Violentos enfrentamientos en las calles del centro histórico de Roma, alboroto al mismo tiempo en el Parlamento entre diputados; sonrisa socarrona del “Cavaliere” Silvio Berlusconi al enterarse de que salvó su gobierno por unos tres escasos votos, cara preocupada de los principales dirigentes empresariales de Confindustria (asociación patronal) al difundirse la noticia. Esta es, gráficamente, la situación que vivió Italia en las últimas horas y que podría profundizarse luego de las fiestas de fin de año.

Con una economía en pésimas condiciones, tensiones sociales y un clima político marcado por el estallido de varios escándalos mafiosos o sexuales que salpican al mismo Berlusconi y a sus funcionarios de máxima confianza, la amplia mayoría parlamentaria de la cual gozaba el Cavaliere desde su elección en mayo de 2008 se fue reduciendo de a poco en los últimos meses. De ahí la apuesta de Gianfranco Fini, actual presidente de la Cámara, ex mano derecha de Berlusconi y fundador hace un mes de Futuro e Libertà(àFLI) (un polo que pretende encarnar un centro derecha moderado y liberal alternativo al PDL del Cavaliere), poner a votación una “moción de censura”, que podía terminar en la sustitución del primer ministro.

(…) El Cavaliere logró salvar el pellejo gracias a tres escasos votos. Se trata del voto de algunos diputados transformistas de distintas bancadas que se pasaron en el último momento de bando (…). Esto relanzó inmediatamente las acusaciones según las cuales Berlusconi habría comprado los votos de aquellos diputados, hipótesis totalmente fehaciente que varios analistas adelantaban indirectamente en los últimos días (…).

Un debilitamiento generalizado de las principales mediaciones burguesas

Lejos de reforzar cualitativamente a Berlusconi el resultado del martes dejó a las claras la debilidad del gobierno que se mantiene en el poder solamente mediante prebendas y corrupción y sobre todo gracias a la centralidad de la xenófoba y reaccionaria bancada de la Liga Norte de Bossi. Es poco probable que el gobierno pueda seguir en pie con una mayoría tan insignificante en Parlamento. Al mismo tiempo, sin embargo, ni la oposición de centro izquierda (PD) ni el centro derecha de Fini (y en menor medida el mismo Berlusconi) quieren llamar a elecciones anticipadas en un contexto de crisis y fuerte malestar social. La burguesía más concentrada de Confindustria teme además que las elecciones anticipadas refuercen cualitativamente el partido de Bossi. Por eso, tanto el gran empresariado como el mismo Presidente, Napolitano, descartan por ahora esa alternativa. De ahí la importancia que tenía la votación del 14/12 que hubiera tenido que desembocar, luego de la renuncia de Berlusconi, en la conformación de un “gobierno técnico” encargado de llevar a cabo eficientemente una política de austeridad a rajatablas hasta las elecciones anticipadas (…). Semejante alternativa no le salió a Fini, que terminó siendo una de las principales víctimas de su estratagema. Tampoco es una buena noticia para la burguesía que debilitó de esta forma a uno de sus probables futuros candidatos a Premier. Su supervivencia política está hoy por hoy vinculada a los vaivenes políticos del centro católico encabezado por Casini y a los humores cambiantes de la Conferencia Episcopal Italiana estrechamente relacionada con el Vaticano.

Parálisis institucional y protesta estudiantil y obrera

Como dice el economista Fabio Pammolli, “existen dos riesgos para Italia: la parálisis y las elecciones anticipadas. Ambas hipótesis son catastróficas para la economía del país”. El problema es que con la prolongación del mandato gubernamental la burguesía italiana no tiene otra alternativa. Lo peor para Confindustria sería que un Berlusconi aferrado al poder tire aun más leña al fuego del descontento social y actúe como catalizador del proceso de radicalización que podría profundizarse en algunos sectores de las clases subalternas. De ahí las portadas alarmistas de los principales periódicos luego de los violentos enfrentamientos que sacudieron el centro de la capital después del resultado del voto favorable a Berlusconi.

La marcha del martes, llamada por los estudiantes en lucha contra la reforma universitaria de la ministra Gelmini, paralizó la capital gracias también a la participación de otros sectores que están enfrentando en otros terrenos las políticas del gobierno. De hecho, la manifestación estudiantil se transformó en una marcha de sectores de vanguardia en lucha no solo contra Berlusconi y el berlusconismo sino también contra la ofensiva económica y social llevada a cabo por los distintos gobiernos de la burguesía italiana en los últimos quince años. Al enterarse del resultado de la votación, la marcha romana se transformó en una verdadera batalla campal que dejó un saldo de 50 heridos entre la policía, 40 entre los manifestantes y 40 arrestos. Fueron los enfrentamientos más duros que vivió el país, aunque en menor escala, desde las jornadas de Génova en julio de 2001 durante las protestas contra el G8. Como en aquel momento, se relanzó el debate en los medios de centro izquierda sobre eventuales provocaciones policíacas en la marcha estudiantil para explicar el “caos”. Los enfrentamientos fueron protagonizados por una vanguardia estudiantil amplia exasperada por la situación que vive el país y el futuro sombrío que se le promete. Lo que ocurrió en Roma fue el primer acto de un proceso de rebelión juvenil que viene de lejos (…).

La única esperanza para los trabajadores y la juventud en Italia, tanto para los nativos como para los inmigrantes, está en una radicalización de la protesta social. En las últimas semanas, volvieron al primer plano las luchas de los trabajadores inmigrantes. A mediados de octubre los trabajadores metalmecánicos de la FIOM demostraron a través de una concentración multitudinaria en la capital su rechazo de la política gubernamental, de la crisis patronal y de la estrategia de colaboración de la dirección confederal de la CGIL. Ese descontento todavía está canalizado, por ahora, por la burocracia “de izquierda” de la FIOM. Pero a imagen y semejanza de lo que pasó con los estudiantes cuya protesta cuadraba hasta ahora en el marco impuesto por las direcciones tradicionales (aunque mucho más debilitadas que antes) no se descartan brotes y desbordes obreros que podrían cuestionar desde la perspectiva del proletariado la profunda crisis en la cual está sumida la península. Sería la única alternativa ante las respuestas populistas derechistas (Liga Norte), centroizquierdistas (Di Pietro) o directamente patronales (…). Ante la parálisis gubernamental y burguesa, la clase obrera y la juventud podrían tener la palabra. Mucho dependerá en los próximos meses de la orientación que adoptarán la FIOM, el sindicalismo de base (USB) y la izquierda. En el primer congreso de la Federación de Izquierdas (FdS) que acaba de realizarse y que tendría que unir a los distintos partidos “comunistas”, sus principales voceros volvieron a contemplar como posibilidad el apoyo a un gobierno centroizquierdista alternativo al berlusconismo. Es necesario, como punto de partida, hacer un balance y rehuir de la nefasta experiencia de Refundación Comunista (PRC) y del PdCI que se subordinaron en los últimos 15 años a las distintas variantes gubernamentales de centroizquierda para poner en pie una verdadera alternativa obrera y revolucionaria. Volveremos en forma profundizada sobre la situación italiana en las próximas semanas.