Asumió José "Pepe" Mujica en Uruguay
“Más de lo mismo” será la frase que marque su gobierno
05/03/2010
El pasado 1° de marzo, y ante una multitud de seguidores, José Mujica, candidato electo por el gobernante Frente Amplio, asumió como presidente del Uruguay en una ceremonia que contó con la presencia de las más diversas personalidades del arco político internacional, desde los más “díscolos” de la región como el venezolano Chávez y el boliviano Morales hasta la secretaria de Estado norteamericana Hilary Clinton (que se encuentra haciendo campaña en Latinoamérica a favor del reconocimiento del fraudulento presidente electo en Honduras) y el asesino presidente colombiano Uribe. Todos estuvieron presentes aplaudiendo con fervor y elogiando los dichos del ex tupamaro.
Tanto en el Palacio Legislativo como en el acto oficial de traspaso de mando, el “Pepe” dio sendos discursos donde dejó bien en claro los lineamientos de su próximo gobierno. Ante todo dijo que el suyo será un gobierno de continuidad con el anterior, “más de lo mismo”, especialmente en el plano económico y en su relación con los Estados Unidos. Reivindicó la participación de las tropas uruguayas en Haití, como faldero de las tropas yanquis (inclusive después de todas las acusaciones a las violaciones a los derechos humanos que pesan sobre esas fuerzas), llamó al diálogo y a la concertación a los derechistas partidos Nacional y Colorado, como ya lo había hecho antes de las elecciones convocándolos a que participen de los organismos de gobierno y control, y destacó a la educación como una de sus prioridades, aunque anticipó que para aumentar su presupuesto debería quitárselo a alguna otra obra pública.
Una “izquierda responsable” al servicio de los negocios capitalistas
Distintos medios presentan este triunfo frenteamplista y las perspectivas del futuro gobierno como el resultado de la construcción de una “izquierda responsable” en Uruguay. Los propios empresarios e inversores, preocupados en cómo garantizar y aumentar sus ganancias, elogian hoy a Mujica –a pesar de su pasado guerrillero- y apoyan su gobierno de “izquierda” porque presenta ante todo una profunda continuidad con su predecesor Tabaré Vázquez, que mientras puso en marcha programas de asistencia social para los sectores más postergados (con lo que ganó altos índices de popularidad), garantizó un clima favorable a los negocios, fomentó la instalación de multinacionales, como Botnia, profundizó al proceso de extranjerización y concentración de la tierra y pagó puntualmente los vencimientos de la deuda externa.
Primero en la intendencia de Montevideo y luego en la presidencia, el Frente Amplio no gobernó para satisfacer las necesidades de las mayorías populares, sino que lo hizo para beneficiar a los grandes grupos económicos, tanto nacionales como extranjeros. Y Mujica se propone a seguir ese camino, de administrador de un estado al servicio de esos intereses. Ya lo vimos en el Hotel Conrad en Punta del Este cuando juraba en un almuerzo organizado por López Mena, el multimillonario dueño de Buquebus, ante lo más rancio de la burguesía local y extranjera que “acá nadie les va a expropiar nada ni doblarles el lomo con impuestos”. Dejaba asegurado que Uruguay es un país donde se puede invertir con total tranquilidad, que hasta los mismos empresarios quedaron conmovidos y súper contentos por estas declaraciones.
Mujica anunció medidas más represivas que su predecesor, como privatizar las cárceles, meter mano dura a los consumidores de “pasta base”, sacar a los milicos a las calles para combatir la delincuencia… ni hablar de anular la Ley de Caducidad, que permitiría juzgar a los responsables de los crímenes cometidos en la última dictadura militar, del que el propio Mujica fue también víctima. El mensaje pro patronal no es sólo para los empresarios, sino también para los trabajadores: ya avisó que será más duro con las luchas obreras, dijo que hay que trabajar le guste a quien le guste (pensando especialmente en el combativo gremio de los empleados municipales de Adeom, para que no se oponga a su proyecto de reforma del estado).
Por si faltara alguna muestra del grado de domesticación de esta supuesta “izquierda seria”, los representantes de la derecha uruguaya, como el “Qki” Lacalle del Partido Nacional o Pedrito Bordaberry (el hijo ni más ni menos que del dictador actualmente preso) junto al ex presidente Sanguinetti, ambos del Partido Colorado felicitaron los discursos de Mujica por su mesura y por haber dejado “viejas ideologías” atrás.
Por una organización independiente de los trabajadores y trabajadoras
Pese a que ya hay una extensa experiencia con el Frente Amplio, sus sectores “progresistas” siguen sosteniendo la política del “mal menor” como justificación de su apoyo al gobierno. Pero es mentira que este tipo de política es la única posible. Este discurso mediocre y posibilista que nos llama a la resignación diciendo “es lo que hay valor”, discurso al que nos tiene acostumbrados muchos políticos (como los del Partido Comunista y el Movimiento de Participación Popular, ambos integrantes del FA) de que el tiempo pasado ya fue, que las banderas levantadas ayer ya quedaron obsoletas y, como aquí diría la CTA argentina, la clave ahora es pelear porque otro capitalismo es posible, un capitalismo más humanizado y social.
Más allá de las ilusiones que Mujica pueda generar en amplios sectores de la sociedad, que esperan que sea un gobierno más de “izquierda”, el Frente Amplio seguirá gobernando al servicio de los empresarios. No hay medias tintas: o se está con los trabajadores y el pueblo o se garantizan los negocios de los capitalistas, cuyas ganancias crecen a costa del pueblo pobre y trabajador. Para luchar por sus propios intereses es necesario que los trabajadores y trabajadoras y la juventud avancen en la construcción de su propia herramienta política, independiente de todos los partidos patronales y de la estrategia de conciliación de clases del Frente Amplio.