FRANCIA
La izquierda del Nuevo Partido Anticapitalista se unió en la Plataforma A
29/01/2016
Dividida en cuatro plataformas diferentes durante el Congreso de enero de 2015, el conjunto de las tendencias de izquierda del NPA se agrupó en el seno de una plataforma común en vistas a la Conferencia Nacional que tendrá lugar en marzo y que definirá la posición del partido frente a las próximas elecciones presidenciales.
En el voto indicativo realizado en la reunión del Consejo Político Nacional, esta plataforma se ubicó primera con el 45% de los votos, delante de las presentadas por François Sabado y Olivier Besancenot (38%) y Alain Krivini y Philippe Poutou (16%)
Plataforma A: Por una candidatura del NPA en las elecciones presidenciales
La Conferencia Nacional del NPA confirma la decisión de su 3er Congreso de presentar un/a candidato/a del NPA en la elección presidencial. El texto que sigue define el marco político de esta candidatura.
Para los trabajadores y las clases populares, el balance del gobierno de Hollande es catastrófico. El desempleo no ha parado de aumentar así como la precarización y la degradación de los servicios públicos. Toda la sociedad fue arrastrada a una regresión social y democrática por la crisis del capitalismo, las políticas de austeridad y la carrera por la competitividad que es su consecuencia.
Para el gobierno, se trata de un estado de emergencia antidemocrática y antipopular permanente.
Esta política multiplica la subvención a los capitalistas, destruye el código de trabajo y acentúa la desigualdad en todos los campos. Solo beneficia a los capitalistas que controlan la economía, las finanzas del estado y acaparan la riqueza.
Hollande, como la derecha, no tienen otro proyecto más que seguir empeorando. Nos ponen contra la pared.
En Francia como a nivel europeo, las dificultades de los trabajadores para pasar a la ofensiva, para superar la dispersión de sus luchas, en una palabra, para superar la política de desmovilización y de crear ilusión en las instituciones de las direcciones políticas y sindicales tradicionales, dejaron el terreno libre para el ascenso de las ideas y fuerzas reaccionarias.
El descrédito creciente de los partidos de gobierno que impulsan una misma política que consiste en hacer pagar la crisis a los/as trabajadores y a las clases populares, abre la puerta a la extrema derecha, al Frente Nacional
En este contexto donde la izquierda tradicional y la derecha le han servido la mesa, Marie Le Pen intenta darle al FN una imagen falsa de un partido nuevo y popular, mientras que mantiene la continuidad ideológica y militante de la extrema derecha. El FN es hoy una real amenaza, en especial por su influencia en la juventud y en los asalariados.
Sería ilusorio y peligroso creer que el FN podría dar una mínima respuesta a la regresión social provocada por la ofensiva de las clases dominantes y su estado. Al contrario solo la agravará. El FN no aspira más que a servir a los intereses de las clases dominantes, de esta burguesía de la cual sus dirigentes forman parte. Y para garantizarse el poder, trata de desviar el descontento y la cólera popular dirigiéndolos hacia los más débiles, los inmigrantes.
Estos últimos no son los adversarios de las/os trabajadores de este país, son trabajadores como ellos, víctimas de dramas, ilustración de la barbarie provocada por las políticas neoliberales e imperialistas de las grandes potencias y de Francia.
No dejarse dividir va a favor de los intereses de todos
Los migrantes deben ser recibidos. Es necesario abrir las fronteras para detener la violencia y la muerte de los refugiados.
Hay que terminar también con las guerras en las cuales la población es la primera víctima.
La avanzada militarista en la que Hollande involucró al país, agrava el caos engendrado por las guerras imperialistas en Afganistán, Irak, Siria, Yemen, África y la guerra permanente contra el pueblo palestino.
Esta nueva aventura militar, demuestra la incapacidad de las clases dominantes de dar una mínima respuesta a los dramas que sus políticas han engendrado, más que respuestas militares y policíacas que no hacen más que exacerbar las tensiones y provocar nuevos dramas a una escala superior.
Fue esta política la que engendró a los terroristas integristas que son enemigos de las/os trabajadores, de los pueblos, de los derechos democráticos y que sirven al FN.
Luchar contra Daesh (ISIS) es terminar con las guerras que lo engendraron, detener los ataques aéreos contra Siria, retirar las tropas francesas de África y de Medio Oriente. Es solidarizarse con las/os trabajadores y los pueblos que en Siria, Irak y Medio Oriente luchan contra las dictaduras más reaccionarias, como continuidad de la Primavera Árabe. Es también apoyar la lucha de los palestinos contra el Estado de Israel y el derecho a la autodeterminación del pueblo kurdo.
No a la Unión Nacional. Abajo el Estado de Emergencia
Con la proclamación del estado de emergencia, Hollande dio un salto en su política autoritaria y reforzó el carácter policíaco del estado. Este endurecimiento, aceptado por la izquierda tradicional y la mayoría de las organizaciones sindicales, pretende hacer callar a los asalariados y a la población para imponer su política de regresión social.
