Histórica reunión con la Iglesia católica
Raúl Castro con los enemigos de la revolución cubana
30/05/2010
En un hecho inédito, el jueves 20 de mayo Raúl Castro se reunió con la máxima jerarquía católica cubana. En una reunión de cuatro horas conversaron sobre la situación de los “presos políticos” con problemas de salud y la huelga de hambre del opositor Guillermo Fariñas.
Se espera que en breve el gobierno comience a trasladar presos con problemas de salud a centros de detención cercanos a sus domicilios o bien a hospitales, como gesto de distensión y buena voluntad. Las autoridades eclesiásticas y líderes y referentes de la oposición derechista como Laura Pollán de las Damas de Blanco o el propio Fariñas, manifestaron su esperanza de que esto continúe más tarde en la liberación directa de presos.
No sería la primera vez que el gobierno cubano libera “presos políticos”. Durante el gobierno de Fidel Castro se dieron casos de liberaciones masivas en 1978 y 1998 donde el gobierno se ubicaba mostrando autoridad, desde una posición de fuerza. A su vez, de los famosos 75 presos arrestados en 2003 ya han sido liberados más de 20 por razones de salud.
La reaccionaria Iglesia católica como interlocutor
Pero en el caso actual lo novedoso es que es la primera vez que públicamente se abre una negociación directa con instituciones cubanas independientes del gobierno. Aunque el tema central abordado fue la situación de los presos y el ayuno de Fariñas, el hecho es que el gobierno está reconociendo a la Iglesia como interlocutor en temas políticos de trascendencia nacional. En este sentido es el giro político más fuerte que realiza Raúl desde que reemplazó a Fidel en el gobierno en junio de 2006. Además, el gesto del gobierno se da en vísperas de la visita oficial del Vaticano el 15 de junio.
El carácter reaccionario de este giro salta a la vista por el propio interlocutor elegido.
La Iglesia católica es una de las instituciones más reaccionarias del planeta y un firme agente del imperialismo. Fue el principal agente del desvío del proceso de revolución política en Polonia en 1980-81 (a través de su influencia en la dirección de los sindicatos de Solidaridad) y de la posterior restauración capitalista en ese país, bendijo la dictadura genocida en Argentina, hace campaña contra el derecho al aborto y se niega al uso de preservativos hasta en países donde el SIDA es pandemia como en el continente africano (sin nombrar incontables abusos sexuales y pedofilia).
En Cuba hoy actúa al servicio de la política imperialista de imponer una democracia burguesa para acelerar la vuelta al capitalismo y la recolonización norteamericana, con sus secuelas de opresión, hambre y miseria para millones.
Signos de debilidad en el gobierno
El tema tratado con la Iglesia venía siendo un dolor de cabeza para el gobierno desde el 24 de febrero cuando falleció el preso Orlando Zapata Tamayo a causa de una huelga de hambre de más de 80 días exigiendo mejores tratos carcelarios. Las marchas de las Damas de Blanco recrudecieron y, aunque no tienen casi peso a nivel nacional y movilizan apenas unas decenas de personas, junto a la huelga de hambre de Fariñas (reconocido opositor al régimen) que ya cumplió 90 días, se transformaron en un serio problema internacional. Las relaciones con EE.UU. y sobre todo con la Unión Europea se resintieron enormemente aprovechando éstos a lanzar una hipócrita campaña a favor de los Derechos Humanos que ellos violan descaradamente día a día.
Por esto, la actual movida del gobierno cubano es a la vez un mensaje a las potencias imperialistas de su disposición a “discutirlo todo” que viene repitiendo Raúl desde hace años. De hecho, ya se ven los primeros resultados: Miguel Angel Moratinos, ministro de Exteriores español, declaró que en Cuba “a través del diálogo se consiguen cosas, no a través del aislamiento, la confrontación y la elevación de la tensión”.
En este contexto la reunión también es una muestra de cierta debilidad. Apretado por la crisis económica y en el marco de estar encarando una difícil “actualización, ya en marcha, de nuestro modelo económico”, y sin la figura carismática de Fidel al frente del gobierno, la burocracia necesita encontrar interlocutores “serios”, buscando avalar su plan de reformas económicas pero preservando su poder político y sin riesgo de que las masas intervengan por su propia cuenta ante medidas dirigidas directamente contra lo que queda de sus conquistas.
