La fundación del Estado de Israel
64 años de ocupación y genocidio
20/11/2012
Por Miguel Raider (*)
El 14 de mayo de 1948 el Estado de Israel declaró su "independencia". El 15 de mayo el pueblo palestino conmemora la “Nakba”, la catástrofe que produjo el Estado de Israel expropiando sus tierras milenarias y expulsando al exilio a un millón de personas. A fines del siglo XVIII la formación de los estados nacionales cumplía una función progresiva, unificando los mercados y desarrollando las fuerzas productivas. Por el contrario, la formación del Estado de Israel fue una resolución íntegramente reaccionaria a la cuestión judía, a partir de la creación de un Estado artificial, funcional a los intereses del imperialismo, como un enclave colonial destinado a someter a los pueblos árabes oprimidos de Medio Oriente.
Durante siglos los judíos circularon por diversas regiones ejerciendo el comercio y la usura, las formas que adquirió el capital mucho antes de desarrollarse como fuerza social. Esas profesiones “impuras” los inhibían a integrarse a las comunidades por expreso mandato de las clases dominantes, ya que actuaban como intermediarios entre éstas y los campesinos pobres mediante el préstamo de dinero. Cuando los terratenientes elevaban los impuestos a los judíos, estos subían los intereses a los campesinos, los cuales reaccionaban contra los judíos con linchamientos violentos promovidos por los mismos señores feudales que acababan expulsándolos de la comarca. Estas características distinguían a los judíos como un pueblo-clase, tal como señaló el gran revolucionario belga Abraham León. Las revoluciones burguesas en Inglaterra, Francia y los países bajos permitieron la integración y la asimilación progresiva de los judíos a dichas sociedades. Sin embargo, el desarrollo burgués atrasado en Europa oriental empujó a los judíos a la proletarización, la pobreza y a la confinación aislada en guetos. Esta separación sirvió a la burguesía para utilizar a los judíos como chivos expiatorios de los padecimientos de las grandes masas.
A fines del siglo XIX el antisemitismo había cobrado tal virulencia que se expresaba en las turbas de los pogroms con miles de judíos asesinados. Estas condiciones generaron el flujo de muchas personas de origen judío de Europa oriental hacia los partidos obreros, destacándose Leon Trotsky, Rosa Luxemburgo, Lev Kamenev, David Riazanov, etc. Simultáneamente, en 1897 comenzó a desarrollarse el sionismo como un movimiento político de un pequeño sector de la burguesía judía. Teodoro Hertzl, su dirigente más destacado, sostenía en su libro “El Estado judío” que la colonización judía de Palestina representaba el avance europeo corporizado como “un muro contra el barbarismo” de los pueblos árabes. Hertzl sostenía que Palestina era “una tierra sin pueblo, para un pueblo sin tierra”, “olvidando” que los palestinos moraban esas tierras históricamente. En su prédica sionista, Hertzl no vaciló en reunirse con ministros de la autocracia zarista, responsables de los pogroms y las campañas antisemitas, quienes le prometieron ayuda a cambio de persuadir a los judíos de abandonar su militancia en los partidos obreros. Si bien el sionismo era un movimiento minoritario, el desarrollo del nazismo y el genocidio de 6 millones de judíos en los campos de concentración durante la 2° guerra mundial, fueron utilizados por Inglaterra y EE.UU. como soporte para poner en pie el Estado de Israel, una política reaccionaria promovida por los mismos países que cerraron sus fronteras a los millones de judíos que huían de los nazis.
Las bases del Estado sionista
La declinación del Imperio Otomano, dominante de Medio Oriente hasta fines del siglo XIX, abrió las condiciones para su reemplazo por las potencias capitalistas desarrolladas de Inglaterra y Francia, quienes se repartieron esa región en 1915 mediante el Tratado Sykes-Picot. Así Inglaterra asumió su dominio sobre Palestina bajo un régimen de protectorado. Con la finalidad de neutralizar los movimientos nacionalistas árabes, Inglaterra impulsó en 1917 la declaración de Lord Balfour, postulando la creación de “un hogar nacional judío en Palestina”, permitiendo la entrada a miles de colonos.
Bajo la anuencia británica, los sionistas compraron tierras a los campesinos palestinos por bicocas y no dudaron en recurrir a la violencia cuando surgía resistencia. En1935 Inglaterra emitió un decreto que concedía la propiedad de la tierra a todo aquel que tuviese al menos una torre y una empalizada. De un día para el otro los sionistas montaron miles de torres y empalizadas y se apropiaron de vastas extensiones de tierra. En el mismo sentido, los sionistas de “izquierda” establecieron cientos de colonias “socialistas” (kibutzim) como campamentos militares para interferir las comunicaciones entre las aldeas palestinas. Desde la Histadrut (central obrera sionista) los sionistas promovieron la separación de los trabajadores judíos de los palestinos y la compra de mercaderías en comercios judíos. El futuro primer ministro David Ben Gurión decía que era necesaria la “transferencia forzosa” de los palestinos para desarrollar las bases del Estado judío. Así se formaron las milicias paramilitares del Etzel, Leji y Haganá (las bases de futuro ejército), sembrando el terror en las masacres de Dir Yassin, Kfar Kassem, Abu Zabel, Hatsabi,etc.
En 1947 la ONU estableció la partición de Palestina concediéndole a los sionistas el 63% del territorio, sin siquiera consultar una palabra al pueblo palestino. La resistencia de los palestinos fue aplastada por las milicias sionistas, borrando del mapa más de 500 aldeas y obligando a marchar al exilio forzoso a más de un millón de personas.
Sobre esas bases se fundó el Estado judío bajo la aprobación de Stalin y el imperialismo norteamericano, su fuente material de financiamiento hasta la actualidad. Un Estado racista basado en un ejército de ocupación permanente para mantener “una guerra de mil años”, como decía el general Moshe Dayan, contra los pueblos árabes, entre las que se destacan la guerras de 1948, 1956, 1967, 1973, 1982 y 2006. Un Estado terrorista que practica en forma legal la tortura, los asesinatos selectivos y la demolición de casas de todo aquel “sospechoso” de terrorismo. Un Estado heredero de los nazis y sus métodos de limpieza étnica, que condena a Gaza al aislamiento de un gigantesco gueto, mientras disloca la comunicación de las aldeas de Cisjordania mediante el Muro del Apartheid, confiscando las tierras más fértiles, al tiempo que mantiene más de 10.000 palestinos presos y más de 4 millones sin derecho a retornar a sus legítimas tierras. Un Estado teocrático que segrega a los que no profesan la religión judía, y que mantiene a los “árabes israelíes” (el 20% de la población) como ciudadanos de segunda categoría.
La paz entre árabes y judíos sólo será posible mediante la destrucción de ese enclave del imperialismo norteamericano y la lucha por una Palestina obrera y socialista en todo su territorio histórico, en el marco de una Federación de Repúblicas Obreras de Medio Oriente, una tarea que sólo puede ser emprendida por los trabajadores y los campesinos de la región.
(*) este artículo incluye algunas actualizaciones de la nota escrita por Miguel Raider en el año 2008 al cumplirse los 60 años de la fundación del estado de Israel. El artículo original se puede encontrar leer en: http://www.pts.org.ar/spip.php?article9508