Internacional
Túneles de la resistencia y túneles de la colonización
27/09/2014
Al margen de la crisis humanitaria propia de la masacre, la operación Barrera protectora dio lugar a una diatriba plagada de falsedades sobre el sistema de túneles construidos por Hamas. Los sionistas afirman que esos túneles amenazarían el “derecho a la seguridad” del Estado de Israel, que cuenta con el cuarto sistema militar más letal del mundo, sostenido sobre un ejército de ocupación que garantiza la opresión nacional sobre el pueblo palestino. La “desmilitarización de la franja de Gaza” exigida por el gobierno del premier Benjamín Netanyahu presumía la destrucción íntegra del sistema de túneles, a sabiendas de la importancia de esa obras de ingeniería civil en la historia, y particularmente en la historia militar a partir de los aportes del imperio romano. Claro que Netanyahu calla cínicamente sobre el sistema de túneles impulsado por el Estado sionista para consumar la colonización de Jerusalén oriental, expulsando a las familias palestinas que se resisten a abandonar sus hogares y su tierra.
“Cobardía” fue la acusación lanzada en boca de Netanyahu, el presidente Obama y los caciques de la UE contra Hamas por ocultarse en los túneles, mientras cientos de miles de palestinos mordían el azote de los F16 israelíes. Semejante juicio podría ser adjudicado también al entonces premier británico Winston Churchill y su gabinete de ministros, ocultos en un sistema de bunkers en medio de la Segunda Guerra Mundial, enfrentados con los nazis. Churchill llamaba a la población civil a permanecer en sus domicilios, al tiempo que la Luttwaffe desde los cielos arrojaba volantes exhortando a abandonar determinados barrios de Londres ante los próximos bombardeos, el mismo método empleado por el ejército israelí (el “más moral del mundo”), acaso sintetizado en la consigna “el que avisa no es asesino”.
Si bien Hamas permanecía escondido para resguardar su estructura de comandos y emerger a la superficie utilizando el método de la guerrilla (golpear y retirarse), los túneles surgieron producto del bloqueo de Gaza por tierra, aire y mar establecido desde 2007 por el Estado hebreo y la colaboración de Egipto, gracias al consentimiento de EE.UU. y la UE. La exportación e importación de productos fue prohibida. El Ejército israelí abría ocasionalmente los pasos de frontera para distribuir a cuenta gotas productos de la canasta básica. Hasta los pequeños pescadores fueron condenados al hambre con la restricción del área de pesca. Así se deterioraron exponencialmente las penurias del 70% de la población que depende exclusivamente de la asistencia humanitaria de la UNRWA, la agencia para refugiados palestinos de la ONU. El sistema de túneles oxigenó la desfalleciente economía gazatí sobre la base del contrabando, desarrollado esencialmente por la complicidad de la policía egipcia (aunque recientemente fue arrestado un oficial israelí acusado de favorecer el contrabando en Gaza). Las mieles del contrabando alumbraron una nueva clase pequeñoburguesa que comerciaba desde chips chinos hasta autos europeos, recreando la economía aunque desde ya sin poder revertir la pobreza estructural histórica.
Si el sistema de túneles en Gaza podría haber sido puesto en marcha recién en 2007, cuando se impone el bloqueo, en cambio el sistema de túneles impulsado por el Estado de Israel se remonta a 1969, después de la ocupación de Jerusalén oriental (incluyendo Gaza, Cisjordania, las alturas del Golán y la península del Sinaí) tras la Guerra de los Seis Días de 1967. Bajo la presunción de hallazgos arqueológicos, el Ministerio de Servicios Religiosos promovió los llamados túneles del Muro Occidental que comienzan en el Muro de los Lamentos, el sitio más sagrado para los judíos, pero llegan hasta el final de la Vía Dolorosa, en pleno centro neurálgico de la zona árabe, y aún continúan su marcha extendiéndose más. Asimismo, desde 2004 la Autoridad de Antigüedades impulsó la excavación en Silwan (el barrio árabe más conflictivo de Jerusalén oriental) que comienza en el estanque de Siloé, llega a Givati ”‹”‹Parking Lot, y de hecho sigue por todo el camino hasta el puente de los Magrebíes. Los sionistas reclaman Silwan, pues bajo su superficie, yacería la vieja ciudad del rey David, del cual no existe ningún registro de evidencia histórica. Curiosamente, no existe ninguna publicación relevante que dé cuenta de los hallazgos en esos túneles, y hasta hace pocos años, estas excavaciones constituían un secreto de Estado, guardado bajo siete sellos.
Invocando presuntos intereses de la ciencia y un engañoso y milenario relato del pueblo judío, la ocupación del espacio subterráneo sirvió para tomar por asalto la casa de la familia Abbasi, un escándalo legalizado por el Tribunal Supremo Israelí, que dictaminó el derecho de propiedad de los judíos sobre el subsuelo jerosolimitano por sus “raíces históricas”.
El arqueólogo israelí Yonatan Mizrahi de Emek Shave denunció que las excavaciones se efectúan de forma permanente, ampliando el espacio subterráneo judío por debajo de la superficie de los barrios árabes con la intensión de interconectar y extender las colonias en una Jerusalén plenamente judía, “capital integral e indivisa del Estado de Israel”, acorde a la sentencia trazada por el ex premier Menajem Beguin en 1980.
Evidentemente, unos son los túneles de la resistencia que enfrenta la asfixia para poder respirar. Otros son los túneles de la colonización de un estado racista cuya estrategia es apoderarse de toda la Palestina histórica, haciendo la tarea del topo para luego consumar el asalto.