Francia: Hostigamiento policial y disturbios en Trappes
Quien siembra miseria cosecha bronca
25/07/2013
Christian y Claude, militantes de CCR en el NPA
Trappes: una ciudad de 30.000 habitantes de los cuales el 50% tienen menos de 30 años. Una fuerte presencia de población inmigrante, víctima del racismo cotidiano de la policía municipal del intendente cercano al PS (Partido Socialista), Guy Malandin. Una ciudad cuya población esta golpeada duramente por la desocupación y el problema de vivienda. Una ciudad en la que no hay hospital público sino un hospital privado que cobra honorarios tan altos que los habitantes no pueden atenderse. Una ciudad en donde la municipalidad desmantela todos los servicios públicos, la educación, la cultura. Una ciudad en la que la frustración y la bronca de la juventud y de la población pobre que vive allí es cada vez más palpable para los militantes del NPA (Nuevo Partido Anticapitalista) que difundimos nuestras ideas en lugares públicos y mercados de compras.
El jueves 18 de julio, un brutal control de identidad policial a una mujer que llevaba puesto el velo, dio lugar a insultos policiales y a brutalidades ejercidas sobre su madre y su marido que fue arrestado provisionalmente. El viernes, alrededor de 250 jóvenes habitantes sitiaron la comisaría para exigir su liberación. Hubo un violento enfrentamiento con la policía y la gendarmería que utilizaron flash-balls (bolas de goma) y provocaron heridas graves a un joven de 14 años que corre el riesgo de perder un ojo.
La policía y los medios entonaron la estrofa habitual acerca de los “vándalos”, incluso hasta llegaron a inventar una propagación de los disturbios en las ciudades vecinas de Elancourt y Guyancourt. Fotos trucadas, a partir de archivos de 2005 y montajes circularon en internet y la televisión. Se difundieron informaciones falsas por la radio estatal, France Info. Sin embargo, estos medios hoy están obligados a reconocer que todo era mentira.
Los jóvenes atestiguaron que no se rebelaban simplemente por “un control de identidad que se hizo mal”, sino porque los controles “por portación de rostro” apuntan sistemáticamente a las personas originarias del Maghreb (región del norte de África) y, como decía la joven Fatiha, “cuando te controlan 100 veces, a la 101 vez ¡todo explota!”.
El odio racista de las bandas armadas del capital no deja ninguna duda cuando se consulta el « Forum Police Info » en Facebook en donde se pueden leer las palabras de los policías, algunos de los cuales participaron en los enfrentamientos. Van algunos ejemplos: “¿No es el Ramadan normalmente? Y bien ¡van a ir a juntar sus dientes! ¡Ley, fuerza y honor!”… A propósito del joven gravemente herido por un flash-ball: “¡Mierda! ¡Tendrá un ojo menos para llorar!”… “Que bien que la pasé ayer a la noche! ¡300 chicos contra 30 policías y ni siquiera tuvieron los huevos de pelear cuerpo a cuerpo!”… Y aún esto que tiene el mérito a la claridad: “Pasé la noche en Trappes ayer con los colegas. ¡Pobre Francia! ¡Viva el azul marino! (en referencia al lema de la extrema derecha del Frente Nacional y su líder Marine LePen: “Bleu Marine”)”.
Valls (Ministro del Interior) y el intendente Malandin apoyaron incondicionalmente a las fuerzas represivas. Frente a las mujeres que los interpelaban, Valls osó responder “que en ningún caso tenían derecho a aprovecharse de la presencia de un micrófono para criticar la acción de un ministro de la República y de un excelente intendente”.
Esta política racista y antisocial aplicada por el estado fortalece en los barrios a autoridades comunitarias y religiosas (en este caso islamitas) reaccionarias. El rol que juegan estas direcciones se puede ver hoy en las revoluciones árabes, en Turquía o en África negra, procesos en los cuales muestran de qué lado están en relación a las aspiraciones progresistas de las masas, a los derechos de las mujeres y de los explotados. En los barrios pobres de inmigrantes de Francia, tratados por el Estado y sus fuerzas de represión como verdaderas colonias internas, estas mediaciones religiosas juegan un rol de contención y de desviación de la bronca de los jóvenes y el pueblo.
¡Anulación de todas las condenas y cese de todas las persecuciones!
Compareciendo inmediatamente, 5 jóvenes fueron juzgados; se pronunciaron 2 penas de prisión firme, una de 10 meses (con auto de prisión) y otra de 6 meses, respectivamente para chicos jóvenes de 21 y 19 años. Además un joven de 18 años recibió 6 meses de prisión condicional, mientras que un agente de seguridad y un estudiante en licencia de Ciencias Económicas fueron puestos en libertad (aunque el fiscal apeló).
