Unas elecciones europeas en mitad de la peor crisis de la UE
Por una alternativa obrera a la crisis de la Europa del capital
24/04/2013
El próximo 25 de mayo tendrán lugar las elecciones al Parlamento europeo. La última vez que los ciudadanos europeos fueron llamados a las urnas fue en 2009, y mucho ha llovido en estos cinco años. El desprestigio de la UE y sus instituciones, unido a la crisis histórica por la que atraviesa lo que fue la mayor conquista de las burguesías del continente desde la segunda guerra mundial, hace necesario que los trabajadores nos armemos con una alternativa independiente.
Cinco años de ofensiva del ajuste y crisis de la UE
En 2009 la crisis capitalista ya comenzaba a cebarse sobre los trabajadores y sectores populares, especialmente en los países del sur europeo. Lo hacía sobre todo en forma de un incremento brutal de las tasas de desempleo. Poco después de aquellas elecciones, en menos de un año, comenzaron las crisis de las deudas soberanas de muchos estados. Como piezas de dominó iban desatándose en Grecia, Irlanda, Portugal, Italia... y por supuesto en el Estado español. Era el precio de los rescates milmillonarios a la banca puestos en marcha desde 2008, y que ahora empezaba a descargarse sobre los sectores populares y la clase obrera por medio de las draconianas políticas de ajuste. Han sido cinco años de ofensiva total contra nosotros que todavía continúa. Una guerra declarada en primer lugar por los diferentes gobiernos nacionales, de signo conservador o social-liberal, y apoyada y estimulada por instituciones internacionales como el FMI, el BCE y la Comisión Europea, la terrible troika.
Cinco años en los que en varias ocasiones el proyecto de la UE ha estado en la picota. Si bien todos los gobiernos nacionales están de acuerdo en los planes para hacernos pagar la crisis capitalista a los trabajadores dentro de cada país, esta unidad se da en el marco de crecientes tensiones sobre cómo se reparte el peso de la crisis entre los diferentes países. Esto es lo que está detrás de disputas como la desatada en torno al grado de corresponsabilidad de cada uno en los mecanismos para rescatar a sus sistemas financieros nacionales, el proyecto de federalización de la UE bajo hegemonía alemana o la idea de la Europa a dos velocidades... En definitiva, terminados los años de crecimiento, ha vuelto a primar el interés nacional de las distintas burguesías, quedando la UE cuestionada por las peleas sobre cómo repartir los costos de la crisis entre los diferentes capitalismos nacionales. Hasta ahora la estabilización de la crisis de deuda -que no su solución- ha alejado al euro y la UE del precipicio, sin embargo quedó demostrado que la unidad política continental “armónica” y “democrática” capitaneada por los Estados capitalistas choca con los intereses particulares de las burguesías nacionales. La unidad burguesa del continente se ha mostrado como una utopía reaccionaria.
La profunda crisis se ha hecho notar de manera más aguda en los países del sur de Europa. Aquí es donde hemos podido ver importantes procesos de resistencia, tanto entre la juventud sobre todo a partir de 2011, como también con una vuelta a escena del movimiento obrero con jornadas de movilización y huelga general en diversos países. También aquí la crisis política golpea de lleno a los regímenes nacionales, como el griego o el español, que ven ahondarse las grietas y el desprestigio de sus partidos e instituciones.
¿Dentro o fuera la UE y el euro? Dos posibles alternativas burguesas con nada que ofrecernos
Con este panorama no es de extrañar que las elecciones al Parlamento europeo despierten un muy bajo interés. Es consecuencia del creciente desprestigio de la UE y sus instituciones ante los ojos de millones de europeos de las clases populares, conscientes del rol que “Europa” juega en coordinar y azuzar los planes de ajuste contra nuestras condiciones de vida.
Además de las candidaturas de social-liberales y conservadores, claramente identificadas con los ejecutores de dichos planes, aparecen posiciones críticas o contrarias a la UE, que desde nuestro punto de vista poco tienen que ofrecer a los trabajadores del continente.
