Luego del escándalo desatado a raíz del abuso de las dietas de los diputados que costó la renuncia de seis diputados y tres secretarios, el gobierno de Gordon Brown siguió sumido en una crisis que hizo tambalear su mandato. En el marco de la crisis económica internacional que afecta muy severamente a Gran Bretaña donde se registra el mayor nivel de desempleo desde 1997, se produjo una “conspiración blairista” con diputados y miembros del propio gabinete que pedían la dimisión del primer ministro. En los días precedentes a las elecciones del 4 de junio de autoridades locales en los condados del interior de Inglaterra (áreas rurales) y de diputados para el Parlamento Europeo los titulares de las carteras del interior, de las Comunidades, de Trabajo y Pensiones y de Defensa, que responden a una línea Blairista, presentaron su renuncia como forma de debilitar aún más al primer ministro. Aunque Gordon Brown fue el arquitecto del Nuevo Laborismo, y a su vez garante de la popularidad de Blair como ministro de economía en un momento en el que las finanzas de la isla gozaban de buena salud, los dimitentes Blairistas se oponen al perfil actual de Brown de tratar de recomponer la crisis de su partido apalancándose más en los sindicatos como forma de recomponerse y al buscar, indirectamente, volver a recibir el apoyo de los trabadores, que fuera su base tradicional.

Cuando el Nuevo Laborismo asumió como Primer Ministro en mayo de 1997, lo hizo con el voto de la clase obrera pero recibió también un inmenso apoyo de sectores de clase media desilusionados con años de Thatcherismo imponiendo la llamada “Tercer vía”, que no era otra cosa que una agenda neoliberal y privatizadora. En estas elecciones luego de ver las desastrosas consecuencias de la agenda neoliberal y ante la incertidumbre económica, la clase obrera optó su gran mayoría por la abstención y sectores marginales de ella se han inclinado a dar su apoyo a partidos nacionalistas xenófobos como el BNP (British National Party).

Las desilusiones con el gobierno laboristas se manifestó en el alto grado de abstención (sólo un 35% de participación de voto lo que representa una abstención de un 65%), Otros sectores de clase media han optado por votar a partidos marginales como el UKIP, una escisión de los conservadores de línea euroescéptica y que, casualmente ha estado también envueltos en casos de corrupción.

Como si Brown no tuviera bastante con esta seguidilla de renuncias que lo tuvieron en vilo, se le sumó una “conspiración” en la cual un grupo de diputados que se mantuvo en el anonimato hizo circular una carta a través de e-mails pidiendo la dimisión de Brown, alegando la baja popularidad y el curso de la economía.

Tal como adelantaban las encuestas el laborismo obtendría un mal resultado, durante el recuento incluso llegó a estar en cuarto lugar para finalmente quedar relegado a un tercer lugar a nivel nacional, detrás de los Conservados y los Demócratas Liberales. Con una participación de voto de un 35%, el laborismo obtuvo menos del 16% de los votos a nivel nacional, en lo que es su índice más bajo desde 1910 cuando se presentó como partido independiente y desde entonces nunca había obtenido menos de un 20%. Sin embargo tomadas las elecciones de conjunto, lo que prevaleció fue la abstención afectando a todos los partidos. En algunas áreas el laborismo salió en quinto lugar, detrás de los verdes y del partido euroescéptico UKIP. A su vez el laborismo no está en ningún gobierno local a nivel de condados, ya que perdió las cuatro que le quedaban. En Gales, por otra parte es la primera vez que pierde a nivel nacional. Pero los tories y los liberales también perdieron votos comparado con los resultados de hace cinco años.

No hay ninguna duda de que luego de estos resultados lo que está en juego es el futuro del laborismo. Al día siguiente de conocerse el resultado electoral Brown presentó una propuesta de remodelación del gabinete, lo que le permitió capear la crisis, al menos momentáneamente, es que ante tamaña crisis algunos diputados y ministros ‘indecisos’ decidieron respaldar al primer ministro como forma de evitar una división mayor dentro de sus filas. Sin embargo, es altamente improbable que el marco de la crisis económica actual la crisis se soluciones con un simple recambio de gabinete y no se puede descartar un adelanto de las elecciones.

La disputa de fondo, que fue precipitada por el escándalo de las dietas, tiene una raíz más profunda. Blair subió al poder al contar con el masivo apoyo del voto obrero y usó esa influencia para introducir medidas privatizadores y contra los intereses de los trabajadores, esto le ha costado la desafiliación de varios sindicatos (como el RMT y el Fire Brigade Union) pero esto es un lujo que no pueden seguir permitiéndose.

Es esa disputa de fondo por ver quién se queda con los votos del laborismo, por ahora pareciera que nos los capitaliza nadie, pero el hecho de que el partido gobernante tenga un 15,3% de los votos para las elecciones europeas y un 20,8% de los votos para las autoridades locales y que los conservadores como principal partido de la oposición 26% es en sí mismo una debilidad para la burguesía, ya que expresa una crisis de representación de los partidos burgueses. Si bien el nivel de lucha de Inglaterra está entre los más bajos, el laborismo no puede darse el lujo de perder a su base histórica.

La presente del crisis del LP tiene mucha semejanza con la crisis vivida en la década de los 80 cuando un grupo de diputados laboristas importantes conocido como el “el grupo de los cuatro”, se alejaron del LP por considerarlo muy de izquierda y decidieron formar en 1981 el Partido Socialdemócrata, que luego se unión con el Partido Liberal y en 1988 formaron lo que hoy se conoce como los Demócratas Liberales.

Aunque el nivel de la lucha de clases en Gran Bretaña es extremadamente bajo, una combinación de crisis económica con una extrema debilidad del gobierno puede impulsar a que sectores de la burocracia salgan a pelear por reivindicaciones sectoriales. Esta semana tenemos el primer ejemplo cuando el sindicato del transporte RMT liderado por Bob Crow, luego del fracaso de las negociaciones con la empresa anunció una huelga de 48hs de todo el sistema de subterráneos de Londres en demanda de aumento salarial y contra las medidas disciplinarias de la empresa que ocasionó el despido de dos maquinistas. Las negociaciones con la autoridad del transporte fracasaron porque no hubo compromiso por parte de la empresa de que no habrá despidos, ya que se anticipa que con la implementación de una reestructuración prevista para un futuro próximo se perderán 4.000 puestos de trabajo. El 77% de los trabajadores que participaron en la votación (un tercio del total) votaron a favor de la huelga. Si bien el RMT fue el sindicato fundador del Partido Laborista, ha sido expulsado de sus filas al retirar sus contribuciones como forma de repudio a la política privatizadora de Blair y en las últimas elecciones se presentó con una lista “No a la unión Europea” (NO2UK en inglés). El programa de esta plataforma es de corte netamente chauvinista ya que hace campañas similares a la impulsada por otras burocracias sindicales que levantaron la consigna de “trabajos británicos para los trabajadores británicos”.

Para evitar que la desilusión con el partido laborista y la creciente incertidumbre económica con el consecuente aumento de desempleo sea capitalizada por direcciones sindicales de corte chauvinista o por la extrema derecha xenófoba es necesario levantar un programa y propuesta alternativo de independencia de clase que de una salida a la crisis capitalista.