Debate con Izquierda Socialista sobre Cuba
Una vez más ¿cómo enfrentar el proceso de restauración capitalista?
18/07/2011
La nota del cro. de Izquierda Socialista, Diego Martínez, reproducida en el blog del IPS plantea una polémica con el PTS en torno al carácter de clase del Estado cubano, la naturaleza del régimen castrista y el programa y política que debe levantar la izquierda. Bienvenida la discusión sobre una cuestión que hoy sigue siendo, a nuestro juicio, una “piedra de toque” fundamental para la política de las corrientes que se reclaman revolucionarias.
Coincidimos con el cro. Martínez en que dos cuestiones claves a discutir son la caracterización de Cuba y sobre el tipo de revolución a hacer y el programa de la misma. Por lo tanto, nos referiremos centralmente a estos dos problemas. Sin embargo, tenemos que comenzar por señalar que distorsiona burdamente las posiciones hacia Cuba que levanta nuestra corriente. Veamos dos perlas ejemplares:
El cro. Martínez escribe: “Adelantemos que el PTS sostiene que en Cuba aún existe “un estado obrero degenerado”. Esta definición fue adoptada por Trotsky en los años 30 ante el proceso de burocratización en la URSS.” Pero desde el PTS y la FT-CI sostenemos otra cosa, como cualquier lector puede fácilmente observar al leer alguno de los numerosos artículos que nhemos publicado sobre Cuba. Por ejemplo, el 22 de abril, nuestra cra. Graciela López-Eguía debia insistir en polémica con la LIT-CI1 que “Ya hemos discutido en otros artículos contra la equivocada definición de Cuba como país plenamente capitalista, defendiendo la caracterización marxista de que un Estado obrero deformado en proceso de descomposición, es decir, donde el proceso de retorno al capitalismo, de conversión de la casta burocrática en una nueva burguesía y de recolonización por el imperialismo aún no han terminado, por lo que sigue estando planteada la defensa de las conquistas estructurales básicas de la revolución, fundadas en la nacionalización de los medios de producción y la liquidación de la burguesía como clase, que si bien degradadas y minadas cada día por la burocracia en su propio beneficio, aún sobreviven.” (subrayado nuestro). Lamentamos tener que informar una vez más, en esta ocasión al cro. Martínez, que no empleamos la definición de “estado obrero degenerado” que nos adjudica, ni en forma ni en contenido, pues no consideramos la situación de Cuba como equiparable a la de la URSS en los años 30. Para empezar, porque en Cuba nunca hubo una democracia soviética que degenerara con una posterior burocratización sino que el Estado obrero cubano nació burocráticamente deformado, y en segundo lugar porque está sujeto a un proceso de descomposición, es decir, de degradación de las formas de propiedad y relaciones económico-sociales conquistadas con la expropiación de la burguesía y fortalecimiento de las tendencias restauracionistas.
De manera similar, nos endilga que “el PTS sostiene que en ese país está planteada una “revolución política” en la superestructura contra la burocracia” (…) pero nosotros, siguiendo a Trotsky, afirmamos que el contenido de la revolución política incluye tareas sociales como nada menos que la destrucción de la burocracia como casta, con sus privilegios y el saneamiento de la economía nacionalizada en función de los intereses obreros. Nuestro interlocutor podría haber advertido que hace muchos años que afirmamos explícitamente que en Cuba “En la medida en que las conquistas fundamentales de la revolución, aunque debilitadas, subsisten, el programa de una nueva revolución será esencialmente político, combinando con aquellas tareas de carácter social que surjan de la necesidad de de combatir a los elementos semicapitalistas y capitalistas que se han desarrollado”.2 por citar sólo uno de los documentos centrales de nuestra corriente.
Ese tipo de “maniobrillas” para discutir le puede resultar funcional a fabricarse un adversario a la medida de sus necesidades, pero que aunque obliga a clarificar una y otra vez a costas del lector, alargando las citas, tiene el mérito de dejar expuesta la inconsistencia de las posiciones de IS y su pobreza de recuros para debatir. Aprovechemos pues la ocasión. Comprobar con más detalle cuál es nuestro análisis y política en defensa de las conquistas de la revolución cubana, se puede hacer revisando los numerosos materiales del blog www.cubarevolucion.org, con decenas de notas, muchas de ellas impresas en nuestro periódico La Verdad Obrera o en otras publicaciones de nuestra corriente a nivel internacional. No debería ser necesario aclarar que en las mismas polemizamos ampliamente con el castrismo y los “amigos de Cuba” izquierdistas, que confunden la defensa de la revolución con el apoyo a la dirección castrista y su rumbo cada vez más abiertamente restauracionista justificandolo como una necesaria “rectificación” del modelo “en defensa del socialismo” y embelleciendo al régimen orpesivo de la burocracia como si fuera una “democracxia socialista”. En esta nota discutimos con una visión opuesta a la anterior, pero equivocada, como la de considerar que en Cuba ya se restauró el capitalismo.
¿Qué es Cuba hoy?
Consideramos completamente válidas las recomendaciones metodológicas de Trotsky en su polémica con los antidefensistas en los años 30 sobre la URSS, a la que Martínez hace referencia. Recordemos que para Trotsky, de acuerdo con el método materialista dialéctico, era necesario responder a: “1) ¿Cuál es el origen histórico de la URSS? 2) ¿Qué cambios ha sufrido este Estado durante su existencia? 3) ¿Representan estos cambios un "salto cualitativo"? Es decir, ¿dan lugar a una nueva dominación de clase históricamente necesaria?”
Aplicando esta sencilla y elemental guía al “caso cubano”, creemos coincidir con IS en el primer punto: que el origen histórico del Estado cubano es una revolución obrera y campesina que expropió al capital, expulsó al imperialismo y sentó las bases de un Estado obrero; ante el 2° punto, nosotros consideramos que la evolución de ese Estado obrero tuvo como “marca de nacimiento”, lo que es clave para entender su dinámica posterior, el que tuviera una dirección pequeñoburguesa, que impuso los métodos de dirección del “partido-ejército” guerrillero y configuró una burocracia como casta social dirigente y privilegiada, casta que desde el “período especial” y bajo la dirección de los Castro viene siguiendo un curso cada vez más abiertamente restauracionista, descomponiendo las conquistas estructurales de la revolución; y ante la 3° y decisiva pregunta de Trotsky, hay que examinar si esto significa que en Cuba ya se ha producido el “cambio cualitativo” de retorno al capitalismo, o si aún está en curso ese proceso.