Por un lado, aquellas candidaturas que alientan un programa de reforma “democrática y social” de la UE, y que en el caso del Estado español están representadas en la propuesta de IU y de PODEMOS. Desde la denuncia a los planes de ajuste -aun cuando algunas de esas formaciones son sus ejecutoras en gobiernos regionales, como IU en Andalucía- llaman a no romper con la UE y el euro, considerándolos pasos progresivos en favor de la unidad del continente. Frente al descontento con ésta plantean una serie de propuestas para ampliar los cauces de “participación ciudadana” en la toma de decisiones.
Olvidan y ocultan el verdadero carácter totalmente reaccionario de la “construcción europea” con las diferentes burguesías nacionales al frente. La UE, la unión monetaria y el resto de sus instituciones, son una gran conquista de las burguesías para la coordinación continental de las políticas anti-obreras y anti-populares que hoy se manifiestan con la máxima crudeza. También han servido para fortalecer a las potencias capitalistas del continente como bloque y aumentar el peso de cada uno de los imperialismos europeos en la arena internacional, así como favorecer el proceso de semi-colonización a su favor vivido en los países del Este de Europa. Alentar la democratización de esta gran conquista de la burguesía es como pelear por un capitalismo de “rostro humano” o un imperialismo más “democrático”, es decir, atar de pies y manos a los sectores populares detrás de un programa de reformas parciales que resulta impotente para acabar con los graves problemas sociales y democráticos.
Lamentablemente en estas elecciones europeas una gran parte de la extrema izquierda del Estado español, como Izquierda Anticapitalista y En Lucha, se han sumado a PODEMOS, una de las candidaturas que se preparan para esta especie de regeneración democrática y social de la UE del capital.
En el otro extremo, vienen ganado peso las posiciones partidarias de la salida de la UE y el euro para una vuelta a los mercados y monedas nacionales. Se trata de la bandera que sobre todo enarbolan grupos de la derecha populista y la extrema derecha en base a la exaltación nacionalista y xenófoba. Todavía no hay sectores considerables de las burguesías nacionales que sean partidarias de esta vía, pero si la crisis se sigue agravando y el proceso de avance de los imperialismo más fuertes sobre los más débiles continúa, no está descartado que este programa termine siendo levantado por sectores de la pequeña y mediana patronal para proteger sus intereses con una estrategia de devaluación monetaria y proteccionismo. Se trata de una alternativa “radical” dada por derecha, y que es vista con buenos ojos por crecientes sectores populares que identifican el brutal retroceso de sus condiciones de vida con la pertenencia a la UE.
Una posición que también enarbolan sectores de la izquierda, como el estalinismo griego del KKE o economistas de izquierda como Costas Lapavitzas. Sin embargo, planteada de este modo, se trata de una salida burguesa no menos reaccionaria y costosa para las clases populares. Aceptar la UE y buscar su “reforma democrática y social” desarma a los trabajadores para combatir la Europa de los capitalistas. Pero pelear por una salida de vuelta al mercado nacional los aboca detrás de una alternativa capitalista que descargaría la crisis sobre nosotros mismos por medio de la devaluación monetaria y por lo tanto salarial. El ejemplo de la devaluación argentina de 2001, donde los trabajadores perdieron de golpe más de un tercio de su poder adquisitivo, es una muestra de lo que significa para la clase obrera una salida “nacional” de este tipo.
Contra la Europa del capital, luchemos por los Estados Unidos Socialistas de Europa
En contra de estas dos salidas reaccionarias desde Clase contra Clase creemos que los trabajadores debemos levantar una perspectiva y un programa propio ante la crisis de la Europa del capital.
En primer lugar un programa que busque la unificación de todas las filas por encima de las fronteras y en contra de todos los discursos xenófobos o de vuelta al Estado nación. Y al mismo tiempo un programa que suelde la unidad con el resto de sectores populares, pequeños comerciantes y productores que también están sufriendo la crisis. Ya que de no ser ganados como aliados pueden terminar siendo la base de los proyectos políticos más reaccionarios.
