Francia
80.000 manifestantes en las calles de Paris. Decir no a la austeridad, pero ¿con qué perspectivas?
04/10/2012
Por Jean Patrick Clech, desde Paris
Varias decenas de miles de personas, 80.000 según el Front de Gauche (Frente de Izquierda), salieron a la calle el domingo 30 de septiembre. Semejante manifestación, apenas cuatro meses después de la derrota de Nicolas Sarkozy y la llegada al poder de un gobierno del PS-ecologistas ha tenido una importante repercusión. Es la primera vez que un gobierno “de izquierda” sufre tal manifestación pocos meses después de haber asumido sus funciones, una manifestación que tiene un alcance mucho más importante ya que los planes continúan, en las vísperas del anuncio oficial de la multinacional del acero, Arcelor Mittal, sobre el cierre definitivo de los altos hornos de Florange.
El domingo centenares de grupos sindicales, políticos y asociaciones, que venían de toda Francia se manifestaron durante varias horas por las calles de la capital. Esto es lo que ha dado a la marcha un aspecto realmente militante. En las diferentes columnas se podía sentir una expresión real del descontento social que crece en las empresas y en los lugares de trabajo, sobre todo en el interior, y que supera de lejos la cuestión del Tratado de Estabilidad, Coordinación y Gobernabilidad (TSCG), que subordina el presupuesto francés a los requerimientos de la Unión Europea. Queda por saber si esta desilusión y este descontento podrán cristalizarse en un movimiento coordinado contra los planes sociales y la austeridad.
El Front de Gauche
El problema es la cuestión de las perspectivas. Pierre Laurent del Partido Comunista (PCF) ha destacado que la manifestación era “una bocanada de oxígeno (…) llena de perspectivas”. El objetivo de la dirección del Front de Gauche era presionar sobre la izquierda del PS y Europa Ecología -los Verdes-, pero no luchar consecuentemente contra la austeridad a nivel europeo, como es el TSCG. Como destaca Le Monde en su editorial del 2/10: “Tratado presupuestario europeo, demasiado tarde para decir no”. Como subraya el editorialista, “la manifestación del Front de Gauche y de Jean-Luc Mélenchon ocurrió cuando la suerte ya está echada”. Mélenchon es perfectamente consciente de esto. Lo que no le impide seguir reclamando un referendum, incluso cuando se sabe lo que ocurrió con el de 2005 sobre el Tratado Constitucional Europeo: el “no” fue ampliamente mayoritario. Sin embargo se adoptó una versión bis del TCE.
Entonces esta manifestación en parte es para ver los cálculos internos de la principal fuerza que la convocaba, en este caso el Front de Gauche, entre Jean-Luc Mélenchon por un lado y la dirección del PCF por el otro. Se debe al hecho de que Mélenchon quería dar un gran golpe para esta reanudación de las actividades (después de las vacaciones del verano europeo), matando dos pájaros de un tiro: haciendo política para reeditar a escala reducida y en un lapso de tiempo más corto la dinámica de 2005 y desviando la atención del problema de los despidos “muy cerca nuestro” gracias a la cuestión del TSCG. También hay que destacar lo que refleja la prensa de izquierda, empezando por l’Humanité del lunes, que evitó decir que lo que primaba en la marcha era el repudio a la austeridad y en su lugar, ponía de relieve las consignas más chauvinistas y nacionalistas que se podían escuchar en las columnas.
La bronca de los trabajadores
Pero los manifestantes ante todo estaban allí para gritar su desilusión y su hartazgo frente a la austeridad, en concordancia con lo que se podía escuchar con más fuerza aún en las calles portuguesas o en el Estado español este fin de semana. Es este descontento latente lo que explica los sondeos catastróficas que tiene el gobierno. Ahora la cuestión es estructurar las perspectivas. El Front de Gauche, que este domingo ha ganado la batalla política, propone “acciones descentralizadas” en toda Francia el 6 y 7/10 y luego un mitin el 8. No dice nada en relación al 9/10, fecha de la jornada de acción y huelga de la Confederación Europea de Sindicatos (CES) informada por la CGT, y de la que muchos grupos militantes se apropiarán, más allá de las consignas huecas sobre “la lucha contra la desindustrialización”, para hacer escuchar la bronca de los trabajadores.
Después del 30/9 nos hace falta una perspectiva de lucha estrechamente ligada a las fábricas que hoy están bajo el fuego de los planes sociales, están peleando pero a duras penas se coordinan. Más que subordinarse a Mélenchon, la extrema izquierda, empezando por el NPA, tendría que ser la impulsora de un amplio llamado para coordinar a las empresas en lucha y sobre esta base estructurar un gran movimiento nacional contra los despidos y el desempleo. Esta es la única perspectiva para que la energía y la movilización de los grupos sindicales y militantes que intervienen en los lugares de trabajo y que quieren hacer de este otoño un otoño caliente a la altura de los ataques anunciados no desemboque en un callejón sin salida. Esto es central, porque si domina el desaliento y la ausencia de perspectivas, detrás está el Frente Nacional (extrema derecha) que espera disimulado.
03.10-2012