Para IS en Cuba ya se restauró completamente el capitalismo porque se dan “dos hechos impactantes: la presencia masiva de empresas multinacionales extranjeras y las crecientes penurias sociales que padece el pueblo cubano.” Según M. Petit “El ‘modelo económico cubano’ es, desde hace rato, un capitalismo de multinacionales, empresas mixtas y superexplotación de sus trabajadores.” (“Ajuste a la cubana”, www.laclase.info). IS, al igual que la LIT, se contenta con reunir algunos datos o hechos sueltos para apuntalar su tesis de que el capitalismo se restauró ya y de una sola vez desde los 90.
Nos reclaman “la enumeración de la enorme lista de centenares de empresas multinacionales que dominan actualmente el turismo, las riquezas naturales y las principales ramas de la economía cubana, y que junto con los funcionarios y nuevos ricos lucran con la superexplotación capitalista de los trabajadores cubanos” pero olvidan que no se trata sólo de enumerar datos en una lista (escogiendo aquellos que abonan su tesis a priori), sino de integrarlos en un análisis marxista fundamentado y coherente de la realidad cubana con sus contradicciones en movimiento.
Para nosotros, como lo hemos escrito en decenas de artículos, los elementos de restauración -presencia del capital extranjero, espacios crecientes para el mercado y la “actividad privada”, apertura a las presiones del mercado internacional, corrupción y privilegios de la burocracia, etc.) actúan poderosamente y su desarrollo es impulsado por la cúpula de La Habana cada vez más abiertamente. Lo que no creemos es que hayan logrado todavía el salto cualitativo en rearticular, reconvertir el conjunto de la formación económica y social cubana a las relaciones de orden capitalista. La burocracia avanza y prepara ese “salto de cantidad en calidad”, pero aún no ha logrado completarlo. Hacemos un constante esfuerzo de análisis marxista por comprender la situación en la isla con sus contradicciones reales y los virajes y oscilaciones de la misma, que son complejos y donde intervienen distintos actores (el imperialismo, los gobiernos latinoamericanos, las distintas alas de la burocracia, las FAR, las presiones del mercado, el estado de ánimo de las masas, etc). Esto nos ha permitido trazar una periodización (ver nuestra declaración "Cuba en la encrucijada") diferenciando los distintos momentos de un proceso que ha tenido marchas y contramarchas, no por simple voluntad de la burocracia dirigente, sino por las enormes contradicciones que plantea el pleno retorno al capitalismo en Cuba, en condiciones internacionales de crisis capitalista y declinación de la hegemonía yanqui y debiendo tenerse en cuenta que a pezar de al desmoralización difundida por la burocracia con sus privilegios, su corrupción y su autoritarismo, aún pesa la conciencia igualitaria y antiimperialista en grandes sectores de las masas trabajadoras.
El primer momento, el “período especial” de los 90, mostró el avance de las medidas “pro-mercado” y la apertura a las inversiones extranjeras,3 como respuesta a la crisis de la ruptura d ellos lazos con la URSS y los países del Este después de 1989, medidas viabilizadas por una serie de cambios en las leyes y la constitución, que generaron fuertes tendencias procapitalistas con graves efectos deletéreos sobre la economía nacionalizada.
En la fase posterior a 2002-3, se frenó el avance de las mismas en medio de un quinquenio de crecimiento económico y se adoptaron algunas medidas de re-centralización económica, algo constatado por estudiosos como Carmelo Mesa-Lago que observaron por entonces“la virtual paralización de la reforma”4. Según CEPAL, se produjo“cierto agotamiento del proceso de desincorporación de entidades públicas empezado a inicios de los años noventa e insuficiente profundización de las reformas estructurales e institucionales” lo que se tradujo en que de 403 asociaciones con el capital extranjero en 2002, se descendiera a 342 en el 2003 y 313 en 2004. Según otros datos, las empresas mixtas se habrían reducido a 236 en el 2006.5 Son sólo un 6% de las empresas cubanas, que representan un 7% del PBI cubano (datos del MINVEC, 2008), si bien juegan un rol muy importante en las ramas más pujantes de la economía cubana, productoras de servicios rentables o bienes exportables: níquel, turismo, teléfonos, exportación de tabaco, etc., aportando hacia 2002 un 20% del valor de las exportaciones de bienes y servicios6. Pero los límites al capital privado se reflejan en que aún hoy, datos de 2009, el 81,8% de los trabajadores continúa ocupado en el sector Estatal. Del 18,2% que está en el sector No Estatal, un 5,4% son cooperativistas y 3,2% son cuentapropistas, mientras que apenas un 9,6% trabaja directamente en el sector privado.7
Finalmente, la nueva ofensiva de los últimos años, como respuesta de la burocracia ante la crisis económica que golpea a la isla) que relanza las “reformas”, busdca ampliar la presencia del capital extranjero y el desarrollo del sector privado, y tiene su máxima expresión en el programa de los Lineamientos aprobados por el VI| Congreso del PCC y el plan de 500.000 despidos, entre otras medidas de “ajuste”, acelera el camino hacia el despeñadero.
