto. La amplia diferencia lograda es engañosa ya que del padrón total de votantes solo lo hizo el 46% (según los dudosos datos oficiales), por debajo de la participación mayor al 50% de las anteriores elecciones en las que ganó Morsi, y una importante parte de votos nulos o impugnados dejaron de ser computados luego del segundo día de votación. Incluso fue necesario extender la elección a un tercer día, la imposición de una multa a los empleados públicos que no votaran y otras medidas por el estilo para garantizar la presencia de los votantes.
Con la Hermandad Musulmana (HM) ilegalizada, la mayoría de la oposición perseguida o encarcelada y meses de campaña para ganar a un sector de la población contra el supuesto peligro terrorista y la amenaza de guerra civil en la que caería el país, se daba por descontado que la elección sería ganada por Al Sisi. Fracasó la apuesta a que una mayoría (superior al 55% de votantes del 2012) concurriera a votar como muestra del apoyo al gobierno. Se expresó una gran apatía por parte de amplios sectores, que vieron la elección como un simple referéndum de apoyo al ex Jefe del Ejército.
La polarización en la que se encuentra la sociedad egipcia luego de la represión e ilegalización a la HM, que no derivó en una pérdida de apoyo a este grupo, explica también por qué el candidato opositor (y único rival) Hamdín Sabbahi no pasara el 4%. Es que Sabbahi se negó a manifestarse en contra de las masacres y persecución contra los militantes de la HM.
El triunfo del jefe contra revolucionario es celebrado por el imperialismo
El nuevo Presidente fue saludado por los principales gobiernos imperialistas. Desde la Casa Blanca dijeron que esperan lograr “avanzar en nuestra asociación estratégica y los muchos intereses compartidos por los Estados Unidos y Egipto”. Por su parte la Unión Europea había garantizado con sus veedores la supuesta transparencia del acto electoral y manifestó que están dispuestos a trabajar “estrechamente” con el nuevo gobierno.
El cinismo de las principales potencias imperialistas no encuentra límite al tratar de mostrar a Al Sisi como un presidente electo democráticamente. Ya habían mirado hacia otro lado durante las brutales masacres a los HM y la represión de los últimos meses, llevada adelante por el gobierno Cívico Militar del cual el ex Jefe del Ejército era parte fundamental. Ahora muestran su apoyo a un gobierno que, esperan, pueda traer el orden a Egipto y la región y garantice los negocios de las multinacionales imperialistas.
Tanto el discurso triunfalista del gobierno egipcio como los saludos hipócritas del imperialismo buscan ocultar que las elecciones fueron garantizadas bajo la bota represiva del Ejército y que más allá del abultado número final, el gobierno de Al Sisi nace con el apoyo de menos de la mitad de la población egipcia y en el marco de una profunda polarización.
La participación electoral mostró que Al Sisi y el Ejército han ganado una importante base social mediante su discurso de la vuelta al orden y la estabilidad para terminar con las penurias económicas y las crisis políticas. Contó también con el apoyo de un amplio arco político que incluye un sector del movimiento Tamarod. Sin embargo sigue habiendo un amplio sector que se opone a las políticas llevadas adelante por el Ejército y la burguesía egipcia. Este sector no solo está compuesto por los partidarios de la HM como pretende mostrar Al Sisi, sino que también expresa el rechazo a la salida contra revolucionaria que, desde el golpe contra Morsi, busca consolidar la vuelta de un régimen como el de Mubarak.
El plan del nuevo gobierno que nace cuestionado por la amplia abstención
El nuevo gobierno con el general Al Sisi a la cabeza, buscará continuar el avance contra el proceso abierto por la primavera árabe y consolidar el clima reaccionario que se vive en la región (lejos de la continua revolución democrática que tratan de ver algunos grupos de izquierda como la LIT-CI, en especial luego del avance de Al Asad en la guerra civil Siria y la reciente elección que lo dio por ganador.
El gobierno tiene como salida a las penurias económicas el mantenimiento del estado de represión y autoritarismo, lo que puede abrir la puerta a diferentes fenómenos, ya que para una importante porción de los egipcios el gobierno nace sin legitimidad. Los últimos meses mostraron una creciente predisposición del movimiento obrero a salir a la lucha reclamando mejoras salariales y contra la persecución a activistas y dirigentes sindicales. Estas luchas fueron cesando en base a la promesa de que el nuevo gobierno se haría cargo de los reclamos de aumento de salario y mejoras laborales en sectores claves como el transporte urbano de pasajeros o las grandes empresas textiles estatales.
La apatía con la que es recibido el nuevo presidente por una gran mayoría (como expresó la abstención), sumado a que no está dicho que pueda dar respuesta a nuevos reclamos obreros, teniendo en cuenta su política neoliberal y la frágil situación económica que durante los últimos años solo trajo más ajuste y penuria para los trabajadores y sectores populares, abren un interrogante sobre la posibilidad de que se asiente el intento de restauración de un régimen similar al de Mubarak.
Por otro lado, en los últimos meses han crecido las acciones extremistas especialmente luego de la persecución e ilegalización de la HM que contenía a importantes sectores pobres de la ciudad y el campo. El estado policial que viven los simpatizantes de la HM sumado a las penurias económicas ha hecho crecer los atentados en lugares públicos por parte de los sectores más extremos ligados a la HM. De escalar puede hacer crecer la inestabilidad en el país.
No está dicho todavía que el nuevo gobierno de Al Sisi vaya a legitimar y asentar el avance contra revolucionario de los últimos meses, ni esta garantizada la posibilidad de una vuelta al régimen similar al de la época de Mubarak. El intento de imponer una salida económica neoliberal puede volver a poner a la orden del día las profundas demandas de la primavera árabe.