En los últimos años, el gobierno de Raúl viene avanzando en duras medidas contra las masas trabajadoras para reducir los gastos del Estado como aumentar la edad jubilatoria, eliminar los comedores obreros y el subsidio a los desocupados, reducir la libreta de racionamiento, etc. Al mismo tiempo, se avanza en ligar el salario a la productividad y se impulsa el negocio privado para los sectores con acceso a la moneda convertible, generando más sectores procapitalistas.
Para esto encuentra en la Iglesia un gran socio potencial que puede hacer “buenos oficios” frente a las potencias extranjeras y de ser necesario jugar un pérfido rol de contención social como ha hecho en otros países o bien, llegado el caso, ser un actor clave en cualquier plan de “transición” negociada con el régimen. Esta “vieja zorra” trata de presentarse como una variante “neutral”, por arriba de todos los actores (gobiernos imperialistas, burocracia castrista, exilio de Miami, opositores internos y externos) para jugar mejor a favor de los intereses imperialistas.
Negociaciones contra los trabajadores
Lo que estamos viendo entre la cúpula de la burocracia y de la Iglesia es una negociación contra los intereses del pueblo trabajador.
Las masas no tienen ninguna participación en la discusión (y mucho menos decisión) sobre los cambios que se están realizando en la isla. Los “debates” y “consultas” en las “organizaciones de masas” como sindicatos y asociaciones o en las asambleas y comités barriales, son digitadas por el Partido Comunista a través del propio aparato militante, de un extendido clientelismo apoyado en las grandes carencias materiales y de la asfixia de toda vida política independiente. La cínica propaganda de la burocracia gobernante que en nombre del socialismo exige más y más esfuerzos y sacrificios a las masas mientras ellos se enriquecen y gozan de grandes privilegios políticos y materiales, cala en ciertos sectores que tienen expectativas de poder progresar a través de su esfuerzo individual y de las reformas que se llevan adelante, mientras lleva a la desmoralización, el descontento y la apatía en otros sectores, como la juventud.
El reconocimiento de la Iglesia como factor político para discutir el futuro del país (aunque empiece por el problema puntual de los presos) está al servicio del desarrollo de estos planes contra los trabajadores y por terminar de destruir las conquistas que quedan, aunque degradadas, de la revolución.
Por una salida obrera revolucionaria
De esta manera, todo elemento de “apertura” política o económica comandado por la burocracia no es a favor del pueblo cubano, de la “revolución” o del “socialismo”, como repite incansablemente la propaganda oficial, sino de la propia burocracia y demás agentes de la restauración.
Los trabajadores y campesinos pobres son los únicos realmente interesados en defender las conquistas de la revolución y desarrollarlas en un sentido socialista. Deben emprender un camino de lucha independiente, que junto a sus hermanos latinoamericanos enfrente al imperialismo yanqui y su salvaje bloqueo económico y a todas las variantes políticas que lleven a la restauración capitalista. En primer lugar, frente a la burocracia gobernante que teniendo en sus manos el control del estado y cada vez más del aparato productivo a través de las FAR (que controlan el 60% del comercio exterior y cientos de las empresas más productivas del país) es el principal enemigo interno de la revolución que intentará convertirse en una futura clase capitalista.
Los revolucionarios no podemos dejar que el imperialismo, los gusanos y la disidencia pro capitalista como las Damas de Blanco y la Iglesia usurpen demagógicamente las banderas de los derechos humanos y de las libertades democráticas para sus fines reaccionarios. Por eso, hay que levantar un programa que, defendiendo el pleno derecho de reunión, expresión y organización sindical y política para los trabajadores, plantee el fin del régimen de partido único y de los privilegios de la burocracia, así como la libertad de acción para los partidos que defiendan las conquistas de la revolución.
Frente a los abusos del régimen, nos pronunciamos por la libertad de los presos políticos que no estén vinculados con actos de terrorismo o apadrinados por la CIA, sin ningún tipo de solidaridad con sus posiciones políticas y por la conformación de comisiones obreras y campesinas independientes que revisen las denuncias y arbitrariedades en cada caso.
La única salida de fondo es echar a la burocracia gobernante e imponer un gobierno de consejos obreros, de campesinos y soldados que revise todas las reformas procapitalistas que se han impuesto desde el Periodo Especial, implante la planificación democrática de la economía al servicio de los obreros y campesinos pobres y se convierta en un puntal de la lucha continental contra el imperialismo y los capitalistas y por una federación de repúblicas socialistas de América latina.