El día 20 de junio las manifestaciones que tomaron por asalto al país dieron un salto, llevando a las calles cerca de 1 millón de personas. En diversas ciudades, como en Rio de Janeiro y en Brasilia, se expresó la rabia popular por las pésimas condiciones de vida, y contra los privilegios y abusos descaradamente mantenidos por la casta política que succiona los recursos del país en su propio beneficio. Reafirmamos que condenamos el coro que hacen todos los medios burgueses, y los representantes de su estado, de calificar a los sectores que expresan su rabia como “vándalos” separándolos de los manifestantes.

Por lo tanto, como revolucionarios, entendemos que estos actos expresan la rabia contra los gobiernos petistas, tucanos y pemedebistas, que están al frente de la mayoría de las grandes ciudades del país. Y también que estas demostraciones de revuelta muestran que la población comienza a despertar del sueño vendido por el gobierno y la burguesía de consumo a crédito, y del “Brasil potencia”, y devolviendo a través de las manifestaciones en las calles la rabia por vivir y sentir en la piel todos los días el Brasil real: del trabajo precario, de la represión y la violencia policial, del asesinato sistemático de la juventud negra y de los pobres y los abusos de la casta política de los partidos burgueses.

Las organizaciones de la izquierda estuvieron nuevamente presentes, ya que están en la lucha desde su inicio, como reivindicó hoy en nota pública el mismo MPL, abiertamente apartidario. La LER-QI desde el comienzo impulsó la lucha combatiendo no solo por la reducción de las tarifas, sino por un programa de conjunto, que de hecho pueda resolver las demandas de los trabajadores y de la mayoría de la población. Levantamos nuestra bandera en defensa del boleto gratuito para los jóvenes, trabajadores desempleados, y jubilados. Por la estatización del transporte colectivo, bajo control de los trabajadores que sea financiado por impuestos progresivos a las grandes fortunas y por lo que se gasta hoy en el mantenimiento de la casta parasitaria de políticos burgueses.

Por el fin de la carestía de vida, imponiendo el salario mínimo del Diesse que sea reajustado de acuerdo con el aumento del costo de vida. Para que cada funcionario del ejecutivo, políticos y jueces ganen lo mismo que un trabajador medio. Con estas banderas marchamos ayer en la Avenida Paulista. Y está claro que esas demandas solo pueden ser efectivizadas con la entrada en escena de la clase trabajadora como sujeto, en alianza con la amplia mayoría de la población explotada y oprimida. Seguiremos en lucha por esta política, que es la única que puede dotar al movimiento que cruza al país de una estrategia de los trabajadores, del pueblo y capaz de tirar abajo esta casta de políticos que gobiernan sólo para ellos y los ricos.

En San Pablo el MPL había convocado una nueva manifestación para conmemorar la conquista de la reducción de las tarifas. Los medios burgueses en la voz de Rede Globo presentaron el acto de San Pablo como un “ejemplo de acto cívico” por no haber habido enfrentamientos con la policía, al contrario de lo ocurrido en ciudades como Río de Janeiro o Brasilia. Pero no fue así. Un sentimiento apartidario que se dirigía de manera difusa y poco consciente contra la política de los partidos burgueses de turno, fue instrumentalizado por sectores organizados de la derecha. Grupos organizados de sectores integralistas, neonazistas y de ultraderecha, que atacan homosexuales, negros y militantes de izquierda que representan una ínfima minoría entre los que se manifiestan, se ligaron a otros sectores que pedían la reducción de la minoridad penal, e incitaron a una acción hostil contra las organizaciones de izquierda allí presentes, buscando promover un enfrentamiento físico.

Es necesario también saber separar el sentimiento nacional de los trabajadores, del nacionalismo de derecha. Como dice León Trotsky en el Programa de Transición:

“Cuando el pequeño campesino o el obrero hablan de la defensa de la patria, hablan de la defensa de su casa, de su familia y de las otras familias contra la invasión del enemigo, contra las bombas y contra los gases. El capitalista y su periodismo entienden por defensa de la patria la conquista de colonias y de mercados y la extensión, por el pillaje, de la parte “nacional” en los beneficios mundiales. El patriotismo y el pacifismo burgués son completas mentiras. En el pacifismo, lo mismo que en el patriotismo de los oprimidos, hay elementos que reflejan, de una parte el odio contra la guerra destructora y de otra parte su apego a lo que ellos creen que es su interés. Es necesario utilizar estos elementos para extraer las conclusiones revolucionarias necesarias. Es necesario saber oponer honestamente estas dos formas de pacifismo y de patriotismo. Partiendo de estas consideraciones, la IV Internacional apoya toda reivindicación, aún insuficiente, si es capaz de llevar a las masas, aunque sea en un débil grado, a una política más activa a despertar su crítica y a reforzar su control sobre las maquinaciones de la burguesía.”

Por tanto, no podemos decir que todos los que hoy se enrolan en la bandera nacional son fascistas. Ahí también hay distinciones de clase. Poner una cuña entre sectores de la clase media, e incluso de los trabajadores, que adoptan el sentido común antipartido motivado por la insatisfacción generalizada, de aquellos que representan la derecha política, es una tarea clave de los trabajadores y sus organizaciones.

La política correcta en este momento es justamente ser ofensivos en poner de pie organismos y asambleas por lugares de trabajo y estudio, que organicen la entrada en escena de los trabajadores como sujeto que agregue detrás de si las demandas de todos los sectores explotados y oprimidos. Sectores estos que hoy luchan contra el Estatuto del Nasciturus, la aprobación del proyecto de “Cura Gay”. Como los trabajadores desempleados y sectores populares que se manifestaron en el corte de la Calle M`Boi Mirim. La izquierda se debe unificar contra los ataques de los sectores de la derecha, y debatir programáticamente la política a ser defendida. Y sobre todo debe convocar a paralizaciones y huelgas de los sectores de trabajadores en los que actúan, como a partir de Conlutas y de la Intersindical, pues no es posible que las centrales dirigidas por la izquierda se queden por detrás de Fuerza Sindical que convocó una marcha de los trabajadores metalúrgicos.

Hay que exigir que la CUT también lo haga. Que los trabajadores y la juventud demuestren la diferencia entre la política de los partidos burgueses y de los partidos clasistas y revolucionarios, probando que los revolucionarios son los únicos que pueden terminar con la casta política parasitaria. Que discutan y lleven a los actos un programa de conjunto, que pueda dar un sentido progresista y revolucionario a la rabia popular que se expresa en el país. Que demuestre por su fuerza de clase lo que esos grupos de ultraderecha realmente son: una minoría oportunista, que busca capitalizar por derecha el rechazo a los partidos burgueses de turno. ¡Es el momento de impulsar una política clasista y revolucionaria!

¡No bajamos nuestra bandera, pues ella es contra la policía y el patrón!