Francia
Francia: de la crisis económico-social a la crisis política
27/08/2014
De forma inédita antes de que finalizara el receso veraniego, una seria crisis política viene de desatarse en Francia. Las fuertes críticas públicas del ministro de economía, Arnaud Montebourg, contra la política de austeridad del gobierno, seguidas por el ministro de Educación Benoît Hamon (quien se declaró próximo a los 41 diputados socialistas rebeldes que han criticado las reformas en la Asamblea Nacional), fue la gota que colmó el vaso.
La autoridad del primer ministro, Manuel Valls y del mismo presidente, François Hollande, estaban en cuestión. Frente a esto, el presidente pidió a su primer ministro que presentara la dimisión del gobierno que encabeza para formar un nuevo Ejecutivo “en coherencia con las orientaciones que él mismo ha definido para el país”. Esta rápida decisión del presidente muestra su intento de avanzar en una variante más bonapartista borrando posibles oposiciones internas a su política reaccionaria.
La realidad es que el gobierno francés se encuentra terriblemente debilitado como consecuencia de la grave crisis económica y social que no deja de deteriorarse. A pesar una mejora pasajera en 2010, Francia no salió jamás de la crisis en que entro como consecuencia de la crisis mundial en 2008. Esta crisis vino a sacar a la superficie el carácter estructural de la crisis francesa, como muestra la aceleración de su desindustrialización relativa, la persistencia y crecimiento a más de 10% del desempleo de masa (un fenómeno novedoso después de 1945), un empobrecimiento del país después de la crisis de 2007/2008. El carácter inédito de la situación, ya que la riqueza por habitante era creciente después del fin de la Segunda Guerra Mundial, explica la desesperanza de la población y su creciente cólera. Esta crisis económica y social está trastocando a todo el sistema político francés. En primer lugar al Ejecutivo, cuyo presidente goza de un bajísimo 17% de popularidad y aun no llego a la mitad de su quinquenato. Por su parte, Valls vienen de caer vertiginosamente nueve puntos en su nivel de apoyo y a menos de seis meses después de asumir el cargo de primer ministro, tan sólo un 36% de los franceses aprueba su gestión. La mayoría gubernamental en el parlamento nunca fue tan frágil y se puede agravar aún más con la actual crisis política. Tan grave es la situación que se especula fuertemente si un gobierno que ha perdido tan aceleradamente su base social y política puede llegar al fin del mandato. Sin embargo, cuentan con los mecanismos antidemocráticos del sistema presidencialista de la V República que permiten gobernar en total minoría.
Detrás de todo esto se asoma un fuerte deterioro de los fusibles de la V República y su “híperpresidencialismo”, que ya ha resistido más de la cuenta a años de crisis económica y de pérdida del margen de maniobra a nivel internacional de la Francia, condiciones muy distintas a las existentes cuando De Gaulle ideo la última República francesa. La burguesía necesita dar un poco de aire al desgastado régimen francés para evitar una solución no traumática a la crisis en que se encuentra. Recientemente el diario Financial Times se pronunció en este sentido. Recordemos que la expiración de las anteriores cuatro republicas se dieron a causa de las guerras, la revolución y los golpes de la contrarrevolución en 1804, 1851, 1940 y 1958.
Hasta ahora esta crisis del gobierno y del régimen político ha fortalecido a la extrema derecha del Frente Nacional de Marine Le Pen, como consecuencia de la grave crisis en que se encuentra el otro pilar del sistema bipartidista francés: la UMP.
Luego del fuerte desgaste del mandato de Sarkozy, la derecha tradicional se encuentra atravesada por una serie de crisis: divergencias entre los sectores más pro y anti europeos; la orientación y el sistema de alianzas en especial frente a la extrema derecha; además de una crisis de liderazgo y graves escándalos de corrupción del anterior gobierno como en la gestión del partido. La recomposición de esta variante burguesa es vital para los principales actores del gran capital francés que son altamente internacionalizados y que no ven con buenos ojos la política económica anti europeísta del FN. A la izquierda del gobierno existe un enorme espacio político y busca recuperar la base social perdida por el hollandismo, por ahora sin éxito. En gran medida por estar aún pegado al PS (Partido Socialista), como fue el caso en las recientes elecciones municipales y europeas. En gran medida, esta es la base de la crisis del Front de Gauche, el frente encabezado por el socialdemócrata Melenchon y el PCF (Partido Comunista Francés). Nuevos proyectos y figuras se prestan ahora a competir por este espacio: Melenchon y su proyecto de una VI República, la ex jefa de los Verdes Cecile Duflot (que salió del gobierno cuando asumió Valls) por nombrar a los más conocidos y ahora es probable que se sume Montebourg, con su retórica de la demundializacion y la vuelta del Made in France. No está claro que toda esta suma de referentes pueda transformarse en una fuerza política compacta y sobre todo que pueda atraer a los sectores obreros y populares con una mera política de relance económico y tibias reformas en relación al poder de compra, sin poner en discusión el dominio de los verdaderos dueños del poder en Francia: los grandes conglomerados y grandes familias que dominan la economía francesa.
El único elemento de cambio real en Francia solo puede venir de un aumento de la conflictividad social. A pesar de la atonía social aparente, la fuerza y persistencia hasta hoy de la lucha de los “intermitentes del espectáculo” (decenas de miles de actores, artistas, técnicos y trabajadores que trabajan como discontinuos en el sector cultural) es una evidencia que el conflicto social está a flor de piel. Desde el otoño de 2013 Francia vive una conflictividad duradera, de intensidad débil todavía a pesar de algunos picos como la lucha en Bretaña o más recientemente la huelga ferroviaria en la SNCF. Muchos analistas esperan un otoño caliente a fines de este año o a principios de 2015. Pero lo que está claro es que cualquier chispa puede desatar la explosión.
La política gubernamental está en un impasse, la profundidad de la crisis y la presión de las agencias de calificación de riesgos -que hasta ahora han sido indulgentes con la deuda francesa- pueden hacer romper la última capa de ilusión que el entretuvo mientras iba pasando de a cuentagotas su plan de contra-reformas: que la salud sería gratuita para todos, que las pensiones serían preservadas, que en las dificultades se tendría en cuenta que el Estado no eliminaría empleos, que se reclutaría más profesores. La decepción final, si se ve obligado a avanzar en estos derechos sociales, puede actuar como disparador de nuevos episodios de la lucha de clases.
Claves para entender la crisis económica y política en Francia
*Francia viene sufriendo un creciente empobrecimiento del país después de la crisis de 2007-8, producto de la desaceleración de la desindustrialización relativa y un desempleo en masa que ya supera el 10%, algo nunca visto desde 1945.
* El presidente Hollande goza de apenas un 17% de popularidad y aun no llego a la mitad de su quinquenato. Por su parte, el primer ministro Valls viene de caer nueve puntos en su nivel de apoyo y a menos de seis meses de asumir el cargo de primer ministro, sólo un 36% de los franceses aprueba su gestión.
*La derecha tradicional representada en la UMP, se encuentra atravesada por una crisis de proyecto político y de liderazgo, a los que se suman graves escándalos de corrupción del anterior gobierno de Sarkozy como en la gestión del partido.
* Desde el otoño de 2013 Francia vive una conflictividad duradera. Muchos analistas esperan un otoño caliente a fines de este año o a principios de 2015.