A pesar de que IS cree que desde el “período especial” “estos cambios nos dan la pauta de que Cuba pasó a ser una formación- económico social capitalista”, una cosa es iniciar el proceso, y otra muy distinta consumarlo. Así,el régimen de propiedad no se ha transformado de manera radical. El peso de la propiedad nacionalizada sigue siendo abrumador, lo que se refleja en que no hay prácticamente libre mercado de los medios de producción. Incluso en el campo, la tierra sigue siendo básicamnente de propiedad estatal aunque sea crecientemente otorgada en usufructo a cooperativas y productores individuales. Todo ello, sin perjuicio de que el aliento a la expansión del sector privado y las inversiones extranjeras y empresas mixtas ponen a la economía nacionalizada en el camino de la desintegración y fortalecen peligrosamente un sector capitalista estrechamente ligado a los sectores más concentrados de la burocracia. Al mismo tiempo, a pesar del desmantelamiento del monopolio del comercio exterior subsisten múltiples mecanismos de regulación estatal del comercio que mantienen a Cuba aún muy lejos de lo normal en los países capitalistas... para desesperación de los empresarios e inversores.
Es por todo ello que CEPAL no puede menos que constatar que “se debe tener en cuenta que Cuba posee una economía centralmente planificada, con mecanismos descentralizados de mercado donde la correlación entre la oferta y la demanda tiene también un papel importante en el proceso de asignación de recursos. En la medida que la economía se ha descentralizado, el cálculo económico se ha extendido y los ámbitos del mercado se han ampliado; el Estado ha adoptado nuevos instrumentos de política y procedimientos de control una vez aplicado el proceso de liberalización y desregulación que se describe más adelante. En suma, Cuba tiene una economía socialista con instrumentos demercado.”8 Esta definición muestra bien como la óptica de los economistas cepalinos registra el proceso de descomposición de la economía de transición (que no “socialista”) y el fortalecimiento de los elementos procapitalistas.
La ASCE, grupo de cubanólogos de Washington insospechable de simpatías pro-castristas, constata con desazón que hacia 2005, “Todo el mundo espera que, más temprano que tarde, Cuba emprenda el camino de encauzar su economía por las vías de la racionalidad”, es decir, del capitalismo. Sin embargo, “La actual economía cubana es atípica. No existen precedentes en el mundo sobre lo que está ocurriendo en la Isla. Ninguno de los antiguos países socialistas, tanto en su etapa de socialismo real como en el tránsito al mercado, tuvo que enfrentar situación parecida. Las vías escogidas por China y Vietnam, para adecuarse a la nueva situación mundial con posterioridad a la caída del Muro de Berlín, son rotundamente rechazadas por el gobierno cubano. Éste se aferra a un sistema súper-centralizado de dirección de la economía y de la sociedad, a pesar de que las experiencias propias y ajenas son muestras fehacientes del absurdo de tal comportamiento, y de las consecuencias catastróficas que provoca sobre el estado actual (...)”9
Podrían multiplicarse las citas de analistas, instituciones burguesas y elementos ligados a la disidencia cubana que estudian atentamente la economía cubana y terminan mostrando su desazón porque, después de todo, Cuba aún no es plenamente capitalista.
Los Lineamientos y el significado del VI° Congreso
El contenido del plan de Lineamientos no es en esencia, otro que relanzar y profundizar ese proceso de apertura “pro mercado” y al capital extranjero, para profundizar el rumbo en la “vía cubana al capitalismo”.
Desde el lanzamiento mismo de los Lineamientos los hemos denunciado por su carácter reaccionario y de ataque a los trabajadores y la economía nacionalizada, llamando a rechazarlos. Ante su adopción por el VI° Congreso del PCC afirmamos que “el cónclave del PC aprobó un plan de cinco años que si se afianza en su implementación, implicaría una mayor descentralización y autonomía de las empresas estatales y ampliación del sector privado. Las apelaciones al socialismo no pueden ocultar que en respuesta a la crisis del “modelo cubano” –es decir, ante la encrucijada a que la desastrosa dominación burocrática ha llevado a la economía de transición cubana, la burocracia está avanzando en una “vía cubana” gradual –o por etapas- hacia la restauración capitalista, al mismo tiempo que preserva el monopolio político a través del Partido llamado “Comunista” como forma de garantizar sus intereses, negociar frente a la presión imperialista y, en última instancia, reciclarse como una nueva clase poseedora.“10 Hemos denunciado en diversas notas en su integridad el plan de la burocracia y el rol del VI Congreso del PCC, buscando legitimar como “perfeccionamiento” del socialismo y como “muestra de democracia” el intento de destrabar los obstáculos en su marcha hacia “un socialismo de merc ado” que no es sino el camino de regresión al capitalismo.
Ahora bien, IS (y en esto es similar a la LIT-CI) denuncian correctamente cuestiones como el anunciado despido de medio millón de trabajadores estatales, los ajustes en educación y salud, el fin de la cartilla de racionamiento o las mayores concesiones al capital extranjero, pero no le dan debida importancia a aspectos no menos reaccionarios, como la política de conceder mayor autonomía de gestión de las empresas estatales bajo criterios de rentabilidad, habilitando la quiebra de empresas estatales que no sean autosuficientes, el fijar sus propios porecios y otras medidas que implican su mayor adecuación a las “leyes de mercado” y el funcionamiento de la Ley del Valor. Todo esto encarna el peligro de un salto en la desarticulación de una economía nacionalizada ya muy debilitada.
Ahora bien, si la economía ya fuera plenamente capitalista como cree IS ¿qué importancia tendrían eventuales cambios en los métodos de gestión empresarial? IS (al igual que la LIT) no advierte que si la economía cubana fuera ya capitalista, el programa de los Lineamientos sería como golpear una puerta abierta, pues las leyes de la ganancia y la acumulación gobernarían sin mayores trabas que las que pueda enfrentar el capital en Brasil, Venezuela, Costa Rica o Argentina. Pero aún no es así, y por ello, el esfuerzo de la burocracia por abrir camino en medio de una maraña de contradicciones, en la “vía cubana al capitalismo”.
