Argentina
Un partido que tenemos que ganar
10/07/2014
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La llegada de la selección a la final de la Copa del Mundo tiñe la semana, nuestras charlas en las calles y en los lugares de trabajo. El fútbol, un deporte que disfrutan millones en todo el mundo, es mercantilizado por la sociedad capitalista, lo mismo que tantos otros espectáculos. Y como toda pasión de masas, siempre intentó ser utilizado por los gobiernos en favor de una “unidad nacional” donde no se distingue entre los explotados y los explotadores. A las “gestas nacionales” en los Mundiales la utilizó la dictadura sangrienta en el 78 y lo quiso hacer Alfonsín en el 86. Hoy, el gobierno kirchnerista deposita sus esperanzas en que un éxito deportivo esconda las crisis que enfrenta, y las recetas antipopulares por las que ha optado.
Así, mientras el gobierno y su propaganda oficial nos hacen creer que tienen puesta “la camiseta nacional”, el corrupto y liberal Amado Boudou es el orador central del acto en Tucumán por el día de la Independencia, el ministro Kicillof viaja y viaja a Nueva York a juramentarse pagar cada peso de la fraudulenta e ilegítima deuda externa; y mandan la Gendarmería como “línea de defensa” contra los obreros de la multinacional Lear que reclaman contra los despidos desatados por los patrones buitres norteamericanos.
Qué camiseta tiene puesta cada uno
El conflicto de Lear está dejando importantes enseñanzas, no solo para sus trabajadores, sino para los miles que pudieron seguirlo estos días por televisión. La jornada de lucha nacional que se realizó este martes 8 mostró un frente unido de trabajadores en lucha, junto a las corrientes de izquierda, movilizándose en las calles contra los despidos. Los cortes en la Panamericana, en el Puente Pueyrredón, en Rosario, Tucumán, Mendoza, Jujuy, Bahía Blanca y Córdoba, en Callao y Corrientes (Capital) rompieron el cerco mediático de un gran conflicto que ya lleva varias semanas. Comisiones internas combativas, activistas de decenas de fábricas, militantes y estudiantes se unieron en apoyo a los obreros despedidos. Toda esa solidaridad es otro ejemplo de cómo Lear se ha convertido en un símbolo. Por un lado, muestra el accionar de las patronales buitres, en este caso una empresa norteamericana, que suspende y después despide a más de 100 trabajadores, e impide ingresar a sus delegados. Y por el otro, la complicidad del Ministerio de Trabajo, que la deja actuar ilegalmente. Y porque confirma, a quien le quedara alguna duda, el rol traidor de la burocracia del SMATA, un soldado de las multinacionales, contra sus “representados”.
Pero además, Lear es un símbolo porque revela, la verdadera cara de la política oficial. Ese martes 8, ante el reclamo de reincorporación de los despedidos y que la empresa deje la ilegalidad, el gobierno decidió ponerse “la camiseta de las multinacionales”. Al mando del ex carapintada Sergio Berni (Ministro de Seguridad) cientos de gendarmes, carros hidrantes y perros, cargaron contra mujeres y obreros. Primero golpearon a nuestros compañeros Charly Platkowski y Victoria Moyano, hija de desaparecidos, y luego desataron la cacería contra los trabajadores y las organizaciones que participaban de la movilización. Decenas de ellos terminaron golpeados, varios hospitalizados y 5 compañeros fueron detenidos.
Contra la izquierda y los trabajadores
Al kirchnerismo se le cae una y otra vez la careta. Los “defensores del empleo”, los que “nunca iban a reprimir la protesta social”, “el gobierno de los derechos humanos”, “los nacionales y populares”, son orgullosos gendarmes de los empresarios buitres. La realidad mató el relato: la imagen de la semana fue la feroz represión a trabajadores que defienden sus puestos de trabajo. Ante una situación económica incierta, el gobierno se postula abiertamente como “partido del orden”. Es decir, el inicio de una recesión que puede traer problemas en el empleo, más despidos y suspensiones, el kirchnerismo quiere imponer el orden en las calles y los lugares de trabajo. Lo mostró con la represión, con los ataques a las bancas de la izquierda, y finalmente buscando reactivar la ley antipiquetes.
Para eso, en su equipo Cristina decidió mandar al ataque a Berni. “Son delincuentes – dijo el ex carapintada – ¿qué tiene que hacer la izquierda en los piquetes? No entiendo como sus “pares” no hacen nada contra ellos en el Congreso”. El carapintada que se levantó en armas para conseguir impunidad para los genocidas, ahora ordena la represión contra los trabajadores en lucha, y también quiere sanciones contra las bancas del Frente de Izquierda en el parlamento. Nos volvió a atacar a los diputados que estuvimos en la jornada de cortes, como se viene atacando a legisladores del FIT en Salta, Mendoza y Córdoba. El objetivo está claro: cargan contra la izquierda y a los luchadores porque no quieren que se extienda el ejemplo de resistencia si viene una crisis mayor y se generalizan los despidos.
Pero a esta altura del partido, el relato kirchnerista empieza a desvanecerse no solo entre las masas de trabajadores que esperaban “mantener lo conquistado”, sino en algunos sectores que vienen apoyando al gobierno. Hasta el CELS, el organismo de derechos humanos que encabeza Horacio Verbitsky, criticó la represión. Lo mismo hicieron sindicatos alineados con el oficialismo como los docentes de UTE, y los del subte.
Hay que salir a ganar
Estos ataques encuentran resistencia entre los luchadores obreros, los estudiantes que los apoyan y la izquierda clasista. La jornada del 8, en el que nuestro partido fue protagonista, demostró que hay fuerzas y convicción para enfrentarlos, aunque será una pelea muy dura y difícil. Y dejó claro que somos miles los que vamos a pelear en serio, que queremos ganar el partido de Lear, y los que están en juego en Donnelley, Emfer, Tatsa, Visteon y otras empresas. El rechazo a los despidos y la represión generó una enorme solidaridad obrera y popular. Se notó en cientos de declaraciones de solidaridad, en los insultos a los gendarmes que reprimían en la Panamericana, en los gestos de los médicos que atendían a los heridos, en la solidaridad de los vecinos que acercaban agua, hielo o remedios a los lastimados.
Pero para pararle la mano a la alianza de las patronales con el gobierno y la burocracia sindical, hace falta mucho más. Como venimos planteando, hay que reunir a las fuerzas que integramos el Encuentro Sindical Combativo de Atlanta, al Partido Obrero y a todos los luchadores combativos del país, para unir fuerzas en esta pelea. Entre otras cosas, para exigirle a la CGT de Hugo Moyano acciones concretas en apoyo a los trabajadores en lucha. Esta semana sacó una importante declaración reclamando la reincorporación de los despedidos en Lear y Emfer. Pero no alcanza: tienen que convocar de manera urgente a medidas contundentes en apoyo a Lear en el camino de preparar un paro nacional de 36 horas, activo.
Basta de despidos y suspensiones. Y que se repartan las horas de trabajo en las industrias afectadas, sin reducir el salario. Contra el pago de la deuda externa, y por todas las demandas del pueblo trabajador.