Argentina
Detrás del ruido electoral
21/07/2011
La pelea política en la campaña electoral de Santa Fe, con los cruces entre Cristina Kirchner y el gobernador Hermes Binner, parecería reeditar el contrapunto del 2008 entre “la industria creadora de empleo”, según los K, y el “modelo agroexportador” del campo. Durante los mismos días Reutemann salió a separarse del candidato oficialista a gobernador Agustin Rossi: “soy peronista, no kirchnerista” dijo en la provincia que fue rabiosamente anti K en el conflicto por las retenciones. “Santa Fe es la tercera provincia argentina en recibir estímulo fiscal a sus industrias” y, sin embargo, “creció menos que la media nacional” disparó CFK. “Estamos orgullosos de ser la provincia que más está creciendo en aportes al país”, replicó Binner, refiriéndose a lo recaudado por la soja y mostrándose junto a Eduardo Buzzi de la Federación Agraria. Pero son fuegos de artificio electorales. La muestra está en la política real que aplica el kirchnerismo en la provincia de Buenos Aires, donde gobierna. En su propio bastión bonaerense, CFK puso a la cabeza de la lista de diputados al ministro agrario Julián Domínguez, de buenas migas con la Mesa de Enlace, y el gobernador Scioli sintetizó que se propone unir, simbólicamente, “Tecnópolis con la Rural”, en referencia a los masivos eventos que se realizaron la semana pasada, uno en la mega obra oficial en Vicente López y otro en Palermo donde la Sociedad Rural festejó la más valuada cosecha de la historia nacional. Con una cosecha récord de 40.800 millones de dólares, el gobierno llega a las elecciones lejos de cualquier “oposición destituyente” de las corporaciones patronales, contra las que construyó su imagen progresista en tiempos de Néstor Kirchner.
Los intelectuales de Carta Abierta se desgarran las vestiduras por la campaña “des-ideologizada” de la Capital cuando, en competencia con Macri por la bandera de “la seguridad”, fue su propio candidato Filmus el que alabó el operativo de militarización en el “Cinturón Sur”, donde la policía Federal de Garré acaba de cometer otro crimen de gatillo fácil contra un jóven trabajador de 22 años. Ahora el intento oficial, después de la derrota porteña, es alentar una falsa polarización contra “el peligro de la derecha”. Pero salvo el Grupo Clarín -que viene de obtener una victoria política con la prueba de ADN de los herederos de Herrera de Noble, que le permite salir del asedio en que estaba- hay concordia con la AEA y las corporaciones patronales.
La Cámpora se lleva a las patadas en la interna del peronismo con la gente de la CGT pero, finalmente, todos fueron aceptados por Don Paolo Rocca en el directorio gerencial de Siderar. “Los muchachos de la Anses” acaban de arreglar el conflicto que arrastraban con el monopolio Techint y, por lo tanto, el economista Kicillof de La Cámpora, otro joven K proveniente del ministerio de De Vido y un tercero de la UOM de San Nicolás, ocuparan los cargos en representación del 25% de las acciones que quedaron en manos del Estado con la liquidación de las AFJP. Para el oficialista BAE: “En el establishment dan por seguro que “la T” prefirió arriar sus banderas contra la intervención estatal para no quedarse afuera de las jugosas licitaciones por obras públicas que habrá en los próximos meses. Especialmente las del Gasoducto del Nordeste, que nació como un proyecto de la propia Techint en su época de alineamiento total con el kirchnerismo, que terminó abruptamente cuando se tensó la disputa con Clarín en el 2008 y luego del caso Skanska”. De esta política generosa en subsidios, con los fondos de los jubilados, para los grandes empresarios, se vanaglorió la presidenta Cristina Kirchner al inaugurar en Rosario la planta de biodiesel de Eurnekian, menemista privatizador, que posó para la foto junto a Agustín Rossi y contó con el apoyo de La Cámpora a la que, en este caso, no le tocó el directorio sino simplemente tocar el bombo desde el llano, pero todo sea por “la profundización del modelo”.
