Declaración frente al desconocimiento, por parte de Javier Sicilia, del Pacto firmado en Juárez el 10 de junio
La Caravana hacia Ciudad Juárez, repudio de la “guerra contra el narco”
22/06/2011
21/6/2011
En su recorrido –que atravesó 10 de las ciudades más golpeadas por la militarización del país– la Caravana Por la Paz con Justicia y Dignidad recogió una enorme cantidad de testimonios y denuncias desgarradores de familiares de personas desaparecidas o asesinadas en lo que va del sexenio de Calderón. La gran mayoría de estos testimonios y denuncias señalan directamente al Ejército y la Policía Federal como los responsables de la muerte o secuestro de sus familiares. En cada ciudad visitada por la Caravana, las movilizaciones y mítines fueron bien recibidos y nutridos por la población local, que dejaba por un momento de lado el temor y salía a las calles a repudiar la militarización y la “guerra contra el narco”, causante de las ya cerca de 50 mil muertes y 25 mil desapariciones que el pueblo pobre y los trabajadores han padecido. Estas movilizaciones y actos públicos han demostrado el gran rechazo que existe al incremento de los feminicidios, a las masacres de jóvenes y fenómenos barbáricos como las narco fosas, así como frente a las medidas represivas, la violación de derechos humanos y al recorte de las libertades democráticas que genera la estrategia militarista y represiva de “combate al narcotráfico”.
Un debate franco sobre la estrategia a seguir por el Movimiento
Como producto de este viaje realizado hacia Ciudad Juárez, el día 10 de junio de 2011 se discutió en mesas de trabajo y se firmó el “Pacto Ciudadano” al que había llamado el poeta Javier Sicilia el 8 de mayo en el Zócalo capitalino, luego de una marcha de cien mil personas.
Desde ese momento la Liga de Trabajadores por el Socialismo dio una enérgica pelea frente a la perspectiva y la lógica de exigencia de autoreforma del régimen y sus instituciones y a la estrategia de lucha con los métodos de la resistencia civil y pacífica, que han demostrado una y otra vez ser impotentes para frenar los ataques del gobierno; así lo han hecho ver la lucha del SME y la lucha contra el fraude electoral en 2006. Ante esto, nosotros discutimos la necesidad de impulsar un encuentro nacional contra la militarización del país que permitiera acordar un plan de lucha, así como poner en pie un gran movimiento nacional construido desde las bases a través de comités en escuelas, centros de trabajo y colonias.
En Ciudad Juárez y como producto de la discusión que dieron distintas organizaciones –como la COMECOM, el Frente Plural ciudadano de Juárez, la Liga Socialista Revolucionaria de Chihuahua, Organizaciones de Morelos y la LTS – entre otras, se incorporaron las progresivas demandas de fin inmediato de la estrategia de guerra, y la vuelta de los militares a los cuarteles. Además, el reclamo de la cancelación de la Iniciativa Mérida y cualquier tipo de asesoría militar del gobierno de EE.UU. al gobierno mexicano, así como la no aprobación de las reformas a la Ley de Seguridad Nacional que pretende afianzar y legalizar la militarización. Además de estas demandas, el resultado de las discusiones realizadas en Ciudad Juárez incorporó la propuesta de un Encuentro Nacional que permita dar continuidad a esta primera discusión y acordar un plan de lucha de todos los sectores afectados por la militarización y represión, que constituya un primer paso para poner en pie un gran Movimiento Nacional contra la militarización del país y contra la subordinación a los planes del gobierno yanqui.
Sin embargo y a pesar del rico debate realizado, el documento conservó señalamientos en torno a exigir la reforma de las instituciones y la estrategia de lucha civil y pacífica ; esto fue como producto de que las relatorías de algunas mesas no recogieron todas las discusiones tal cual se habían dado –como es el caso de la mesa 7, sobre Enlace y Organicidad del Movimiento, en que la LTS participó planteando la necesidad de impulsar comités de base así como la necesidad de delimitarse de sectores y figuras empresariales como Martí que le “guiñan el ojo” al movimiento, propuestas que no tuvieron oposición alguna pero que no fueron retomadas en la redacción final–. Además de que partes enteras del documento final –como la introducción– no se acordaron ni se discutieron en la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, se agregaron demandas que incorporaron directamente los asesores y gente cercana a Sicilia sin existir la previa discusión de las mismas. Por ello, en la LTS consideramos críticamente el documento; no obstante, reconocemos que muchas de las demandas expresadas en los distintos puntos del documento fueron el resultado de la expresión de la discusión dada en las instalaciones de la UACJ, las cuales sin duda deberían ser profundizadas como parte de un debate a realizar en un futuro Encuentro. Sin embargo, Sicilia y sus allegados se han negado a aceptar las demandas y reivindicaciones que se incorporaron el 10 de junio, y en particular aquéllas que permitían impulsar un movimiento combativo y de lucha contra el gobierno y sus instituciones. Han desconocido el resultado de esa importante reunión llamando al documento una “carta a Santa Claus”, tan sólo un día después de que él mismo, sus asesores y colaboradores cercanos lo firmaron en un acto público en el Monumento a Benito Juárez. Desechar estas discusiones y acuerdos e impulsar únicamente los 6 puntos que pedía el Pacto presentado por Sicilia el 8 de mayo en el D.F., así como su deseo de abocarse solamente a conseguir “justicia” para las víctimas, implica negarse a enfrentar hasta el final la militarización y sus consecuencias. De la misma forma significa privilegiar la discusión con el gobierno de Calderón en vez de enfrentarlo. Igualmente significa buscar alianzas con sectores como los empresarios dejando de lado que son sólo los trabajadores, la juventud oprimida y el pueblo, los únicos que pueden luchar por el fin de la militarización y las barbaridades que trae consigo.