El papel de la burocracia y la formación de una nueva burguesía
Nos informa Martínez que “Tampoco coincidimos con el PTS cuando afirman que la “imposibilidad de recrear una clase explotadora” en Cuba (Cuba en la encrucijada,Declaración FT,28/9/2010) niegue la posibilidad de que se haya involucionado hacia el capitalismo en ese país.” Endilgarnos esa supuesta “imposibilidad de recrear una clase explotadora” no es más que una grosera distorsión de nuestra caracterización de que “hasta el momento, no ha sido posible recrear una clase explotadora local.”Nuestra Declaración dice con todas las letras que “Si bien se ha legalizado la propiedad mixta en algunos sectores importantes de la economía, aún predomina la propiedad nacionalizada de los medios de producción, lo que entre otras cosas explica que hasta el momento, no ha sido posible recrear una clase explotadora local o restaurar las propiedades de los gusanos de Miami. Esta situación también se da en el sector agrícola, en el que la tierra aún se sigue manteniendo bajo propiedad estatal, lo que implica que las parcelas entregadas para el usufructo privado no pueden ser transferidas ni vendidas, lo que de ser así, llevaría a la concentración y al surgimiento de una burguesía terrateniente.”11
Pero además, ¿cree en serio Izquierda Socialista que puede haber capitalismo sin burguesía? Al parecer su “teoría” se funda en que “El Estado Cubano pasó a convertirse en una enorme agencia de empleo que contrata de forma “tercerizada” a una gran masa de asalariados que trabajan en empresas mixtas. Más allá del color de la bandera de su patrón, estos trabajadores son explotados por capitales españoles, canadienses, chinos o brasileños, que obtienen cuantiosas ganancias a costa de su esfuerzo, mediante la subsunción del trabajo al capital.” Obviamente la burocracia aprovecha la asociación con las transnacionales en su propio beneficio a costa de los trabajadores, “profundizando” y extendiendo así su rol de agente e intermediaria en la subordinación de Cuba al mercado mundial capitalista. La campaña de la burocracia contra el “igualitarismo” y la baja productividad obrera, junto al plan de despidos masivos, tiene que ver con la necesidad de recrear un mercado laboral acorde con lo que implicaría la reintroducción de la explotación capitalista. Pero ésta aún no domina las relaciones laborales en Cuba, además, la incidencia de las empresas mixtas y privadas en el empleo cubano es todavía baja (menos del 10%) y la inmensa mayoría de los trabajadores -más del 80%- está en la órbita estatal.
Coincidimos con el reconocimiento de Martínez que dice contar con “serios indicios que nos permiten sostener que se está recreando una clase explotadora en Cuba”. Ya hace tiempo que en nuestros artículos hemos citado a Esteban Morales, notorio miembro del PCC, quien describió el papel de la corrupción en la formación de “Cuando observamos detenidamente la situación interna de Cuba hoy, no podemos tener duda de que la contrarrevolución, poco a poco, va tomando posiciones en ciertos niveles del Estado y del Gobierno. Sin duda, se va haciendo evidente, de que hay gentes en posiciones de gobierno y estatal, que se están apalancando financieramente, para cuando la Revolución se caiga, y otros, que pueden tener casi todo preparado para producir el traspaso de los bienes estatales a manos privadas, como tuvo lugar en la antigua URSS.”12 En efecto, si bien las capas más privilegiadas “forman una “protoclase” lista para transformarse en capitalistas ante un cambio en las condiciones políticas y económicas” 13, no sólo necesitan introducir criterios de mercado en la gestión de las unidades estatales, sino que tarde o temprano deberá plantearse el problema de la propiedad de “sus” empresas y “legalizar” lo obtenido a través de la corrupción, el desvío de recursos al mercado negro o la asociación con el capital extranjero. Así, en los núcleos gerenciales de las empresas controladas por las FAR, en las empresas mixtas y los acuerdos con el capital extranjero, se incuba una “burguesía larvaria”14 que aún debe madurar.
Pues ocurre que la casta burocrática no ha resuelto aún los problemas cruciales para su “reconversión” como nueva burguesía, entre ellos, y como explicaba Trotsky en La Revolución traicionada, no es menor el problema de la propiedad. Y parte de los problemas a resolver para que ese proceso se consume es el de la relación con el imperialismo. La burocracia cubana ya no defiende con sus métodos la propiedad nacionalizada contra el imperialismo ni contra las capas demasiado impacientes de la burocracia misma. Su curso empuja a la “destrucción general” de la sociedad cubana, pero para dar los pasos decisivos es un problema serio el que la burocracia no cuente todavía con un pacto con el imperialismo, que por ejemplo, la preserve frente a los reclamos de la burguesía gusana que quiera recuperar sus propiedades o tomar vendetta del exilio.
La burocracia y el imperialismo
Martínez disiente “con los compañeros del PTS cuando argumentan que no se restauró el capitalismo en Cuba debido a que los Estados Unidos mantienen el bloqueo. Según ellos "Es imposible que se haya restaurado el capitalismo en Cuba sobre la base de la penetración del capital europeo y canadiense y que los yanquis se hayan quedado afuera del negocio (LVO, 17/9/2010).” Ya conocemos su estilo de citas, pero esta vez se excede. Presenta entre comillas y en cursiva, como si fuera textual, algo que no lo es. La nota del cro. D. Dalai en LVO de esa fecha polemiza con el PSTU escribiendo “Para la LIT, hoy Cuba es un país capitalista más, recolonizado “por los imperialismos europeo y canadiense”. Si esto es cierto, ¿cómo explica la LIT que la burguesía gusana de Miami, no haya recuperado sus propiedades? ¿O que no haya inversiones norteamericanas en Cuba? A menos que se crea que Washington ha decidido resignar el dominio económico sobre la mayor de las Antillas a los imperialismos español o canadiense; o peor aún… a Venezuela o Brasil. ¿O que habiéndose restaurado el capitalismo hace ya 15 años, Cuba mantenga importantes conquistas sociales, incluso en medio de la ofensiva neoliberal restauracionista?” 15 Martínezagrega “Nos resulta, por demás esquemática la afirmación del PTS acerca de que “el proceso de restauración está íntimamente ligado al grado en que los distintos imperialismos, reconozcan a la burocracia como interlocutor válido(LVO,16/10/2010)”. Esto ya es extraordinario, pues ocurre que en el mes de octubre de 2010 salieron 4 números de nuestro semanario, pero ninguno tuvo una nota sobre Cuba que incluya esa frase. Martínez pone una fecha pero no el número de LVO. No podemos contestarle una cita traspolada sino imaginaria. Cuando encuentre la cita correcta, nos comprometemos a reponder a su asombro por nuestro “esquematismo”. Entre tanto, no podemos más que encogernos de hombros.