La verdadera preocupación patronal no está en “el avance de los jóvenes K”, sino que fue señalada por el diario La Nación, que trasluce expresiones de la Unión Industrial Argentina. “En la UIA refieren las filtraciones del caso que involucra a Hebe de Bonafini y a Sergio Schoklender y se espantan ante lo que en voz baja llaman “trapisondas del peronismo” contra el Gobierno. No porque el derramamiento de sangre oficialista pudiera conmoverlos, sino por las consecuencias que seguramente les deparará el año próximo, una dirigencia gremial atomizada y convulsionada en luchas de poder. Lo peor que nos podría pasar es la situación de Kraft: un descontrol sindical”, reconocieron en el comité ejecutivo fabril”.
La reciente declaración de la CGT que reclama subir el salario mínimo, ya es parte de esas “luchas de poder” hacia el interior del peronismo. La UIA teme lo que podría resultar de la crisis de la burocracia sindical en el próximo gobierno, a sabiendas que Gerardo Martínez, ahora denunciado por servir al batallón 601 en la dictadura militar, era el elegido por el cristinismo para ser catapultado como sucesor de Moyano. Mientras se agranda el desprestigio y la división de la cúpula cegetista, encima en conflicto con el aparato partidario del PJ, por abajo se viene recuperando lo que, hasta la dictadura del 76, algunos llamaron la “anomalía argentina”. Esto es que aunque la clase trabajadora es “gobernada” políticamente por el peronismo, en una franja de las fábricas y empresas, en decenas de comisiones internas y cuerpos de delegados de base donde se dirime el poder en el lugar de trabajo, los obreros votan a hombres y mujeres de la izquierda que eligen para enfrentar a las patronales y en oposición a la burocracia sindical. Kraft y su comisión interna es un emblema de ese fenómeno que mostró la potencia de una huelga obrera que ganó apoyo nacional, cuando la crisis capitalista internacional, en el 2009, golpeó a la industria y la multinacional quiso descabezar al amplio activismo de fábrica, que terminó enfrentando a la Embajada yanqui y al propio gobierno que envió la represión. Más en general, son cientos de anónimos militantes obreros de distintos gremios de la industria y los servicios que se vienen fogueando en duras luchas, con triunfos y derrotas, y en procesos de organización sindical, donde el PTS ha estado en primera fila colaborando en crear una nueva tradición clasista durante todo el ciclo kirchnerista. Son centenares entre los telefónicos, ferroviarios, del subterráneo y en las grandes fábricas de la zona norte del Gran Buenos Aires, donde recientemente el acto del Frente de Izquierda en Gral Pacheco, Tigre, congregó trabajadores y trabajadoras de la alimentación, de gráficos, metalúrgicos, así como en el Parque industrial de Neuquén acompañaron las candidaturas de Zanon comisiones internas y delegados de textiles, papeleras y aguas gaseosas que impulsan el periódico Nuestra Lucha. Muchos de los principales referentes de este “sindicalismo de base” se postulan de candidatos en las listas del Frente de Izquierda en todo el país.
La batalla política que estamos dando con el Frente de Izquierda y de los Trabajadores por superar la traba proscriptiva que pone el régimen el próximo 14 de agosto, tiene el objetivo de aprovechar la tribuna electoral para extender masivamente las ideas de independencia de clase y un programa de lucha, contra la conciliación de clases del peronismo y su burocracia sindical y para multiplicar la organización política de esa nueva militancia obrera. En el curso de la actual campaña electoral y después de ella, la apuesta estratégica del PTS con el periódico Nuestra Lucha -ahora relanzado con más fuerza desde la banca de diputados ceramistas de Neuquén- es darle a cientos un canal de militancia y participación política en la perspectiva de un partido que ponga a la clase trabajadora en disposición de combate ante la crisis capitalista de la economía mundial que está en pleno desarrollo.
21 de julio de 2011