Reflexiones ante la izquierda boliviana
La idealización del voto nulo
12/10/2014
A dos días de las elecciones en Bolivia, la certeza que se expresa en las encuestas es el triunfo del partido de gobierno y la reelección de Evo Morales. Quizá lo incierto es que logre los dos tercios ansiados que le daría mayoría en el parlamento. Sin embargo, más allá de los números y del gastado discurso de los diferentes candidatos, estas elecciones van a pasar a la historia por el pobre interés que ha generado en la población.
Lo que sí llama la atención es la manera cómo, a lo largo de este proceso electoral, sectores de izquierda han ido llamando al voto nulo. Si bien el voto nulo no representa un porcentaje significativo y mucho menos una alternativa manifiesta de sectores descontentos con el MAS y el resto de partidos, existe un “sentido común” de no participar en las elecciones o hacerlo sobre la base de buscar “el triunfo del voto nulo” como el Partido Obrero Revolucionario (POR) que ha hecho de esta consigna su bandera.
Dos visiones sobre el voto nulo
La consigna minoritaria que sostenemos desde la Liga Obrera Revolucionaria por la Cuarta Internacional (LORCI) y desde el Partido de los Trabajadores en estas elecciones, es el voto nulo, ésta como resultado de la derrota de la lucha por una expresión de independencia política de los trabajadores. Es decir, la vanguardia de los trabajadores y los estudiantes, se ve en la obligación de votar nulo o blanco debido a que las únicas ofertas electorales son de partidos patronales y empresariales, o como en el caso del MAS, del capitalismo andino y de un nuevo Estado burgués, el estado “integral”. Este voto nulo, es el resultado de no haber podido vencer frente a la burocracia sindical masista que saboteo los intentos de defender la independencia política de los trabajadores, pelea que se expresaba en la construcción del Partido de los Trabajadores. Sin embargo, lo que llama la atención de sobremanera es que las consignas que levanta el POR respecto al voto nulo, que ya no sería expresión de derrota o dificultad para poner en pie una expresión obrera independiente, sino más bien, sería la expresión de la superación de la democracia burguesa en la subjetividad de las masas. Esta concepción del POR está plagada de oportunismo, ya que su“campaña electoral” tiene como norte político la “victoria” del voto nulo acompañado de consignas como “Abajo los partidos capitalistas y el circo electoral” o “las elecciones y la democracia burguesa no solucionan nada”, sin anteponer como eje la independencia política-sindical de los trabajadores y sus organizaciones.
Para argumentar su consigna por la “victoria” del voto nulo, en su prensa oficial “Masas” reproducen un artículo de Guillermo Lora, con fecha de 1997, en el cual analiza el significado político de la abstención. Contrariamente a lo que dice Lora y al unísono los compañeros del POR, el artículo no sólo que es de 17 años atrás, es decir, condiciones políticas, económicas y sociales absolutamente distintas a las actuales, sino que no tiene nada que ver con el marxismo: “El análisis del artículo tiene plena actualidad y la labor de los revolucionarios es la dar contenido político a la corriente abstencionista” (…) “Nos encontrarnos en una situación revolucionaria que avanza hacia adelante, lo que supone la agudización de la lucha de clases. Es esta realidad la que se refleja en el problema electoral, que no debe ser considerado corno la repetición mecánica de los procesos electorales que se dieron en el pasado, es más bien un fenómeno típico e inconfundible” (…) “La abstención electoral -éste es el movimiento legítimo de las masas- expresa el nivel de politización al que ha llegado la clase obrera y lleva en sus entrañas la lucha insurreccional, vale decir de la revolución social. Poco importa que la clase dominante se esfuerce en presentar al carnaval electoral como si fuese la expresión de todo el pueblo.”
Esta visión, es el resultado de una concepción profundamente electoralista desengañada. La última presentación electoral del POR fue en 1985, con el adelantamiento de las elecciones por parte de la UDP (UniónDemocrática Popular), luego de 3 años de hiperinflación, pago de la deuda externa y ataques al salario obrero. A partir de la huelga general de 1984 se abre en Bolivia una situación revolucionaria que adquiere su punto más alto en las jornadas de marzo de 1985 con la ocupación de La Paz, por parte de 10 mil mineros asalariados. Esta situación explosiva y de crisis empuja a la burguesía a adelantar las elecciones como mecanismo de contención y desvío. El POR obtiene 10 mil votos, en un momento en que la burguesía se aprestaba a dar una salida estructural a la crisis con el Decreto Ley 21060 y donde la alianza popular con los trabajadores mineros se había desgastado enormemente al no dar una salida progresiva la clase obrera. Este resultado electoral no esperado por el POR, y en una muestra de un electoralismo sin control, lejos de empujar a la reflexión sobre su rol en esos años, lo va a empujar a afirmar que la “democracia burguesa estaba superada” y que las masas terminaron castigando al partido por no comprender este avance en la conciencia de las masas.
El intento de preservar el “prestigio” de los dirigentes y el partido, anularon cualquier posibilidad de autocrítica de los errores previos y lo condujeron a modificar la realidad: como las masas no se acercaban al partido, eso significaba que la situación estaba muchísimo más a la izquierda que el partido mismo. Esta visión “delirante” propia de sectas sin ambición y sin posibilidades de sembrar una estrategia para vencer, ha permeado a franjas de la vanguardia y trabajadores avanzados que repiten estos eslóganes mientras la burguesía aprovecha elección tras elección para revitalizar el régimen semicolonial y relanzar nuevos y más ataques a las condiciones de vida de los trabajadores. Mientras el POR se la pasó afirmando que “el circo electoral” no penetraba en el pueblo, elección tras elección se desmontaron conquistas obreras, se entregaron los recursos naturales, las empresas estatales se privatizaron, etc. El circo electoral porista era en realidad un circo romano donde los trabajadores no pudieron contar con una alternativa de independencia de clase que pudiera ser un referente e instrumento de reagrupamiento para luchar. Por eso va a ser el MAS y Evo Morales quienes capitalicen todo el descontento luego de que las masas demolieran el régimen de “democracia pactada”.
Lo que sí queda claro es que, en estas elecciones, nuevamente queda planteada la urgencia de construir un Instrumento Político de los Trabajadores como expresión de independencia política y sindical de la clase obrera, que tiene como correlato, la lucha por la construcción del Partido de los Trabajadores, enfrentando a la burocracia sindical masista, recuperando los sindicatos y preparándonos para dar batalla en el próximo congreso de la Central Obrera Bolivia (COB). En estas circunstancias el voto nulo o blanco representa la única opción ante la falta de una alternativa obrera independiente, tanto del gobierno como de los partidos empresariales.