El gobierno de Assad en uno de sus peores momentos
Duros enfrentamientos en Damasco y asesinato de altos mandos del régimen. No a la injerencia imperialista
19/07/2012
Por Diego Dalai
En medio de los combates que desde hace cuatro días estremecen las calles de la capital siria, el 18/7 un atentado con bomba a una reunión de la plana mayor del régimen sirio y del círculo íntimo del dictador Al Assad, acabó con la vida de tres altos mandos. Se trata del ministro de Defensa, su vice y otro importante general del Ejército. Además, hirió a varios otros funcionarios clave como el ministro de Interior. Esta acción constituye un nuevo y duro golpe al régimen que muestra importantes fisuras.
Desde el 15/7 el Ejército Libre Sirio (ELS) ha lanzado una ofensiva militar sobre Damasco a la que llamó “la ofensiva final”, ya que sería la última fase en el derrocamiento de Assad. Las tropas del ELS tomaron algunos barrios periféricos y resistieron los intentos del régimen por desalojarlos con tanques y artillería pesada. Pese a la dura represión a cargo de una destacada división conducida por el hermano menor de Assad, los combates se extendieron hasta el centro de la ciudad. El ejército sirio, aunque mejor pertrechado con tanques y helicópteros artillados, trata de retomar el control de varios barrios a la vez que sufre ataques en algunas de sus bases y cuarteles.
Esta ofensiva abre un nuevo capítulo en la guerra civil siria ya que hasta ahora los combates se habían limitado, más allá de algunos atentados con bomba y enfrentamientos aislados en Damasco, a las provincias “rebeldes” como la emblemática Homs y otras que eran duramente sitiadas y castigadas por la artillería y aviación de Assad. Recientemente sufrió este asedio la ciudad de Tremseh, donde la brutal represión dejó unos 200 muertos.
Durante estos agitados días, la prensa internacional también difundió noticias de nuevas deserciones en la misma cúpula del Ejército. En esta oportunidad se trataba del general Manaf Tlass, un alto miembro del régimen (oriundo de Homs) que había entrado en disputas con Assad ya desde febrero de este año cuando se negó a reprimir a sangre y fuego una de las ciudades “rebeldes”. Recientemente el presidente Francois Hollande, dio a conocer que se encuentra en Francia. Las deserciones vienen desde aquellos meses, no son nuevas, pero ahora tomaron nueva relevancia con el caso Tlass, el militar desertor de mayor rango.
Crecen las brechas en el régimen
Esta sumatoria de acontecimientos en los últimos días es muestra de que el régimen se está resquebrajando. Hasta ahora Assad lograba conservar el apoyo de la elite alawita, la minoría religiosa que tiene el control del estado y el régimen y de gran parte de la burguesía suní (religión mayoritaria). Pero los combates en la misma plaza fuerte del régimen, Damasco, y el atentado que parece haber sido obra de uno de los guardaespaldas del ministro del Interior, parecen mostrar que la clase dominante le está “bajando el pulgar” a Assad y pasándose en los hechos a la política imperialista de un “cambio de régimen” favorable a sus intereses. Otra versión sobre el atentado indica que habría sido un “hombre bomba” que se inmoló en el edificio donde se realizaba la reunión, hipótesis que igualmente desnudaría una enorme falla en el sistema de seguridad que difícilmente puede ocurrir sin colaboración de algunos de los propios guardianes.
Está por verse si los rebeldes pueden sostener su ofensiva frente a un ejército regular y mucho mejor equipado. Rápidamente Assad nombró un nuevo ministro y se conoció un comunicado del Ejército afirmando que “exterminará a las bandas de asesinos y criminales”, tratando de mostrar capacidad de reacción y autoridad. Sin embargo lo que está claro es que el régimen se está debilitando y atraviesa una de sus mayores crisis.
Es probable que ante la impotencia de Assad para acabar con la rebelión y “estabilizar” el país, y el consecuente desgaste tras más de un año de guerra civil que se cobró la vida de 16.000 personas, otros tantos miles de heridos, ciudades enteras prácticamente destruidas y más de 100.000 desplazados, cada vez más elementos que antes sostenían la dictadura, empiecen a ver como la mejor salida, pasarse de bando para estar mejor parados cuando el Assad caiga.