Las declaraciones hechas por Sicilia en esta ciudad fronteriza norteamericana, donde dijo que, exigir la desmilitarización inmediata del país es tan irresponsable como el envío de los militares a las calles, termina legitimando –más allá de sus intenciones y de su justo dolor por la pérdida de su hijo– el discurso oficialista que justifica la “guerra contra el narco”. No se puede dejar de lado que las decenas de miles de muertes y desapariciones en el país se dan como consecuencia de la presencia de los militares y la policía federal en las calles. No se puede ignorar que la militarización del país tiene una razón de ser, que no es la llamada “guerra contra el narcotráfico”; la razón es garantizar la estabilidad social que requieren tanto los negocios de la patronal como la aprobación de medidas antipopulares y anti obreras como la Reforma Laboral y la militarista y reaccionaria Ley de Seguridad Nacional.
Además, hay que decir, que luego de estas declaraciones algunos medios de comunicación, como los diarios Milenio y Excélsior han satanizado a algunos de los participantes de la caravana, a los que llaman “duros”, “ultras” o incluso “narco-zapatistas”, con la intención de crear un clima hostil hacia los sectores que supuestamente “asaltaron las mesas” (como dice el mismo Sicilia) y que, con argumentos claros y directos, convencimos allí de la necesidad de pelear frontal y claramente contra la permanencia del ejército en las calles. Lamentablemente, y a pesar de que estas acusaciones son consecuencia directa de sus declaraciones, Sicilia no ha desmentido las calumnias ni ha respaldado a quienes aportaron con sus discusiones y esfuerzos al desarrollo del movimiento.
Impulsemos un Movimiento Nacional combativo contra la Militarización
En la LTS consideramos que estas declaraciones muestran el carácter antidemocrático del sector que aparece públicamente como la dirección del movimiento, pues pasa por encima de la discusión dada en la ciudad más peligrosa del mundo por aquellas organizaciones e individuos que viven y enfrentan a diario las consecuencias de la militarización y la agudización de los rasgos más represivos del gobierno. Esta ofensiva de Calderón y las instituciones amenaza con acentuarse a medida que se acerquen las elecciones presidenciales del 2012, escenario que hace además apremiante la aprobación de las reformas estructurales prometidas por Calderón al inicio de su sexenio a los empresarios y el gobierno de EE.UU, sin las cuales el PAN se encontrará en desventaja para mantener la silla presidencial.
En este contexto y con las potencialidades que enseñó la gran respuesta y aceptación que tuvo la Caravana hacia el norte del país, creemos que lo que está planteado como única salida a estos rasgos represivos y antipopulares del gobierno es la de impulsar un gran Movimiento Nacional y combativo en las calles, que lejos de confiar en la auto reforma de las instituciones y el diálogo con éstas, pelee por echar al ejército de las calles, devolverlo a sus cuarteles, y luchar por derrotar los planes del gobierno de Calderón.
El narcotráfico es un gran negocio ilícito cuyas ganancias extraordinarias surgen de la prohibición impuesta por Estados Unidos, y en el cual se asocian capitalistas, narcotraficantes y funcionarios públicos. En ese sentido, desde la LTS, creemos necesario luchar por la legalización de las drogas, como única forma de terminar con el poder económico de los carteles del narcotráfico. Esta medida pondría en cuestión las ganancias extraordinarias surgidas de la comercialización ilegal en el territorio nacional, y el dominio que los narcos ejercen sobre amplios sectores de la juventud, y enfrentaría la criminalización y persecución que se abate sobre los consumidores, así como sobre los jóvenes que se ven obligados a enrolarse en las filas del narco como narcomenudistas, “mulas” o pequeños productores al servicio de los grandes Capos. Esta medida debe ir acompañada por atacar los mecanismos financieros que permiten el blanqueo de capitales, y a los capitalistas y políticos del régimen asociados con los señores del narco, expropiando y nacionalizando todas sus propiedades y sus cuentas bancarias.
Al mismo tiempo que luchamos por el retiro de los militares de las calles, creemos que la única salida para preservar la integridad de los trabajadores, la juventud y el pueblo es poner en pie comités de autodefensa -retomando las formas de organización de sectores que están enfrentando los ataques de las bandas de paramilitares y narcotraficantes- impulsados por las organizaciones obreras, estudiantiles y populares, para contrarrestar la intimidación, asesinatos y desapariciones de las fuerzas militares, y de los carteles que pretenden hacerse con el control del territorio para garantizar sus negocios.
Como parte de la construcción de este movimiento, es necesario llamar a un encuentro Nacional de las organizaciones obreras, populares, de derechos humanos, de mujeres, estudiantiles y de izquierda que acuerden un Plan de Lucha contra el gobierno y sus planes, que logre unificar a los trabajadores y el pueblo; un Plan que sí sea respetado como producto de la discusión democrática de los participantes. Desde la LTS consideramos fundamental que las organizaciones sindicales se incorporen a este movimiento, y que preparemos el camino para una gran Huelga Nacional contra los planes de Calderón y la militarización del país, ya que es con la fuerza de la clase obrera, paralizando la economía nacional, que podremos dar un golpe decisivo a la política del gobierno. El Encuentro que sea un primer paso para organizar este Plan de acción, debe ser impulsado desde las bases y democráticamente, con comités en los centros de trabajo, estudio, barrios y colonias, permitiendo la auto organización de aquellos golpeados directamente por la militarización del país.