Raya con el rídiculo considerar a Cuba semicolonia española o canadiense, como hace la LIT. Por supuesto, vino habiendo desde hace años diferencias en la política hacia Cuba entre algunos gobiernos europeos como España, que comercian con Cuba aún bajo la “posición Común” de la Unión Europea que presiona por la “apertura política y económica”, y Estados Unidos que mantiene el bloqueo y un discurso más hostil hacia los Castro con similares objetivos (aunque más moderado y acompañado de algunos gestos de “deshielo” bajo Obama). En este marco, la burocracia busca una negociación en que sea reconocida como “interlocutor válido”, tal como Fidel y Raúl no se cansan de repetir en cada oferta de diálogo con Washington o las capitales europeas, cambio de hacer mayores concesiones, pues su objetivo es obtener garantías y respeto a su estrategia de “vía cubana al capitalismo” ¿qué tiene esta observación de esquemática?
Fidel y Kadafi
El cro. no trepida en afirmar que “en materia de política exterior no encontramos una denuncia vehemente hacia Fidel por su apoyo al dictador Kadafi en Libia. Centran su crítica hacia la posición de Chávez al respecto (...)” Si nos hubiera leído, habría encontrado que bajo el título de “Fidel contra el pueblo libio” denunciamos que “Los acontecimientos de Libia han colocado a Fidel Castro del lado contrario de la insurrección popular”16. O en otra nota que “Frente a la emergencia del proceso revolucionario árabe y la guerra civil de fracciones en Libia, Fidel Castro y Hugo Chávez se han apresurado a respaldar a Muammar Kadafi quien lleva adelante una masacre contrarrevolucionaria contra su propio pueblo (para lo cual, como el mismo Fidel reconoce, usa las armas obtenidas de EE.UU. y Gran Bretaña). El argumento del líder cubano -que ha variado de decir que se trataba de un complot imperialista contra un líder revolucionario a reconocer que Kadafi ya no es lo que era y que posiblemente esté masacrando a su pueblo- es que el imperialismo busca ocupar Libia para quedarse con su petróleo y tener una base de apoyo contra la revolución árabe (ver todos los artículos de Fidel Castro en http://www.cubadebate.cu/categoria/…). Castro sostiene junto a Chávez al régimen libio y en su rescate asume como propia la línea de una salida negociada” (…) “Defender la posición de Castro y Chávez es estar contra las masas árabes insurrectas. Hay que pronunciarse claramente no sólo contra la intervención imperialista, sino también a favor del derrocamiento revolucionario de Kadafi. Esa es la única vía para derrotar al imperialismo y radicalizar política y socialmente la revolución árabe, para transformarlas en revoluciones obreras y socialistas que liquiden la dominación burguesa e imperialista.”17 Nuestra posición, basada en una estrategia de independnecia d eclase, no sólo nos permite denunciar vehementemente al apoyo de Fidel a Kadadi, sino también evitar la escandalosa adaptación de la UIT, que reclama armas para los rebeldes libios cuando su dirección ha sido cooptada por el imeprialismo y actúa prácticamente como peones de la intervención de la OTAN, recibiendo entrenamiento y armas, gracias a ello, de Francia y otras potencias.
Un programa obrero y socialista para Cuba
“No encontramos en este artículo ni en publicaciones anteriores del PTS, consignas concretas contra las medidas de ajuste que se vienen aplicando en la isla, que reclamen por aumentos de salarios, luchen contra los despidos y el cese a los recortes presupuestarios a la salud y a la educación, intenten frenar los despidos y peleen por el fin del sistema bimonetario.” Al parecer, IS no encuentra lo que no quiere encontrar. Pero no sólo denunciamos constantemente los despidos, bajos salarios, recortes a la salud, la cultura y la educación, concesiones a los inversores extranjeros, etc., sino que nuestra política está claramente dirigida a plantear que “Contra la política de la burocracia, es necesaria la más amplia movilización de las masas, que enfrente el ajuste y luche por conquistar plenos derechos de organización y la libertad para los partidos que defiendan las conquistas de la revolución. Hay que poner en pie Consejos de obreros y campesinos plenamente democráticos que echen a la burocracia e instauren un verdadero gobierno de los trabajadores.” 18
Es así que propagandizamos la necesidad de “Un programa obrero y socialista” “Contra el programa de la burocracia y la estrategia del imperialismo que busca arrodillar a Cuba, la única alternativa es un programa de revolución política. El mismo debe partir del rechazo a las medidas de “ajuste” y a los Lineamientos, junto a la lucha contra el bloqueo y las acciones del imperialismo.
Los trabajadores necesitan plenos derechos a la huelga y a organizarse sindicalmente sin tutela del PCC e imponer el control obrero colectivo de la producción y el control popular del abastecimiento para combatir la corrupción, el robo y el despilfarro burocrático.
Hace falta un verdadero plan, democráticamente discutido y decidido, apoyado en la autoorganización obrera y popular, que incluya la revisión de todas las reformas y concesiones que se vienen aplicando desde el “período especial”, para reforzar sistemáticamente la economía nacionalizada según los intereses de la clase trabajadora.
Es necesario liquidar los privilegios y el poder de la burocracia, principal agente restauracionista, lo que además permitiría reducir radicalmente las desigualdades sociales y mejorar paulatinamente la situación de los trabajadores.
Esto es inseparable de la lucha por acabar con la opresión política y el régimen de partido único y por la más amplia democracia obrera y de masas en todos los niveles, desde los más elementales derechos democráticos de expresión, reunión y organización, con pleno acceso a los medios de comunicación e imprentas estatales, etc., hasta el de formar tendencias políticas (con el sólo requisito de ubicarse en el campo anticapitalista y de defensa de la revolución).
