Cuba. La Asamblea Nacional sancionó la nueva Ley de Inversiones Extranjeras
Avanzan en la restauración capitalista
03/04/2014
Con un discurso de “sacar adelante” la economía del país, defender la “soberanía nacional”, que “nunca volveremos al pasado” y que el sistema económico de la “Cuba socialista” seguirá basado en “la propiedad de todo el pueblo”, la burocracia castrista ha dado un serio paso adelante en el camino de restaurar el capitalismo.
A “propuesta” del Consejo de Estado (máximo órgano de gobierno), la Asamblea Nacional (parlamento al que sólo pueden postularse ciudadanos avalados por el Partido Comunista Cubano y las instituciones “de masas” que controla) votó por unanimidad la nueva Ley de Inversiones Extranjeras que reemplaza a la sancionada en 1995 durante el llamado “período especial”.
A diferencia de otras leyes que pasaron por amplios “debates” en decenas de miles de “asambleas” (como el recientemente aprobado Código de Trabajo o los Lineamientos de la política económica y social sancionado en 2010), el texto preliminar no fue publicado ni mucho menos discutido en ninguna otra instancia que las nombradas. Es que se trata de una verdadera “cuestión de Estado”, una pieza clave para el proyecto de la burocracia de “actualización del modelo económico”, de la que sólo ahora una vez aprobada, comienzan a conocerse sus detalles. Constituye el intento más claro en las últimas décadas por avanzar en la restauración capitalista bajo la tutela del PCC.
Asociarse con el capital extranjero
La nueva ley tiene el objetivo declarado de atraer la inversión directa de capitales extranjeros, se especula entre 2000 y 2500 millones de dólares anuales. Para esto, amplía y profundiza las concesiones que realizaba la anterior ley de 1995, dando grandes beneficios y garantías al capital. Se reducen los impuestos a las ganancias del 30 al 15% y se otorga una prórroga de varios años para empezar a pagarlos. Se elimina el impuesto a la contratación de mano de obra que era del 20% del salario. Se garantiza la inviolabilidad de la propiedad de las empresas inversoras salvo en caso de emergencia nacional y previo pago de la indemnización correspondiente. Se amplían las áreas abiertas a la inversión extranjera del turismo, minería y petróleo, a toda la economía nacional exceptuando solamente la salud, educación y defensa. Se garantiza la libre exportación e importación sin mediación del Estado, rompiendo definitivamente el control sobre el comercio exterior.
Como dijimos, todavía no se conoce el texto íntegro de la ley y habrá que ver cómo se la regula y cómo se la aplicará efectivamente, pero todo indica que también se permitirá, a diferencia de la modalidad que se extendió durante los ’90 de empresas mixtas (51% estatales), la instalación de empresas 100% capital extranjero (lo que ya figuraba en el texto de 1995 pero nunca se aplicó). Se espera muy en particular que haya fuertes inversiones en el agro cubano donde Brasil ya tiene importantes emprendimientos en vías de expansión, como soja, lácteos, producción avícola y otros rubros alimenticios donde Cuba tiene una bajísima productividad, a pesar de las reformas que viene aplicando, y debe importar el 80% de los alimentos que consume.
Una pieza clave del proyecto y una muestra de lo que viene, es el nuevo puerto de aguas profundas de El Mariel a 50km de La Habana, que implicó una inversión de 850 millones de dólares financiada mayormente por Brasil (75% a través del BNDES y el restante aportado por el estado cubano). Este puerto, con una ubicación privilegiada en el Caribe, a la entrada al Golfo de México y cercano al Canal de Panamá (que está en proyecto de ampliación), será la cabeza de una amplia zona franca gestionada 100% por el monopolio Autoridad Portuaria de Singapur. El modelo intenta copiar el caso de China que en los ’70 abrió zonas de este tipo y las generalizó en los ’90 y fueron la base de la restauración capitalista en el gigante asiático. En definitiva, El Mariel apunta a convertirse en un importante polo comercial e industrial libre de impuestos para los capitales externos que podrán aprovechar la mano de obra barata y calificada cubana.
La burocracia conserva el poder y trata de legalizar y extender sus negocios
Otro punto clave que introduce la nueva ley es la posibilidad de participar de las inversiones extranjeras a “personas jurídicas naturales”, es decir a empresas o entidades cubanas residan o no en suelo cubano. Eso abre las puertas a que inviertan empresarios del poderoso “exilio cubano” centralmente de Miami, que en el último año viene estrechado sus vínculos con la isla tras la reforma de la ley de migración cubana aprobada en enero de 2013.
