Crisis Económica Europea
Resistencia ante el mayor ataque a los trabajadores y pobres de Alemania
18/06/2010
El pasado fin de semana salieron 40.000 manifestantes a las calles de Stuttgart y Berlín en protesta por los planes de ajuste implementados por el gobierno alemán para afrontar la grave crisis económica que aqueja a toda Europa. “La crisis se llama capitalismo”, decía una de las banderas. “Empleo, derechos humanos y un futuro seguro para todos” y “las pensiones deberían ser suficientes para vivir”, demandaron los manifestantes, convocados por los sindicatos alemanes y partidos de izquierda como Die Linke. Nosotros, desde “Internationaler Klassenkampf”, marchamos en un contingente clasista combativo, donde organizaciones revolucionarias y de izquierda gritaron: “¡A - anti – anticapitalista!” Y reclamamos claramente “¡que la crisis la paguen los capitalistas!”
Y es que anteriormente la canciller alemana, Angela Merkel, había anunciado el mayor ataque contra los- trabajadores, trabajadoras y pobres de Alemania desde la posguerra, porque asestarle duros golpes a la clase obrera es la única vía para el imperialismo alemán en su intento de jugar un papel cada vez más determinante en la arena internacional. Los principales ajustes se concentran en el recorte de prestaciones sociales, como las ayudas por hijo o las prestaciones a desempleados de larga duración. Entre otras medidas, Merkel anunció que prevé la eliminación de 15.000 empleos estatales (5%) y la reducción del número de efectivos en las FF.AA., acorde al objetivo estratégico de la burguesía alemana de convertir a la Bundeswehr (Fuerzas Armadas) en una fuerza de intervención rápida, altamente sofisticada.
Es así como, al igual que en otros países europeos, quieren descargar los costos de la crisis capitalista sobre nuestras espaldas: la de los trabajadores, trabajadoras, pobres y precarizados. Pero existen tensiones entre las distintas fracciones de la clase dominante que no tienen claridad aún sobre los ritmos, tiempos y los costos políticos de los ataques a la clase obrera, más allá de que estratégicamente estén de acuerdo en descargar la crisis sobre los explotados y oprimidos. Estas tensiones, las fuertes críticas de la oposición (SPD) que llama a elecciones anticipadas y las pugnas que atraviesan a la coalición gubernamental se profundizan y amenazan con una parálisis política que minaría la capacidad de impulsar las contrarreformas. Pero no sólo la coalición de gobierno se encuentra en crisis sino también todo el armazón institucional. Hasta el presidente Horst Köhler renunció por las presiones recibidas por sus declaraciones sobre el carácter de la guerra en Afganistán, donde aclaró que ésta sirve a los intereses económicos de la burguesía alemana.
Esta situación de inestabilidad en las alturas puede abrir la posibilidad de una respuesta de las masas a los ataques patronales, una respuesta obrera. Pero el control de las burocracias sindicales aún es fuerte y hemos visto cómo, a pesar de sus discursos sobre la injusticia social, siguen siendo el mejor garante para desviar el creciente descontento de la clase obrera. En las negociaciones sobre el cierre de plantas de la automotriz OPEL (General Motors), la burocracia sindical de los metalúrgicos (IG Metall) aceptó sin parpadear despidos y recortes de salarios para “salvar” al mercado alemán. Siguen así el rumbo de la tradicional dirección de la clase obrera, de los socialdemócratas (SPD), hoy en profunda crisis, que se expresa en la pérdida de militantes y votos y que no tienen, al igual que nuevas mediaciones como el partido Die Linke, una salida obrera a la crisis capitalista.
La crisis económica en curso y las perspectivas catastróficas para los explotados y oprimidos, no sólo en Alemania, hacen menester superar la relativa pasividad y el estado de confusión y desorden en las filas obreras. Ya hemos visto intentos importantes que superaron los marcos tradicionales de la lucha de clases en Alemania (como la huelga de los ferroviarios), ya hemos visto como se está movilizando el movimiento estudiantil contra el Plan Bologna, ya empezamos a salir a las calles de a miles contra los paquetes de ajuste en Grecia y en Alemania, pero tenemos que ser muchos más. No basta con exigir medidas de control de los mercados o impuestos a las transacciones, como exige el SDP o el LINKE, o impulsar el mercado interno y la preservación del mercado alemán, como plantean las grandes confederaciones sindicales. Tenemos que defendernos de a miles y millones ante estos ataques, organizados democráticamente desde la base de nuestros lugares de trabajo, desde nuestros barrios, desde nuestras escuelas y facultades para que “la crisis la paguen los capitalistas!”.