Desde los atentados del 13 de noviembre, en nombre de la guerra, Hollande, se presenta como el hombre de la unión nacional, capaz de cerrarle el paso al FN y para esto canta la misma canción que Marie Le Pen, para aparecer como defensor de la patria, fomentando los prejuicios xenófobos y reforzando el racismo en particular contra los musulmanes y los inmigrantes.
Para Hollande, como ayer fue para Sarkozy o mañana para Marie Le Pen, si alguna vez llegara al poder, la defensa de la patria no es más que la máscara para la defensa de los intereses de las clases dominantes, los ricos y los privilegiados.
Todos los que nos presentan el repliegue al nacionalismo como una respuesta a la crisis y una protección para las clases populares, nos mienten. Nos quieren convencer de que patrones y obreros, dominantes y dominados, tenemos todos los mismos intereses. Nos quieren dividir, enfrentar unos contra otros, agitando el miedo al extranjero, la xenofobia y el racismo.
En un momento en que toda la humanidad está amenazada por la crisis climática, la degradación del medio ambiente debido a las políticas energéticas, industriales y urbanas sometidas a la lógica de la ganancia, a la competencia globalizada, al repliegue hacia las fronteras, no es solo una propuesta irrisoria sino también un engaño.
Frente a la gravedad de los problemas que golpean al conjunto de la población a causa de la política de las clases capitalistas, no puede más que haber una respuesta internacionalista, que cuestione la base misma de esta lógica, la propiedad privada capitalista.
Para responder a la urgencia social, democrática y ecológica, es necesario atacar de manera radical el poder de las clases capitalistas
Si queremos romper con las políticas de austeridad, garantizar un empleo y un salario decente para todos, terminar con el desempleo, desarrollar o reconstruir los servicios públicos, no bastará con declaraciones mágicas, con anuncios de políticas de reactivación del consumo ni con leyes que apunten a “moralizar el capitalismo”.
Estas buenas intenciones de la izquierda antiliberal no funcionan ya que no atacan la raíz del mal.
Será necesario que un gobierno de los/as trabajadores/as prohíba los despidos y reduzca masivamente las horas de trabajo, termine con el desempleo, decida anular la deuda, constituir una banca pública única y nacionalizar bajo control de los trabajadores los grandes grupos financieros, industriales y comerciales. Todo esto sin ninguna indemnización ni compensación: los trabajadores y la población ya han pagado suficiente para mantener el nivel de vida de estos parásitos.
Enfrentar la crisis ecológica, responder al calentamiento global, exige arrancar la economía de las manos de las multinacionales, terminar con la competencia generalizada para sentar las bases de una economía planificada.
Llevar adelante la revolución energética que necesita la humanidad para sobrevivir de todos los sectores de la actividad (vivienda, transporte, energía, agricultura), imponer romper con el productivismo y la lógica de la rentabilidad. Esta ruptura anticapitalista permitiría organizar el control de las/os trabajadores y de la población sobre la producción dentro de la perspectiva de su planificación democrática y en función de sus necesidades sociales y ecológicas. Esto permitiría dejar la energía nuclear, invertir masivamente en energías renovables y suprimir o disminuir las producciones parasitarias que no se correspondan con las necesidades reales.
Seamos nuestros propios representantes
Ninguno de los grandes partidos institucionales defiende o puede defender hoy día los intereses de las/os trabajadores y de las clases populares simplemente porque defienden los intereses de los explotadores, de los patrones y de los banqueros. El juego electoral y democrático se reduce a poner una boleta en la urna para decidir quién será el gerente de los negocios de la burguesía.
Los políticos que alternan en el poder como la gran administración inamovible, se conceden privilegios que les garantizan un estilo de vida digno de las clases dominantes mientras nos piden que “nos ajustemos el cinturón” y nos imponen sus políticas de austeridad. Son las reglas mismas de ese juego político falsamente democrático lo que hay que cambiar totalmente. Todo representante debería tener un salario igual al de un trabajador medio y debería poder ser revocado en cualquier momento. Es necesario terminar con este régimen presidencial que concentra poderes exorbitantes en las manos de un solo hombre, como así también con las instituciones reaccionarias, como el Senado.
Un gobierno realmente democrático no podrá surgir más que en ruptura con las instituciones y la propiedad capitalistas, eso será el resultado de la movilización de la clase obrera y de la población y del surgimiento de asambleas compuestas por delegados elegidos y revocables, en los lugares de trabajo, las comunas, los departamentos o regiones y a nivel nacional.
Para avanzar en este sentido, los asalariados, las clases populares y la juventud necesitan recuperar la confianza en sí mismas, sin dejarse paralizar por el pretendido “diálogo social” por el cual el gobernante Partido Socialista y la Medef (la central patronal NdT) quisieron involucrar a las direcciones de las organizaciones sindicales en sus políticas antiobreras.
Queremos hacernos eco del descontento y superar el desasosiego de los explotados desconcertados por las políticas de las direcciones sindicales que supuestamente los representan pero que dejaron las huelgas y las luchas sin coordinación, dispersas.