Pero el proyecto de la burocracia es conducir ella misma el proceso de restauración manteniendo el poder político y el régimen de partido único, de forma similar a la vía de restauración que se aplicó en China o Vietnam. Así, desde que Raúl Castro asumió el poder efectivo en 2006, y más allá de la liberación de presos políticos de la disidencia de derecha como gesto para mejorar las relaciones con el imperialismo yanqui y europeo, no ha habido reformas políticas. Por el contrario, se puso en marcha una importante “purga” o depuración de la cúpula del gobierno y el partido y se encuadró a las distintas alas de la burocracia (tanto las reticentes a los cambios por temor a perder sus privilegios, como las que quieren avanzar mucho más rápido en las reformas). Para la única que hubo una “apertura política” fue para la Iglesia Católica que recobró su lugar como institución reconocida y fue llamada a dialogar y “mediar” frente a la diplomacia extranjera. Esta reaccionaria institución, procapitalista y viceralmente anticomunista, ahora tiene derecho a imprimir y difundir sus revistas y folletos, mientras que los trabajadores no pueden hacer asambleas sin el aval de “su” organización correspondiente. El régimen de partido único se mantiene a rajatabla para garantizar a la burocracia cierta estabilidad y permitirles convertirse ellos mismos en empresarios y millonarios.
Por eso con la nueva ley los jefes de la burocracia gobernante ahora también se abren la puerta a sí mismos para tratar de transformarse en accionistas de los nuevos negocios a través de entes o empresas que ahora pueden crearse fácilmente con las reformas pro mercado que vienen implementándose desde 2008. La nueva ley permite a las cooperativas, que se han extendido en el campo y ahora en las ciudades como vía de “reestructuración” de las empresas estatales, asociarse con empresas extranjeras para captar inversiones. Los grandes jerarcas del Estado, del Partido Comunista y sobre todo de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (élite del Ejército) que controlan un 40% de la economía y las principales áreas generadoras de divisas (turismo, minería, servicios de salud y educación) así como el 80% del comercio exterior, usarán sus posiciones de privilegio y los recursos financieros acumulados en años de parasitismo al Estado y a costa de los sufrimientos del pueblo trabajador, para asociarse en los grandes negocios que se abrirán de la mano de la apertura al capital internacional.
Solo la clase obrera puede salvar las conquistas sociales
Al mismo tiempo, atacan al pueblo trabajador con el despido de cientos de miles de estatales (450.000 es la cifra oficial de diciembre de 2013) que seguirá aumentando en los próximos meses y años (el objetivo son 1,8 millones) junto al cierre y desguace de miles de empresas. Se aumentó la edad jubilatoria en 5 años y se está eliminando la libreta de racionamiento que proveía en forma gratuita una parte de las necesidades familiares, así como la mayor parte de los subsidios a los productos de consumo popular. Todo esto con el aval cínico y criminal de la burocracia sindical de la CTC y de otras organizaciones de masas como la Asociación de Cooperativas Agrarias, cuyos líderes acaban de ser integrados al Consejo de Estado.
Para disimular el golpazo a las condiciones de vida de las masas, el gobierno impulsa el cuentapropismo y las cooperativas, que han generado cierto dinamismo en algunos sectores y todavía podría verse beneficiado en un primer momento con la nueva apertura al capital extranjero por la entrada de inversiones. Pero más temprano que tarde el capital mostrará su verdadero rostro, llevando a cientos de miles a la miseria y la desocupación, sumergiendo a millones en la explotación y expoliando los recursos del país.
Esta nueva ley, en el marco de las reformas pro mercado y de destrucción del aparato productivo estatal que se vienen implementando, y las que aún están por delante como la unificación monetaria que tenderá a igualar los precios con los del mercado mundial y eliminará las defensas del pequeño y atrasado aparato productivo nacional frente a las potencias industriales extranjeras, pone a Cuba delante de la vuelta al capitalismo. Sería una derrota para toda la clase obrera latinoamericana y un triunfo del imperialismo. Los luchadores honestos de todo el continente deben seguir atentamente los profundos cambios que se está imponiendo la burocracia con el beneplácito del capital internacional, así como los giros que pueda tener la situación política del país. Y sobre todo debemos impulsar activamente la lucha contra el bloqueo imperialista y por echar a la burocracia y acabar con todos sus privilegios. Hay que tirar abajo su reaccionario régimen de partido único que con falsos discursos “socialistas” y métodos policíacos controla y regimenta la vida de los trabajadores y el pueblo prohibiendo el derecho elemental a huelga, manifestación y organización por fuera del PC o de las organizaciones “de masas” que éste controla. La única salida progresiva es imponer un verdadero gobierno de obreros y campesinos pobres que a través de sus organizaciones en lucha y con plena democracia obrera, reorganicen la economía nacional revisando todas las reformas en interés del pueblo trabajador. La revolución política en Cuba solo podrá triunfar como parte de la lucha antimperialista y por la revolución social en toda Latinoamérica y al interior del propio EEUU, ya que una vez más queda demostrado el carácter utópico y reaccionario de la idea stalinista del “socialismo en un solo país” que el castrismo tomó de forma degradada en un pequeño país aislado y económicamente atrasado.