En suma, se trata de luchar por el derrocamiento de la burocracia, para conquistar un régimen de democracia obrera basado en consejos de delegados libremente elegidos de trabajadores, campesinos y soldados, es decir, de tipo soviético.
Por último, Cuba no podrá, aislada, sobrevivir indefinidamente en un mundo dominado por el imperialismo y reabrir la vía de la transición al socialismo es inseparable de la extensión de la revolución internacional. Por eso, es perentorio que Cuba sea un puntal de la lucha continental contra el imperialismo y sus agentes burgueses locales, y por la unidad económica y política en una Federación de Repúblicas Socialistas de América Latina.”19
Creemos que estas son las consignas y tareas en torno a las cuales “elaborar un programa de revolución política, opuesto tanto al programa de “apertura económica y política” que bajo demagogia democrática persigue el imperialismo, como al proyecto de restauración gradual del capitalismo según una “vía cubana” al que se orienta la burocracia. Un programa que levante las banderas del antiimperialismo y recupere el internacionalismo militante, para soldar los lazos con las masas latinoamericanas y del mundo, en lugar de la utópica perspectiva del “socialismo en una sola Isla” que defendió siempre la dirección castrista.”
Demandas democráticas y posición de clase
“En el terreno democrático, no hemos localizado en sus ediciones, condena alguna al Castrismo ante la muerte del disidente Zapata Tamayo a principios de 2010” nos dice Martínez para hacer creer que devaluamos el problema de las libertades democráticas negadas a los trabajadores cuabnos por el régimen del “partido único”, lo cual no es cierto. Lo que no hemos hecho, es plegarnos acríticamente al coro de la prensa imperialista que aprovechó ese epísodio para reclamar “apertura” con el argumento de defender los derechos humanos. Pero por citar un ejemplo, en la nota titulada “¿Qué hay tras la muerte de Zapata Tamayo?” explicabamos que “el régimen está sufriendo un paulatino deterioro ante la insatisfacción de las necesidades obreras y populares, la diferenciación social, que agravan sus medidas restauracionistas y el curso de ataque a conquistas tradicionales (como la eliminación del seguro de desempleo), todo lo cual puede llevarlo a intensificar los métodos administrativos y de represión no sólo contra los elementos proimperialistas sino contra expresiones de cuestionamiento de sectores de trabajadores, jóvenes o intelectuales que quieren defender las conquistas de la revolución e incluso sectores descontentos del PCC. Por eso, alertamos que los métodos abiertamente represivos de la Seguridad del Estado y demás fuerzas de control, así como los encarcelamientos y largas condenas, serán utilizados mañana contra los sectores que, defendiendo las conquistas sociales, cuestionen el dominio de la burocracia.”20 Partimos de que “Los revolucionarios no podemos dejar que el imperialismo, los gusanos y la disidencia pro capitalista como las Damas de Blanco y la Iglesia usurpen demagógicamente las banderas de los derechos humanos y de las libertades democráticas para sus fines reaccionarios. Por eso, hay que levantar un programa que, defendiendo el pleno derecho de reunión, expresión y organización sindical y política para los trabajadores, plantee el fin del régimen de partido único y de los privilegios de la burocracia, así como la libertad de acción para los partidos que defiendan las conquistas de la revolución. Frente a los abusos del régimen, nos pronunciamos por la libertad de los presos políticos que no estén vinculados con actos de terrorismo o apadrinados por la CIA, sin ningún tipo de solidaridad con sus posiciones políticas y por la conformación de comisiones obreras y campesinas independientes que revisen las denuncias y arbitrariedades en cada caso.”21 Para nosostros, todas las denuncias al régimen, sus atropellos y represión, van ligados a la necesidad de combatir al imperialismo y la demagogia democrática de sus agentes, como la Iglesia católica, para alentar que los trabajadores las tomen en sus manos y se articulen en el camino de la movilización independiente bajo un programa de democracia obrera consecuente.
Una curiosa incongruencia y un inevitable paralelo
El cro. Martínez utiliza algunas formulaciones curiosas. Por ejemplo, dice que “los Castro y el PC vienen desde los 90 restaurando el capitalismo” (subrayado nuestro), pero si ya está restaurado, el proceso terminó. Si aún “vienen” el proceso puede haber avanzado mucho pero no ha terminado. Luego leemos en un subtítulo que “Se está recreando la explotación de clase”, ergo, aún no se terminó de recrear.
Sospechamos que estas incongruencias con su caracterización central de que Cuba ya es plenamente capitalista no son meros “lapsus” literarios sino que reflejan a su manera las contradicciones del inacabado proceso de descomposición/restauración en Cuba, que se cuelan de vez en cuando en el discurso de IS y ocasionalmente, obligan a matizar sus definiciones, algo así como una pequeña coartada teórica.
No sólo la UIT (y la LIT con ella) tienen este “tick”. Cuentan con ilustres antesesores. Trotsky critica a los antidefensistas Burnham y Carter por mezclar ambiguedades de ese tipo: “la burocracia ha entrado definitivamente en el camino de la destrucción de la economía planificada y nacionalizada.” (¿Solamente ha “entrado en el camino”?)”(…) “pero el año pasado “las acciones de la burocracia estaban saboteando activamente el plan y desintegrando el monopolio estatal.” (¿Solamente “desintegrando”? Por lo tanto, ¿no lo han desintegrado todavía?)”22
Aunque bajo distinto contexto político, consideramos que las inconsistencias de la visión que tienen la UIT (como la LIT) sobre la cuestión cubana se deben también al abandono del método dialéctico del marxismo para abordarla. Es que sólo ven fotografías fijas pero no la película en movimiento. O es blanco o es negro. O es capitalista o es Estado obrero, pero el proceso de lucha, la transición a través del conflicto de un estadio a otro, con sus matices y contradicciones, y el momento preciso en que la acumulación de cambios en la cantidad se traduce en un salto de calidad, parecen caer fuera de los registros que admite su visión. Nos parece que esto explica su tenaz oposición a registrar en las posiciones del PTS la idea de “proceso de descomposición”, porque su método adolece de ausencia de dialéctica. Pero por lo visto, no pueden evitar que ocasionalmente alguna contradicción del movimiento real se le cuele por la ventana. Si estuviera acabado, el tipo de revolución no se distinguiría de la que está planteada hoy en China, Rusia, Hungría o Polonia. Si aún no acabó el proceso de restauración, corresponde una revolución política que derroque a la burocracia y revierta los avances del capitalismo en la Isla.
