Tras unas elecciones presidenciales condicionadas
Recrudecen los combates en el este de Ucrania
28/05/2014
Tras las elecciones presidenciales del domingo 25/5, donde resultó cómodo ganador el magnate Poroshenko con más del 50% de los votos, y tras una breve tregua de un día para permitir el desarrollo de los comicios, el lunes 26 se reanudaron y recrudecieron los combates en la región del Donbass en el este de Ucrania. Centrados en la lucha por el control del estratégico aeropuerto de la ciudad de Donetsk, al cierre de esta edición los combates llevaban tres días sin tregua y más de cien muertos y decenas de heridos.
Las elecciones no contaron con la participación de las regiones rebeldes de Donetsk y Lugansk que habían realizado un referéndum independentista el 11/5, y se consideran estados separados de Ucrania. Asimismo, las elecciones presidenciales se dieron en el marco de la ofensiva militar contra el Donbass y de la represión a la oposición política (pro rusa) en el oeste, especialmente contra el pro ruso Partido Comunista de Ucrania (fundado en 1993 tras la restauración capitalista y del que han salido varios miembros de la oligarquía local) del que se discute abiertamente ilegalizarlo.
Sin embargo, el importante resultado obtenido por Poroshenko, por arriba del 50%, y la gran diferencia con el resto de los candidatos (la abiertamente antirusa y pro OTAN Timoshenko quedó segunda con el 18%) le dio legitimidad y cierta previsibilidad al régimen que hoy conduce el pro europeo Turchínov para realizar el “trabajo sucio” de abortar la secesión en el este del país.
Kiev profundiza la ofensiva militar y crece la crisis política
En su discurso tras conocerse los resultados electorales, Poroshenko se manifestó a favor del diálogo con Rusia y reconoció la importancia estratégica que tiene esta potencia en la política ucraniana. Pero al mismo tiempo advirtió que combatiría decididamente a los “terroristas” del este y que no estaba dispuesto a negociar con ellos.
De esta manera, y aprovechando que las milicias pro rusas tomaron el lunes 26 el control del aeropuerto de Donetsk, el gobierno dio luz verde a la “fase final” de la ofensiva (comenzada a principios de mayo) contra los rebeldes que ya se venía anunciando los días anteriores. Apoyados por aviones caza y helicópteros artillados, tanques y morteros, las tropas del ejército ucraniano (al que el gobierno de Kiev sumó bandas paramilitares de los partidos de la ultraderecha), llevan la mejor parte y han recuperado el control del aeropuerto. Posteriormente la lucha se ha concentrado en las ciudades de Slaviansk y Kramatorsk que fueron bombardeadas pero donde los rebeldes se han defendido hasta ahora con éxito.
El gobierno ruso exigió un inmediato cese de la ofensiva militar y apelar al diálogo, pero Kiev respondió acusando a Rusia de introducir combatientes desde su territorio para reforzar las milicias pro rusas y le exigió abstenerse de seguir interviniendo. Esta situación está tensando aún más las deterioradas relaciones políticas y llevando la crisis a una nueva escalada, al borde de una guerra civil abierta, que nadie sabe en qué puede terminar.
El gobierno de Ucrania (con el apoyo del presidente electo) parece decidido a aplastar la rebelión o al menos conseguir la rendición sin condiciones. Por su parte los separatistas pro rusos están presentando batalla con todo lo que tienen. En este marco, Rusia está cada vez más en una posición muy delicada: no puede permitir el aplastamiento liso y llano de los separatistas pues perdería gran parte del rol clave que viene teniendo en la crisis, pero seguir apoyándolos implica meterse más en el conflicto armado y alejarse de una posible negociación que le garantice por ejemplo que Ucrania no ingrese a la OTAN.
Un conflicto de proporciones geopolíticas
Como venimos señalando en LVO la crisis en Ucrania es actualmente la más importante de la geopolítica mundial y enfrenta enormes intereses de las más grandes potencias mundiales. EEUU y la Unión Europea por un lado, y Rusia por otro, se disputan el control político sobre el último país de la antigua zona de influencia soviética que no cayó bajo control de las potencias imperialistas. Ucrania es también una pieza económica fundamental para Europa ya que por sus gasoductos pasa gran parte del gas proveniente de Rusia que consume el viejo continente.