El CNS y la política imperialista
El Consejo Nacional Sirio (CNS) y el ELS no representan la rebelión del pueblo sirio que se desató en marzo de 2011 como parte de la “primavera árabe” que recorría el Magreb y Medio Oriente. Sus intereses son opuestos a los de la clase obrera y las masas sirias. Estas organizaciones con muchos de sus miembros en Francia, son la oposición burguesa a Assad, en gran parte formada por desertores que hasta ayer sostenían la sangrienta dictadura, y que cuentan con el apoyo activo (diplomático y militar) de las potencias imperialistas. Desde el primer momento dejaron en claro que pretenden sacar a Assad de la mano del imperialismo, subordinándose a sus intereses económicos, ligados a la producción petrolera, y geopolíticos, estrechar el cerco sobre Irán y fortalecer su influencia en la región. Tratan de imitar la experiencia libia donde con los bombardeos de Francia, y el flujo de armas hacia las milicias rebeldes, lograron poner a la defensiva al dictador y ex socio del imperialismo Muhamed Kadafi y luego derrotarlo y asesinarlo.
La política imperialista es sacar a Assad y que se levante un régimen más favorable a sus intereses. Para esto venía apostando a la rebelión interna dirigida por el CNS y el ELS y presiona en el Consejo de Seguridad de la ONU por sanciones económicas y eventualmente militares amparadas en alguna máscara de “misión humanitaria”, para aislar y debilitar al régimen sirio. Estos planes vienen siendo resistidos por Rusia y China que tienen poder de veto en el Consejo, porque tienen intereses estratégicos en Siria. Sobre todo Rusia, está por una “salida política” es decir por una negociación que le permita mantener la mayor influencia posible en el futuro régimen que emerja de la crisis.
Para esto, se apoyan en el plan de paz elaborado por el mediador designado por la ONU Kofi Annan que suscribieron ambas partes en abril de este año donde se comprometían a un cese el fuego verificable por los observadores de la ONU. Este plan nunca se cumplió en los hechos, pero favorecía a Assad dándole tiempo y posponiendo eventuales sanciones del Consejo de Seguridad. Sin embargo la incapacidad de acabar con la rebelión diluyó esta ventaja y acabó con el precario plan de Annan.
Ahora, el reciente atentado, en el marco de la ofensiva opositora en Damasco, es usado como excusa por las potencias imperialistas, para reforzar su presión por sanciones al régimen. Tanto EEUU como Inglaterra y Francia tratando de presentarse como “amigos del pueblo sirio” se pronuncian cínicamente “contra la escalada de violencia”, exigen terminar con la “inacción” del Consejo de Seguridad y aplicar el artículo 7 del estatuto de la ONU que habilita sanciones económicas y militares. Kofi Annan viajó personalmente a Moscú para negociar con Putin (también lo hizo con los representantes chinos) una “salida que contenga a todos” en una nueva resolución del Consejo de Seguridad que se reúne al cierre de esta edición.
Al mismo tiempo que impulsa la caída de Assad, EEUU quiere evitar un colapso del régimen que derive en una guerra civil de imprevisibles consecuencias como ya le ocurrió en Irak. Para esto, ya viene estableciendo lazos con las distintas facciones de la oposición (que van más allá del CNS y del ELS) y con los desertores de alto rango del viejo régimen (como es el caso de Tlass refugiado en Francia) con el objetivo de encaminar una transición lo más controlada posible que mantenga lo esencial del aparto estatal. La transición a un nuevo régimen sería un proceso delicado teniendo en cuenta la gran importancia geopolítica de Siria en la región al ser el mayor aliado de Irán y una pieza clave en el conflicto palestino-israelí.
No a la injerencia imperialista. Abajo la dictadura de Assad
La primavera árabe tuvo su expresión en Siria desde marzo de 2011 con masivas movilizaciones en todo el país que resistían semana tras semana los sangrientos embates de la represión del régimen que sumó unos 3000 muertos en pocos meses. Pero como dijimos, el CNS que se presentó como dirección del movimiento, llevó la rebelión de las masas detrás de la estrategia imperialista de un “cambio de régimen” favorable a sus intereses y a los de un sector de la clase dominante aliada a ellos.
Solo los trabajadores y las masas pobres, oponiéndose a cualquier política de las potencias imperialistas, pueden con su movilización y autoorganización derribar al odiado dictador e imponer su propia salida obrera y popular.
18 de julio de 2012