El Grupo de los ocho - G8 - está integrado por los jefes de estado de los 8 países más ricos y poderosos del planeta: Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Inglaterra, Japón y Rusia.

Este ‘club de selectos’ se reunió en Gleneagles, a unos 40 km. de Edimburgo, Escocia, del 6 al 8 de julio, para discutir cómo continuar la expoliación del mundo semicolonial. Por supuesto que ellos no lo presentan así, ya que la gran campaña mediática nos recordaba a diario que se reunían para discutir cómo combatir la pobreza en África y los cambios climáticos en el planeta. Además de la campaña mediática, contó con un gran lobby por parte de organizaciones de caridad, religiosas y ONGs agrupadas bajo la organización ‘Hacer de la pobreza historia’ que tenía el objetivo de presionar a estos gobernantes para que aumentaran la asistencia al continente africano.

Esta política de caridad es por un lado destinada a cooptar al activismo y movimiento anticapitalista que empezó a surgir desde Seattle y evitar que se desarrolle, y por el otro apunta a lavarse la cara, a darle un rostro humano a un capitalismo y sus gobiernos tan desprestigiados por la guerra en Irak. Las cumbres vienen siendo denunciadas desde hace varios años, como el blanco de protestas por parte de jóvenes anticapitalistas y sindicatos: Birminghan 1998, Génova 2001 y Evian 2003.

El G8 decidió dar 50 mil millones de dólares de ayuda en los próximos 5 años, de ahora hasta el 2010, que por otra parte se trata de dinero que ya estaba en gran parte comprometido. Esta cifra no es nada si la comparamos con sus gastos armamentísticos: Gran Bretaña destina u$s 25 mil millones por año en gastos militares y EE.UU. gasta u$s 5 mil millones por mes, sí, por mes en la guerra en Irak. Es decir que la ayuda total de los 8 países más ricos del planeta es la décima parte de lo que EE.UU. gasta por mes en la guerra en Irak.

Pero acá no termina el engaño y el cinismo del G8 ya que sólo 18 países serán los privilegiados de recibir la condonación de sus deudas - lo que representa un 5% de los pobres del mundo. Sin embargo este privilegio se paga alto, ya que todas las ayudas están sujetas a condiciones: Italia está dispuesta a ayudar siempre y cuando ‘su’ ayuda sea destinada a la compra de ‘sus’ productos; Gran Bretaña exige la privatización de empresas de servicios africanas; EE.UU. exige a los gobiernos que se suscriban a la guerra contra el terrorismo. En resumen la política del G8 es tirar migajas a cambio de explotar los recursos naturales, dar centavos y llevarse millones.

El sábado 2 de julio se organizó una masiva marcha en Edimburgo llamada por ‘Hacer de la pobreza historia’ en la que participaron 250 mil personas, en su mayoría convocadas por las organizaciones de caridad de la iglesia (Ayuda Cristiana) y ONGs como Oxfam. También participaron ONGs más radicales como ‘War on Want’, colectivos radicales y anarquistas y la izquierda inglesa y delegaciones del Bloque de Esquerda de Portugal y de la LCR de Francia. El problema con esta marcha es que fue montada desde el gobierno - ya en febrero del 2004 el ministro de economía Gordon Brown y Tony Blair crearon la Comisión por África - lo que se expresó entre otras cosas en la prohibición por parte de los organizadores de hablar sobre la guerra en Irak.

La izquierda levantó consignas correctas como ‘Cancelación de la deuda’, ‘Abajo el G8’, ‘No a la guerra’, etc. pero lamentablemente lo hizo desde una política de presión, ubicándose como furgón de cola de este llamado - en vez de luchar por una política independiente. Todo el activismo y la energía de las masas terminan siendo capitalizados por el gobierno, presionando al verdugo mismo, aunque esta no sea su intención. La politización alrededor del G8 hubiese sido una enorme posibilidad para organizar al activismo y a los jóvenes que se manifestaron con una política independiente, como parte de la lucha contra los gobiernos imperialistas y en la lucha por poner fin al sometimiento del mundo semicolonial.