En las últimas semanas la influencia de la crisis ucraniana en la geopolítica mundial ha traído nuevas consecuencias como el viaje de Putin a China con la cual firmó un acuerdo económico estratégico para venderle gas por más de 400.000 millones de dólares a partir de 2018. Este tratado estaba en discusión, con muchas idas y vueltas, desde hace por lo menos una década, pero ahora Rusia lo apuró para diversificar sus clientes y fortalecer lazos económicos con China para contrarestar la creciente influencia norteamericana en Asia. Las grandes potencias asiáticas también aprovecharon la histórica visita del líder ruso para poner en práctica ejercicios militares en el mar de China, región donde EEUU viene poniendo especial interés reforzando las relaciones con sus principales aliados, como Japón entre otros, que mantienen importantes litigios territoriales con China en la zona.
Por su parte el vicepresidente norteamericano J. Biden visitó Rumania para reforzar los lazos que la atan a la OTAN y anunciar una mayor cooperación mutua económica y militar. Para las próximas semanas se espera en la misma línea la visita del secretario de Defensa de la Casa Blanca a este país clave en la disputa con Rusia porque está sobre el mar negro, salida estratégica de Rusia por el sur. El propio secretario general de la OTAN, Anders Rasmussen, viene solicitando más recursos para “defensa” en los países del este de Europa miembros de la organización. Europa, con Alemania a la cabeza, tiene una política más mediada en el conflicto de Ucrania para no tensar las relaciones con Rusia y poner en riesgo los enormes negocios que las unen. No obstante, ha anunciado públicamente que está poniendo en marcha planes para diversificar sus fuentes de energía y aliviar la gran dependencia del gas ruso.
Por una salida obrera independiente de las fracciones capitalistas
Frente a la sangrienta ofensiva militar del gobierno antiobrero y pro imperialista de Kiev se debe exigir la inmediata retirada de las tropas del ejército y sus bandas paramilitares fascistas del este, así como el respeto al derecho de autodeterminación del pueblo ruso parlante. Sin embargo esto no puede confundirse ni por un momento con ningún apoyo a los dirigentes de la proclamada República Popular del Donetsk y de Lugansk, funcionarios y miembros de la oligarquía pro rusa, de la cual es parte el ex presidente Yanukovich, y que es tan explotadora, entreguista y corrupta como sus pares de tendencia pro europea que ahora gobiernan Kiev.
Si alguien duda, o deposita ilusiones en estas “Repúblicas Populares” fundadas maratónicamente en tiempo récord (con asambleas legislativas que si siquiera fueron electas por el voto popular), basta ver el carácter burgués y antidemocrático de la “Constitución” que promulgaron, que garantiza la propiedad privada capitalista, el poder de la Iglesia Ortodoxa, la penalización del aborto y hasta las “uniones pervertidas”.
Como venimos haciendo, reafirmamos con más determinación que nunca ante la nueva escalada de la situación, que solo la clase obrera y el pueblo pobre, tanto del este como del oeste, son quienes pueden dar una salida favorable a los intereses populares. Los trabajadores de toda Ucrania deben evitar caer en el odio nacionalista que agitan las potencias imperialistas y Rusia de la mano de sus socios multimillonarios locales para usar al pueblo de carne de cañón para la resolución de sus conflictos. Para una salida favorable al pueblo pobre y trabajador, hay que expropiar a la oligarquía, que desde la restauración capitalista han saqueado la propiedad estatal, ya sean pro rusos o pro europeos. De la misma forma hay que atacar los intereses de las potencias imperialistas y las mafias capitalistas rusas que tienen grandes inversiones en el país para expoliar sus recursos y explotar la mano de obra barata; dejar de pagar la deuda externa que ahoga la economía nacional y nacionalizar la banca y el comercio exterior.
La única forma de evitar tanto el escenario de un aplastamiento sangriento de los separatistas, como el escenario de una guerra civil abierta entre regiones sin distinción de clases sociales, es la unidad de toda la clase obrera ucraniana contra sus explotadores, en la perspectiva de una Ucrania obrera y socialista con plenos derechos para todas las minorías nacionales.