¿Qué tipo de revolución?
Martínez critica a nuestra corriente porque según él“levantan un programa para la isla centrado en una formulación abstracta de “Revolución Política”, que aboga en forma general por el poder obrero y el socialismo internacional, pero no se refiere a la situación de superexplotación capitalista y carece de respuestas a las necesidades concretas de los trabajadores y el pueblo cubanos. (…) no logran articular un sistema de consignas que incite en forma concreta al pueblo cubano a movilizarse contra el gobierno de Raúl en contra de la restauración y por libertades democráticas.” Dejemos de lado esta última y bastante peregrina afirmación, pues ya hemos citado más arriba, los p’rincipales aspectos de nuestro programa contra los planes y medidas de la burocracia partiendo de que “está planteada la lucha por un programa que, partiendo de la lucha contra el bloqueo, rechace el programa de los “Lineamientos”, defienda las conquistas de los trabajadores, luche contra la burocracia y sus privilegios y plantee las medidas para reencausar la economía nacionalizada de acuerdo a las necesidades de la clase trabajadora y la transición al socialismo.” 23 Para no agotar al lector, remitimos a la Declaración de la ft-ci, a las notas reproducidas en LVO analizando los Lineamientos y el VI° Congreso, y otros materiales, que pueden consultarse fácilmente en www.cubarevolucion.org.
Fijemos la atención, entre tanto, sobre la formulación de “nueva revolución socialista” que no sería “abstracta” pese a plantearse destruir el capitalismo en un país donde todavía no se completó su reinstalación... en fin. Digámoslo una vez más:“Quienes afirman esto, como la LIT-CI y la UIT-CI, se parecen a un médico que ante la grave enfermedad de su paciente, se anticiparan a extenderle el certificado de defunción. Con diagnóstico tan “radical” y erróneo renuncian a defender las conquistas estructurales de la revolución que, aunque gravemente degradadas, sobreviven todavía, y abandonan el programa trotskista de revolución política. Cuba es aún un estado obrero deformado en descomposición, porque sobreviven conquistas estructurales (cada vez más degradadas) que son la base insustituible en una economía de transición (como la nacionalización de la inmensa mayoría de los medios de producción) y no hay todavía una rearticulación del conjunto de las relaciones de propiedad y sociales en función de las leyes del funcionamiento capitalista. En suma, la burocracia no ha logrado todavía imponer un salto cualitativo en el retorno al capitalismo, y enfrentar este peligro mortal es la clave del programa a levantar y que por supuesto (¿es necesario aclararlo?), incluye tareas sociales, como la erradicación de la propia casta burocrática y la revisión de las “reformas de mercado” y las concesiones al capital extranjero.“24
Sin embargo, no deja de ser extraña la fórmula que emplea la declaración de la UIT: “una nueva revolución socialista, para revertir el cambio económico-social hacia el capitalismo impuesto por los Castro, junto a la lucha política, a una revolución contra el régimen dictatorial para imponer libertades políticas para todo el pueblo”(ver anexo de la nota de D.M.). No sólo es sospechosamente cuidadosa: habla de “revertir el cambio económico-social hacia el capitalismo” y no de derribar el capitalismo, que como nos han ilustrado Mercedes Petit y Diego Martínez, ya habría sido reimplantado por los Castro. Además, ¿No se desliza aquí la idea, muy morenista, de que podría haber una revolución política a nivel del régimen, contra la dictadura (sí, la revolución en la superestructura que al comienzo de su nota, Martínez nos achacaba a nosotros) diferenciada -”junto” dice la fórmula de la UIT, de la “nueva revolución socialista”. Abandonar la concepción trotskista de la revolución política contra la burocracia para reemplazarla por el engendro semietapista de “revolución democrática” fue la raíz de una capitulación desastrosa de la corriente morenista ante los sucesos del 89. IS y la UIT no parecen haber aprendido nada nuevo desde entonces. No se explica de otra manera la referencia del cro. Martínez a “las victorias obtenidas por la clase obrera rusa y de Europa del Este en los procesos revolucionarios pos 89” que hace Martínez, teniendo a la vista la realidad de la restauración en esos países. Creemos que bajo este tipo de afirmaciones subyace una separación mecanicista entre la caída de las dictaduras de partido único stalinistas, es decir el cambio de régimen político, producido en en varios países en medio de procesos de masas, y el aspecto socio-económico, es decir, la brutal derrota que significó para esas clases obreras el hecho de que los gobiernos que les sucedieron consumaran la restauración del capitalismo. Los progresivos levantamientos antidictatoriales terminaron así en “revoluciones democráticas” que no llevaron al poder a los trabajadores, y por tanto no terminaron en una verdadera revolución política que asegurara las aspiraciones democráticas populares, sino que fueron capitalizados por camarillas abiertamente restauracionistas y proimperialistas que consumaron una seria derrota de los trabajadores del Este, consolidaron regímenes reaccionarios y le permitieron al imperialismo un triunfo cuyos efectos se hicieron sentir por décadas, alimentando la reacción neoliberal y el triunfalismo burgués de las últimas décadas.
Para que esa perspectiva no se repita en Cuba (ni por la vía de un colapso del régimen como en el Este europeo, ni por la vía gradual -á la china- que busca el PCC) está planteado un enorme desafío en la lucha de clases que involucra no sólo al proletariado cubano sino a la clase obrera y los pueblos oprimidos a nivel internacional y que reclama un programa correcto.
Para señalar una perspectiva obrera independiente hace falta plantear categóricamente que no se puede conquistar una verdadera democracia para los trabajadores, separada de la defensa de las conquistas revolucionarias que aunque fuertemnente degradadas, aún sobreviven.