Queremos desarrollar una acción común, un frente único entre todas las organizaciones, las tendencias, los reagrupamientos de militantes, para hacer avanzar la lucha e imponer nuestras reivindicaciones.
Queremos alentar a los trabajadores a que se sindicalicen y se reapropien de sus organizaciones a fin de que sean instrumentos verdaderos para la defensa de sus intereses, buscamos unir y coordinar a quienes rompan con las políticas de colaboración con la patronal y el estado. De que los asalariados tomen sus asuntos en sus propias manos, depende la preparación de una contraofensiva, de un movimiento en conjunto, de una huelga general, capaz de imponer las reivindicaciones más grandes y terminar con este sistema de miseria y de explotación.
Es la única vía para derrotar a los capitalistas que tienen las riendas de la economía.
Es la única vía para conquistar el derecho de que los trabajadores y la población decidan y controlen la marcha de la economía.
Es la única alternativa por un gobierno de las/os trabajadores y del pueblo, nacido de las movilizaciones y en ruptura con las instituciones y la propiedad capitalistas.
Transformar la sociedad
Al contrario de un repliegue nacionalista, un gobierno obrero se dirigiría al conjunto de los trabajadores y de las clases populares de Europa para extender la movilización.
La lucha contra la austeridad no puede llevarse a cabo solo en Francia, es una lucha europea. El fracaso de Syriza lo ha demostrado, no se puede realizar sin romper con la política al servicio de los capitalistas, de Bruselas y del BCE (Banco Central Europeo) y con la Europa de las finanzas. Atacar el poder de nuestras burguesías nacionales es romper con las instituciones de la Unión Europea.
Contra la Europa de la troika, defendemos la solidaridad internacional, por una Europa socialista de los trabajadores y del pueblo.
Denunciamos las medidas de seguridad y el estado de emergencia permanente instaurado por el gobierno luego de los ataques del 13 de noviembre. Denunciamos el racismo, en particular la islamofobia engendrada por esta política.
Militamos contra todas las discriminaciones, por la igualdad entre las mujeres y los hombres, LGBTI/heteros, y el derecho de las mujeres a disponer libremente de sus cuerpos.
Planteamos en primer lugar la regularización inmediata de todos los sin papeles, el derecho a votar de los extranjeros en todas las elecciones y la derogación de todas las leyes antiinmigrantes. Defendemos el derecho de los pueblos a disponer de sí mismos ya sea Córcega como las viejas colonias de ultramar.
El voto no cambiará la vida. Pero en esta campaña como en nuestra actividad cotidiana, entendemos que somos los portavoces de los trabajadores, de las clases populares, de las mujeres, de la juventud, de las minorías oprimidas, de los sin papeles y de los inmigrantes, para denunciar los estragos sociales, democráticos, ecológicos, la violencia social ejercida por la búsqueda de beneficios y la competencia globalizada que son el motor de la dominación de las clases capitalistas.
Queremos no solamente contribuir al reagrupamiento de las fuerzas de los trabajadores, sino también intentar tender un puente entre todos aquellos que luchan o buscan caminos hacia otra sociedad. Hacer converger las luchas sociales y ecológicas, ayudar a los explotados a unirse con los que no tienen empleo, o que organizan las luchas contra los proyectos de grandes construcciones que dañan el medio ambiente, dar cuerpo a todos esos intentos de revueltas y de aspiraciones a un mundo más justo, menos angustiante, ese es el sentido mismo de nuestro combate, de nuestra campaña.
Deseamos debatir y abrir el diálogo con las organizaciones y con todos aquellos que rechazan plegarse a las políticas retrógradas de las clases dominantes y de los partidos que les sirven.
Militamos por el reagrupamiento de los anticapitalistas y de los revolucionarios.
Queremos ayudar a los explotados y los oprimidos a asegurarse su propia representación y expresión política para tomar sus asuntos y los de toda la sociedad en su manos, a fin de hacer respetar sus derechos y sus necesidades y reemplazar la lógica capitalista de la explotación por la lógica de la solidaridad y de la cooperación en Francia y más allá de las fronteras, construir en la continuidad de la lucha por el socialismo, el comunismo, una sociedad libre de la explotación y de la opresión.
En contra del discurso imperante sobre el capitalismo “insuperable”, defendemos la perspectiva de una organización social superior basada en la colectivización de los medios de producción, la planificación de la economía bajo el control de la población y de los trabajadores en las empresas y en cada nivel de la vida social para satisfacer las necesidades de todos.
Este es el sentido de nuestras acciones, de nuestra campaña y de nuestra candidatura.
Para llevar adelante esta campaña, el NPA necesita reagrupar todas sus fuerzas y movilizar todas las energías. El gobierno del PS intenta por todos los medios, en particular con la modificación de la ley sobre los patrocinadores, impedir que las corrientes minoritarias que lo combaten por izquierda se expresen. Es a través de un gran reagrupamiento que podremos aceptar el desafío.