En definitiva, creemos que es imprescindible levantar un programa para que la crisis la paguen los capitalistas, con demandas que permitan poner en marcha una movilización de la clase trabajadora y los sectores populares en los diversos países. Un programa que levante demandas fundamentales para la pelea contra los despidos y el paro, por el reparto de las horas de trabajo sin reducción salarial y la expropiación bajo control obrero de todas las empresas que cierren. Para liquidar los planes de ajuste, planteando el no pago de la deuda y la nacionalización de todo el sistema financiero y las grandes empresas, poniendo la base para poder sostener los principales servicios públicos que hoy se están desmantelando, para acabar con los desahucios y garantizar el derecho a la vivienda y para poder suministrar créditos a los pequeños comerciantes y autónomos.
En definitiva un programa para frenar todo intento de hacer pagar la crisis a los trabajadores, un programa que vaya hasta el final, que no salve una fracción del capital contra otra, ni a un país europeo contra otro, sino que ataque al gran capital. Este programa no se puede encuadrar en la dicotomía de o dentro o fuera de la UE, sino que debe plantearse en la perspectiva de romper los marcos de los diferentes capitalismos nacionales y por esa vía acabar con la UE del capital. Es un programa que no podrá realizarse en los marcos de la UE y el euro, pero tampoco en los marcos de un capitalismo español y la peseta.
Por ello debemos levantar estas urgentes reivindicaciones en la perspectiva de acabar con la UE y los regímenes políticos nacionales actuales. Para, sobre sus ruinas, poder construir gobiernos de trabajadores en los diferentes países, en el camino de poner en pie los Estados Unidos Socialistas de Europa. La única alternativa progresiva a la Europa del capital y a las tendencias de “vuelta a la nación” que amenazan con repetir tragedias como las dos guerras imperialistas que asolaron el continente en el Siglo XX.
En este sentido, no compartimos la agitación de la consigna de salida o ruptura con la UE y el euro sin ligarla a esta perspectiva, como levantan los compañeros de Corriente Roja. Si bien el rechazo a la Europa del capital es un punto de partida fundamental para todo programa por una salida de la crisis, creemos que amerita abrir el debate sobre cómo debe ser planteado para que quede totalmente diferenciado y opuesto a las “salidas del euro y la UE” levantadas por los sectores de la extrema derecha y el populismo derechista.
Quedarse en la agitación del “No a la UE y el euro” nos dejaría pegados a las visiones que consideran que la vuelta a la moneda nacional y la recuperación de todas las parcelas de soberanía económica y política por parte de los Estados nacionales podría ser una alternativa para los sectores populares. O incluso la posible conformación de un bloque de los países capitalistas del Sur, es decir alentar una política de bloques imperialistas, aunque sea por la vía de alianza de los más débiles. Esto sería otra forma de atar de pies y manos a los trabajadores detrás de una alternativa burguesa, que además tiene el peligro de reforzar las tendencias nacionalistas y xenófobas. Sería ocultar el hecho de que, sin avanzar en la expropiación de los capitalistas, los trabajadores/as y sectores populares seguiremos siendo los que pagamos esta crisis, ya sea dentro de la UE y el euro, o fuera de la misma, con la peseta o la dracma.
La pelea por este programa y esta perspectiva contra la UE del capital debe estar acompañada de la lucha por la unidad de los trabajadores de toda Europa para defender nuestros derechos y conquistas sociales. Debemos pelear por unificar sus luchas contra la austeridad, imponiendo de ser posible a las Confederaciones Sindicales la lucha por una huelga general europea. Frente a la mayor ofensiva contra los trabajadores desde la Segunda Guerra Mundial y la exacerbación de los odios nacionales que las distintas burguesías europeas están provocando en Europa, el renacimiento de un internacionalismo proletario no solo programático sino práctico se torna de vital importancia frente al período que se abre.