IS se separa de las conclusiones más brutales que extrae la LIT para Cuba, como comparar al régimen castrista con la sanguinaria dictadura de Videla para justificar que sería mejor un régimen de democracia burguesa, pero creemos que comparten la esencia de la concepción de “revolución democrática” que está en la base de su rechazo al programa de la revolución política y por tanto, lleva a la adaptación a los programas de democracia sin delimitación de clase. Ya su programa habla de “la libre formación de partidos políticos” en general, da una versión limitada de democracia obrera (se refiere sólo a “la democracia obrera, para hacer sus reclamos y cambiar a los dirigentes y formar nuevos sindicatos” y a una “planificación con democracia obrera”, pero ni se les ocurre plantear que hace falta formar organismos de lucha democráticos de las masas, del tipo de los Consejos o Soviets, para instaurar un régimen de democracia obrera basado en la autoorganización obrera y popular, y que en esa movilización tienen que jugar un rol central, hegemónico, el proletariado cubano, pues sólo así se podrá conformar un gobierno de los trabajadores que abra el camino al “verdadero socialismo con democracia obrera”, para usar las palabras de la UIT.
Podemos constatar una diferencia final sobre el tipo de partido que hay que construir en la Isla. La UIT, en su Declaración propone un partido de contornos indefinidos: “un nuevo partido socialista que retome las banderas del Che y de la primera revolución socialista”. Está muy bien recuperar los aspectos más progresivos de las banderas del Che y de las tradiciones revolucionarias de los trabajadores y el pueblo cubano, pero hace falta un partido obrero revolucionario y socialista, armado de un programa para vencer sobre la base de la herencia del marxismo revolucionario de nuestra época, que no es otro que el trotskismo, y como parte de la lucha por reconstruir la IV Internacional. Por nuestra parte, nos mantenemos en el terreno del programa trotskista, un terreno mucho más sólido que el pantano en que están metidos los compañeros de IS.
Invitamos a meditar sobre estos problemas vitales, pues Cuba se haya ante una encrucijada cada vez más acuciante. Como hemos escrito, “Creemos que la combinación de crisis capitalista mundial, declinación de la hegemonía imperialista y despertar de la lucha de clases como muestran la “primavera árabe” contra las dictaduras, las luchas obreras en Europa y otros procesos, crea nuevas condiciones internacionales que pueden alentar la resistencia de las masas cubanas contra los planes restauracionistas y el imperialismo.” A pesar de las enormes dificultades que enfrentan, pensamos que aún es posible que al calor de la lucha contra la presión del imperialismo y la dictadura burocrática con sus ataques contra los trabajadores y las conquistas de la revolución, el movimiento obrero cubano e internacional encuentre el camino para defender a la revolución.
16 de julio de 2011
NOTAS
[1] “¿Adónde va la LIT-CI con su política democratizante?”, en www.cubarevolución.org.
[2] “La situación internacional y las tareas de los marxistas revolucionarios hoy”, Manifiesto de la III Conferencia Internacional de la FT-CI, 2005.
[3] Eduardo Molina, “Cuba, la época imperialista y las contradicciones de la transición al socialismo”, Estrategia Internacional n°20, 2003.
[4] Carmelo Mesa-Lago, “Problemas sociales y económicos en Cuba durante la crisis y la recuperación”, Revista de la CEPAL 86, agosto de 2005.
[5] CEPAL, La economía cubana a inicios del siglo XXI: desafíos y oportunidades de la globalización (Jesús M. García Molina), 2005.
[6] Datos tomados de Ramón Centeno M., “¿Los gerentes al servicio de la Nación? El Estado cubano y las empresas dirigidas al mercado internacional”, Maestría de FLACSO, 2010.
[7] Datos de ONE, Cuba, 2010.
[8] CEPAL, Política social y reformas estructurales. Cuba a principios del siglo XXI, 2004.
[9] Manuel García Díaz, “Malformaciones estructurales de la economía cubana”, www.asce.org.
[10] Eduardo Molina, “Concesiones al mercado y ajustes en el régimen”, en www.cubarevolucion.org, 22/04/2011.
[11] “Cuba en la encrucijada”, Declaración de la FT-CI.
[12] Esteban Morales, “Corrupción ¿La verdadera contrarrevolución”, en http://estebanmoralesdominguez.blogspot.com, julio de 2010. Ver también “El misterio de la Santísima Trinidad: corrupción, burocratismo, contrarrevolución” en el mismo blog.
[13] Declaración de la FT-CI.
[14] Centeno, op. cit.
[15] Diego Dalai, “Polémica con el PSTU-LIT. Cuba: ¿Revolución Política o “Revolución Democrática”?” LVO 392, 16/10/2010.
[16] Facundo Aguirre, “Fidel contra el pueblo libio”, en www.cubarevolucion.org, 25/02/2011.
[17] Facundo Aguirre, “Apoyando a Kadafi no se lucha contra el imperialismo”, LVO 417 del 10/03/2011.
[18] Diego Dalai, “Raúl Castro, ajustando el ajuste”, en www.cubarevolucion.org, 10/03/2011.
[19] Eduardo Molina, “Mientras el PCC prepara su Congreso: Medidas de ‘ajuste’ contra los trabajadores”, LVO 409, 13/01/2011.
[20] Diego Dalai, “¿Qué hay tras la muerte de Zapata Tamayo?”, en www.cubarevolucion.org, 05/05/2011.
[21] Diego Dalai, “Raúl Castro con los enemigos de la revolución cubana”, en www.cubarevolucion.org, 10/05/2011.
[22] León Trotsky, “¿Ni un Estado Obrero ni un Estado Burgués?”, 25 de noviembre de 1937, en www.ceip.org.ar.
[23] Eduardo Molina, “¿El pueblo es el que decide?”, www.cubarevolucion.org, 9/12/2010.
[24] Eduardo Molina, “¿Cuba ya es capitalista?, LVO n° 409, 13/0