¡Las organizaciones obreras deben escuchar la bronca de los jóvenes de Trappes y de nuestros hermanos y hermanas de clase oprimidos en los barrios!
Hace casi un año, en Amiens Nord los jóvenes y los habitantes de los barrios se levantaban. En cada ocasión, se dan las mismas discusiones de expertos en los escenarios televisivos de la burguesía, en donde unos y otros se preguntan sobre el carácter “político” de estas revueltas, como si ellas no estuvieran generadas por el racismo, la opresión policial permanente y la miseria impuesta. Este discurso no es más que la retórica que conviene a una estrategia profunda de las clases dominantes en Francia, que apunta a separar y oponer en el seno de nuestra clase a los sectores más “integrados” de los más frágiles y más oprimidos (sobre todo los trabajadores y jóvenes inmigrantes). Por eso es primordial para las organizaciones de nuestra clase luchar contra el aislamiento de estos últimos, solidarizándose con sus movilizaciones, tomando sus reivindicaciones y proponiéndoles una perspectiva. Esto es lo que escribimos justo después de los disturbios de Amiens:
« (...) Con el desarrollo de la crisis capitalista y el terreno abierto por ella a las divisiones y a la búsqueda de chivos expiatorios –fenómeno ampliamente explotado por la extrema derecha–, más que nunca la cuestión de la unidad de todos los trabajadores y las capas populares es fundamental, sea cual fuere su origen o lugar de residencia. El aumento del desempleo y la miseria, enfrentada a una represión creciente, darán lugar a numerosas explosiones de bronca y de revuelta más que justificadas de parte de los jóvenes y de las capas más explotadas del proletariado. Los acontecimientos de Amiens no son más que un primer síntoma. Pero sólo rompiendo su aislamiento y participando en un movimiento conjunto, con los demás trabajadores, con o sin empleo, toda esta energía podrá ponerse al servicio de una inversión de la relación de fuerzas, que empiece a poder arreglar el problema de la segregación y oponerse eficazmente a la degradación constante de las condiciones de vida, que haga pagar la crisis a los capitalistas, tirar abajo su sistema y abra el camino a una sociedad sin explotación ni opresión.
En el estado actual los habitantes de los barrios tienen, en cierta medida con mucha razón, una gran desconfianza hacia las organizaciones políticas. Por un lado, los partidos burgueses utilizan episódicamente a algunos banlieusards (“habitantes suburbanos”) para hacer creer que respetan la “diversidad”. Por el otro, el PCF (Partido Comunista Francés) ha gobernado durante cincuenta años muchas banlieues rouges (“suburbios rojos”) en donde ha administrado el capitalismo mientras conservaba una retórica populista, e instalaba todo un sistema clientelista de distribución des magras ventajas (viviendas sociales, puestos, colonias de vacaciones, etc.). Era la tapa necesaria para la olla.
La cuestión planteada hoy es saber si, en momentos en que esta mediación histórica se debilita (el PCF por ejemplo ha perdido muchas de sus circunscripciones en las últimas elecciones legislativas, favoreciendo al PS), los revolucionarios serán capaces de ayudar a hacer converger el combate de todos los trabajadores y la juventud y ganar así la confianza de los sectores más radicalizados y conscientes de los barrios periféricos.
Esto demanda hacer demostraciones, pero también luchar cotidianamente para imponer a las organizaciones del movimiento obrero un programa en ese sentido, que defienda el reparto de las horas de trabajo entre todas y todos, la contratación masiva en el sector público, la regularización de todos los sans-papiers (indocumentados), la disolución de las fuerzas represivas, la derogación de todas las leyes racistas y xenófobas.
Al dirigirse a los revolucionarios franceses justo después de la Primera Guerra Mundial, León Trotsky repetía que la lucha implacable contra el imperialismo contra “su” burguesía sería la prueba de la existencia de un partido verdaderamente revolucionario en Francia. En el mismo sentido, mientras que casi un siglo de historia imperialista ha instalado en los barrios periféricos varias generaciones de inmigrantes, se podría decir que la prueba de la presencia en Francia de un partido así estará dada cuando los sectores radicalizados de todas las ciudades le manifiesten su confianza .
En consecuencia, pensamos que el NPA debe dirigirse a todas las organizaciones del movimiento obrero y democrático para construir una movilización unitaria y de masas exigiendo el levantamiento de las persecuciones y la anulación de las sanciones contra los jóvenes que fueron reprimidos, la regularización de todas y todos los sans-papiers (inmigrantes sin papeles), la disolución de las fuerzas represivas y la derogación de todas las leyes racistas y xenófobas.
24/07/2013